También encontramos el cuarto principio que cambia a las naciones en los primeros capítulos de Génesis: somos responsables de vivir de acuerdo con la verdad. Dios le dio a Adán y Eva la responsabilidad no solo de cuidar el jardín, sino también de evitar comer de un cierto árbol. Todos conocemos la tragedia que ocurrió cuando actuaron irresponsablemente y despreciaron la verdad, eligiendo escuchar en su lugar las mentiras de la serpiente.
Hoy, Dios continúa dándonos la verdad, la cual somos responsables de obedecer. ¡Porque podemos conocer la verdad, tenemos la responsabilidad de ordenar nuestras vidas conforme a ella y de buscar más verdad! No podemos escapar de esta realidad, incluso si tratamos de negar la existencia de Dios. Un amigo mío, Friedrich Schock, un industrial alemán retirado, también ha estado involucrado en liderazgo político en su país. Él me contó acerca de una reunión en Berlín, en los días previos al colapso de la Unión Soviética. En esa reunión, el señor Schock escuchó al ministro soviético de cultura y religión decir que ninguna nación puede ser gobernada si no existe moralidad entre su gente. Y el ministro soviético dijo que no podía haber moralidad sin religión—añadió que él era ateo, por lo tanto, no entendía por qué esto era cierto.
El ministro soviético estaba diciendo la verdad a pesar de sí mismo. La moralidad tiene su origen en un Dios justo que es bondad en sí mismo y que siempre elige hacer el bien. Dios nos creó como seres morales que sabemos distinguir entre el bien y el mal y somos responsables de elegir entre ellos. Cuando elegimos el bien, elegimos la verdad y vivimos de la manera en que Dios nos creó para vivir. Esto trae bendiciones a nuestros países.
Los fundadores de los Estados Unidos de América sabían que su nuevo sistema de gobierno funcionaría solamente con ciudadanos responsables y morales. Uno de esos fundadores, Samuel Adams, dijo: “Una disolución general de los principios y las costumbres derrocará más seguramente las libertades de América que toda la fuerza del enemigo común. Mientras el pueblo sea virtuoso, no podrá ser subyugado; pero una vez que pierda su virtud, estará listo para rendir sus libertades al primer invasor, externo o interno.”
A pesar de lo que a menudo escuchas, las Escrituras y la fe influyeron profundamente en la gran mayoría de los Padres Fundadores. En una revisión de quince mil escritos de los Padres Fundadores de América, el 94 por ciento de sus citas estaban basadas directa o indirectamente en la Biblia.
Fundamentos que se desmoronan
¿Han mantenido los estadounidenses los ideales de sus Padres Fundadores? ¿Ha estado el país de mi nacimiento viviendo responsablemente, usando sabiamente las bendiciones que heredó? No, para nada. Mi corazón se duele cuando me doy cuenta de cuán lejos se ha apartado América de sus fundamentos bíblicos. Daniel Webster, un gran senador estadounidense y secretario de Estado para tres presidentes en el siglo XIX, dijo: “No olvidemos el carácter religioso de nuestro origen. Nuestros padres fueron traídos aquí por su gran veneración hacia la religión cristiana… Buscaron incorporar sus principios con los elementos de su sociedad y difundir su influencia a través de todas sus instituciones, civiles, políticas o literarias.”
América ha recibido mucha verdad y es responsable de vivir de acuerdo a ella. ¿Quién sabe qué catástrofes enfrentará América si seguimos abandonando esta gran herencia?
Responsabilidad = Respuesta de acuerdo a la capacidad
Las decisiones y el comportamiento responsables son llamados justicia. La irresponsabilidad es llamada pecado. El Libro nos enseña en todas sus páginas que, cada vez que la gente obedece a Dios, recibe ciertas bendiciones. Cuando desobedecen, reciben maldiciones.
Cuando escuchamos palabras como bendiciones o maldiciones, podríamos imaginar a Dios interviniendo cada vez para traerlas. En cambio, creo que es la ley de la siembra y la cosecha la que es responsable. Ciertas acciones traen ciertos resultados, automáticamente. Incluso orgánicamente.
Piensa en la responsabilidad como “respuesta de acuerdo con la capacidad de obedecer la verdad”. Los manifestantes a menudo claman por más derechos, por más autoridad. ¿Pero alguna vez has visto a una multitud de manifestantes gritando por más responsabilidad? Normalmente queremos buenos frutos sin buenas raíces.
Imagina una nación como un árbol. Está enraizado en el suelo de su cosmovisión—es decir, la visión general de la realidad que la nación tiene. Lo que una nación cree que es verdadero forma sus raíces. De esas raíces crece el tronco—los valores de la nación. Las ramas del árbol son las leyes, políticas y prácticas. Las hojas son varias formas de expresión cultural. El fruto es producido—ya sea libertad y prosperidad, o esclavitud y pobreza. Finalmente, las semillas dentro del fruto comienzan el proceso de nuevo, llenando la tierra a medida que son esparcidas por los sembradores.
¿Puedes contar el número de semillas en un fruto? Sí. Pero no puedes contar el fruto potencial en una semilla. El fruto del árbol—la multiplicación de bendiciones o maldiciones—proviene de las raíces y del tronco—el sistema de creencias y los valores de un país. Un sistema de creencias sostenido por una masa crítica de la población de una nación puede traer tanto los beneficios de la verdad como la ruina de las mentiras.
En los últimos años hemos visto a más y más países querer convertirse en democracias. Pero para que la democracia funcione, debe tener ciudadanos responsables. No puedes disfrutar de todos los frutos de la democracia sin las raíces y el tronco de la verdad y la moralidad bíblicas. Para que la democracia funcione de la mejor manera, un país debe tener un número crítico de ciudadanos que dependan de la Palabra de Dios como su manual para el gobierno y para cada parte de la sociedad.
La minoría gobierna
En las democracias hablamos del gobierno de la mayoría. Pero la Biblia no habla de mayorías. Habla del poder de un remanente justo, o minoría. La Palabra de Dios muestra lo que unos pocos determinados pueden hacer para cambiar el curso de toda una nación. Un ejemplo fue Gedeón. Él y unos pocos hombres buenos derrotaron a una mayoría malvada más poderosa y trajeron a Israel de vuelta a la obediencia y la fe en Dios.
Lo mismo ha sido cierto a lo largo de la historia: a menudo, la minoría gobierna. Vimos en el capítulo 14 cómo una minoría de creyentes en Ginebra leyó acerca de la misericordia de Dios y cómo las ciudades de refugio del Antiguo Testamento les dieron la idea de ayudar a los “refugiados”. Una minoría justa puso en práctica ese principio bíblico en Ginebra, construyendo pisos adicionales en sus casas para recibir refugiados. Crearon un legado de misericordia hacia los refugiados que permanece en Suiza hasta el día de hoy.
Es importante tener esto en cuenta, o nos sentiremos derrotados antes de comenzar. Tal vez hayas pensado para ti mismo: Estoy esforzándome por hacer lo correcto, pero soy solo una persona. ¡Tantos están viviendo vidas tan impías! ¿Cómo puede mi vida marcar una diferencia?
Recuerda, Jesús nos dijo que somos la sal de la tierra. Piensa en eso por un momento. La sal es una sustancia humilde, un elemento extraordinariamente ordinario. Cuando la añades a un plato, es invisible. Pero una cantidad muy, muy pequeña marca toda la diferencia—añadiendo sabor y también evitando que los alimentos se echen a perder.
No tenemos que ser grandes y poderosos. No tenemos que ser la persona que aparece en la televisión todas las noches o el mayor experto mundial en nuestro campo. Todo lo que tenemos que hacer es mantener nuestra salinidad. Ser quienes Dios nos creó para ser y hacer nuestra parte. Si no hacemos esto, si perdemos nuestra salinidad, como habla Mateo 5, seremos inútiles, sin valor en la edificación del reino de Dios.
Recuerda quién está a cargo de todo el proyecto: el poderoso Creador del universo. Él es quien tiene en mente el panorama completo, quien sabe exactamente lo que debe hacerse y cómo debe terminar. Él es quien te diseñó, y es quien tiene el poder de llevar a cabo su plan. Y Él es quien te usará a ti y a tu obediencia de la manera justa para ayudar a traer sanidad a un mundo quebrantado.