2. Sorprendidos por la gracia

SÁBADO

Al final de la lección del sábado se dice:

Esta semana exploraremos dos de las historias más fascinantes del libro de Josué y descubriremos su relevancia para nuestra fe hoy. La gracia de Dios tiene infinitas posibilidades para sorprendernos.

Estoy de acuerdo: la gracia de Dios realmente puede sorprendernos.
Pero ¿qué es exactamente? Es una palabra que usamos mucho, pero ¿qué es la gracia de Dios?
¿Sabes cuál es la definición más común? Normalmente escucho: “favor inmerecido”.
¿Qué piensas de esa definición?
¿Hace que parezca que la gracia es solo una actitud de Dios hacia las personas?
¿Es una definición bíblica?
¿Cómo podemos saber cuál es la definición bíblica?
Dejemos que la Biblia la defina.
¿Y cómo lo hacemos?
Un buen comienzo es mirar el idioma original, usando un léxico.
El que uso más frecuentemente está en biblehub.com.

Allí puedes buscar “grace” (gracia). Verás que el término proviene del griego χάρις (charis), que aparece 157 veces en el Nuevo Testamento. Si haces clic en esa lista, puedes ver cada aparición y el contexto.

Antes de entrar en la lección, haremos este estudio de palabra, aunque no revisaremos los 157 versículos, solo una selección representativa.


Ejemplos bíblicos

Lucas 2:40 (NVI):

El niño crecía y se fortalecía; se llenaba de sabiduría, y la gracia de Dios estaba sobre él.

¿Quién es el niño? Jesús.
¿Tiene sentido decir que “la gracia de Dios estaba sobre Él” si la gracia fuera solo “favor inmerecido”?
Jesús sería el único que sí merecía todo favor, así que esa definición no encaja.

Lucas 2:52 (NVI):

Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres.

Aquí la palabra charis se traduce como favor.
Esto muestra que la gracia puede crecer; no es algo estático.

Juan 1:14,16-17 (NBLA):

El Verbo se hizo carne… lleno de gracia y de verdad…
Porque de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia.
Pues la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad fueron hechas realidad por medio de Jesucristo.

La gracia no es solo una actitud: se hizo realidad en Jesús.
De su plenitud nosotros también recibimos gracia.
“Gracia sobre gracia” sugiere abundancia, crecimiento, una sucesión continua.

Efesios 6:24 (NVI):

Gracia a todos los que aman a nuestro Señor Jesucristo con un amor incorruptible.

Esto implica que la gracia no es para todos, sino para quienes aman a Jesús —no porque Dios excluya, sino porque solo quien abre su corazón puede recibirla.

Hechos 11:23:

Cuando llegó y vio la gracia de Dios, se alegró…

La gracia puede verse: produce efectos visibles en la comunidad.

Hechos 4:33-35:

Con gran poder los apóstoles daban testimonio… y la gracia de Dios actuaba tan poderosamente en todos ellos que no había necesitados entre ellos.

La gracia obra dentro del creyente, transformando la conducta: los hizo solidarios y generosos.

Hechos 13:43:

…y los exhortaban a perseverar en la gracia de Dios.

Si uno puede continuar en la gracia, también puede salir de ella.
Esto muestra que no es una mera actitud inmutable de Dios, sino una realidad dinámica en nosotros.

Gálatas 5:4 (NBLA):

De Cristo se han separado… han caído de la gracia.

Aquí Pablo explica que quienes buscan justificarse por la ley pierden la gracia porque dejan de confiar en Dios y vuelven al legalismo.
Esto ilustra cómo una visión de ley impuesta desconecta de la gracia, que actúa solo donde hay confianza y cooperación con el Espíritu.

Hechos 15:11 (NBLA):

Somos salvos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos.

Efesios 2:8-9 (NBLA):

Porque por gracia sois salvos mediante la fe…

La gracia es la causa, la fe es el canal.
Es un don gratuito de Dios, no “inmerecido” sino libremente dado.
La diferencia es importante: unmerited se enfoca en nuestra indignidad; free gift en la generosidad de Dios.

Hechos 20:32 (NBLA):

Los encomiendo… a la palabra de su gracia, que tiene poder para edificarlos…

La gracia edifica, santifica y da herencia entre los santos.

Romanos 3:24 (DHH):

Pero por el don gratuito de la gracia de Dios todos son puestos en paz con Él…

Ser “puestos en paz” equivale a ser restaurados y liberados.

Romanos 5:17:

…los que reciben la abundancia de la gracia… reinarán en vida por medio de Jesucristo.

La gracia es abundante, activa, y transformadora.

1 Corintios 15:10:

Pero por la gracia de Dios soy lo que soy…

La gracia actúa con nosotros; coopera en la obra y nos capacita.

Romanos 15:15-16:

…por la gracia que me fue dada de Dios para ser ministro de Cristo…

Aquí la gracia incluye la vocación y la capacitación para el servicio.

Gálatas 1:15-16:

…me llamó por su gracia para revelar a su Hijo en mí…

La gracia revela a Cristo en nosotros y nos impulsa al ministerio.

Romanos 12:6-9:

Tenemos dones diferentes según la gracia que se nos ha dado…

La gracia provee los dones espirituales, y debemos usarlos para el bien de otros, de lo contrario los perdemos (“Ley del Ejercicio”).

2 Corintios 9:8:

Dios puede hacer que toda gracia abunde para que… tengáis suficiencia para toda buena obra.

La gracia proporciona todo lo necesario para el bien.

Efesios 3:7:

Fui hecho servidor del evangelio por el don de la gracia de Dios, otorgada por su poder.

2 Corintios 12:9:

“Mi gracia te basta, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.”

Aquí se revela que la gracia está unida al poder divino: la debilidad humana abre espacio para la fuerza de Dios.

1 Corintios 1:4-9:

…por la gracia que Dios os ha dado… en unión con Cristo os ha enriquecido en todo…

La gracia nos une a Cristo, nos llena de sabiduría, nos afirma en la fe y nos mantiene firmes hasta el fin.

Efesios 4:7,11-16:

Cada uno recibió un don… para preparar a los santos para el servicio… hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe…

La gracia construye el cuerpo de Cristo, une, madura y fortalece a la iglesia.

Tito 3:4-7:

…Dios derramó abundantemente el Espíritu Santo sobre nosotros… para que, justificados por su gracia, tengamos vida eterna.

La gracia está íntimamente ligada al Espíritu Santo, quien realiza la nueva vida y la reconciliación con Dios.

2 Corintios 4:15 / Colosenses 1:6:

La gracia se extiende a muchos… produce fruto y crece.

La gracia no se detiene en nosotros, sino que se multiplica y se expande.


Conclusión de la sección bíblica

La gracia es el don de la presencia y el poder de Dios, obrando en nosotros mediante su Espíritu.

Si rechazamos esa obra, caemos de la gracia, porque cerramos la puerta al Espíritu.
La gracia sana, restaura, fortalece y hace crecer.
Por eso los apóstoles la mencionan constantemente:

“Gracia y paz sean con vosotros…” (2 Cor 1:2; 1 Cor 16:23; Ef 6:24; 2 Pe 1:2-3; 2 Tes 2:16-17).

Cuando la gracia se entiende solo como “favor inmerecido”, pierde su poder transformador.
El enemigo ha tergiversado su significado para que no la pidamos como el don divino de poder y presencia que realmente es.


DOMINGO

El autor de la lección afirma:

Dios es un Dios de segundas oportunidades.
La Biblia llama a esa segunda oportunidad “gracia”: recibir lo que no merecemos.

Ya hemos visto que la gracia es mucho más que eso.
El texto invita a “extender gracia” a otros, pero la gracia no se puede transferir: no puedo empujar la presencia del poder de Dios en mí hacia otra persona.
Lo que sí puedo ofrecer es misericordia y amor.
La gracia en mí produce esas actitudes, pero no es lo mismo.


LUNES – Rahab

Rahab reconoció al Dios verdadero y se unió a su pueblo.
Lo hizo porque vio evidencia del poder divino en favor de Israel.
Su historia enseña que Dios acepta a todo aquel que se vuelve a Él, sin importar su pasado.
No debemos presentar la historia como si Dios amenazara con destruir a quienes no se sometan por miedo, sino como una invitación amorosa a confiar en Él.


MARTES – Rahab y el pacto

Rahab pidió a los espías:

“Muestra misericordia (chesed) a mi familia.”

Chesed implica lealtad de pacto, misericordia y fidelidad.
Su pacto con los espías fue claro: vida por vida.
Su fe benefició a toda su familia, y sus descendientes permanecieron en Israel (Jos. 6:25).
Esto muestra la disposición divina a aceptar a quienes eligen confiar.


MIÉRCOLES – Los Gabaonitas

Los gabaonitas engañaron a Israel para obtener un tratado de paz.
Podrían haber actuado honestamente, pero Israel no consultó a Dios y fue engañado.
Aun así, Dios honró el pacto y los convirtió en servidores en el santuario, donde podían aprender más sobre Él.

La lección afirma que actuaron por “un motivo menos destructivo: la autopreservación”.
Pero la autopreservación proviene del egoísmo, y todo lo que se aparta del diseño divino es autodestructivo.
No hay conflicto entre valores bíblicos: los conflictos surgen solo cuando se ve la ley como imposición y no como principio de diseño.


JUEVES

“El engaño de los gabaonitas debe percibirse como un llamado a la misericordia de Dios.”

En realidad, no apelaron a Dios, sino que buscaron su propio beneficio.
Sin embargo, Dios respondió con gracia, transformando sus circunstancias en una oportunidad de crecimiento espiritual.
Así actúa el amor divino: nos encuentra donde estamos y nos conduce hacia la madurez.


VIERNES

“No hay distinción por nacionalidad, raza o casta… En Cristo no hay judío ni griego.”
Profetas y Reyes, pp. 369-370

La lección plantea:

¿Cómo debemos extender “segundas oportunidades” sin abusar del concepto?
Por ejemplo, una mujer en una relación abusiva a quien se aconseja volver en nombre de la “gracia”…

El problema es que usa una definición errónea de gracia.
Permitir el abuso no es amor ni refleja la ley de diseño divino.
El verdadero acto de gracia sería apartarse del daño, dando espacio al otro para sanar si lo desea, pero sin participar en su autodestrucción.


Reflexión final

La verdadera gracia es:

El don de la presencia y el poder de Dios obrando en nosotros mediante su Espíritu.

Cuando la recibimos, nos transforma, nos capacita para amar, y refleja el carácter divino al mundo.
Como dice Palabras de Vida del Gran Maestro, cap. 9:

“Estas escenas se repetirán con mayor poder… El Espíritu aguarda nuestra demanda y recepción… Cristo será revelado en toda su plenitud por el poder del Espíritu Santo.”

Es tiempo de pedir el verdadero don de la gracia de Dios, para reflejar Su amor y revelar Su carácter al mundo.