De todos los libros de la Biblia, el libro de Apocalipsis ha provocado el mayor interés y curiosidad. Sin embargo, para muchos cristianos, es el libro más oscuro de la Biblia. Resulta sorprendente que el libro titulado “Apocalipsis” (“revelación” o “desvelamiento”) se haya convertido, para muchos, en un símbolo de confusión y oscuridad. Imágenes extrañas y escenas aterradoras descritas en el libro han llevado a muchos a apartarse de su lectura.
No obstante, Apocalipsis muestra claramente que fue escrito para ser entendido (ver Apoc. 22:10). El comienzo del libro afirma: “Bienaventurado el que lee y los que oyen” (1:3). El texto describe una lectura pública del Apocalipsis donde una persona lee el libro y otros escuchan. Esto demuestra que Apocalipsis está destinado a ser leído en la iglesia. El texto griego, sin embargo, muestra que esta lectura es más que simplemente leer. La persona que lee hace comprensible el mensaje del Apocalipsis a la congregación reunida para adorar.
Esto no significa, sin embargo, que el libro fue dado solo a unos pocos individuos para su estudio; más bien, fue dado a todo el pueblo de Dios. Grandes bendiciones se prometen a todos los que leen el Apocalipsis, prestan atención a sus mensajes y los atesoran en sus mentes y corazones (Apoc. 22:7).
El propósito de este libro es explicar el Apocalipsis y exponer este difícil libro bíblico en un lenguaje sencillo. Espero que los lectores descubran que el Apocalipsis no es tan difícil de entender como parece ser. Es cierto que hay, y siempre habrá, profecías y símbolos oscuros que probablemente nunca podremos comprender hasta que se cumplan. Sin embargo, si entendemos los mensajes del Apocalipsis en su conjunto, descubriremos su tema central: Jesucristo, quien es el punto focal del Apocalipsis, y Su promesa de estar con Su pueblo a medida que se desarrolle el futuro.
Antes de avanzar por las páginas del Apocalipsis e intentar desentrañar el significado de lo que está escrito en él, es importante familiarizarnos con información básica sobre el libro, incluyendo cómo y cuándo fue escrito, cómo está organizado y cómo interpretar su contenido.
Autoría y Fecha
Apocalipsis fue escrito por una persona llamada Juan (Apoc. 1:1–4, 9; 22:8). El hecho de que el libro no explique quién era Juan muestra que era bien conocido por los lectores originales. Los primeros autores cristianos que vivieron cerca de la época en que se escribió el Apocalipsis coinciden en que Juan era uno de los doce apóstoles, hijo de Zebedeo (cf. Mat. 10:2), y el autor del cuarto Evangelio y de tres epístolas. Muchos paralelos verbales entre Apocalipsis y el Evangelio de Juan confirman tal identificación.
Juan escribió Apocalipsis mientras estaba en Patmos (Apoc. 1:9). Patmos es una pequeña isla rocosa en el mar Egeo, al suroeste de Éfeso. Los primeros autores cristianos afirman unánimemente que el apóstol fue desterrado a la isla por las autoridades romanas debido a su fiel predicación del evangelio. Aunque el libro no indica la fecha, fuertes evidencias sugieren que Apocalipsis fue escrito alrededor del año 95 d.C., cerca del final del reinado del emperador Domiciano. Esta fecha fue confirmada por muchos de los primeros autores cristianos.
El libro fue enviado originalmente a las siete congregaciones cristianas ubicadas en las grandes ciudades de Asia Menor —la parte suroeste de la actual Turquía— (Apoc. 1:4, 11). Hay evidencia suficiente de que, en ese tiempo, los cristianos sufrían persecución creciente por parte de los romanos. Sin embargo, la peor persecución aún estaba por venir. Así, el libro fue escrito para alentar a los cristianos que enfrentaban un futuro difícil.
Aunque fue escrito originalmente para ellos, Apocalipsis no fue escrito solo para ellos, sino también para todos los cristianos a lo largo de la historia hasta el tiempo del fin. El libro señala a Dios, quien tiene el control de la situación en el mundo; también concluye con el triunfo de Dios sobre las fuerzas del mal y el establecimiento de Su reino eterno.
Enfoques Interpretativos de Apocalipsis
Ningún libro de la Biblia ha sido objeto de tantos enfoques interpretativos como este. La cuestión de cómo interpretar las profecías de Apocalipsis y aplicarlas históricamente ha generado mucho debate en los últimos siglos. Hoy, existen cuatro enfoques interpretativos distintivos sobre el libro.
Preterista. El preterismo (del latín preter, que significa “pasado”) es un método de interpretación que coloca todo el significado del Apocalipsis en el pasado. El libro, desde esta perspectiva, trata exclusivamente de la iglesia cristiana en Asia Menor y su lucha con Roma en el tiempo en que fue escrito. En esta visión, Apocalipsis no predice el futuro. Juan el Revelador solo escribió sobre eventos que tuvieron lugar en su tiempo o en el futuro inmediato. El propósito del libro era alentar a los cristianos de la época de Juan a perseverar en su fidelidad a Dios.
Futurista. En contraste con el preterismo, el método futurista interpreta las profecías de Apocalipsis exclusivamente desde la perspectiva del tiempo del fin. Los intérpretes futuristas sostienen que los capítulos 4–22 se cumplirán poco antes de la Segunda Venida. En otras palabras, las profecías de Apocalipsis se cumplirán durante la última generación de cristianos. El futurismo interpreta los símbolos del Apocalipsis de la manera más literal posible. Hoy, este es el método preferido de la mayoría de los evangélicos protestantes.
Idealista. El enfoque idealista se basa en ideas preteristas. Reconoce que Apocalipsis describe lo que sucedía a los cristianos en el primer siglo. Sin embargo, los intérpretes idealistas sostienen que el libro describe, en vívidos símbolos, la lucha continua entre el bien y el mal que resultará en el triunfo final de Dios sobre el mal. El libro no habla de eventos literales cumplidos en el pasado o que se cumplirán en el futuro, desde nuestra perspectiva temporal. Los mensajes de Apocalipsis, en general, brindan orientación a cada generación de cristianos. El idealismo es el sucesor de la interpretación alegórica de la Biblia, que caracterizó la interpretación bíblica medieval.
Historicista. El enfoque historicista de la interpretación profética sostiene que Apocalipsis retrata, en presentaciones simbólicas, el curso de la historia que se desarrolla desde el primer siglo hasta el tiempo del fin. Algunas profecías del libro se cumplieron en el pasado, otras aún están por cumplirse, y algunas se refieren al tiempo presente. El historicismo reconoce que los eventos predichos en el libro están descritos en lenguaje simbólico. Los eventos mismos son reales; sin embargo, se presentan en lenguaje simbólico. El historicismo fue el método de interpretación profética usado por los protestantes hasta el siglo XIX, cuando muchos de ellos adoptaron otros enfoques interpretativos.
Al evaluar estos enfoques, se observa que el preterismo limita la relevancia de los mensajes del Apocalipsis a los cristianos del primer siglo. De manera similar, el futurismo limita las profecías del Apocalipsis exclusivamente a la última generación de cristianos. Estos dos métodos parecen deficientes, porque implican que el Apocalipsis no tiene nada que ofrecer a las generaciones entre la época de Juan y el tiempo del fin. El Apocalipsis muestra claramente que los tres primeros capítulos conciernen al tiempo de Juan (ver Apoc. 1:11). Sin embargo, Apocalipsis 4:1 afirma que los capítulos 4–22 tratan de eventos que sucederán más allá de la época de Juan y continuarán hasta el tiempo del fin. Un análisis cuidadoso muestra que el enfoque de los capítulos 4–11 está en los movimientos y eventos de la historia cristiana desde el primer siglo hasta el tiempo del fin, mientras que la segunda mitad del libro trata principalmente de los eventos que tendrán lugar en el tiempo del fin.
Un problema importante con el preterismo y el idealismo es su negación de las profecías predictivas del libro. Apocalipsis afirma ser un libro de profecía (Apoc. 1:3; 22:7, 10). Juan declara claramente, tanto en la introducción como en la conclusión del libro, que su propósito es mostrar al pueblo de Dios los eventos que tendrán lugar en el futuro (1:1; 22:6). Cualquier método interpretativo que niegue el carácter predictivo del Apocalipsis no hace justicia a las afirmaciones evidentes del libro. Tanto el preterismo como el idealismo fallan en este punto.
Así, uno puede ver las deficiencias del preterismo, el futurismo y el idealismo para interpretar las profecías del Apocalipsis. Esto coloca al historicismo como el único enfoque adecuado para la interpretación profética. El historicismo ve los eventos predichos en Apocalipsis como ocurriendo tanto en el pasado como en el futuro, así como en los siglos intermedios. Este método también reconoce las aplicaciones espirituales de los mensajes del libro. Así, se hace evidente que la interpretación historicista realiza el mejor trabajo al descubrir la relevancia de los mensajes de Apocalipsis para todas las generaciones, hasta el fin de los tiempos.
Organización y Estructura del Apocalipsis
Comprender la estructura básica de un libro puede ayudarnos a encajar secciones más pequeñas dentro del tema general del libro. Como tal, este entendimiento sirve como salvaguarda contra la interpretación de pasajes en aislamiento del resto del libro. Lo mismo aplica al último libro de la Biblia. Una comprensión de la disposición literaria del Apocalipsis nos ayudará a desentrañar el significado amplio del texto en relación con el contexto de todo el libro, lo que de otro modo no sería posible.
Podemos observar al menos tres estructuras organizativas en Apocalipsis: la estructura quiástica, la estructura del santuario y la estructura triple. Estas estructuras no son mutuamente excluyentes. Consideradas en conjunto, despliegan un amplio espectro de temas y motivos teológicos en Apocalipsis.
Estructura Quiástica
La palabra “quiasmo” proviene de la letra griega en forma de cruz X (leída como ji) y se refiere a un recurso literario ampliamente usado en el Antiguo Testamento. Mientras que las estructuras literarias modernas se basan en un esquema ABC, la estructura quiástica se basa en un esquema ABA’. El clímax del texto se sitúa en el centro, con las secciones correspondientes moviéndose hacia él y alejándose de él: la sección A se corresponde con la sección A’ al final, la sección B con la sección B’, la sección C con la sección C’, hasta llegar al centro. Comprender cómo funciona un quiasmo nos ayuda a discernir el énfasis teológico del contenido del libro, tal como lo pretendía el autor inspirado. Este libro sugiere que Apocalipsis sigue esta estructura quiástica:
- A. Prólogo (1:1–8)
- B. Promesas a los vencedores (1:9–3:22)
- C. La obra de Dios por la salvación de la humanidad (4:1–8:1)
- D. La ira de Dios mezclada con misericordia (8:2–9:21)
- E. La comisión de Juan para profetizar (10:1–11:18)
- F. El gran conflicto entre Cristo y Satanás (11:19–13:18)
- E’. La iglesia proclama el evangelio del tiempo del fin (14:1–20)
- E. La comisión de Juan para profetizar (10:1–11:18)
- D’. La ira final de Dios sin misericordia (15:1–18:24)
- D. La ira de Dios mezclada con misericordia (8:2–9:21)
- C’. La obra de Dios por la salvación de la humanidad completada (19:1–21:4)
- C. La obra de Dios por la salvación de la humanidad (4:1–8:1)
- B’. Cumplimiento de las promesas a los vencedores (21:5–22:5)
- B. Promesas a los vencedores (1:9–3:22)
- A’. Epílogo (22:6–21)
Se puede observar que la primera mitad de esta estructura (segmentos A–E) se centra en toda la historia de la era cristiana, mientras que su contraparte quiástica (segmentos E’–A’) se centra exclusivamente en el tiempo del fin. En el centro, el segmento F apunta al tema teológico central del libro: el Gran Conflicto entre Cristo y la trinidad falsa (Satanás y sus dos asociados: las bestias del mar y de la tierra). Esto muestra que todo el libro está escrito desde la perspectiva del Gran Conflicto, con un énfasis especial en el conflicto final al concluir la historia de este mundo, que incluye la venida de Cristo y el establecimiento del reino eterno de Dios.
Estructura del Santuario
La estructura de Apocalipsis también está diseñada de acuerdo con los servicios del santuario en el Antiguo Testamento. El libro está lleno de referencias al templo y a sus utensilios. El templo celestial en Apocalipsis se presenta como el centro de toda actividad divina en la tierra. Todo el libro parece estar modelado sobre los servicios del santuario del Antiguo Testamento.
En esta estructura, Apocalipsis se divide en siete partes principales. Cada una de estas partes es introducida con una escena del santuario. El libro presenta todas las acciones divinas en la tierra como resultado de las actividades en el templo celestial:
- Prólogo (1:1–8)
- Escena introductoria del santuario (1:9–20)
Los mensajes a las siete iglesias (caps. 2–3) - Escena introductoria del santuario (4–5)
La apertura de los siete sellos (6:1–8:1) - Escena introductoria del santuario (8:2–5)
El toque de las siete trompetas (8:6–11:18) - Escena introductoria del santuario (11:19)
La ira de las naciones (12:1–15:4) - Escena introductoria del santuario (15:5–8)
Las siete últimas plagas (16–18) - Escena introductoria del santuario (19:1–10)
La consumación escatológica (19:11–21:1) - Escena introductoria del santuario (21:2–5)
La Nueva Jerusalén (21:9–22:5)
- Epílogo (22:6–21)
Esta estructura séptuple de Apocalipsis refleja los servicios diarios y anuales del santuario terrenal. La estructura del santuario proporciona una visión de lo que sucede en el libro. A continuación, un resumen de estas siete escenas del santuario. Más adelante en el libro, en las exposiciones de los pasajes respectivos, se darán descripciones más detalladas.
- Apocalipsis 1:9–20
Esta primera visión de Apocalipsis presenta a Cristo en medio de los siete candeleros, vistiendo las vestiduras del Sumo Sacerdote. Los candeleros representan a las siete iglesias de Asia Menor en la época de Juan. Jesús aparece ministrando a las iglesias en sus necesidades, de manera similar a los sacerdotes del templo terrenal, quienes arreglaban las lámparas para mantenerlas encendidas. Esta escena no describe el santuario celestial, porque toda la visión se sitúa en la tierra, no en el cielo. La imaginería del santuario se usa solo para ilustrar las actividades de Jesús en favor de las iglesias. - Apocalipsis 4–5
Con esta visión, la escena se traslada de la tierra al cielo (ver Apoc. 4:1). En estos dos capítulos, hay más alusiones al santuario y a sus muebles que en cualquier otra parte del libro. La escena tiene lugar en la sala del trono del templo celestial, donde el Lugar Santo y el Lugar Santísimo se fusionan en un solo recinto. Allí, Juan fue testigo de la inauguración de Cristo en Su ministerio real y sacerdotal, lo cual ocurrió después de Su muerte en el Calvario y Su posterior ascensión al cielo. Con Su inauguración, Cristo comenzó Su ministerio de mediación en el santuario celestial a favor de los seres humanos. - Apocalipsis 8:2–5
Este es otro escenario del santuario con imaginería sacerdotal. La escena muestra a un ángel recibiendo incienso en el altar de los sacrificios, representando las oraciones del pueblo de Dios. El ángel lleva las oraciones al Lugar Santo del templo celestial y las ofrece en el altar de oro del incienso ante Dios. En respuesta a estas oraciones, juicios de fuego son arrojados sobre la humanidad rebelde. Esta escena muestra claramente que la intercesión se lleva a cabo en el santuario celestial. - Apocalipsis 11:19
En esta visión, el templo celestial se abre y el arca del pacto es vista en su parte más interna. Esto es seguido por “relámpagos, voces, truenos, un terremoto y granizo grande”, representando la presencia divina. El arca del pacto señala al Lugar Santísimo. Mientras que la imaginería del santuario en la primera mitad del libro muestra que los eventos de Apocalipsis 1–11 ocurren en el contexto del ministerio mediador de Cristo en el Lugar Santo, Apocalipsis 11:19 apunta al inicio de una nueva fase del ministerio de Cristo en el santuario celestial. El libro muestra que, antes de la Segunda Venida, se llevará a cabo un juicio en el cielo (Apoc. 14:7). Este juicio se introduce en Apocalipsis 11:1–2. Su propósito es separar a los fieles de aquellos que han despreciado la misericordia de Dios. Al concluir el juicio previo al advenimiento, Cristo vendrá a recompensar a cada persona según sus obras (22:12). - Apocalipsis 15:5–8
Al concluir la proclamación del evangelio del tiempo del fin (Apoc. 14:6–20), el templo en el cielo se llena con el humo de la gloria de Dios, de modo que nadie puede entrar en el templo para recibir perdón. Hay una ausencia de actividades sacerdotales en el templo celestial. Esta escena usa un lenguaje derivado del Antiguo Testamento (ver 1 Reyes 8:10–11). Aquí vemos la conclusión del ministerio mediador de Cristo en el santuario celestial. Ya no hay necesidad de más intercesión, porque el destino de cada persona ha sido decidido. - Apocalipsis 19:1–10
Aquí se describe una escena de regocijo jubiloso por la destrucción de la Babilonia del tiempo del fin; el sufrimiento del pueblo de Dios ha terminado. Aunque la escena tiene lugar en el templo celestial (ver Apoc. 4–5), no se menciona el santuario celestial ni sus utensilios. Esto se debe a que el templo celestial ya no funciona como lugar de intercesión. El ministerio mediador de Cristo en favor de los seres humanos ya no se lleva a cabo allí. - Apocalipsis 21:2–22:5
La última visión nos trae de regreso a la tierra. En la Nueva Jerusalén, no hay templo, porque la ciudad misma funciona como templo (Apoc. 21:22). El santuario del Antiguo Testamento era el lugar donde Dios moraba simbólicamente entre Su pueblo. En la tierra nueva, ya no habrá necesidad de un templo como símbolo de la presencia de Dios, porque la Nueva Jerusalén será el lugar de la presencia real de Dios con Su pueblo por toda la eternidad (ver 21:3).
La secuencia de estas escenas introductorias del santuario revela la línea de progresión del santuario celestial que comienza con la inauguración. La inauguración es seguida por las fases de intercesión, juicio, el cierre de la intercesión y la ausencia de actividades sacerdotales. La secuencia concluye con la Nueva Jerusalén, donde la presencia de Dios con Su pueblo se hace realidad.
La estructura de Apocalipsis, basada en el patrón diario y anual del santuario, nos ayuda a ubicar las visiones clave del libro dentro del contexto de la historia. En primer lugar, señala a Apocalipsis 11:19 como línea divisoria entre las secciones histórica y escatológica del libro. Mientras que la primera mitad de Apocalipsis se centra principalmente en la era cristiana, la segunda mitad se enfoca exclusivamente en el tiempo del fin. Esto confirma que la escena de Apocalipsis 4–5 es la inauguración de Cristo en Pentecostés en el año 31 d.C. También muestra que las visiones de los siete sellos y las siete trompetas recorren toda la historia cristiana, mientras que las siete últimas plagas ocurren exclusivamente en el tiempo del fin.
Estructura Triple
Aparte del prólogo (Apoc. 1:1–8) y del epílogo (22:6–21), el cuerpo principal de Apocalipsis se divide en tres partes distintas:
a) Los mensajes a las siete iglesias, que se enfocan principalmente en la situación histórica dentro de esas iglesias de Asia Menor durante la época de Juan (1:9–3:22).
b) La parte histórica, que se centra principalmente en el desarrollo de la historia desde el primer siglo hasta el fin de los tiempos (caps. 4–11).
c) La parte escatológica, que se enfoca principalmente en el tiempo del fin y en los eventos que conducen a la venida de Cristo y al establecimiento del reino de Dios (12:1–22:5).
Estas divisiones están relacionadas con los tres períodos de la historia dentro de la perspectiva del libro: el tiempo de Juan, la era cristiana y el tiempo del fin.
Es especialmente significativo que cada una de estas tres divisiones comience con una visión especial de Jesucristo. En cada una de estas visiones introductorias, Jesús es presentado en un rol único. Su retrato en estas visiones define la perspectiva teológica de las escenas que siguen. Esto confirma la idea de que el último libro de la Biblia es, verdaderamente, una revelación de Jesucristo en el pleno sentido de esta afirmación.
Si bien se reconoce la importancia de la estructura quiástica y de la estructura basada en los servicios diarios y anuales del santuario, la exposición de Apocalipsis en este libro se basa principalmente en esta estructura triple.
Invito a que me acompañes a explorar Apocalipsis capítulo por capítulo. Te animo a dejar a un lado cualquier idea preconcebida y permitir que el libro te hable. Una comprensión adecuada de los mensajes de Apocalipsis nos moverá a escudriñar nuestro corazón, preparándonos para el futuro, de modo que no nos tome por sorpresa. “Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro” (Apoc. 22:7).