Apocalipsis 15–18 describe en un lenguaje vívido la ejecución de la ira divina de Dios en términos del derramamiento de las siete copas de plagas sobre los adoradores del triunvirato satánico (capítulos 15–16) y el posterior juicio sobre la Babilonia del tiempo del fin (capítulos 17–18). Antes de ocuparnos en un análisis detallado de Apocalipsis 15–18, es necesario enfatizar algunos puntos generales que son importantes para una interpretación significativa del texto.
El Significado Teológico De Las Siete Últimas Plagas
Apocalipsis 15–18 se construyen sobre los capítulos 12–14. El tema central de Apocalipsis 12 es el esfuerzo de Satanás para destruir al pueblo de Dios que vive entre la primera venida de Cristo y su regreso a la tierra. Apocalipsis 13 se concentra en el tiempo del fin. El capítulo presenta la ira de las naciones contra el remanente fiel de Dios. Luego, la discusión se vuelve a la respuesta de Dios a la ira de las naciones. En los capítulos 15–18, Juan amplía la declaración “tu ira vino” de Apocalipsis 11:18. Describe primero la ejecución de la ira divina al derramar las siete copas de plagas sobre los seguidores y adoradores de la trinidad satánica (capítulos 15–16), y segundo, el juicio sobre la prostituta Babilonia del tiempo del fin (capítulos 17–18).
Apocalipsis presenta las siete últimas plagas como la expresión de la ira final de Dios en toda su fuerza (Apoc. 14:10) por “la rebelión final del mundo contra Dios”.1 Se refiere a ellas como “las últimas”, porque en ellas la ira de Dios contra la humanidad rebelde se completa (Apoc. 15:1). Ellas completan el derramamiento de la ira de Dios presentada simbólicamente en las plagas de las siete trompetas (Apoc. 8–9). Las plagas de las siete trompetas tuvieron un propósito redentor; eran juicios divinos mezclados con misericordia que tenían la intención de llevar a la gente rebelde al arrepentimiento, y advertirles que el tiempo para arrepentirse estaba terminándose rápidamente, y que la puerta de la misericordia se cerraría para siempre.
El propósito y la naturaleza de las siete últimas plagas, sin embargo, es completamente diferente. Indican los juicios de Dios sin mezcla de misericordia. Las plagas de las copas se ejecutan después que se dio el último llamado al arrepentimiento (Apoc. 14:6–12) y el destino de cada ser humano quedara fijado (cf. Apoc. 15:8). El contexto muestra que las siete últimas plagas son la respuesta final de Dios al propósito de la Babilonia del tiempo del fin de destruir al pueblo fiel de Dios. Las plagas de Egipto con el canto de Moisés que celebraba la gran liberación en el Mar Rojo (Éxo. 15), junto con la destrucción de la antigua Babilonia (Jer. 51), son muy instructivas con respecto al propósito y al carácter de Apocalipsis 15–16. (Mientras cuatro de las plagas de las copas se corresponden notablemente a las plagas infligidas sobre Egipto en el tiempo del Éxodo, la sexta y la séptima plagas siguen el modelo del motivo con respecto a la caída de la antigua Babilonia en el Antiguo Testamento.)2 Así como las plagas cayeron sobre la tierra de Egipto, proporcionando liberación de Egipto para los israelitas, y como el secamiento del Éufrates llevó a la caída de la antigua Babilonia, proveyendo así liberación para el pueblo de Israel del Exilio y posteriormente el retorno a su tierra natal, así el propósito del derramamiento de las siete últimas plagas es librar al pueblo de Dios de la opresión de la Babilonia del tiempo del fin.3
Las siete últimas plagas se presentan, de igual modo, como los actos poderosos de Dios sobre la humanidad rebelde con el propósito de derrotar a sus enemigos y proveer liberación para su pueblo del tiempo del fin, de la esclavitud de Babilonia. Aunque cada una de las plagas egipcias aumentó la obstinación y dureza de corazón del faraón, él y sus oficiales tuvieron que admitir que las plagas eran actos del “dedo de Dios” (Éxo. 8:19), y permitieron que Israel saliera libre para ir a la tierra prometida (Éxo. 12:31–32).
La visión del derramamiento de las siete últimas plagas comienza con la escena del Éxodo. Juan presenta el motivo del Éxodo mostrando al pueblo de Dios victorioso de pie sobre el mar de vidrio cantando un cántico de liberación de Babilonia. Es el canto de Moisés y del Cordero (Apoc. 15:2–4). El sufrimiento de los israelitas bajo la opresión de los egipcios llega a ser en Apocalipsis el presagio de la opresión del pueblo del tiempo del fin bajo Babilonia. Como las plagas de Egipto, estas siete últimas plagas tienen la intención de revelar toda la dureza de corazón de quienes han rechazado el evangelio y se han puesto del lado de la trinidad impía. La negativa de los impíos de arrepentirse de sus actos aparece tres veces en el texto (Apoc. 16:9, 11, 21). La ejecución de la ira divina corresponde a la forma en que ellos oprimieron y persiguieron al pueblo fiel de Dios. Aquí viene a la luz la profecía de Isaías: “He aquí he quitado de tu mano el cáliz de aturdimiento, los sedimentos del cáliz de mi ira; nunca más lo beberás. Y lo pondré en mano de tus angustiadores” (Isa. 51:22–23).
Ha llegado del tiempo para Babilonia, que “hizo que todas las naciones bebieran del vino de la ira de su fornicación” (Apoc. 14:8; cf. 17:2), reciba “la copa del vino de la furia de su ira [de Dios]” (Apoc. 16:19). La ejecución de las plagas sobre Babilonia es apropiada a los pecados de Babilonia y su opresión al pueblo de Dios. Babilonia cosechará las consecuencias de lo que ha sembrado. “Pagadle como ella ha dado, y pagadle el doble de acuerdo con sus obras; en la copa que ella ha mezclado, mezclad una doble porción para ella” (Apoc. 18:6).
El motivo del Éxodo en el trasfondo de las siete últimas plagas sugiere un carácter más bien positivo en la ejecución de la ira final de Dios sobre la humanidad rebelde. G. R. Beasley-Murray observa:
Los juicios de Dios sobre la tierra de Egipto son solo un pálido anticipo de los grandes juicios que han de caer sobre el reino de la bestia, y la emancipación de Egipto es por lejos sobrepasada por la redención del Cordero, mientras los santos se regocijan en la gloria de la resurrección y cantan del regreso de las naciones a Dios (15:2ss). La dualidad del éxodo como los juicios y la redención se mantiene en los capítulos 15–16, y para asegurar que los lectores entiendan esto, el elemento positivo de la redención se pone primero.4
Hans LaRondelle observa que el Dios que realizará la liberación final de su pueblo de Babilonia es el mismo “YO SOY” de la liberación histórica de Egipto. Así como Moisés fue su agente al enviar las plagas sobre Egipto y llevar a su pueblo a la tierra prometida, así Cristo—el nuevo Moisés—actúa como el agente de Dios en el tiempo del fin en la ejecución de las siete últimas plagas sobre el “Egipto” o “Babilonia” espiritual, liberando a su pueblo y llevándolos a la tierra prometida.5
El texto no indica claramente si las siete últimas plagas deben entenderse como literales o figuradas. Al tratar con los siete sellos y las trompetas, el significado simbólico es obvio. Cualquier significado figurado de las primeras cuatro plagas no es obvio. Mientras las primeras cuatro plagas son evidentemente literales, las últimas tres—que pasan de la naturaleza a la humanidad—sus efectos han de entenderse como espirituales.6 Sea que su intención fuera literal o figurada, las últimas plagas representan la terrible experiencia que los impíos han de pasar después del cierre del tiempo de prueba.
El Momento De Las Siete Últimas Plagas
La siguiente pregunta a considerar se refiere al momento de la ejecución de las siete últimas plagas. Apocalipsis 15:7–8 muestra claramente que Apocalipsis 16 trata con el tiempo después que se ha decidido el destino eterno de cada ser. Se dice que el templo está cerrado y que “nadie podía entrar”; es decir, la intercesión se había completado en el santuario celestial, y la gracia ya no está disponible.
¿Por qué, entonces, es necesaria la ejecución de las últimas plagas? La razón se encuentra en el tema subyacente del libro del Apocalipsis: los impíos deben afrontar los justos juicios de Dios. En la escena de la apertura del quinto sello, los santos martirizados claman por vindicación. Su clamor simboliza el perenne ruego del pueblo de Dios a lo largo de la historia por liberación de la humanidad rebelde. Ahora en el derramamiento de la ira final de Dios las oraciones del oprimido pueblo de Dios serán contestadas. Los impíos deben experimentar los juicios justos que sean apropiados a sus pecados (cf. Apoc. 16:5–7). El sufrimiento infligido por las plagas, sin embargo, no los hace volver de su impiedad al arrepentimiento. Por el contrario, siguen en su oposición a Dios.
Apocalipsis 15–18 asegura a los santos del tiempo del fin que Dios está en el control en la crisis final, y que él estará con su pueblo fiel durante el momento más terrible de la historia “que está por venir sobre sobre los que moran en la tierra” (Apoc. 3:10). LaRondelle declara: “Terribles como serán, las siete últimas plagas llevarán un mensaje consolador y tranquilizador al pueblo de Dios. El divino Liberador, que rescató al antiguo Israel de Egipto y Babilonia, intervendrá otra vez. Liberará a su pueblo remanente de su nuevo pacto, del Egipto y la Babilonia global apocalípticos y los llevará a la Nueva Jerusalén arriba”.7
Las Trompetas Y Las Siete Últimas Plagas
Los estudiantes del libro del Apocalipsis han observado ciertas similitudes notables entre las siete trompetas y las siete últimas plagas. La siguiente comparación demuestra el paralelismo evidente entre las dos series:
| Las Siete Trompetas | Las Siete Copas | |
| Escena introductoria del templo (8:2–6) | Escena introductoria del templo (15:5–16:1) | |
| 1a | Tierra (8:7) | Tierra (16:2) |
| 2a | Mar (8:8–9) | Mar (16:3) |
| 3a | Ríos y fuentes (8:10–11) | Ríos y fuentes (16:4) |
| 4a | Sol, luna y estrellas (8:12) | Sol (16:8–9) |
| 5a | Oscuridad del abismo, langostas (9:1–11) | Oscuridad en el trono de la bestia (16:10–11) |
| 6a | El río Éufrates (9:14–21) | El río Éufrates (16:12–16) |
| 7a | Fuertes voces: el reino llegó y Cristo reina (11:15–16) | Una fuerte voz: Consumado es (16:17–21) |
A pesar de estas semejanzas, las diferencias evidentes dejan en claro que las siete trompetas y las siete últimas plagas no son lo mismo. Primero, la sección introductoria de Apocalipsis 8:2–5 muestra que el toque de las siete trompetas ocurre mientras la intercesión sigue y la gracia todavía está disponible. Las plagas de las copas afectan a la humanidad después que la intercesión se ha completado; se dice que el templo está cerrado de modo que “nadie podía entrar” (Apoc. 15:7–8). Segundo, en las trompetas el terror de las plagas es limitado y parcial. Las plagas de las trompetas afectan a algunas personas del reino de Satanás (Apoc. 8:7–12). Sin embargo, no hay restricciones sobre las plagas de las copas que son evidentemente de alcance mundial. Su terror afecta a toda la tierra (cf. Apoc. 16:3), hiriendo a los adoradores del triunvirato impío mientras el pueblo fiel de Dios es protegido. (Apocalipsis 7:16 indica, sin embargo, que el pueblo de Dios sufrirá hambre, sed, y el calor abrasador de la cuarta plaga.) Tercero, mientras las plagas de las siete trompetas tenían un propósito redentor, las siete últimas plagas son punitivas (15:1; 16:2). Revelan la dureza de la incredulidad de los impíos; quienes a pesar de la severidad de las plagas no están dispuestos a abandonar su idolatría (16:9–11). Finalmente, el toque de las trompetas involucra períodos relativamente largos (9:5, 15; 11:2, 11); no se menciona tal tiempo con referencia a las plagas de las copas que muy probablemente caerán durante un período muy breve. Observamos que el toque de las siete trompetas tiene que ver con el período de la historia desde el tiempo de Juan hasta la Segunda Venida; las siete últimas plagas vienen al fin de la historia, inmediatamente antes de la Segunda Venida.
¿Cómo, entonces, se pueden explicar las notables similitudes entre las siete trompetas y las siete últimas plagas? Las diferencias básicas están en sus propósitos y naturalezas. Las plagas de las copas son eventos todavía futuros; su ejecución ocurre al fin de la historia. Las trompetas preceden a las plagas de las copas; son una serie de intervenciones divinas a través de la historia cristiana. Ocurren mientras el evangelio todavía se predica, y la gente se salva y entra en una relación con Cristo. Las plagas de las trompetas así deben ser consideradas como juicios preliminares: la reacción de Dios a la impiedad de los que no tienen el sello de Dios sobre sus frentes y que rechazan el evangelio (9:4). Su propósito es despertar el arrepentimiento en el mundo hostil al pueblo de Dios. Las plagas de las copas caen sobre una humanidad rebelde cuando la intercesión y la gracia ya no están disponibles para los impenitentes. De acuerdo con esto, las plagas de las trompetas y de las copas no son las mismas, pues las primeras son un anticipo y advertencia previa de la futura visitación de la ira de Dios en toda su fuerza con las siete plagas finales (Apoc. 16) y el juicio final descrito en Apocalipsis 20.
Jon Paulien observa un paralelo interesante entre el toque de las siete trompetas de Apocalipsis 8–11 y la historia de la batalla de Jericó registrada en Josué 6.8 Los israelitas, junto con los sacerdotes que llevaban las trompetas, marcharon alrededor de la ciudad durante siete días. Por seis días, marcharon una vez cada día. Entonces, en el séptimo día marcharon alrededor de la ciudad siete veces. Al final, hubo un gran toque de las siete trompetas, ocasionando la caída de la ciudad. Este trasfondo del Antiguo Testamento es muy ilustrativo de lo que sucede en Apocalipsis 8–11. Los siete toques de trompeta del Apocalipsis son paralelos a los siete toques de trompetas en Jericó. En esta analogía, las plagas de las siete copas deben entenderse como una parte del toque de la séptima trompeta. Evidentemente, son la respuesta de Dios a la ira de las naciones anunciadas en el toque de la séptima trompeta (Apoc. 11:18).