Introducción

Cuando comencé este libro, estaba pensado como un libro sobre el prayer walking (caminar orando). Luego, en 2020, llegó el COVID-19 y tomó al mundo como rehén. Cuando la pandemia del coronavirus nos obligó a trabajar desde casa por un tiempo, el libro cambió. Aunque el llamado a que las iglesias adventistas practiquen el prayer walking sigue siendo un objetivo clave, el libro se volvió mucho más, más profundo. Agregué capítulos que no estaban planeados. Se puso más énfasis en la naturaleza del gran conflicto en relación con la oración y la oración congregacional. También se puso más atención en la intercesión y en los pasos prácticos para que las iglesias se conviertan en iglesias saturadas de oración.

Ian Bremmer, un conocido politólogo especializado en política global, escribió no hace mucho que “el orden internacional se está desintegrando”. La recesión financiera mundial, las crisis migratorias, los disturbios en Europa, la explosión de asesinatos masivos, las tendencias nacionalistas (y sin duda añadiría hoy la pandemia mundial de COVID-19) han conducido a una “destrucción creativa geopolítica… demasiado ruidosa como para ignorarla”.¹

Bremmer tiene razón. ¿Y qué estamos haciendo nosotros, los creyentes adventistas, al respecto? En 1849, cuando los adventistas sabatarios eran quizás solo unos cien miembros y vivían únicamente en Norteamérica, Dios los comisionó para llevar los mensajes de los tres ángeles a todo el mundo. ¡A todo el mundo! Algunos de ellos se reunieron para orar sobre el primer número de The Present Truth. Ellen White recordó: “Nos arrodillamos alrededor de los papeles y, con corazones humildes y muchas lágrimas, suplicamos al Señor que hiciera reposar Su bendición sobre estos mensajeros impresos.”² ¿Captaste eso? “Corazones humildes y muchas lágrimas.” ¿Oramos así hoy? ¿Creemos que Dios puede cambiar el mundo a pesar de nuestros escasos recursos y de nuestro poco poder?

Según el Joshua Project, una organización que proporciona datos para las misiones cristianas, hay unas 17 424 agrupaciones étnicas y culturales distintas en el mundo, pero 7 410 de ellas no han sido alcanzadas con el evangelio. ¡Eso es el 42,5 % de los grupos del mundo! Aproximadamente 3,2 mil millones de personas en el planeta no conocen en absoluto a Cristo, y mucho menos el mensaje del tiempo del fin de hoy.³ Claramente enfrentamos una tarea enorme, aunque comparativamente menor que la que enfrentaron los pioneros adventistas en 1849. ¿Qué hicieron ellos? Oraron con “muchas lágrimas” por el mundo. Ese siempre debe ser el primer paso: orar, orar fervientemente.

Para la época en que se libró la Primera Guerra Mundial, las armas de fuego se habían vuelto demasiado rápidas y mucho más precisas que antes. Los soldados ya no podían enfrentarse cara a cara en el campo de batalla. Las ametralladoras de fuego rápido no les dejaban otra opción para sobrevivir que cavar trincheras en el suelo y cubrirse. ¿El problema? Los soldados podían protegerse, pero no podían avanzar a la ofensiva. En cuanto lo intentaban, quedaban completamente expuestos al enemigo. Eso estancó la guerra. Ambos ejércitos pasaban días e incluso semanas sin hacer nada más que esconderse en las trincheras, donde las heces humanas y los suministros de comida se mezclaban con el barro y la miseria. Los soldados estaban atrapados. Entonces, un día, el ejército británico inventó el tanque, al montar un automóvil blindado sobre el chasis de un tractor agrícola. El tanque transformó la naturaleza de la guerra: de una operación casi puramente defensiva a una de movilidad ofensiva.⁴ El tanque podía ir a cualquier parte. Podía perforar las líneas enemigas. Para el cristiano, el tanque es la oración estratégica. Puede ir a cualquier parte y atravesar todas las líneas enemigas.

Usando una analogía del béisbol, podríamos decir que la oración es llegar a la primera base, sin la cual sería imposible llegar a home. La iglesia debe comprometerse ahora con una intercesión global seria y organizada. Ellen White expresó su asombro ante la falta de reacción de tantos cristianos frente a un mundo que perece a un ritmo tan alarmante:

Hay poca enemistad contra Satanás y sus obras, porque existe gran ignorancia acerca de su poder y malicia, y de la vasta extensión de su guerra contra Cristo y Su iglesia. Multitudes están engañadas aquí. No saben que su enemigo es un poderoso general que controla las mentes de los ángeles malignos, y que con planes bien maduros y movimientos hábiles está en guerra contra Cristo para impedir la salvación de las almas…

…[Satanás] está introduciendo su presencia en cada departamento del hogar, en cada calle de nuestras ciudades, en las iglesias, en los consejos nacionales, en los tribunales de justicia, confundiendo, engañando, seduciendo, arruinando por doquier las almas y cuerpos de hombres, mujeres y niños, destruyendo familias, sembrando odio, emulación, contienda, sedición, asesinato. Y el mundo cristiano parece considerar estas cosas como si Dios las hubiera ordenado y debieran existir.⁵

¡Es hora de decir “¡basta ya!”! Nosotros, la iglesia, debemos alinearnos detrás de nuestro Comandante, Jesucristo, y luchar por las almas que aún pueden ser rescatadas del mundo. Debemos orar, con seriedad, fidelidad y estrategia, para que el reino de Dios triunfe sobre el reino de las tinieblas. Si no somos nosotros, ¿quiénes? Si no es ahora, ¿cuándo?

“En todas partes hay corazones que claman por algo que no tienen. Anhelan un poder que les dé dominio sobre el pecado, un poder que los libere de la esclavitud del mal, un poder que les dé salud, vida y paz.”⁶

Este es un libro sobre la oración estratégica. La primera sección trata de lo que enseña la Biblia acerca de la oración estratégica. La segunda parte aborda estrategias prácticas de oración en la iglesia local o en una institución adventista. Dado que actualmente sirvo en el norte de Asia, donde la gran mayoría de las personas viven en una oscuridad espiritual abrumadora, la necesidad de oración se ha convertido en una carga real en mi corazón. Pero el mundo entero necesita oración estratégica. “La oración es el mayor recurso de la iglesia”, instó Wesley Duewel. “No es lo único que debes hacer, pero es lo más grande que puedes hacer.”⁷

Entonces, hagámoslo.