12. La cuestión de la jefatura (Primera parte de 1 Corintios 11:2-16)

Las personas que aman a Jesús desean ser obedientes a Su llamado en sus vidas. Los corazones de hombres y mujeres que siguen a Jesús se conmueven con el deseo de usar los dones y talentos dados por Dios para ver extendido el reino de Dios y cumplida la Gran Comisión. Sin embargo, tres declaraciones de Pablo presentan un problema para las mujeres que están comprometidas a obedecer la Palabra de Dios, pero que al mismo tiempo se sienten llamadas al ministerio público.

  1. “La cabeza de la mujer es el hombre.”¹
  2. “Las mujeres deben guardar silencio en las iglesias.”²
  3. “No permito que la mujer enseñe.”³

¿Cómo puede una mujer leer estos pasajes y ser fiel tanto a la Palabra de Dios como a los dones y llamamientos que Dios le ha dado?

Examinaremos de frente estos pasajes en los próximos capítulos y responderemos las preguntas que han suscitado. Muchos miran estos pasajes, como el de 1 Corintios 11, y se preguntan. Parece que Pablo se contradice con la igualdad que ha estado promoviendo. ¿Qué pasó con el gran igualitarista que vimos hace un momento, derribando sociedades patriarcales, enfrentando el estatus de segunda clase dado a las mujeres? ¿Se está echando atrás, suavizando, retrocediendo de sus declaraciones anteriores? ¿Pablo se está contradiciendo? ¿La Biblia se contradice a sí misma?

DIOS ACOGE NUESTRAS PREGUNTAS

Aunque algunos pasajes puedan parecer al principio contradictorios, podemos estar seguros de que Dios no se contradice a Sí mismo. Dios es veraz, inmutable, la fuente absoluta de todo conocimiento y sabiduría. No solo eso, sino que Él nos revela la verdad y nos invita a preguntarle cuando no entendemos. Dios no nos pide que abandonemos nuestra mente. El Dios de la Biblia creó nuestra mente, y nos ayudará mientras luchamos con cosas que nos resultan difíciles de comprender. Él dijo que si nos falta sabiduría y acudimos a Él, nos la dará.⁴ Hay respuestas, y Él nos ayudará a encontrarlas.

MIREMOS EL CONTEXTO

Necesitamos mirar cualquier versículo problemático en su contexto para discernir su verdadero significado. Retrocedamos y veamos el panorama general de esta sección de 1 Corintios. A partir de 1 Corintios 11:2, Pablo abordó preocupaciones apremiantes en la vida comunitaria de la iglesia en Corinto. En los siguientes cuatro capítulos trató:

  • 1 Corintios 11:2–16: cuestiones de género en el ministerio público.
  • 1 Corintios 11:17–34: instrucciones respecto a la Cena del Señor.
  • 1 Corintios 12:1–11: la diversidad de los dones de Dios.
  • 1 Corintios 12:12–31a: la unidad en el Cuerpo de Cristo.
  • 1 Corintios 12:31b–13:13: el amor como motivo del ministerio.
  • 1 Corintios 14:1–25: los dones de profecía y lenguas.
  • 1 Corintios 14:26–40: cómo debe desarrollarse la adoración comunitaria.

COMENZANDO CON LOS TEMAS DE GÉNERO

Pablo comenzó con las cuestiones de género porque, evidentemente, era uno de los principales problemas en Corinto. Anteriormente en esta Epístola, había dado enseñanzas que colocaban a hombres y mujeres como iguales y mostraban el valor de cada individuo. Ahora Pablo pasa a cómo deben relacionarse hombres y mujeres en el ministerio público.

Para esta discusión en 1 Corintios 11:2–16, Pablo utilizó un método de enseñanza común en la Biblia llamado “intercambio”. Alternaba entre dos conjuntos de ideas, diferentes pero relacionadas. Los eruditos lo llaman la estructura A-B-A-B. Por un lado (“A”), Pablo discutía las actitudes correctas—principios fundamentales que guían todo comportamiento de los cristianos en todas partes. Por otro lado (“B”), mostraba la aplicación práctica de esas actitudes en la vestimenta apropiada para su sociedad, en la Corinto del siglo I.

Miremos 1 Corintios 11 teniendo en cuenta la estructura A-B-A-B.


¿QUÉ QUISO DECIR CON “CABEZA”?

Lee con cuidado las palabras de Pablo: “Ahora bien, quiero que sepáis que la cabeza de todo varón es Cristo, y la cabeza de la mujer es el varón, y la cabeza de Cristo es Dios.”⁶ ¿Estaba Pablo contradiciendo la igualdad que ya había promovido? Mucho depende de cómo interpretemos la palabra cabeza.

¿Qué te viene a la mente cuando oyes la palabra cabeza? Probablemente algo como jefe, líder, autoridad, gobernante, el que manda, el que está arriba, el que tiene el control, ¿verdad? Para ser honestos, no importa lo que pienses tú o lo que piense yo. Lo que importa es lo que pensaban los lectores originales de Pablo. ¿Qué imagen despertaba en la mente de los corintios del siglo I la palabra cabeza?

En griego, la palabra es kephalé. Como su equivalente en inglés, se usa para referirse a la parte del cuerpo que está sobre nuestros hombros, y también se emplea en varios sentidos metafóricos. En cuanto a estos diversos significados, entramos en un verdadero campo de batalla entre expertos en griego. Algunos de estos eruditos creen que puede significar “autoridad sobre”, como sucede en inglés cuando decimos “el jefe de un departamento”. Otros piensan que esta palabra griega se usaba principalmente para transmitir la idea de “fuente” u “origen”,⁷ como sucede en inglés cuando hablamos de las headwaters (cabeceras) de un río.

Por un lado, Liddell y Scott enumeran cuarenta y ocho significados en inglés para kephalé en su diccionario, y ninguno de ellos significa “líder”, “autoridad”, “primero” o “supremo”.⁸ Por otro lado, el léxico de Bauer da como uno de sus significados “rango superior”.⁹ ¿Cómo pueden los expertos discrepar tanto sobre el significado de una palabra?


“CAMARERO, ¿PODRÍA TRAERME UN PAÑAL?”

Existen varias razones para este desacuerdo entre los expertos. Para empezar, cualquier lengua es algo vivo. Los significados de las palabras cambian drásticamente con el tiempo.

A veces esto sucede muy rápido. Considera la palabra gay y lo que significaba para nuestros abuelos en comparación con lo que significa para nosotros hoy. Para nuestros abuelos, gay significaba “feliz” o “despreocupado”. Se usó por primera vez para significar “homosexual” a finales de la década de 1960. Ese cambio ocurrió en pocos años, pero los eruditos del griego antiguo intentan definir palabras que evolucionaron durante muchos siglos. Imagina lo difícil que es precisar el significado exacto de una palabra en un período de tiempo limitado, como las pocas décadas del ministerio de Pablo.

A eso se añaden las diferencias dentro de una lengua tal como se habla en distintas partes del mundo. Los estadounidenses descubren esto cuando visitan Inglaterra. Un turista en un restaurante podría dejar caer su “napkin” (servilleta) y pedirle otra al camarero, sin darse cuenta de que acaba de pedirle que le traiga un “pañal”. Estas diferencias existían también en tiempos de Pablo, cuando personas instruidas de todas partes del vasto Imperio romano hablaban la lengua griega.


PISTAS ANTIGUAS

¿Dónde nos deja esto? ¿Podemos descubrir qué quiso decir Pablo con kephalé cuando afirmó que el hombre era la kephalé de la mujer? Tenemos varias fuentes que pueden ayudarnos. Una de ellas es la antigua traducción griega de las Escrituras hebreas. Esta traducción, llamada la Septuaginta, era la que probablemente Pablo utilizaba cuando ministraba entre personas de habla griega. Es algo un poco complicado, pero vale la pena buscar con cuidado las pistas para resolver este enigma.

La palabra para “cabeza” en hebreo es ro’sh. Al igual que en inglés, ro’sh puede significar la parte del cuerpo o puede significar “líder” o “gobernante”. Cuando ro’sh significaba cabeza física en un pasaje del Antiguo Testamento, los traductores de la Septuaginta eligieron kephalé (la palabra que Pablo usó en 1 Corintios 11:3) para traducirlo 226 de las 239 veces, es decir, alrededor del 95 por ciento de las veces. Sin embargo, cuando ro’sh claramente significaba “gobernante” o “líder”, los traductores de la Septuaginta usaron otra palabra 171 veces de 180. Solo usaron kephalé con ese sentido de “líder” o “gobernante” un 5 por ciento de las veces.¹⁰

En pocas palabras, es posible que Pablo usara kephalé en 1 Corintios 11:3 para decir que el hombre debía ser “líder” o “gobernante” sobre la mujer, pero ese sería un uso raro de la palabra, como lo muestra la evidencia de la Septuaginta. Por otro lado, encontramos muchas, muchísimas veces en la literatura antigua donde cabeza/kephalé significaba “fuente” u “origen”. Esto provenía de la idea antigua de que el semen, la fuente de la vida, se producía en el cerebro masculino, que por supuesto está en la cabeza. Aristóteles creía esto e influyó en generaciones posteriores.¹¹ Por eso, para ellos la cabeza representaba la fuente de la vida. Debido a esta creencia, los romanos a veces se referían al acto sexual como “disminuir la propia cabeza”.¹²

De igual manera, kephalé era la palabra usada para la fuente de un río. Por eso, los griegos y romanos a menudo colocaban la cabeza barbada de un hombre o de un toro en una fuente o en el nacimiento de un río. Este significado se trasladó al latín y más tarde al inglés, de modo que todavía hablamos de la “cabecera” de un río como sus headwaters.


¿CUÁL ES EL SIGNIFICADO CORRECTO?

Volvamos a nuestra pregunta sobre 1 Corintios 11:3: si kephalé podía significar tanto “gobernante” como “fuente de vida”, ¿cómo lo estaba usando Pablo aquí? Si sustituimos estos significados por cabeza/kephalé en el texto, obtenemos dos alternativas:

  1. “Ahora bien, quiero que sepáis que la autoridad/líder de todo varón es Cristo, y la autoridad/líder de la mujer es el varón, y la autoridad/líder de Cristo es Dios.”
  2. “Ahora bien, quiero que sepáis que el origen/fuente de todo varón es Cristo, y el origen/fuente de la mujer es el varón, y el origen/fuente de Cristo es Dios.”

¿Cuál de estos significados de kephalé encaja mejor con el contexto de 1 Corintios 11? Cuatro aspectos de este pasaje nos dan pistas.


Pista n.º 1: ¿Qué falta aquí?

Si Pablo estuviera hablando de que el hombre es la autoridad/líder sobre la mujer, si estuviera enseñando que las mujeres deben someterse al “liderazgo dado por Dios” a los hombres, podríamos esperar ver ese tema tejido a lo largo de estos versículos. Pero cuando miramos el pasaje, dos cosas llaman la atención por su ausencia:

  1. La palabra sumisión no aparece ni una sola vez en este pasaje.
  2. Autoridad¹³ aparece solo una vez, y allí habla de “la autoridad que la mujer tiene sobre su propia cabeza”.¹⁴

¿Y qué hay del otro significado de kephalé como “origen/fuente”? La idea de orígenes se encuentra a lo largo de todo el pasaje. En primer lugar, el lenguaje del versículo 7 recuerda al relato de Génesis. Luego, los versículos 8 y 9 hablan de cómo la primera mujer se originó en el hombre. A continuación, el versículo 12 cierra el círculo al decir que, desde entonces, todo varón procede de una mujer. Finalmente, Pablo resume todo afirmando que todo procede de Dios. Todo gira en torno a los orígenes.

Recuerda la estructura A-B-A-B que dijimos que Pablo usó aquí. Encaja perfectamente. El primer “A” es el versículo 3. Después de “B” (versículos 4–7, donde Pablo habló de lo que debían llevar en la cabeza), los versículos 8–12 vuelven a “A” para explicar más el versículo 3. Precisamente estos versículos tratan extensamente el tema de los orígenes. Así que, si traducimos kephalé como “fuente/origen”, el flujo dentro de la estructura del pasaje es perfecto. Pero si intentamos forzar “autoridad/líder” en el versículo 3, no encaja con el resto del pasaje.


Pista n.º 2: ¿Quién es “el hombre”?

Mira otra vez el versículo 3. Observa los dos primeros pares de relación: (todo varón/Cristo, y la mujer/el varón). El primer par es una afirmación universal—todo varón…Cristo. El segundo par es específico: una mujer…el varón.¹⁵ ¿Por qué Pablo cambia de lo universal a lo específico? ¿Quién es esta “mujer” y quién es “el varón”?

Si Pablo estuviera hablando de “autoridad/líder” en el versículo 3, aquí tendríamos un serio problema. ¿Qué hombre es la autoridad/líder sobre qué mujer? Si Pablo se refiriera a los esposos como autoridades sobre sus esposas, ¿por qué cambia de “todo varón” al singular y específico “el varón”? O, si no menciona específicamente el matrimonio, ¿está diciendo que cualquier hombre tiene autoridad sobre cualquier mujer? Y si se tratara del matrimonio (aunque no se menciona), ¿dónde dejaría eso a las mujeres solteras? ¿Y a las viudas? Si un hombre tiene autoridad sobre cualquier mujer, ¿una madre tendría que someterse a su hijo?


PREGUNTAS COMPLICADAS

Si traducimos kephalé en el versículo 3 como “autoridad/líder”, heredamos preguntas muy enredadas. Además, parece inexacto decir que Cristo es actualmente la “autoridad/líder” de todo varón.¹⁶ ¿Es esto cierto? ¿Es Jesucristo hoy la “autoridad/líder” de todos en la tierra? Mira a tu alrededor. Lee los titulares. Mira la televisión. No, Jesús no es hoy la “autoridad/líder” de cada persona, todavía no. La Biblia dice que algún día lo será. Algún día, toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor.¹⁷ Pero ahora mismo no es así.

En cambio, si miramos 1 Corintios 11:3 con kephalé significando “fuente/origen”, todo encaja en el pasaje completo. Jesús es la “fuente/origen” de todos y de todo, aunque todavía no todos lo reconozcan como su “autoridad/líder”.

Pablo dijo a los filósofos paganos en Atenas que Jesús “da a todos vida y aliento y todas las cosas… porque en Él vivimos, nos movemos y existimos. Como algunos de vuestros propios poetas han dicho: ‘De Él somos linaje’.”¹⁸ Jesús es la “fuente/origen” de la vida para “todo varón”. De hecho, Pablo ya había establecido este punto en la misma carta a los corintios, declarando: “[P]ara nosotros, sin embargo, solo hay un Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y para quien existimos; y un solo Señor, Jesucristo, por medio de quien son todas las cosas y por medio de quien existimos.”¹⁹

Traducir kephalé como “origen/fuente” también responde a la pregunta: ¿quién es “el varón” en 1 Corintios 11:3? Pablo comenzó diciendo que Cristo era el origen/fuente de todo varón, luego dijo que “el varón” era el origen/fuente de la mujer. ¿Quién más podría ser ese hombre sino Adán? Adán fue el origen/fuente de Eva. Una vez más, Pablo estaba negando la enseñanza de los filósofos griegos, quienes afirmaban que las mujeres tenían un origen separado e inferior. No, dijo Pablo, la mujer procede del hombre, lo que la hace plenamente humana e igualmente valiosa que el hombre. Esto también encaja con la estructura A-B-A-B, porque cuando Pablo explica en los versículos 8 y 9 lo que quiso decir en el versículo 3, se refiere a Adán cuando escribió: “Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón; ni fue creado el varón a causa de la mujer, sino la mujer a causa del varón.”


Pista n.º 3: Una cuestión de quién vino primero

Otra indicación de lo que Pablo quiso decir se encuentra en el orden en que enumeró los tres pares: “todo varón/Cristo”, “la mujer/el varón” y “Cristo/Dios”. Si Pablo estuviera dándonos una jerarquía establecida divinamente, esperaríamos que comenzara por arriba y descendiera. La forma usual de presentar una cadena de mando se vería así:

(aquí el original mostraba un esquema jerárquico típico).

Sin embargo, Pablo no enumeró los pares en un flujo jerárquico normal. En cambio, comenzó con “todo varón/Cristo”, luego “la mujer/el varón”, y finalmente “Cristo/Dios”. Si Pablo entendía kephalé como “autoridad/líder”, estaría disponiendo esta supuesta jerarquía en un orden extraño: empezando por el segundo par, pasando al tercero y luego retrocediendo al primero.²⁰ Pablo era un escritor muy ordenado. Su lógica lineal siempre era precisa y clara, línea tras línea y precepto tras precepto. Este listado desordenado sería muy raro, a menos que tuviera en mente algo completamente distinto.

Si lees origen/fuente en lugar de autoridad/líder para kephalé, la lista de Pablo en 1 Corintios 11:3 cobra perfecto sentido.²¹ En el orden de la creación, Adán fue creado primero, de quien descendió “todo varón”. Luego Dios creó a Eva, “una mujer” a partir de “el varón”. Finalmente, “al llegar la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para redimir a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiéramos la adopción de hijos.”²²

Por supuesto, el Hijo unigénito existía desde toda la eternidad con el Padre.²³ Sin embargo, en el espacio y el tiempo, “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”²⁴ muchas generaciones después de la creación de Adán y Eva, siguiendo así cronológicamente después de ellos. Pablo volvió a esta cronología otra vez en 1 Corintios 15:47, cuando comparó a Adán—“el primer hombre”—con Cristo—“el segundo hombre”. Así que Pablo no dio una jerarquía o un organigrama en 1 Corintios 11:3. Dio una línea de tiempo clara.


NO ENCAJA

Ahora vemos que es muy poco probable que Pablo quisiera transmitir que el hombre es la “autoridad/líder” sobre la mujer. Simplemente no encaja. Sin embargo, si quiso decir “fuente/origen”, hay una armonía en el flujo de su argumento.

Los padres de la Iglesia coincidieron con esta interpretación. Cirilo de Alejandría, en el siglo V d.C., dijo: “Así decimos que la kephalé de todo varón es Cristo, porque fue hecho por medio de Él y llevado a nacer… Y la kephalé de la mujer es el varón, porque fue tomada de su carne y lo tiene como su fuente. Asimismo, la kephalé de Cristo es Dios, porque Él es de Él según la naturaleza.”²⁵

Es importante notar que la única otra vez que se habla de Cristo como “cabeza” en el contexto de cuestiones de género es en el código doméstico de los Efesios.²⁶ Pablo dijo en Efesios 5:23: “Porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y Él es su Salvador.” Si la autoridad hubiera estado en la mente de Pablo, esperaríamos que concluyera con la frase “de la cual es Señor”, pero no lo hizo. En su lugar, eligió la palabra mucho menos usual “Salvador” en vez de la más común “Señor”²⁷ en este pasaje. Al no usar “Señor”, deliberadamente se apartó del concepto de autoridad cuando hablaba de Jesús como cabeza de la iglesia. En cambio, Pablo lo presentó como “Salvador”, aquel que nos redimió de la muerte y es la fuente de nueva vida. Una vez más, cuando Pablo trató las cuestiones de género mostró el concepto de kephalé como “fuente/origen” de vida.


Pista n.º 4: Cristo es igual a Dios Padre

La cuarta razón por la cual creemos que kephalé en 1 Corintios 11:3 debe entenderse como “fuente/origen” y no como “autoridad/líder” se basa en las implicaciones teológicas para el tercer par en la serie, Cristo/Dios. Sabemos que Jesús voluntariamente se sometió a la voluntad de su Padre a lo largo de su ministerio terrenal. Pero esto no significa que dentro de la Trinidad el Hijo esté en una especie de sumisión permanente y unilateral al Padre. De hecho, la mutua sumisión que debemos tener en el Cuerpo de Cristo²⁸ fluye de la mutua sumisión de los miembros de la Trinidad entre sí.

En la Biblia vemos a cada miembro de la Trinidad otorgando honor amorosamente a los otros. El Padre siempre encomia al Hijo²⁹ y obra a través del Espíritu;³⁰ el Hijo siempre se sujeta al Padre³¹ y promueve al Espíritu,³² y el Espíritu siempre señala al Hijo³³ y hace lo que el Padre dice.³⁴ La Trinidad es el modelo supremo de servicio: preferirse unos a otros en amor y honor, sometiéndose siempre unos a otros en perfecta unidad.


DISTORSIONAR LA TRINIDAD

Sea lo que sea que signifique, la frase “la cabeza de Cristo es Dios” no puede significar que hay desigualdad entre el Hijo y el Padre. Jesús es “Dios verdadero de Dios verdadero”, plenamente igual al Padre en todos los aspectos. No existe jerarquía dentro de la Trinidad. Por eso Atanasio, padre de la iglesia en el siglo IV, dijo respecto a 1 Corintios 11:3 que “cabeza debe entenderse como ‘fuente’ más que como ‘jefe’, para no llegar a una comprensión equivocada de la Trinidad.”³⁵

No podemos decir que Pablo entendía kephalé como “autoridad/líder” sin dar una imagen distorsionada de la Trinidad. Tampoco podemos dividir el paralelismo de la frase de Pablo para afirmar que usó la palabra de una manera en una parte y de otra completamente distinta cuando hablaba del hombre y la mujer en la misma oración. Sin embargo, si usamos “fuente/origen” para interpretar kephalé, 1 Corintios 11:3 es una afirmación sencilla de la encarnación de Cristo. El amor sacrificial de la Trinidad queda aún más claro. Fue ese amor sacrificial lo que llevó al Padre a permitir que su amado Hijo dejara el cielo, naciera en la tierra y entregara su vida para redimirnos.


NECESITAMOS UNOS A OTROS

“Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón; y tampoco el varón fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón. Por lo cual la mujer debe tener autoridad sobre su cabeza, a causa de los ángeles. Pero en el Señor, ni la mujer es independiente del varón, ni el varón independiente de la mujer. Porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; y todo procede de Dios.”³⁶

Pablo usó el relato de la Creación en Génesis para recordar a hombres y mujeres sus orígenes compartidos. En 1 Corintios 11:8–9, subrayó que tanto hombres como mujeres deben vivir en interdependencia. Pablo no dejó espacio para que un sexo despreciara al otro. Las mujeres no pueden ser independientes de los hombres, porque la mujer fue creada a partir del hombre.³⁷ Pero tampoco los hombres pueden adoptar una actitud de desprecio orgulloso hacia las mujeres, ya que la mujer fue creada a causa de la necesidad del hombre.³⁸

Quienes ven en el versículo 8 un fundamento para el liderazgo exclusivo masculino, porque el hombre fue creado primero, han pasado por alto completamente el punto. ¿Recuerdas nuestra discusión en el capítulo 7?³⁹ No hace falta leer muchos capítulos de 1 Corintios para ver que la secuencia cronológica no califica a nadie para el ministerio ni para un nivel particular de liderazgo. Si así fuera, Pablo—quien vio a Cristo “como a un abortivo, al último”—no debería haber ministrado como lo hizo.⁴⁰

El punto que tales lectores pasan por alto es que Pablo estaba recordando a los hombres, en 1 Corintios 11:9, que Adán necesitaba una ’ézer keneged, una compañera fuerte.⁴¹ Dios diseñó a Eva para ser una socia plena junto a Adán porque él no podía cumplir la tarea sin su ayuda. De la misma manera, Pablo mostró a los creyentes varones en Corinto su necesidad de que las mujeres ministraran a su lado. Los hombres no podían cumplir la misión solos, porque Dios diseñó a hombres y mujeres para trabajar juntos en interdependencia.


PALABRAS QUE NO ESTÁN EN EL ORIGINAL

Dado que las mujeres son compañeras plenas e iguales en el ministerio, Pablo dijo: “Por esta razón… la mujer debe tener autoridad sobre su cabeza.”⁴² La traducción de la NVI de este versículo es inaceptable. Añade la frase “señal de”, la cual no aparece en el griego original. La frase traducida como “autoridad sobre” es exousía epí. Esta expresión aparece quince veces en el Nuevo Testamento,⁴³ y en todos los casos describe de manera activa la autoridad que alguien posee sobre otra persona o sobre algo. La palabra exousía significa “el derecho, la autoridad, la libertad y la capacidad de decisión”.⁴⁴

Pablo simplemente estaba diciendo que las mujeres tienen el derecho de llevar lo que quieran en la cabeza—igual que los hombres. Por supuesto, en el contexto del resto de las palabras de Pablo en 1 Corintios, tanto mujeres como hombres deben guiarse por el amor. Las actitudes correctas del corazón determinarán qué estilos sirven mejor a los propósitos del Evangelio.


RENUNCIAR Y DESAFIAR

Los derechos nunca deben ser algo que reclamemos con puños cerrados. Debemos sostenerlos con ligereza, dispuestos a renunciar a ellos siempre que sea necesario para extender el reino de Dios o proteger a un miembro más débil del Cuerpo de Cristo. El principio rector que Pablo dio en 1 Corintios—derechos iguales para hombres y mujeres, pero con disposición a ceder los derechos personales cuando sea necesario—puede aplicarse a cualquier contexto donde nos encontremos sirviendo.

Podrías encontrarte ministrando en una cultura muy diferente a la de la Corinto del primer siglo. Si fueras a Samoa, en vez de preocuparte por cubrirte o descubrirte la cabeza, tendrías que sentarte rápidamente cuando entra una persona mayor en la habitación. Si fueras a la India o al mundo árabe, usarías los principios de Pablo y evitarías tocar a alguien con la mano izquierda.


PABLO AÑADE UNAS PALABRAS CURIOSAS

Pablo insertó una frase muy curiosa en esta declaración sobre la autoridad de las mujeres. Dijo: “Por esta razón, y a causa de los ángeles, la mujer debe tener autoridad sobre su cabeza.”⁴⁵ Si buscas esta frase “a causa de los ángeles” en una docena de comentarios, encontrarás una docena de sugerencias distintas respecto a su significado. Esto se debe a que nadie sabe con certeza por qué Pablo la usó. Algunas interpretaciones son bastante ridículas; otras, más razonables. Dado que Pablo mencionó a los ángeles en tres ocasiones más en esta epístola, esas referencias pueden servirnos como pistas para intentar comprender esta expresión extraña. Aun así, carecemos de información suficiente para hacer una afirmación definitiva sobre la intención de Pablo. Aunque no podemos estar seguros, las siguientes posibilidades pueden ayudarnos a reflexionar en la dirección correcta.


Posibilidad 1

En 1 Corintios 4:9 y 13:1, los ángeles se mencionan junto a ánthropos, la palabra inclusiva de género para seres humanos. Parece que en ambos versículos Pablo estaba resumiendo la totalidad de los seres morales de la creación de Dios, contrastando a los humanos, que tienen distinciones de género, y a los ángeles, que aparentemente no las tienen.

Esto trae a la mente la enseñanza de Jesús. Cuando los saduceos lo cuestionaron, Jesús comparó a los humanos y a los ángeles. Él enseñó que después de la resurrección no nos casaremos porque seremos “como los ángeles en el cielo”.⁴⁶ O bien ya no tendremos género o nuestro género será irrelevante. Quizás Pablo tenía en mente las palabras de Jesús cuando escribió la curiosa expresión en 1 Corintios 11:10. Tal vez estaba recordando a los creyentes de Corinto que las distinciones de género no serán importantes en la eternidad. Por esa razón, no deberíamos hacer de ellas un asunto tan grande ahora.


Posibilidad 2

El otro pasaje donde Pablo se refirió a los ángeles es 1 Corintios 6:3, donde dijo: “¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles? ¡Cuánto más las cosas de esta vida!” Quizá esto era lo que Pablo tenía en mente en 1 Corintios 11:10, porque tres versículos después ordenó a los corintios: “Juzgad vosotros mismos: ¿Es apropiado que la mujer ore a Dios sin cubrirse la cabeza?”⁴⁷ Tal vez Pablo simplemente estaba diciendo: “Ustedes van a juzgar a los ángeles algún día. Seguramente pueden tomar decisiones responsables ahora sobre qué llevar en la cabeza.”⁴⁸


AUTORIDAD, NO INDEPENDENCIA

Mientras que Pablo dijo en el versículo 10 que las mujeres tenían exousía (el derecho, la autoridad, la libertad, la capacidad de decisión) sobre su cabeza, continuó en el versículo 11 recordando tanto a hombres como a mujeres que, para ellos, todos los derechos y la autoridad dados por Dios debían ejercerse en cooperación, no en independencia autónoma: “En el Señor, sin embargo, ni la mujer es independiente del varón, ni el varón independiente de la mujer.”⁴⁹

Recuerda que “Pablo estaba escribiendo esto en el contexto de la adoración pública. Sus palabras se oponían a la práctica pagana de excluir a las mujeres en el culto y a la práctica sinagogal de relegarlas a una cámara lateral o a un balcón como observadoras silenciosas de los hombres que adoraban.”⁵⁰ La exclusión basada en el género debía ser impensable entre los redimidos por Cristo. Ningún género podía funcionar correctamente sin el otro. El ministerio debía ser compartido.

El rabino Akiba escribió un paralelo interesante a esto en Génesis Rabbah, un texto judío de principios del siglo II d.C. Akiba dijo: “Ni el hombre sin la mujer ni la mujer sin el hombre, y ninguno sin la Shekiná,”⁵¹ es decir, la “gloriosa presencia de Dios”. Cuando hombres y mujeres ministran juntos en una asociación interdependiente, se manifiesta la gloria Shekiná de Dios.


“EN EL SEÑOR”

Otra cosa importante que hay que notar es que en el versículo 11, cuando Pablo dijo “en el Señor”, no estaba limitando la igualdad entre los sexos a la iglesia o al culto. La idea de separar lo sagrado de lo secular no es bíblica. Todo lo que hacemos—a lo largo de la semana, en nuestros hogares, en el trabajo, así como en nuestros lugares de adoración—es “en el Señor”.

Tampoco estaba Pablo limitando esta nueva igualdad de las mujeres a los cristianos. Los creyentes simplemente debían ser los primeros en vivirla. La libertad de siglos de opresión debía comenzar en la casa de Dios y luego permear la sociedad. Jesús inauguró, y Pablo promovió, un orden completamente nuevo de igualdad en el mundo, desconocido desde Génesis 3. El objetivo era restaurar el plan original de Dios—la asociación para la cual creó a hombres y mujeres.

El cambio ya ha comenzado. No un cambio de revolución violenta ni de manifestaciones airadas y amargura entre los sexos. Dios no usa bombas para hacer llegar su reino y producir cambios. Él usa levadura. Aunque al principio pase desapercibida, la levadura finalmente transforma toda la masa.⁵² Así también, estos principios bíblicos sobre la asociación compartida de los géneros estaban diseñados para ir más allá de los problemas de la oración y la profecía, más allá de lo que usamos o no usamos en la cabeza, para fermentar toda la vida.


TODO PROVIENE DE DIOS

Para concluir, Pablo volvió una vez más a nuestra creación como seres humanos, reiterando cómo dependemos unos de otros: “Porque así como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo proviene de Dios.”⁵³ Debido a que tenemos orígenes interdependientes, no deberíamos estar peleando, como lo hacían los corintios, acerca de quién es más importante. Todo lo que tenemos es un regalo de Dios.⁵⁴

Hombres y mujeres han sido creados por el mismo Dios sabio y amoroso para ministrar juntos. No deberíamos atacarnos unos a otros, despreciarnos unos a otros, sentirnos superiores ni excluirnos unos a otros. No hay lugar para eso en la familia de Dios, según Pablo. En el Señor, la guerra de los sexos ha terminado.


“LAS MUJERES DEBEN GUARDAR SILENCIO EN LAS IGLESIAS”

El segundo pasaje problemático que suele mencionarse es 1 Corintios 14:34–35:

“Las mujeres guarden silencio en las iglesias, porque no les está permitido hablar, sino que deben estar sujetas, como también la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus propios maridos, porque es indecoroso que una mujer hable en la iglesia.”

A primera vista, parece que Pablo se contradice a sí mismo. Apenas unos capítulos antes, en 1 Corintios 11, reconoció que las mujeres oraban y profetizaban públicamente en la iglesia. ¿Cómo, entonces, puede decir ahora que las mujeres deben guardar silencio?


EL CONTEXTO DE 1 CORINTIOS 14

Como vimos anteriormente, en estos capítulos Pablo trata una serie de problemas en la vida de la iglesia de Corinto. En el capítulo 12 habló de los dones del Espíritu y de la diversidad en la unidad. En el capítulo 13 explicó que el amor debe ser el motivo de todo ministerio. En el capítulo 14 se concentró en el uso apropiado de los dones en la adoración pública, especialmente la profecía y las lenguas.

En este contexto, los versículos 34–35 parecen irrumpir de manera abrupta en el flujo de pensamiento de Pablo. En el versículo 33b él había dicho: “Como en todas las iglesias de los santos…”, y se esperaría que continuara con la idea de orden y edificación en la adoración. Pero en lugar de eso, encontramos este pasaje sobre las mujeres callando. Luego, en el versículo 36, Pablo retoma su estilo habitual de retórica con una exclamación: “¿Acaso la palabra de Dios salió de vosotros? ¿O solo a vosotros ha llegado?”

Esto ha llevado a muchos estudiosos a pensar que los versículos 34–35 podrían no haber sido escritos por Pablo, sino añadidos más tarde como una glosa marginal que con el tiempo se incorporó al texto. En algunos manuscritos antiguos, de hecho, estos dos versículos aparecen en un lugar diferente del capítulo, lo que indica que eran un añadido móvil.


¿O UNA CITA QUE PABLO REFUTA?

Otra interpretación, sostenida por varios comentaristas, es que Pablo estaba citando palabras de los corintios para luego refutarlas, como hace en otros lugares de la carta. Los corintios habían escrito a Pablo con sus preguntas y opiniones, y él a menudo responde citando sus frases para luego corregirlas.

Por ejemplo, en 1 Corintios 6:12 Pablo cita: “Todas las cosas me son lícitas”, y después replica: “pero no todas convienen”. De manera similar, en 1 Corintios 7:1 cita: “Bueno le sería al hombre no tocar mujer”, y después explica su propia enseñanza al respecto.

Así, en 1 Corintios 14:34–35, Pablo estaría citando una opinión sostenida en Corinto—“Las mujeres deben guardar silencio en las iglesias…”—para inmediatamente desafiarla en el versículo 36: “¿Qué? ¿Acaso la palabra de Dios salió de vosotros? ¿O solo a vosotros ha llegado?” (NVI: “¿Qué? ¿Es que la palabra de Dios se originó con ustedes? ¿O son ustedes los únicos que la han recibido?”).


PABLO Y EL SILENCIO EN EL CULTO

También es importante notar que en este mismo capítulo Pablo manda callar en tres ocasiones:

  1. A los que hablan en lenguas sin intérprete (v. 28).
  2. A los profetas si otro recibe revelación (v. 30).
  3. Y aquí, aparentemente, a las mujeres (vv. 34–35).

En cada caso, el propósito del silencio no es exclusión, sino orden, para que “todo se haga decentemente y con orden” (v. 40). El principio rector es la edificación de la comunidad.

Si los versículos 34–35 son una cita de los corintios que Pablo corrige en el versículo 36, entonces Pablo no estaba ordenando silencio absoluto a las mujeres, sino rechazando una práctica excluyente que algunos en Corinto querían imponer.


LA IGUALDAD YA AFIRMADA

Recordemos que en 1 Corintios 11 Pablo había reconocido explícitamente a mujeres orando y profetizando en la asamblea. Además, en Romanos 16 él saluda a numerosas colaboradoras mujeres en el ministerio: Febe, Prisca, Junia, Trifena, Trifosa, Pérside, entre otras. Claramente, Pablo no veía a las mujeres como calladas espectadoras, sino como participantes activas y líderes en la misión.

Por lo tanto, interpretar 1 Corintios 14:34–35 como un mandato universal de silencio absoluto para las mujeres en la iglesia contradice tanto el propio contexto de la carta como la práctica del ministerio de Pablo.


“NO PERMITO QUE LA MUJER ENSEÑE”

El tercer pasaje que genera dificultad se encuentra en 1 Timoteo 2:11–12:

“La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el varón, sino estar en silencio.”

Este texto ha sido usado con frecuencia como base para prohibir a las mujeres predicar, enseñar o ejercer ministerio pastoral en la iglesia. Sin embargo, ¿es eso realmente lo que Pablo quiso decir?


EL CONTEXTO DE 1 TIMOTEO

Primero debemos considerar el contexto de la carta. 1 Timoteo es una de las epístolas pastorales, escritas a colaboradores cercanos de Pablo que estaban enfrentando problemas específicos en sus comunidades. Timoteo se encontraba en Éfeso, ciudad conocida por el templo de Artemisa, con una fuerte presencia de cultos dirigidos por mujeres sacerdotisas.

Además, en 1 Timoteo 1:3–7 Pablo advierte sobre falsos maestros que estaban propagando “mitos y genealogías interminables”, causando confusión y desviando de la fe verdadera. Algunos de estos falsos maestros influenciaban especialmente a mujeres jóvenes y viudas (cf. 1 Timoteo 5:11–15; 2 Timoteo 3:6–7). En ese contexto, las palabras de Pablo en 1 Timoteo 2:12 cobran un matiz particular.


“NO PERMITO…”

Es importante notar que Pablo no usó un mandamiento universal en tiempo presente (“las mujeres nunca deben enseñar”), sino una instrucción personal y temporal: “no permito” (ouk epitrepo). Está en presente indicativo, lo que sugiere que se refiere a una situación concreta en Éfeso en ese momento.

Además, la palabra traducida como “ejercer dominio” es authentein, un término raro en el Nuevo Testamento que no significa simplemente “liderar”, sino “dominar”, “usurpar autoridad”, incluso “ejercer violencia” según algunos usos extrabíblicos. Es la única vez que aparece en toda la Biblia. Por lo tanto, Pablo no está prohibiendo que las mujeres enseñen en general, sino que está corrigiendo un abuso específico: mujeres influenciadas por falsas doctrinas que intentaban enseñar de manera autoritaria y desordenada.


“APRENDER EN SILENCIO”

Cuando Pablo dice que “la mujer aprenda en silencio”, está en realidad otorgando un privilegio radical para la época. En el judaísmo del siglo I, las mujeres no recibían instrucción formal en la Torá. Pablo, en cambio, manda que aprendan. La palabra hesychia, traducida como “silencio”, no significa “callarse por completo”, sino “tranquilidad, actitud sosegada, disposición receptiva”. Es la misma palabra usada en 2 Tesalonicenses 3:12, donde se exhorta a trabajar “sosegadamente”.


EL FUNDAMENTO EN GÉNESIS

En los versículos 13–14, Pablo apela al relato de la creación: “Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión.”

Algunos interpretan esto como una jerarquía eterna en la que las mujeres deben estar siempre subordinadas a los hombres. Pero Pablo probablemente está recordando la vulnerabilidad de Eva frente al engaño, no como una condena universal de todas las mujeres, sino como una advertencia contextual para Éfeso, donde mujeres mal instruidas estaban difundiendo errores doctrinales.


¿UNA PROHIBICIÓN UNIVERSAL?

Si interpretamos este pasaje como una regla absoluta, entraríamos en contradicción con otros textos de Pablo donde él afirma y promueve a mujeres líderes y maestras:

  • Priscila instruyó junto a su esposo a Apolos, un predicador elocuente (Hechos 18:26).
  • Febe fue diaconisa de la iglesia en Cencrea y portadora de la carta a los Romanos (Romanos 16:1–2).
  • Junia fue reconocida como apóstol (Romanos 16:7).
  • Mujeres profetizaban públicamente en Corinto (1 Corintios 11:5).

Está claro que Pablo no tenía problema con que las mujeres enseñaran y lideraran bajo la dirección del Espíritu Santo. Su instrucción a Timoteo debe entenderse como una medida correctiva para una situación concreta, no como un principio universal y atemporal.


LA CLAVE: ORDEN Y EDIFICACIÓN

Una vez más, el principio rector de Pablo no es excluir a las mujeres, sino mantener el orden y la edificación en la iglesia. Allí donde falsos maestros estaban manipulando a mujeres inexpertas, él ordena un período de aprendizaje en calma antes de que enseñen. Pero el propósito último es la capacitación, no la prohibición permanente.


CONCLUSIÓN: ¿SE CONTRADICE PABLO?

Al considerar estos tres pasajes juntos, la clave es verlos en su contexto histórico, cultural y literario.

  • En 1 Corintios 11, la palabra kephalé probablemente significa “fuente/origen”, no “autoridad/líder”. Pablo estaba hablando de los orígenes comunes de hombres y mujeres, y de su interdependencia en el Señor.
  • En 1 Corintios 14, los versículos sobre el silencio de las mujeres parecen ser una cita de la posición de algunos en Corinto que Pablo inmediatamente refuta, o bien una interpolación posterior. En todo caso, no pueden contradecir su afirmación previa de que las mujeres oraban y profetizaban públicamente en la iglesia.
  • En 1 Timoteo 2, la prohibición de enseñar no es universal ni eterna, sino una medida temporal frente a una situación concreta en Éfeso, donde mujeres mal instruidas estaban propagando errores. El mandato de aprender en calma refleja más una invitación a ser formadas que una exclusión.

LA COHERENCIA DE PABLO

Cuando observamos el conjunto del ministerio de Pablo, vemos una imagen consistente:

  • Él trabajó junto a mujeres colaboradoras clave en la misión (Priscila, Febe, Junia, Lidia y muchas otras).
  • Reconoció públicamente sus dones y liderazgo en la iglesia.
  • Promovió un evangelio que derribaba las barreras de género, clase y etnia: “Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28).

Estos pasajes difíciles deben interpretarse a la luz de ese mensaje mayor de igualdad y de la práctica real de Pablo en sus comunidades.


DIOS NO SE CONTRADICE

Aunque ciertos textos parezcan tensos o confusos, podemos confiar en que Dios no se contradice. La Biblia nos llama a estudiar con cuidado, a leer en contexto y a hacer las preguntas difíciles. Al hacerlo, descubrimos que el corazón de Dios es liberar, equipar y enviar a todos sus hijos e hijas para servir en el avance de su reino.

El mensaje de Pablo no fue uno de exclusión, sino de unidad, cooperación e interdependencia. Lejos de prohibir a las mujeres ministrar, Pablo las alentó y las reconoció como parte esencial de la misión de la iglesia.

En el Señor, la guerra de los sexos ha terminado. Hombres y mujeres, creados por el mismo Dios y redimidos por el mismo Salvador, han sido llamados a ministrar juntos, lado a lado, como compañeros iguales en la obra del evangelio.