«Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y verdad” (Juan 1:14).
Declaración de objetivos
El objetivo de esta unidad es explicar, a través de los evangelios, las dos naturalezas presentes en Jesús, prestando especial atención a todo lo que concierne su naturaleza humana, su bautismo y sus tentaciones. En cada sección se presentará una base histórico-teológica. Seguirán citas de Elena de White.
Introducción
Nos resulta sumamente difícil concebir que Jesús sea Dios y a la vez un ser humano. A través de los siglos esto ha sido siempre difícil de entender. En el concilio de Calcedonia en el año 451, se hizo la siguiente declaración, que presenta la dificultad de explicar las dos naturalezas de Cristo, pero que ha sido considerada fundamental por la Iglesia Católica:
Siguiendo pues a los santos Padres, enseñamos todos a una voz que ha de confesarse uno y el mismo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, el cual es perfecto en divinidad y perfecto en humanidad; verdadero Dios y verdadero hombre, de alma racional y cuerpo; consubstancial al Padre según la divinidad, y asimismo consubstancial a nosotros según la humanidad; semejante a nosotros en todo, pero sin pecado; engendrado del Padre antes de los siglos según la divinidad, y en los últimos días, y por nosotros y nuestra salvación, de la Virgen María, la Madre de Dios [theotokos], según la humanidad; uno y el mismo Cristo Hijo y Señor Unigénito, en dos naturalezas, sin confusión, sin mutación, sin división, sin separación, y sin que desaparezca la diferencia de las naturalezas por razón de la unión, sino salvando las propiedades de cada naturaleza, y uniéndolas en una persona e hipóstasis; no dividido o partido en dos personas, sino uno y el mismo Hijo Unigénito, Dios Verbo y Señor Jesucristo, según fue dicho acerca de él por los profetas de antaño y nos enseñó el propio Jesucristo, y nos lo ha transmitido el Credo de los Padres.1
Aceptando la dificultad de comprender y explicar las dos naturalezas de Cristo en una persona, señalaremos en esta unidad cuatro aspectos de la vida de Jesús que tienen que ver con su naturaleza humana, y que nos pueden ayudar a entender este problema. Hablaremos del aspecto físico de Jesús, de Jesús como tektōn, del bautismo de Jesús y de las tentaciones que sufrió en el desierto.
El aspecto físico de Jesús
Las descripciones proféticas de Jesús en su forma glorificada abundan en las profecías de Daniel (Daniel 10:5-6) y Apocalipsis (Apocalipsis 1:13-18 y 20:1-15). Sin embargo, lo que nos interesa ahora es la apariencia de Jesús cuando estuvo en esta tierra.
Hay dos fuentes de información acerca del aspecto físico de Jesús: lo que escribieron los profetas y lo que se dijo después de su estadía en esta tierra. De sus años terrenales no hay información ninguna—sólo deducciones.
En las profecías de Isaías se nos dice que “no hay hermosura en él, ni esplendor; lo veremos, más sin atractivo alguno para que lo apreciemos” (Isaías 53:2). Isaías también describe a Jesús, afirmando que “de tal manera estaba desfigurada su apariencia, que su aspecto no parecía el de un ser humano” (Isaías 52:14). Pero esto se refiere al Siervo Sufriente en su pasión. Sin embargo, otro pasaje de la Escritura, referido a su exaltación, lo describe como “el más hermoso de los hijos de los hombres” (Salmo 45:2).
Desde su nacimiento, Jesús se pareció a los otros niños galileos. No tenemos fotografías de él. Las pinturas son idealizadas—le pintan azules los ojos, cuando eso es poco probable para el lugar de donde procedía. Más bien tendría los ojos oscuros, la piel trigueña y el pelo castaño. Poco es lo que podemos decir de su físico. Conviene, sin embargo, señalar que esas pinturas que le dan cabello largo y una pequeña barba difícilmente sean acertadas. Corresponde recordar que los varones judíos, por instrucciones dadas en Levítico 19:27, no solían recortarse la barba. Por otra parte, pocos años después de que Jesús viviera en esta tierra, Pablo escribió a los corintios que era vergonzoso que un hombre tuviera el pelo largo (1 Corintios 11:14).
Si bien autores de los Evangelios pasaron tiempo con él, no dejaron ninguna descripción de Jesús. Por lo que describieron de la reacción de los que lo veían, no debe haber sido muy diferente de la otra gente. Lucas afirma que “pasó por en medio de ellos y se fue”, lo que podría referirse a su parecido físico con la gente de Nazaret (Lucas 4:30). Según Juan 7:11, “Y lo buscaban los judíos en la fiesta, y decían: —¿Dónde estará aquél?”.
Cuando Jesús apareció ante sus discípulos después de la resurrección, les señaló: “Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy. Palpad y ved, porque un espíritu no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo”. Luego les dio evidencia de su humanidad comiendo delante de ellos (Lucas 24:39-42). Esto sugiere que Jesús, tanto durante su ministerio, como después de su resurrección, tuvo forma humana similar a la de los varones de su entorno.
Pablo entendía que Jesús se identificó en todo con el ser humano. Afirmó que Jesús había abandonado su divinidad, su igualdad con Dios, tomando la forma del ser humano y más aún la forma de siervo. “Más aún, hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:6-8).
Los escritores cristianos de los primeros siglos tuvieron diferentes opiniones en cuánto a la apariencia de Jesús. De todos modos, ninguno de ellos lo vio, por lo cual sus opiniones serían eso: sólo opiniones. De todos ellos, Cirilo, Obispo de Jerusalén en el siglo IV dio el fallo más acertado. Escribió lo siguiente:
Él actúa como Salvador diversamente, según las circunstancias de cada uno. Para quienes necesitan de la alegría, él es la viña (cf. Juan 15:1). Para quienes tienen necesidad de entrar, él es la puerta (Juan 10: 7). Para quienes tienen que presentar sus súplicas, ha sido constituido “único mediador” (1 Timoteo 2:5) y “Sumo Sacerdote” (Hebreos 7:26). Pero a su vez se convierte en oveja en favor de los pecadores para ser sacrificado en su lugar (Isaías 53: 6-7). Se hace todo para todos, permaneciendo él lo que es según su naturaleza.2
En varios de sus escritos Elena de White habla de la apariencia del hombre Jesús, no de su aspecto físico, sino de su personalidad espiritual. He aquí una muestra de estos escritos.
Al contemplar a Jesús, Pilato vio a un hombre de noble apariencia y de porte digno. En su rostro no había la menor huella de culpabilidad”.3 Encontró en él una apariencia “mansa y humilde” que no concordaba con las acusaciones que hacían los líderes del pueblo judío.4
Los sacerdotes enseñaban que el Mesías sería glorioso y reinaría de mar a mar. Muchos se extraviaron al comparar esa descripción con la “humilde apariencia de Jesús”.5
Otras descripciones de Elena de White hacen resaltar la personalidad del Salvador más que su apariencia física. Las tres citas que siguen describen a Jesús, no tanto en su físico como en su manera de ser. De todos modos, hacen notar que tenía el aspecto de cualquier hombre, totalmente humano.
Natanael oyó a Juan cuando señaló al Salvador y dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Natanael miró a Jesús pero quedó chasqueado con la apariencia del Redentor del mundo. Aquel que llevaba las marcas del trabajo arduo y de la pobreza, ¿podría ser el Mesías? Jesús era obrero. Trabajó con humildes operarios.6
No vino como ángel, vestido con la panoplia celeste, sino como hombre. Sin embargo, en combinación con su humildad había un poder y una grandeza inherentes que los hombres admiraban a la vez que lo amaban. Aunque poseía tanto atractivo, a la vez que una apariencia tan modesta, caminaba entre los hombres con la dignidad y autoridad de un rey nacido del cielo.7
Él [Jesús] se esforzó constantemente hacia un objetivo; todos sus poderes fueron empleados para la salvación del hombre, y cada acto de su vida contribuyó hacia ese fin. Él viajaba a pie, enseñando a sus seguidores mientras andaban. Sus vestidos estaban empolvados y sucios del camino, y su apariencia no era atractiva. Pero las sencillas y evidentes verdades que brotaban de sus divinos labios, hacían que sus oyentes se olvidaran pronto de su apariencia, y se quedaran encantados, no con el Hombre, sino con la doctrina que enseñaba.8
Jesús artesano (Tektōn)
En los evangelios la profesión de Jesús es designada con el término tektōn, una palabra griega que describe a una persona que trabaja en madera, en metales, o en piedra, es decir, un artesano. Aparece en el AT griego sólo cuatro veces (Oseas 8:6; Isaías 40:19; 41:7; 44:12). Siempre se refiere a uno que fabrica ídolos de metal. En los apócrifos de la LXX, aparece cuatro veces, refiriéndose a uno que trabaja en madera (Sabiduría 13:11), a un artesano (Sirach 38:27), y a uno que trabaja en metales (hierro, cobre, o bronce) (1 Reinados 13:19 y 1 Reinados 7:2).
El problema no es el sentido de la palabra tektōn, sino su aplicación a Jesús. La palabra aparece en el NT sólo en los Evangelios y sólo dos veces, hablando de Jesús. Mateo 13: 55 afirma que Jesús era hijo de un tektōn, mientras que en Marcos 6:3, se dice que Jesús era tektōn. La explicación que se ha dado de esta diferencia es que en realidad Jesús era carpintero o artesano, así como lo dijo Marcos, pero que al escribir su evangelio años más tarde que el de Marcos, Mateo hizo una modificación. Se ha sugerido que Mateo no quería que Jesús apareciera como artesano y por eso hizo la modificación a “hijo de artesano”.9
Con el correr del tiempo, se aceptó que Jesús fue artesano, un obrero. Justino Mártir, en la última parte del siglo II, señaló que Jesús hizo yugos y arados para el uso de los agricultores.10 Sin embargo, Orígenes, apoyándose en Mateo 13:55, afirmó que Jesús no era carpintero, señalando que ningún texto de los Evangelios lo dice así.11
El evangelio afirma que Jesús era hijo de carpintero o artesano y que siguió en el oficio de su padre José. La tradición posterior sugiere que José murió cuando Jesús era aún niño, y que Jesús siguió la tradición de su padre terrenal, trabajando como carpintero hasta iniciar su vida pública.12
Elena de White deja en claro que Jesús “se hizo carpintero y trabajó en el taller con José”.13 Otras citas de Elena de White indican que tanto Mateo como Marcos tienen razón. Jesús era considerado hijo de José, carpintero o artesano y trabajó él mismo como carpintero.
El Salvador condescendió en ser pobre, a fin de enseñarnos cuán íntimamente podemos andar con Dios nosotros los de suerte humilde. Vivió para agradar, honrar y glorificar a su Padre en las cosas comunes de la vida. Empezó su obra consagrando el humilde oficio del artesano que trabaja para ganarse el pan cotidiano. Estaba haciendo el servicio de Dios tanto cuando trabajaba en el banco del carpintero como cuando hacía milagros para la muchedumbre.14
Cristo vivió una vida de intenso trabajo desde sus más tiernos años. En su juventud, trabajó con su padre en el oficio de carpintero y así honró toda labor. Aunque era el Rey de toda la gloria, al seguir un humilde oficio, reprochó la ociosidad en cada miembro de la familia humana, y dignificó toda labor como noble.15
La vida de Jesús rebosaba de laboriosidad, y él hacía ejercicio al cumplir sus variadas tareas en armonía con el desarrollo de su fuerza física. Al hacer el trabajo que le era asignado, no tenía tiempo para entregarse a diversiones excitantes e inútiles. No participaba en cosas que hubieran envenenado su moralidad y rebajado su tono físico, sino que se adiestró en el trabajo útil, y esto hasta poder soportar duras pruebas…. En su vida terrenal fue Cristo un ejemplo para toda la familia humana y en el hogar fue obediente y útil. Aprendió el oficio de carpintero y con sus propias manos trabajó en el pequeño taller de Nazaret.16
Por todo esto, entendemos que Cristo fue considerado por los aldeanos tanto como hijo de carpintero como carpintero él mismo. Jesús trabajó con las manos. Llevó una vida útil, de arduo trabajo. Nos dio así un ejemplo de cómo deben actuar quienes le siguen.
El bautismo y la vocación de Jesús
Entre los judíos de tiempos de Jesús eran bien conocidas las abluciones rituales. Se conocían en dos formas: el lavamiento de manos y la inmersión total, hecha normalmente en un mikveh. Hoy se puede apreciar cerca de la entrada del antiguo templo de Jerusalén, una serie de estos lugares, con gradas para descender al agua y cañerías para proporcionar agua fresca y llevarse el agua usada.
La purificación ritual por inmersión total se empleaba para limpiar la niddah, la suciedad causada a la mujer por su menstruación, o por haber tenido un niño (Levítico 15:19-28). El libro del Levítico no habla de ninguna inmersión, quizá por falta de agua en el desierto, pero en tiempos de Cristo, el uso de los mikvaoth (plural de mikveh) era común, por lo que muestra claramente la arqueología, tanto de Jerusalén como de Qumrán.
Por otra parte, se solía exigir la inmersión de una persona que se convertía al judaísmo. De esa forma se limpiaba de su pasado y pasaba a ser parte del pueblo de Dios.17
Por esto, la idea de bautismo no era extraña para los judíos. El que Juan usara el río Jordán para la inmersión de personas que querían limpiarse de su pasado podía parecer algo novedoso, pero no lo era del todo. Por eso, se nos dice que “salían a él Jerusalén y toda Judea […] y eran bautizados por él en el Jordán, confesando sus pecados” (Mateo 3: 5-6).
Encontramos a Juan citando el Antiguo Testamento: “Voz que clama en el desierto: ¡Preparad un camino a Jehová; nivelad una calzada en la estepa a nuestro Dios!” (Isaías 40:3).
La predicación de Juan instaba a sus oyentes a cambiar sus vidas (Mateo 3:6-12). Habiendo hecho eso, el bautismo sería un símbolo de su limpieza, así como lo haría el baño en un mikveh de piedra.
Entre todos estos que fueron para ser bautizados, fue Jesús, hijo de María, que era parienta de Elisabeth (Lucas 1:36), madre de Juan. Si bien Jesús había oído del ministerio de Juan, al parecer no hubo contacto antes entre Jesús y Juan.18
La pregunta surge: ¿Por qué se bautizaría Jesús? No tenía ninguna suciedad de la cual limpiarse. La respuesta es simple: Jesús era hombre y debía dar un ejemplo a todos los hombres. El evangelista Billy Graham lo pone así:
¿Por qué, entonces, buscó Jesús a Juan para ser bautizado por él en el río Jordán?… La razón es que Jesús, el hijo de Dios sin pecado, tomó sobre sí tus pecados y mis pecados, y los pecados de toda la raza humana. Así como Jesús no necesitaba morir, tampoco necesitaba ser bautizado, hasta que se convirtió en portador de todos nuestros pecados. Esto lo hizo al venir a la tierra por nosotros.19
Según lo propone un autor contemporáneo: “El bautismo de Jesús también mostró que se identificaba con los pecadores. Su bautismo simbolizaba el bautismo de los pecadores para recibir la justicia de Cristo, morir con él y levantarse libre del pecado y capaz de caminar en novedad de vida. La perfecta justicia de Cristo cumpliría con todos los requisitos de la ley para con los pecadores, cosa que nunca podrían hacer por cuenta propia.20
¿Por qué se hizo bautizar Jesús? Porque tomó la naturaleza humana e hizo lo que todos los seres humanos necesitan hacer si aspiran a la vida eterna. Aquí vemos a Jesús como hombre. Escribe José Ratzinger: “Este bautismo es la aceptación de la muerte por los pecados de la humanidad”.21 Entiende que al descender a las aguas del Jordán, descendió a la muerte,22 lugar donde sólo van los pecadores.
Jesús no recibió el bautismo como confesión de culpabilidad propia. Se identificó con los pecadores, dando los pasos que debemos dar, y haciendo la obra que debemos hacer. Su vida de sufrimiento y paciente tolerancia después de su bautismo, fue también un ejemplo para nosotros.23
Elena de White escribió sobre el tema algo parecido. Aquí van algunas de las citas más destacadas:
En ocasión del bautismo del Salvador, Satanás se hallaba entre los testigos. Vio la gloria del Padre que descansaba sobre su Hijo. Oyó la voz de Jehová atestiguar la divinidad de Jesús. Desde el pecado de Adán, la especie humana había estado privada de la comunión directa con Dios; el trato entre el cielo y la tierra se había realizado por medio de Cristo; pero ahora que Jesús había venido “en semejanza de carne de pecado”, el Padre mismo habló. Antes se había comunicado con la humanidad por medio de Cristo; ahora se comunicaba con la humanidad en Cristo. Satanás había esperado que el aborrecimiento que Dios siente hacia el mal produjera una eterna separación entre el cielo y la tierra. Pero ahora era evidente que la relación entre Dios y el hombre había sido restaurada.24
Cristo acudió a recibir el bautismo, sin la confesión de ningún pecado acerca del cual tuviera que arrepentirse, porque estaba libre de toda mancha de pecado… En virtud de la perfección de su carácter fue aceptado por el Padre como mediador en favor del ser humano pecaminoso. El Capitán de nuestra salvación fue perfeccionado mediante el sufrimiento, y de este modo, fue hecho idóneo para ayudar al hombre caído exactamente en lo que necesitaba ayuda.25
La siguiente cita hace de puente entre el tema del bautismo de Jesús y las tentaciones en el desierto. Hace falta leerla con detenimiento.
Jesús pagó un precio infinito para redimir al mundo, y se le entregó en sus manos la raza humana; llegó a ser su propiedad. Sacrificó su honor, sus riquezas y su hogar glorioso en las cortes reales y se convirtió en el hijo de José y María. José era uno de los artesanos más humildes de su tiempo. Jesús también trabajó, vivió una vida de privaciones y afanes. Cuando comenzó su ministerio, después de su bautismo, soportó un ayuno agonizante de casi seis semanas. No fueron meramente los dolorosos retorcijones del hambre lo que hizo que sus sufrimientos fueran indeciblemente severos, sino que fue la culpa de los pecados del mundo lo que lo abrumaba muy pesadamente. El que no conocía pecado fue hecho pecado por nosotros. Con este terrible peso de culpa sobre sí a causa de nuestros pecados resistió la prueba terrible del apetito, y del amor al mundo y al honor, y del orgullo de la ostentación que conduce a la presunción. Cristo soportó estas tres grandes tentaciones capitales y venció en favor del hombre, obrando para él un carácter justo, porque sabía que el hombre no podía lograrlo por sí mismo. Sabía que Satanás iba a asaltar a la raza humana en estos tres puntos. El enemigo había vencido a Adán y se había propuesto seguir adelante con su obra hasta completar la ruina del hombre. Cristo entró en el campo de batalla en favor del hombre a fin de vencer a Satanás en su lugar, porque sabía que el hombre no podría vencerlo por cuenta propia, Cristo preparó el camino para el rescate del hombre mediante su propia vida de sufrimiento, abnegación y sacrificio, y mediante su humillación y muerte final. Le trajo ayuda al hombre para que éste, siguiendo el ejemplo de Cristo, pudiera vencer en su favor, así como Cristo había vencido para él.26
Concluído el bautismo, Dios pudo decir: “Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido” (Lucas 3:22).
Las tentaciones de Jesús
Las tentaciones son la prueba irrefutable de que Jesús asumió plenamente la naturaleza humana. La tentación nunca es tan grande como cuando uno ha hecho una declaración positiva en favor de Dios. Esto había ocurrido en el Jordán cuando Jesús fue bautizado. Los tres evangelistas que describen las tentaciones afirman que el Espíritu lo llevó al desierto, que pasó allí cuarenta días y que fue tentado por el diablo.
Las tentaciones de Jesús en el desierto no aparecen para nada en Juan y tienen sólo dos versículos en Marcos (1:12-13). En Mateo 4:1-11 y Lucas 4:1-13 aparecen en forma casi idéntica. La diferencia mayor está en el orden: en Lucas, la tercera tentación de Mateo aparece en segundo lugar. Es interesante que Elena de White comenta las tentaciones en el orden en el cual aparecen en Mateo27
Las tres tentaciones del desierto, que apuntan a Cristo como “Hijo de Dios”, plantean también problemas humanos. La tentación del pan se basa en la necesidad, fácilmente transformada en pasión humana, por satisfacer el apetito. La tentación de exigir a Dios la protección en forma innecesaria tiene que ver con el deseo humano de buscar protección en situaciones cuando uno no necesitaría exponerse al peligro. Finalmente, la tentación de lograr el poder de una manera fácil tiene que ver con el deseo humano de demostrar el poder.
El diablo quería usar las mismas tácticas que había usado con Adán y Eva: hacerlos dudar. “¿Conque Dios os ha dicho?” (Génesis 3:1). Con Jesús empleó un sistema parecido: “Si eres hijo de Dios” (Mateo 4:3). El griego aquí podría traducirse “puesto que eres hijo de Dios”, lo cual sugeriría sólo que Satanás aceptaba que Jesús creyera que era hijo de Dios.
La afirmación de Santiago aclara que estas tentaciones tienen que ver con lo humano. “Cuando alguno es tentado no diga que es tentado de parte de Dios, porque Dios no puede ser tentado por el mal ni él tienta a nadie” (1:13).
Lucas dice que acabadas las tentaciones, “el diablo se apartó de él por un tiempo” (4:13). Es claro que en el Getsemaní fue tentado a rechazar la copa que se le presentaba. Tres veces oró angustiado: “Padre mío, si es posible pase de mí esta copa” (Mateo 26:39, 42, 44).
En cuanto a esta situación, Elena de White escribió:
Con fieras tentaciones Satanás torturaba el corazón de Jesús. El Salvador no podía ver a través de los portales de la tumba. La esperanza no le presentaba su salida del sepulcro como vencedor ni le hablaba de la aceptación de su sacrificio por el Padre. Temía que el pecado fuese tan ofensivo para Dios que su separación resultase eterna. Sintió la angustia que el pecador sentirá cuando la misericordia no interceda más por la raza culpable. El sentido del pecado, que atraía la ira del Padre sobre él como substituto del hombre, fue lo que hizo tan amarga la copa que bebía el Hijo de Dios y quebró su corazón.28
Hay quienes han señalado que los cuarenta días de ayuno podrían coincidir con los cuarenta días de ayuno de Moisés (Éxodo 24:18; 34:28) y de Elías (1 Reyes 19:8). Sin embargo, la situación de Jesús fue totalmente diferente. Estaba sufriendo las tentaciones del demonio.
Jesús contestó con palabras bíblicas. Usó armas humanas, las mismas que nosotros podemos emplear cuando nos vemos confrontados por el diablo. Fueron sus respuestas: “No sólo de pan vivirá el hombre” viene de Deuteronomio 8:2-3. “No tentaréis al Señor tu Dios” se encuentra en Deuteronomio 6:16. Finalmente, la respuesta de Jesús: “A Jehová tu Dios temerás y a él solo servirás” aparece en Deuteronomio 6:13.
Elena de White dedicó dos capítulos del El deseado de todas las gentes a presentar y comentar las tentaciones de Jesús. Citaremos aquí sólo dos párrafos que recalcan la humanidad de Jesús. La lectura de estos capítulos es parte de las tareas de este curso.29 Aquí sólo señalamos citas que se refieren a la humanidad de Cristo en relación con las tentaciones del diablo.
Muchos sostienen que era imposible para Cristo ser vencido por la tentación. En tal caso, no podría haberse hallado en la posición de Adán; no podría haber obtenido la victoria que Adán dejó de ganar. Si en algún sentido tuviésemos que soportar nosotros un conflicto más duro que el que Cristo tuvo que soportar, él no podría socorrernos. Pero nuestro Salvador tomó la humanidad con todo su pasivo. Se vistió de la naturaleza humana, con la posibilidad de ceder a la tentación. No tenemos que soportar nada que él no haya soportado.30
Cuando Jesús entró en el desierto, fue rodeado por la gloria del Padre. Absorto en la comunión con Dios, se sintió elevado por encima de las debilidades humanas. Pero la gloria se apartó de él, y quedó solo para luchar con la tentación. Esta le apremiaba en todo momento. Su naturaleza humana rehuía el conflicto que le aguardaba. Durante cuarenta días ayunó y oró. Débil y demacrado por el hambre, macilento y agotado por la agonía mental, “desfigurado era su aspecto más que el de cualquier hombre, y su forma más que la de los hijos de Adán”. Entonces vio Satanás su oportunidad. Pensó que podía vencer a Cristo.31
Las palabras del Cielo: “Éste es mi Hijo amado, en el cual tengo contentamiento”, resonaban todavía en los oídos de Satanás. Pero estaba resuelto a hacer dudar a Cristo de este testimonio. La palabra de Dios era para Cristo la garantía de su misión divina. Él había venido para vivir como hombre entre los hombres, y esta palabra declaraba su relación con el cielo. Era el propósito de Satanás hacerle dudar de esa palabra. Si la confianza de Cristo en Dios podía ser quebrantada, Satanás sabía que obtendría la victoria en todo el conflicto. Vencería a Jesús. Esperaba que bajo el imperio de la desesperación y el hambre extrema, Cristo perdería la fe en su Padre, y obraría un milagro en su propio favor. Si lo hubiera hecho, habría malogrado el plan de salvación.32
Preguntas de estudio
- ¿Cómo le explicaría a un niño de 5 años cómo Jesús podría ser divino y humano?
- ¿Qué es un tektōn y qué importancia tiene para este tema?
- ¿Cómo le explicaría a su clase bautismal que Jesús era totalmente perfecto pero todavía sintió la necesidad de ser bautizado por Juan?
- ¿Cómo resumiría las tres tentaciones de Jesús? ¿De qué modo tienen algún parecido con las tentaciones que podría sufrir Ud.?
Bibliografía sugerente para profundizar
Leer los comentarios del CBASD sobre los siguientes pasajes: Mateo 3, 5:287-307 y Lucas 4, 5:708.
Es apropiado también leer comentarios sobre otros pasajes que se mencionan en el texto.
Elena de White, El Deseado de todas las gentes, cualquiera edición, sobre todo las secciones que tienen que ver con el bautismo y las tentaciones.
Johnsson, William. “¿Qué es lo que hace de Jesús un personaje único?” en Siempre preparados, coeditado por Humberto Rasi y Nancy de Vyhmeister (Lima, Perú: Universidad Peruana Unión/Editorial Adventus, 2014), 71-80.
Ball, Bryan y William Johnsson, eds. The Essential Jesús (Boise, ID.: Pacific Press, 2002). Los capítulos que más tienen que ver con esta sección son “The Jesús of History” y “Jesús—Divinity Revealed in Humility”.
1 Este documento es citado por muchos autores; aquí se cita de Justo L. González, Historia del cristianismo (Miami, FL.: Unilit, 1994), 1:364-365.
2 Cirilo de Jerusalén, Catequesis 10, sección 5, http://www.mercaba.org/TESORO /CIRILO_J/Cirilo_12.htm
3 Elena de White, Cristo nuestro salvador (Mountain View, CA.: Pacific Press, 1976), 111.
4 White, El deseado de todas las gentes, 674.
5 Ibíd., 422.
6 Elena de White, Mensajes selectos (Mountain View, CA.: Pacific Press, 1967), 1:484.
7 Elena de White, Ministerio médico (Miami, FL.: APIA, 2001), 27.
8 Elena de White, La voz: Su educación y uso correcto (Miami, FL.: APIA, 1995), 97.
9 James D. Tabor, The Jesús Dynasty: The Hidden History of Jesús, His Royal Family, and the Birth of Christianity (New York: Simón Schuster, 2007), 90; Yung encuentra que a Mateo le resultó problemático aceptar a Jesús como artesano y por lo tanto escribió que era hijo de artesano (Yung Suk Kim, Resurrecting Jesús: The Renewal of New Testament Theology [Eugene, OR.: Wipf and Stock, 2015], “Jesús’ Occupation”, https://books.google.com/books?id=SVKUCgAAQBAJ&pg=PT35&dq=tekton+Matthew&hl=en&sa=X&ved=0CCwQ6AEwAWoVChMI39-I-3CyAIVi6SICh0TJglJ#v=onepage &q=tekton %20Matthew&f=false
10 Justino, Diálogo con Trifón, capítulo 88, http://www.theologynetwork.org/Media /PDF/Justin_Martyr-Dialogue_with_Trypho.pdf
11 Orígenes, Contra Celso, libro 6, capítulo 36, http://www.newadvent.org/fathers/04166.htm
12 Donald Alfred Hagner, “Comment on Matthew 13:55”, WBC, 33A (Dallas, TX: Word, 1993), 405.
13 White, Cristo nuestro Salvador, 26.
14 White, El deseado de todas las gentes, 55.
15 White, A fin de conocerle, 32.
16 Elena de White, El hogar cristiano (Buenos Aires: ACES, 2007), 459-460.
17 Ver “Qumran Mikveh”, Bible Odyssey, http://www.bibleodyssey.org/en/tools/image-gallery/q/qumran-mikveh-stairs.aspx Ver también “Jewish Practices and Rituals: Mikveh”, Jewish Virtual Library, https://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/Judaism/mikveh.html#1
18 White, El deseado de todas las gentes, 84.
19 Billy Graham, Answer to question, “If Jesús was without sin, why was He baptized by John the Baptist?” November 25, 2009, http://billygraham.org/answer/if-jesus-was-without-sin-then-why-was-he-baptized-by-john-the-baptist-i-thought-baptism-was-a-sign-of-repentance-and-our-faith-but-jesus-didnt-need-to-repent-did-he/
20 “Why Was Jesús Baptized? Why Was Jesús’ Baptism Important?” http://www.gotquestions .org/Jesús-baptized.html
21 Joseph Ratzinger, Jesús of Nazareth: From the Baptism in the Jordan to the Transfiguration (New York: Doubleday, 2007), 18.
22 Ibíd., 22.
23 White, El deseado de todas las gentes, 85.
24 Ibíd., 90.
25 Elena de White, “The Life of Christ”, Youth’s Instructor, 1° de enero de 1874.
26 Elena de White, Testimonios para la iglesia (Miami, FL.: APIA, 2004), 3:410.
27 White, El deseado de todas las gentes, 102, 103.
28 Ibíd., 701.
29 Ibíd., 89-105.
30 Ibíd., 92.
31 Ibíd.
32 Ibíd., 94.