La escena de Apocalipsis 12 concluye con la determinación del dragón de empeñarse en la batalla final contra los remanentes de la descendencia de la mujer (12:17). Esta sección describe la forma en que el dragón avanza en su intento final de hacer guerra contra Cristo y sus seguidores en el tiempo del fin. A fin de pelear y tal vez ganar la batalla, él encuentra apoyo en sus dos aliadas: la bestia del mar (13:1–10) y la bestia de la tierra (13:11–18).
La Bestia Del Mar (13:1–10)
Vital para una correcta interpretación de la siguiente sección es entender la organización de su estructura. Apocalipsis 13:1–4 introduce a la primera de las aliadas de Satanás en la crisis final dando una descripción general de ella en términos de la visión de Daniel 7. Apocalipsis 13:5–7 proporciona identificación adicional de la bestia del mar al describir sus actividades durante el período de cuarenta y dos meses. Así, estos dos pasajes son paralelos en su pensamiento.1 Apocalipsis 13:8 sirve como una especie de introducción al conflicto final que sucederá en los días finales de la historia de la tierra, que se describen además en 13:11–18.
1Y él se paró sobre la arena del mar. Y vi una bestia que subía del mar, que tenía diez cuernos y siete cabezas, y sobre sus cuernos había diez coronas, y sobre sus cabezas había nombres de blasfemia. 2Y la bestia que vi era como un leopardo, y sus pies eran como los de un oso, y su boca era como la boca de un león. Y el dragón le dio su poder y su trono y gran autoridad. 3Y una de sus cabezas fue como inmolada de muerte, y su herida mortal se sanó. Y toda la tierra se maravilló tras la bestia, 4y adoró al dragón, porque le dio autoridad a la bestia, y adoró a la bestia diciendo: “¿Quién es como la bestia, y quién es capaz de hacer guerra contra ella?”
5Y le fue dada una boca para hablar grandes cosas y blasfemias, y se le dio ejercer autoridad durante cuarenta y dos meses. 6Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre y su tabernáculo, es decir, los que moran en el cielo. 7Y se le dio hacer guerra contra los santos y vencerlos, y se le dio autoridad sobre cada tribu y pueblo y lengua y nación. 8Y todos los que moran en la tierra la adorarán, cuyos nombres no están escritos en el libro de vida del Cordero inmolado desde la fundación del mundo.
9Si alguno tiene oído, oiga: 10Si alguno ha de ir en cautividad, en cautividad va; si alguien mata con la espada, con la espada debe ser muerto. Aquí está la resistencia y la fe de los santos.
Notas
13:1 Él se paró. La mayoría de las traducciones modernas dicen “él se paró” (gr. estáthē) en vez de “me paré” como aparece en la versión Reina Valera 1960 (RV60), que ubica a Juan a la orilla del mar mirando cómo salía la bestia del agua. La lectura “él se paró” es muy probablemente la correcta, mayormente porque está basada en los primeros manuscritos griegos, contrariamente a la lectura de la RV60 que está basada en manuscritos griegos más recientes. En armonía con esto, la frase “él se paró sobre la arena del mar” se refiere al dragón que se paró a orillas del mar esperando que surgiera su primera aliada, la bestia del mar.
Una bestia. La palabra griega thēríon denota un animal silvestre, una bestia salvaje, y un ser con naturaleza bestial, incluyendo monstruos.2 La descripción de la bestia en Apocalipsis 13:1–2 sugiere la figura de un monstruo marino3 (ver Notas sobre Apoc. 12:3). El monstruo de muchas cabezas se menciona en los Salmos (74:13–14). El símbolo de la bestia que representa imperios mundiales retrocede al libro de Daniel (cf. Dan. 7:17, 23). En el Apocalipsis, la bestia es el símbolo del poder político por medio del cual Satanás obra activamente a lo largo de toda la historia de la tierra, en general, y en los últimos días, en particular (Apoc. 11:7; 13:1–18; 14:9–11; 15:2; 16:2, 10, 13; 17:3–17; 19:19–20; 20:4, 10).
El mar. La mención del mar como la fuente de la cual viene la bestia monstruosa de Apocalipsis 13:1 es una clara alusión a Daniel 7:2–3. Esto es evidente por el hecho de que la bestia mixta incorpora las características de las cuatro bestias de la visión de Daniel (Dan. 7:3–7). En el Antiguo Testamento, el mar a menudo simboliza la morada de monstruos marinos (Job 26:12–13; Sal. 74:13–14; Isa. 27:1; 51:9–10; Eze. 32:2), del cual venían los poderes malvados que oprimieron a Israel (ver Notas sobre Apoc. 12:3). El simbolismo del mar en el Apocalipsis parece corresponder al abismo (Apoc. 11:7; 17:8). En Apocalipsis 17, Juan se refiere a la misma bestia (tiene siete cabezas y diez cuernos, y está llena de nombres de blasfemia; 17:3, 7, 12). Esta vez se dice que sube del abismo (17:8). Esto podría sugerir que el mar y el abismo o el pozo sin fondo son el mismo lugar simbólico del cual sale la bestia de Apocalipsis 13:1 (sobre el concepto del abismo como morada de Satanás y los demonios, ver Notas sobre Apoc. 9:1). Es digno de notar que las “muchas aguas” sobre las que se sienta la prostituta Babilonia en Apocalipsis 17:1 son paralelas a la bestia “llena de nombres de blasfemia, que tiene siete cabezas y diez cuernos” sobre la que se sienta la mujer (17:3). Las aguas sobre las que se sienta la ramera se identifican con “pueblos y multitudes y naciones y lenguas”, que evidentemente, son lo mismo que los diez cuernos de la bestia (17:12–18). Eugenio Corsini alega que el mar aquí “representa la realidad cósmica y no obstante histórica del pozo insondable”.4 Es razonable concluir que el mar del cual viene la bestia de Apocalipsis 13:1 puede ser un símbolo de “las condiciones sociales y políticas tormentosas y perturbadas de las cuales comúnmente surgen las tiranías”.5 (cf. Apoc. 17:15).
Diez coronas. Las coronas sobre los cuernos de la bestia son diademas, o sea, coronas reales (gr. diádema, “diademas”). Para una explicación de este concepto, ver Notas sobre Apocalipsis 2:10.
13:3 Inmolada.La palabra “herida” aquí en el griego es sfázō (“asesinar”, “matar”, “masacrar”). La misma palabra en griego se usa con referencia al Cordero (Apoc. 5:6, 9, 12; 13:8), lo que sugiere que la herida mortal de la cabeza de la bestia fue como la del Cordero inmolado. La misma palabra también se usa con referencia a la muerte del fiel pueblo de Dios como resultado de su lealtad a Dios y al evangelio (Apoc. 6:9; 18:24). En otras partes del Nuevo Testamento, la palabra se usa en 1 Juan 3:12 donde habla de Caín que “mató” a su hermano Abel.
13:5 Blasfemias. Blasfemia en el Nuevo Testamento se refiere al acto de pretender igualdad con Dios (Juan 10:33; cf. Mat. 26:63–65) así como a las prerrogativas que son solo de Dios (Mar. 2:7). Que las blasfemias de la bestia del mar tengan que ver con Dios es evidente en Apocalipsis 13:6 donde abre su “boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre y su tabernáculo, es decir los que moran en el cielo”. Como declara George E. Ladd, las blasfemias de la bestia consisten en la “derogación de la deidad por su propia pretensión de auto deificación”.6
Cuarenta y dos meses. Este período en Apocalipsis es asignado a los poderes opresores anti Dios (cf. 11:2; 13:5) en contraste con los 1.260 días usados en forma consistente con referencia al pueblo de Dios (cf. 11:3; 12:6). Los adventistas del séptimo día consideran el año 538 como la fecha en que la iglesia se estableció como un poder eclesiástico para señalar el período de los 1.260 años. El año 1798 marca así el fin de este período profético. Sobre el simbolismo de este período profético y su aplicación histórica, ver Notas sobre Apocalipsis 11:2 y 12:6.
13:8 Los que moran en la tierra. Ver Notas sobre Apocalipsis 6:10.
El libro de vida del Cordero. Ver Notas sobre Apocalipsis 3:5.
13:10 Si alguien mata con la espada, con la espada debe ser muerto. Esta lectura de la declaración proverbial (que se encuentra en RV60, RV95, Versión Moderna) se basa en algunos manuscritos griegos incluyendo el códice Sinaítico, del siglo cuarto, y enfatiza el destino de la bestia como perseguidora. La lectura variante que se encuentran en la NVI y la BJ, dice: “El que deba morir a espada, a filo de espada morirá”, está basada en otros manuscritos griegos, incluyendo el códice Alejandrino del quinto siglo, y enfatiza el destino de los que se mantienen fieles a Dios. Aunque no se encuentra una solución satisfactoria, la lectura de la RV60 es más probable, pues es como un eco de la declaración hecha por el profeta Jeremías con referencia al juicio del pueblo apóstata (Jer. 15:2) y de Egipto (Jer. 43:11). Esto corresponde con las palabras proverbiales de Jesús en Mateo 26:52: “Todos los que toman espada, a espada morirán”.
Exposición
Frustrado en sus esfuerzos por destruir a la iglesia, Satanás ahora dirige su ira contra los remanentes de la descendencia de la mujer.
13:1–2 El dragón ahora está parado sobre la arena del mar, convocando a su primera aliada, para investirla con poder y autoridad. Juan posteriormente ve una bestia que subía del mar. La referencia al mar como la fuente de la cual viene la bestia recuerda la visión de Daniel 7 en la que el profeta vio las cuatro bestias saliendo del mar (7:3). La bestia que sube del mar en Apocalipsis 13 es descrita en detalle más tarde en Apocalipsis 17, añadiendo información complementaria con respecto a la identidad de este monstruo marino.
La descripción física de la bestia en la visión de Juan se realiza a medida que las diversas partes de su cuerpo emergen del agua. La bestia tiene diez cuernos y siete cabezas. Los cuernos representan poderes políticos (Apoc. 17:12). Los diez cuernos de la bestia marina están relacionados con los diez cuernos de la cuarta bestia de la visión de Daniel; simbolizan los reinos que surgen después del desmembramiento del Imperio Romano (cf. Dan. 7:7, 23–24; Apoc. 17:12). Sin embargo, como declara William G. Johnsson, las siete cabezas del dragón representan “los reinos por medio de los cuales Satanás actuó para oprimir al pueblo de Dios a lo largo de las edades”.7 La bestia estuvo activa a través de la historia en una tras otra de las cabezas. Cuando una de las cabezas fue mortalmente herida, la bestia dejó de estar activa. Cuando en el futuro esa cabeza sane, la bestia reanudará sus actividades. Es significativo que las bestias de Daniel 7 tienen en total siete cabezas y diez cuernos.8 La bestia del mar se describe con el mismo número de cabezas y cuernos como el dragón de Apocalipsis 12:3. Esto implica “la unicidad del dragón y la bestia del mar en una parodia de la unicidad de Dios y de Cristo. Así como Jesucristo y el Padre son uno, así el dragón y la bestia del mar son una”.9
La bestia tiene sobre sus cuernos diez coronas que son las diademas reales de la autoridad política. Sin embargo, mientras el dragón tiene las siete coronas sobre sus cabezas, la bestia tiene diez coronas sobre sus cuernos. Vimos antes que las siete coronas de las cabezas del dragón denotan falsa pretensión de Satanás de tener toda autoridad y poder sobre el mundo. Las diez coronas sobre los cuernos de la bestia del mar simbolizan el poder, trono y gran autoridad que le dio el dragón (Apoc. 13:2) por medio de los poderes políticos y seculares del mundo (cf. Apoc. 17:12–13, 17). Esto se encuentra en oposición a Cristo, “el Señor de señores y Rey de reyes” (Apoc. 17:14), quien ostenta “muchas diademas” sobre su cabeza (19:12).
Se dice además que la bestia tiene nombres de blasfemia sobre sus cabezas. Del mismo modo la bestia de Apocalipsis 17 se describe como llena de nombres de blasfemia (17:3). En Apocalipsis 13:6, la bestia abrió “su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre y su tabernáculo, es decir, los que moran en el cielo”. Como explica Ladd, estas blasfemias de la bestia “no son maldiciones sobre la soberanía divina expresadas por hombres bajo los juicios de Dios (16:9); consisten de la derogación de la deidad por su propia pretensión de auto deificación”.10 Este poder pretende prerrogativas de Dios e igualdad con él. Esto indica con fuerza que mientras esta aliada satánica es un poder político, también es un poder religioso que actúa en oposición a Dios y a su pueblo (cf. 2 Tes. 2:3, 4). Pretende adoración y soberanía sobre la tierra pertenecen solo a Cristo (Apoc. 13:3b–4, 12).
La bestia de Apocalipsis 13 combina los rasgos y características de las cuatro bestias de Daniel 7, representando la sucesión de imperios que gobernarían al mundo. El cuerpo de la bestia es como el de un leopardo, los pies, como los de un oso, y la boca como la boca de un león. Varias cosas se observan aquí. Primera, la imagen de la bestia mixta del mar se basa en la visión de Daniel. Daniel 7 proporciona así la clave para identificar la bestia del mar y sus actividades. Siendo que en Daniel una imagen de una bestia representa un poder reinante, la descripción de la bestia del mar sugiere que esta aliada de Satanás debe ser una suerte de poder gobernante, tanto político como religioso. Es el sucesor real de todos los poderes que hubo antes de él. Las actividades de esta bestia llegan a ser evidentes algún tiempo después de la división del Imperio Romano como el cuarto imperio de Daniel 7.
La bestia del mar recibe poder y su trono y gran autoridad del dragón que la convocó. Así como Cristo recibió autoridad del Padre (Apoc. 2:27), así la bestia recibió autoridad del dragón. Satanás ya ha pretendido tener el derecho sobre este mundo. Jesús lo llamó “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31; 14:30; 16:11). Al tentar a Jesús, él afirmó que el dominio y potestad de este mundo “me ha sido entregada, y a quien quiero la doy” (Luc. 4:6). Esta pretensión de poder y autoridad que él ha ejercido sobre la tierra en toda la historia, ahora la entrega a la bestia del mar vía el Imperio Romano. Por medio de las actividades del primer miembro de la trinidad impía, Satanás mismo ejerce todo el poder y la autoridad sobre la tierra en los días finales de la historia de la tierra.
13:3–4 Habiendo descrito la apariencia de la bestia del mar en términos del simbólico cuerno pequeño de la visión de Daniel, Juan ahora proporciona identificación adicional con respecto a este monstruo marino. Una de sus cabezas fue inmolada de muerte. La descripción de la bestia “como inmolada” es similar a la del Cordero “como inmolado” en Apocalipsis 5:6 (en el texto griego se usa la misma palabra para describir la muerte de cada uno).11 De esta manera, la herida mortal de la cabeza de la bestia es como la del Cordero inmolado.
La existencia de la bestia sus actividades es identificada con sus cabezas. La bestia había existido y estuvo activa en el transcurso de la historia en una tras otra de sus cabezas. Cuando una de las cabezas fue mortalmente herida, el dominio y las actividades de la bestia cesaron temporariamente. Así, mientras la herida mortal es de una de las cabezas de la bestia, en Apocalipsis 13:12 y 14 la bestia misma recibe la herida mortal y vuelve a la vida. Cuando en el futuro su cabeza es sanada, la bestia reanudará su rol y actividades anteriores. ¿Cuál de las siete cabezas fue herida hasta el punto de muerte? Muy probablemente la séptima que, de acuerdo con Apocalipsis 17:9–10, “aún no ha venido” desde la perspectiva de Juan, pero había de venir después de la Roma de los días de Juan. De acuerdo con Apocalipsis 13:14, la herida mortal fue causada “por la espada”.
Sin embargo, la bestia experimenta una resurrección porque su herida mortal se sanó. Esto es una falsificación de la muerte y resurrección de Cristo. La curación de la herida mortal obtiene admiración y respeto reverente del mundo entero, porque toda la tierra se maravilló tras la bestia. Esta admiración los lleva a adorar tanto a la bestia como al dragón (que había investido de su autoridad a la bestia), diciendo: ¿Quién es como la bestia, y quién es capaz de hacer guerra contra ella? La pregunta retórica: “¿Quién es como la bestia?” es una parodia de “¿Quién es como Dios?” en el Antiguo Testamento (Éxo. 15:11; Sal. 35:10; Miq. 7:18). Es especialmente significativo que Cristo, mientras libra la guerra con el dragón en el cielo, es mencionado como Miguel (Apoc. 12:7), que en hebreo significa “¿Quién es como Dios?” Aquí hay otra indicación de que al prepararse para la batalla final esta bestia imita a Cristo. La pregunta, “¿Quién es como la bestia, y quién es capaz de hacer guerra contra ella?” implica la respuesta: Ninguno. Esto indica la firme convicción del éxito victorioso de esa batalla.
13:5–7 Después de dar la descripción general de la bestia del mar en términos de la visión de Daniel, Juan ahora identifica las actividades y el carácter de la bestia. A la bestia se le dio una boca para hablar grandes cosas y blasfemias. Esta es una alusión a las actividades del cuerno pequeño que surge después de la cuarta bestia—el Imperio Romano—en Daniel 7:8 y 25. El tiempo asignado a la bestia para ejercer su autoridad es cuarenta y dos meses. Esta es otra alusión a Daniel 7:25 que describe las actividades del simbólico cuerno pequeño. Se dice que él “hablará en contra del Altísimo y oprimirá a sus santos[…]durante tres años y medio” (Dan. 7:25, NVI), que equivalen a un tiempo, y tiempos y medio tiempo. Cuarenta y dos meses es el período asignado a las naciones para que pisoteen la santa ciudad en Apocalipsis 11:2 (ver la exposición sobre Apoc. 11:2). Este período corresponde a los “1.260 días” en que el dragón persiguió a la mujer en el desierto (Apoc. 12:6, 13–16). Todo esto indica que este poder político-religioso que desempeñará el rol clave en el conflicto final tiene una historia de más de 1.200 años de dañar y oprimir al pueblo de Dios en el período medieval. Para comenzar este período profético, los intérpretes historicistas generalmente señalaron el año 538 d. C. como el año en que la iglesia se estableció como un poder eclesiástico. El año 1798—cuando los eventos de la Revolución Francesa y la captura del Papa sacudieron el opresivo poder político-religioso de la iglesia—señalaría así el fin del período de cuarenta y dos meses.
Los cuarenta y dos meses de sus actividades son paralelos a los tres años y medio del ministerio de Cristo en el mundo, un total de cuarenta y dos meses caracterizados por el rechazo y la persecución continuos. Como durante el período medieval los seguidores de Cristo profetizaron “durante 1.260 días vestidos de cilicio” (Apoc. 11:3), así experimentaron lo que Jesús hizo durante sus tres años y medio de fiel testimonio. Jesús declaró: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán” (Juan 15:20).
Luego, Juan amplía el tema de las características blasfemas de la bestia del mar. La bestia abre su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar su nombre y su tabernáculo, es decir, los que moran en el cielo. La frase “los que moran en el cielo” es una referencia al pueblo de Dios en contraste con los impíos a los que se refiere el capítulo como “los que moran en la tierra” (Apoc. 13:8, 12, 14). Los seguidores de Cristo se describen metafóricamente como que ya reinan con Cristo en los lugares celestiales (cf. Apoc. 1:6; 5:9–10). Es de interés especial aquí que la morada o tabernáculo de Dios es igualado con “los que moran en el cielo”. Esto indica que el tabernáculo de Dios es su pueblo fiel sentado “en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efe. 2:6), en unión espiritual con él.12 Las blasfemias de este poder enemigo están dirigidas contra Dios y contra sus santos fieles y leales. A la bestia se le permite hacer guerra contra los santos y vencerlos. Durante este período de los cuarenta y dos meses simbólicos, el pueblo de Dios, aunque oprimido, perseguido, y en número pequeño comparado con los impíos, se aferró a la palabra de Dios y dio su testimonio de Cristo (cf. Apoc. 12:17).
También se le dio a la bestia autoridad sobre cada tribu y pueblo y lengua y nación. Este darle autoridad a la bestia es una repetición de Apocalipsis 13:2, donde el dragón delegó “su poder y su trono y gran autoridad” a la bestia. La frase “cada tribu y pueblo y lengua y nación” indica el mismo territorio al cual se predica el evangelio del tiempo del fin en Apocalipsis 14:6. La bestia del mar ofrece así un evangelio rival al de los tres ángeles en Apocalipsis 14.
13:8 Habiendo identificado la primera de las aliadas de Satanás en términos de la visión de Daniel y su actividad durante los cuarenta y dos meses, Juan vuelve la atención de sus lectores al tiempo del fin. Todos los que moran en la tierra cuyos nombres no estén escritos en el libro de vida la adorarán. Esta declaración se refiere al tiempo del fin. Introduce la actividad que la bestia ejercerá y el apoyo que recibirá en los días finales de la historia de la tierra. El mismo poder que ha ejercido gran poder y autoridad al oprimir al pueblo de Dios durante el transcurso de la historia procurará otra vez dominar al mundo y ganar la lealtad del mundo entero en el tiempo del fin. El conflicto final trazará una línea definida de demarcación entre los verdaderos adoradores de Dios—los que tienen sus nombres escritos en el libro de vida—y los que adoran a la bestia, cuyos nombres no están escritos en el libro de vida del Cordero inmolado desde la fundación del mundo(cf. 17:8). Esto recuerda la gran advertencia del ángel que vuela en medio del cielo proclamando un evangelio eterno a “los que moran en la tierra”, instándolos a temer a Dios y adorarlo, y advirtiéndoles que no adoren a la bestia ni le den su lealtad (Apoc. 14:6–12). La mención aquí del “Cordero inmolado desde la fundación del mundo” es muy significativa. Muestra que la única esperanza del pueblo de Dios en el conflicto final está en la sangre de Cristo y la salvación que él ha asegurado por su muerte en la cruz.
13:9–10 La sección termina con una apelación: Si alguno tiene oído, oiga. Esta apelación es un eco de la exhortación con la que Cristo concluye cada uno de los mensajes a las siete iglesias en Apocalipsis 2–3. Se insta a todos a prestar atención a lo que se dijo aquí con referencia a la primera de las dos aliadas de Satanás. A la apelación le sigue una advertencia universal expresada con dos declaraciones proverbiales similares:
Si alguno ha de ir en cautividad, en cautividad va; Si alguien mata con la espada, con la espada debe ser muerto.
La primera declaración enfatiza el destino del pueblo de Dios. Declara que sus vidas de lealtad y fidelidad a menudo involucrarán prisión y muerte (cf. Apoc. 12:11). Pero la persecución no tiene la última palabra; la segunda afirmación enfatiza el destino de los perseguidores del pueblo de Dios. No se anima al pueblo de Dios a resistir, sino más bien se los llama a perseverar. La última palabra es de Dios, y él traerá juicio y retribución a los opresores de su pueblo. Su castigo será proporcional al daño y opresión que produjeron sobre el pueblo de Dios (cf. Apoc. 18:6–8). Hasta entonces, el pueblo de Dios ha de tener la paciencia y la fe. La frase aquí está indica que aunque en la crisis final la trinidad satánica procura ganar la lealtad de todos “los que moran en la tierra”, el pueblo de Dios se caracteriza por su inflexible fidelidad a Dios con paciente perseverancia (cf. Apoc. 14:12).
¿A quién o a qué representa esta primera aliada de Satanás? El paralelo definido en la descripción entre la bestia del mar y Cristo sugiere que este poder enemigo es la antítesis de Jesucristo y su actividad. Así como Jesús comenzó su ministerio saliendo del agua (cf. Luc. 3:21–23), así la bestia del mar comienza su ministerio saliendo del mar. Se describe a la bestia como una con el dragón, así como Jesús es uno con el Padre (Juan 14:9). Como Cristo recibió la autoridad del Padre (Apoc. 2:27), así la bestia del mar recibe autoridad del dragón. Tanto Cristo como la bestia tienen diademas en sus cabezas (Apoc. 19:12), ambos empuñan detentan espadas (cf. Apoc. 1:16), y ambos tienen cuernos (Apoc. 5:6). Los cuarenta y dos meses de las actividades de la bestia son iguales a los tres años y medio del ministerio de Jesús. Tanto Cristo como la bestia del mar reciben la herida mortal (Apoc. 5:6), y posteriormente vuelven a la vida y adquieren mayor autoridad. Ambos son adorados después que la herida mortal se sanó (cf. Mat. 28:17), y ambos tienen seguidores con inscripciones en sus frentes (Apoc. 13:16; 14:1). La exclamación “¿Quién es como la bestia?” recuerda el nombre de Miguel (“¿Quién es como Dios?”) de Apocalipsis 12:7. Finalmente, ambos, Cristo y la bestia del mar ejercen autoridad global sobre “cada tribu y pueblo y lengua y nación” (cf. Apoc. 13:7). Esto identifica la primera de las aliadas de Satanás en Apocalipsis 13 como un sistema religioso apóstata que falsifica el ministerio de Cristo en la tierra. El hecho de que este sistema religioso es presentado en el símbolo de una bestia sugiere que su autoridad y poder políticos están bajo el disfraz de la religión.
Además, las actividades de este poder recuerdan las actividades del cuerno pequeño de Daniel 7 que surge después de la cuarta bestia: “Y hablará palabras contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará, y pensará en cambiar los tiempos y la ley; y serán entregados en su mano hasta tiempo y tiempos, y medio tiempo” (Dan. 7:25). Tanto Daniel 7 como Apocalipsis 13 se refieren al poder que surge del Imperio Romano y lo sucede después de su desintegración. El período de las actividades del cuerno pequeño (Dan. 7:25) y los de la primera bestia del mar (Apoc. 13:5) son ambos de “cuarenta y dos meses” o 1.260 días proféticos. En otras palabras, la actividad del tiempo del fin de la bestia del mar está precedida por más de 1.200 años de oposición a Dios y de opresión al pueblo de Dios.
Muchos intérpretes ven en la bestia del mar de Apocalipsis 13 el símbolo de la Roma imperial en su hostilidad contra los cristianos en los días de Juan. La herida mortal de la bestia se aplica al mito de Nero revividus (o Nerón resucitado); la “herida mortal” o el período de “no es” de la bestia (Apoc. 17:11) se extendería desde el suicidio de Nerón y la curación de la herida mortal a la renovada persecución de Domiciano al final del primer siglo.13 Se ha demostrado en la “Introducción” de este comentario que el libro del Apocalipsis era significativo para aquellos a quienes se dirigió al principio. El Apocalipsis fue una carta enviada a las congregaciones cristianas de los días de Juan en la provincia romana de Asia, dirigida a sus propias e inmediatas circunstancias y situaciones históricas. Uno puede concordar ciertamente con Johnsson que señala que “los cristianos que vivían a fines del primer siglo habrían encontrado importancia contemporánea en los símbolos de Apocalipsis 13”.14 Johnsson además observa:
Una secta pequeña e ilícita, habrá visto fuerzas y designios satánicos detrás del poder de la Roma imperial, levantada contra ellos por Nerón y Domiciano, y para caer más pesadamente en los 200 años siguientes. Notamos un fuerte movimiento de Romanos 13 a Apocalipsis 13. En el primer pasaje, el estado es ordenado por Dios, pero en el segundo ha llegado a ser un agente de Satanás[.…]La combinación de religión y estado descritos en Apocalipsis 13 habría evocado ecos de sus experiencias corrientes.15
No importa qué aplicaciones puedan haber visto los cristianos del primer siglo en el capítulo 13, Apocalipsis mismo muestra claramente que el cumplimiento de la profecía del libro con respecto a la bestia del mar se extiende más allá de los días de Juan. Provee así la clave para la identificación de la bestia del mar exclusivamente como el sistema político-religioso del tiempo del fin. La descripción de este sistema como la bestia mixta basada en Daniel 7 y con siete cabezas (cf. Apoc. 17:9–11) sugiere que la bestia del mar representa como un símbolo corporativo de todos los poderes opresores, civiles y religiosos, que oprimieron al pueblo de Dios desde el establecimiento de la iglesia en el Éxodo hasta la Segunda Venida.16
La bestia ha existido en diferentes períodos de la historia en una de sus cabezas. Cada cabeza es “una encarnación parcial del poder satánico de gobierno durante un período dado”.17 Apocalipsis 17 en particular, arroja más luz sobre esta identificación de la bestia del mar. El ángel le explica a Juan que las siete cabezas de la bestia (cf. Apoc. 13:1) simbolizan siete poderes mundiales ateos que dominaron el mundo a través de toda la historia y persiguieron al pueblo de Dios (Apoc. 17:9–11). El ángel además declara que cinco de estos imperios (Egipto, Asiria, Babilonia, Persia y Grecia) gobernaron el mundo antes del tiempo de Juan; el sexto, Roma, era el poder mundial del tiempo de Juan; el séptimo se describe como una manifestación futura desde la perspectiva de Juan. Esta es seguida por la fase “no es” (Apoc. 17:11), que debe identificarse como el período de la herida mortal (Apoc. 13:3).
Finalmente, en Apocalipsis 17:11 el ángel le explica a Juan que el poder político mundial del tiempo del fin que está al servicio de la Babilonia del tiempo del fin, viene como la octava cabeza. La octava cabeza es realmente la reaparición de la séptima cabeza en el tiempo del fin después de que se sanó su herida mortal. Juan vivía en el tiempo de la sexta cabeza, o la cabeza romana; la séptima esta por aparecer en la escena, y se la describe en Apocalipsis 13. Evidentemente, nosotros vivimos en la era después de la séptima cabeza, o en la fase “no es” de la bestia, porque la octava cabeza—es decir, la séptima cabeza después que volvió a la vida—con sus diez reinos unidos no ha llegado todavía (cf. Apoc. 17.12–13); aparecerá en el escenario mundial en los días finales de la historia de este mundo.
El texto indica que la bestia del mar de Apocalipsis 13 está en la fase de la séptima cabeza como la sucesora del Imperio Romano pagano (la sexta cabeza; cf. Apoc. 17.10). El único período histórico que sigue a la desintegración del Imperio Romano que se adecua a esta fase de la séptima cabeza es la opresión político-religiosa del pueblo de Dios durante la Edad Media. El único poder religioso-político que coincide con la descripción de la bestia del mar y sus actividades en Apocalipsis 13 durante el período medieval era el gobierno autoritario eclesiástico papal que, habiéndose establecido como un poder institucional en el siglo sexto, dominó el mundo occidental en nombre del cielo por más de doce siglos. Los registros históricos confirman que la primera etapa de las actividades de la bestia del mar (en la fase de la séptima cabeza)—hacer “guerra contra los santos y vencerlos” y ejercer “autoridad sobre cada tribu y pueblo y lengua y nación”—encontró su trágico cumplimiento durante la opresión religiosa del período medieval orquestado por el papado romano. Aunque tal interpretación parece severa e injusta en estos días modernos caracterizados por el ecumenismo y la tolerancia religiosa, el presente no borra las realidades históricas.
Debemos reconocer, sin embargo, que el aplicar la séptima cabeza de la bestia del mar al poder eclesiástico medieval solo, es inadecuado. La historia describe conductas y actividades similares a la jerarquía de la Iglesia Ortodoxa Oriental. Tristemente, la opresión religiosa-política también se demostró en la recientemente establecida ortodoxia Protestante en el mundo occidental durante los siglos diecisiete y dieciocho, caracterizados por la intolerancia religiosa.18 El apoyo para esta perspectiva es amplio, pero está más allá del panorama de este comentario.
La desintegración paso a paso del Imperio Romano que siguió al reinado de Constantino gradualmente introdujo la opresiva autoridad eclesiástica que duró hasta su caída con el surgimiento del mundo moderno. Comenzando con el escepticismo humanista del Renacimiento y el desafío Protestante en los frentes teológico y político, el gobierno autoritario eclesiástico fue seriamente socavado. Además, el surgimiento de la clase urbana traía consigo un desafío propio, tanto a las jerarquías aristocráticas como a las eclesiásticas. La posterior Edad del Iluminismo atacó toda la razón de ser detrás de los gobiernos políticos y religiosos existentes. Siguiendo con la tradición del espíritu del Renacimiento, los nuevos pensadores comenzaron a secularizar la sociedad en serio. Lo que los filósofos defendían en teoría, los revolucionarios franceses y norteamericanos finalmente lo pondrían en práctica. Los filósofos liberales demandaban una cantidad de libertades que la Iglesia y los monarcas no estaban dispuestos a entregar. El establecimiento de la forma republicana de gobierno en América del Norte y en Europa, y la gradual secularización de la sociedad, desde la educación a la forma de gobernar, estaba progresivamente terminando la opresión e intolerancia religiosa y política tanto de la Edad Media como del período post-medieval.
Además, la emancipación de las masas significaba libertad de la superstición y la opresión religiosas. El nacionalismo elevaba a las masas al nivel de las elites gobernantes; mientras destruía el sistema monárquico, también estaba incapacitando efectivamente a la iglesia para sus propias necesidades. Los eventos de la Revolución Francesa (incluyendo la prisión de los papas bajo Napoleón en 1798) que impactaron la libertad política y religiosa son probablemente las manifestaciones más visibles de la “herida mortal”. Pero para todos los propósitos prácticos, fue este largo proceso de transformación política, social y religiosa lo que causó la “herida mortal” y llevó a la bestia del mar al período de “no es” (cf. Apoc. 17:11). Tanto el gobierno opresivo y autoritario religioso-político y la teología tradicional centrada en Dios que dominó el mundo occidental por siglos, llegaron a su fin, y desde entonces han sido remplazados con la filosofía materialista (atea) y centrada en el hombre, expresada de diversas maneras.
Sin embargo, el texto dice que esta herida moral sanaría finalmente, y la bestia volvería a la vida, y ejercería su autoridad y poder en la fase de su octava cabeza (Apoc. 17:11), cubriendo el mismo territorio al cual se predica el evangelio del tiempo del fin (cf. Apoc. 13:7; 14:6). Apocalipsis 13:8 deja claro que este sistema religioso-político, apoyado por una autoridad y poderes mundiales seculares y políticos, intensificará sus actividades, especialmente en los últimos días de la historia de este mundo. El resultado será que “todos los que moran en la tierra la adorarán” (a la bestia) y rendirán su lealtad al triunvirato satánico. Esta vez, sin embargo, el poder apóstata religioso-político resucitado encontrará su destrucción final antes de llevar a cabo su propósito de destruir al pueblo de Dios.
La Bestia De La Tierra (13:11–18)
Apocalipsis 13:8 remite al tiempo del fin cuando la bestia del mar gana la lealtad y adoración del mundo entero. Juan ahora dirige su atención a la segunda de las aliadas de Satanás: la bestia que sube de la tierra. Como en la descripción de la primera bestia, Juan da las características generales de la bestia de la tierra (13:11), y luego pasa a la descripción de sus actividades del tiempo del fin (13:12–18).
11Y vi otra bestia que subía de la tierra, y tenía dos cuernos como un cordero, y hablaba como el dragón. 12Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia delante de ella. Y hace que la tierra y los que moran en ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. 13Y realiza grandes señales, que hasta hace que descienda fuego del cielo a la tierra delante de la gente, 14y engaña a los que viven sobre la tierra por medio de las señales que le fue dado hacer delante de la bestia, diciendo a todos los que moran en la tierra que hagan una imagen de la bestia que tuvo la herida de espada y volvió a la vida. 15Y le fue dado ar aliento a la imagen de la bestia, que la imagen de la bestia pudiera hablar y hacer que cuantos no adoren la imagen de la bestia sean muertos. 16Y hace que todos, los pequeños y los grandes, y los ricos y los pobres, y los libres y los esclavos, reciban una marca en su mano derecha o en sus frentes, 17y que ninguno pueda comprar ni vender excepto el que tiene la marca, es decir, el nombre de la bestia, o el número de su nombre. 18Aquí hay sabiduría: el que tiene entendimiento cuente el número de la bestia, porque es número humano; y su número es 666.
Notas
13:11 Bestia. Ver Notas sobre Apocalipsis 13:1.
La tierra. La tierra (gr. gē) aquí se relaciona con la tierra de Apocalipsis 12:15–16 con referencia al seguimiento que hizo el dragón a la mujer al desierto, cuando la tierra le ayudó a la mujer al abrir su boca y tragar el río desbordado que salía de la boca del dragón. La “tierra” así actúa primero como un símbolo positivo en el Apocalipsis. Es el tiempo del fin, sin embargo, la “tierra” llega a ser el lugar de las abominaciones de la Babilonia escatológica (Apoc. 17:5). De acuerdo con Apocalipsis 19:2, Babilonia corrompió o destruyó la tierra con su fornicación; “de la ‘tierra’ han de ser redimidos los 144.000 (Apoc. 14:3)”.19 La asociación de la tierra y el mar en Apocalipsis 13 (como en Apoc. 10) podría sugerir que la tierra en 13:11 es el complemento del “mar” mencionado en 13:1. Juntos significan el panorama universal y mundial de las actividades del tiempo del fin de Satanás como el cumplimiento de la declaración de Apocalipsis 12:12: “Ay de la tierra y del mar, porque el diablo ha descendido a vosotros teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo”.20 LaRondelle, en un trabajo publicado privadamente, sostiene que la inferencia de que “la tierra” significa un área geográfica restringida (tal como Palestina o el Asia Menor) o una región escasamente poblada (que representa a Norte América) en contraste con las áreas habitadas (tales como “el mar” en Apoc. 13:1), “siguen siendo conjeturas”.21 El Comentario Bíblico Adventista, en armonía con la interpretación tradicional adventista, mantiene que puede suponerse razonablemente esa inferencia.22
Pero. La palabra griega kai (“y”) actúa aquí como un adversativo “pero”.
13:14 Los que moran en la tierra. Ver Notas sobre Apocalipsis 6:10.
13:16 Una marca en su mano derecha o en sus frentes. La palabra griega járagma significa una marca impresa o grabada, y también una imagen esculpida (cf. Hech. 17:29). Járagma era un término técnico para el sello imperial sobre documentos comerciales y la impresión real en las monedas romanas. La palabra también se usaba para marcar animales.23 Sin embargo, ninguna evidencia indica que se usara a fin de poner járagma sobre una persona (por ejemplo, se usaba stígmata para imprimir una marca sobre los esclavos; cf. Gál. 6:17). Esto sugiere un significado simbólico al poner la marca de la bestia en la frente como marca de identificación de pertenecer a la trinidad satánica. El sello de Dios en la frente del pueblo de Dios (Apoc. 7:1–4) y la marca de los adoradores de la trinidad satánica denota la distinción entre los dos grupos en el tiempo del fin.
¿Qué simboliza la marca de la bestia? Sin duda los cristianos del primer siglo que sufrían bajo severa persecución del culto imperial habrían visto el certificado de conformidad con la demanda popular de la adoración del emperador una aplicación de “la marca de la bestia”. A través de toda la historia, se entendió la marca de la bestia como que significaba diferentes cosas en tiempos diversos. Sin embargo, Apocalipsis 13 indica claramente que la aplicación final de la marca de la bestia está fijada para el tiempo del fin, justo antes de la Segunda Venida. En la crisis final la marca de la bestia llegará a ser una señal de lealtad para los que adoran la trinidad satánica, en contraste con los que adoran a Dios y lo obedecen al guardar sus mandamientos.
La marca de la bestia en Apocalipsis está en señalado contraste con el sello de Dios. La función básica de ambos, el sello y la marca, es indicar propiedad, identidad y dar protección. Ambos son así señales de lealtad a Dios y a la bestia, respectivamente. Apocalipsis 12–14 enfatiza que “en la crisis final los mandamientos de Dios emergerán como la norma de lealtad” y obediencia.24 Los santos del tiempo del fin que tienen el sello divino se caracterizan como los que “guardan los mandamientos de Dios” (Apoc. 12:17; 14:12). La marca de la bestia así parece sustituir la obediencia a la bestia en vez de la obediencia a Dios.
Parece que los primeros cuatro mandamientos del Decálogo, específicamente (“No tendrás otros dioses delante de mí”; “No te harás para ti un ídolo, o cualquier semejanza de lo que está en el cielo arriba o en la tierra abajo o en el agua debajo de la tierra”, a fin de adorarlo; “No tomarás el nombre de YHWH tu Dios en vano”; y “Acuérdate del sábado, para guardarlo santo”), llegarán a ser la prueba de lealtad a Dios en la crisis final. Estos cuatro mandamientos se ocupan de la relación de uno con Dios y la adoración. De acuerdo con Apocalipsis 12–14, el problema en la crisis final se centra en la relación con Dios y la adoración apropiada. Los dos grupos en el tiempo del fin se identifican como los que adoran a Dios, versus los que adoran al dragón y a la bestia (Apoc. 14:7, 9; cf. 13:8, 12–15). Esto explica por qué las actividades del tiempo del fin de la bestia del mar se describen como ataques bien planeados contra estos cuatro mandamientos. La demanda de adoración que hace la bestia, algo que es reservado solo para Dios (13:4, 8), es un ataque directo al primer mandamiento. “No tendrás otros dioses delante de mí”. El levantar una imagen para ser adorada (13:14–15) es una violación directa del segundo mandamiento y la blasfemia a Dios ataca el tercer mandamiento (13:5–6). La demanda de recibir la marca de la bestia indica un ataque directo al cuarto, el mandamiento del sábado.
En este momento, es necesario tener cautela con respecto a cualquier intento de limitar la recepción del sello de Dios en las frentes en Apocalipsis 7 a la observancia solo del sábado. En ninguna parte se expresa explícitamente que la observancia del sábado es el sello de Dios. El sellamiento en el Nuevo Testamento significa inequívocamente la presencia del Espíritu Santo en los corazones humanos (2 Cor. 1:21–22; Efe. 1:13–14; 4:30; para un análisis más amplio, ver Notas sobre Apocalipsis 7:3); la persona sellada pertenece a Dios como su posesión y se distingue de otras personas (cf. 2 Tim. 2:19). Esto de ninguna manera socava la validez del sábado como el sello de los mandamientos de Dios. Meredith Kline demuestra que el Decálogo de Éxodo 20 sigue el formato de los antiguos documentos de pactos o alianzas que se estampaban con el sello de propiedad y de autoridad en el centro. De esta manera, el cuarto mandamiento actúa como el sello estampado en el centro del Decálogo.25 El sábado es así el sello de la ratificación del pacto sinaítico entre Dios e Israel.
Por otro lado, las Escrituras hebreas definen inequívocamente el sábado del séptimo día como la señal característica que distinguía al pueblo de Israel de otros pueblos. El sábado era la señal externa de pertenece al verdadero Dios y la relación especial entre Dios y su pueblo del pacto (Éxo. 31:12–17; Eze. 20:12–20). Las dos versiones del Decálogo dadas en Éxodo y en Deuteronomio muestran que el propósito del sábado era ser un recordativo constante para Israel de Dios como su Creador (Éxo. 20.11) y su Salvador (Deut. 5:15). Parece que este aspecto del sábado se enfatiza en Apocalipsis 12–14. Aunque el problema en la crisis final no se limita solo al sábado, el sábado evidentemente será la prueba definitiva de lealtad y obediencia en la crisis final.26 Cuando en Apocalipsis 14:6–12 Juan describe la apelación final de Dios a los habitantes de la tierra, lo hace en términos de llamarlos a adorar al verdadero Dios, el Creador, en el contexto del cuarto mandamiento (Apoc. 14:7; cf. Éxo. 20:11; los editores de la cuarta edición del Nuevo Testamento Griego de las Sociedades Bíblicas Unidas admiten en el margen que la declaración de Apoc. 14:7b es una alusión a Éxo. 20.11).27 Esta apelación a adorar al Dios Creador es seguida por la proclamación de los otros dos ángeles que anuncian la caída de Babilonia y advierten contra adorar a la bestia y recibir la marca en la mano derecha o en la frente (Apoc. 14:6–11). El instar a la gente que adore al verdadero Dios en relación con el mandamiento del sábado, advirtiéndoles contra la adoración de la bestia y de recibir su marca, sugiere con fuerza que la marca de la bestia actúa como la falsificación del mandamiento del sábado. Que recibir la marca tiene algo que ver con los mandamientos de Dios está confirmado adicionalmente con el texto final; los adoradores de Dios se caracterizan como los que “guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (14:12).
El texto parece indicar que así como el sábado es la señal distintiva de obediencia a Dios al guardar sus mandamientos en la crisis final, así la marca de la bestia, el sábado falsificado (en contraste con el sábado del séptimo día) llegará a ser la señal de obediencia a la bestia. Recibir la marca de la bestia estará en directa oposición a la obediencia a los mandamientos de Dios. Uno puede ciertamente estar de acuerdo con William G. Johnsson que “mientras la no observancia del sábado o la observancia del domingo no es ‘la marca’ ahora mismo, ambos son integrales a su imposición. El sábado, que antiguamente era la ‘señal’ del pueblo de Dios (Éxo. 31:13; Eze. 20:20), volverá a estar en primer plano para mostrar al mundo a los que ponen a Dios primero”.28
13:17 La marca, es decir, el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Esta lectura es apoyada por el códice Alejandrino. Sin embargo, hay otros manuscritos tempranos importantes que atestiguan la inclusión de la palabra “o” en el texto: el manuscrito griego más temprano P47 dice: “la marca o el nombre de la bestia o el número de su nombre”, y el Sinaítico dice: la marca de la bestia o su nombre o el número de su nombre”, A pesar del sólido apoyo de los manuscritos para la inclusión de “o”, parece que la lectura del Alejandrino (que es afirmado como el mejor testigo textual) es más exacta. Pone “el nombre de la bestia” en aposición a “la marca”; en otras palabras, la marca consiste en el nombre de la bestia. Esto pondría la marca de la bestia en contraste con el sello de Dios en las frentes, que consiste en el nombre del Cordero y el del Padre (Apoc. 14:1).
13:8 Sabiduría (sofía) y entendimiento (nous, “mente”). Las dos palabras aparecen unidas otra vez en 17:9 con referencia a la identidad de la bestia sobre la cual está sentada la ramera. Parece que el llamado a la sabiduría alude a Daniel 12:10 donde “los entendidos comprenderán” los tiempos del fin mostrados a Daniel en visiones. A la luz de Daniel 12:10 y Apocalipsis 17:9, el llamado a la “sabiduría” y al “entendimiento” en 13:18 no se refiere a una capacidad mental e intelectual brillante para calcular el número de la bestia por medio del cálculo matemático incluyendo la gematría (ver más abajo). En el libro, la sabiduría es un atributo divino (5:12; 7:12). Solo por medio de esta sabiduría divinamente impartida los fieles serán capaces de comprender y discernir el significado del número satánico de 666 y el verdadero carácter de la bestia.
Cuente. El griego psēfizō (“contar”, “calcular”, “computar”, “sacar la cuenta”) significa literalmente “contar con piedritas”. La palabra aparece solo aquí y en Lucas 14:18. Su sinónimo es logízomai, (“calcular”, “sacar la cuenta”, “prestar atención cuidadosa a un asunto”). En Lucas 14:28, psēfizō se usa en el sentido de “contar” o “calcular” el costo. Jesús dice que si sus oyentes quieren seguirlo, deben computar el costo del discipulado. En Apocalipsis 13:18, la palabra se usa en el sentido de “calcular” dónde sus lectores son llamados a investigar el significado simbólico del críptico número 666.29 Es número humano. El griego arithmós gar anthrōpou estin puede ser traducido como “porque es un número de un hombre”, o “porque es un número humano” (o “un número de humanidad”). La bestia en el capítulo 13 no se refiere a un individuo o a una persona específica en la historia (sea pasada o futura), sino a un sistema humano que está en oposición a Dios; por ello arithmós antrhōpou significa aquí “un número humano”. Juan usa ánthrōpou en el sentido genérico también en 21:17 donde métron ántrhōpou significa “medida humana”. El texto sugiere que el número de la bestia está de algún modo relacionado con la humanidad. Así, 666 es un número humano en contraste con el número divino 777.
Su número es 666 (hexakósioi hexēkonta hex). El contexto parece sugerir que los lectores originales tenían la capacidad de abrir el código, que debe haberse perdido más tarde. Desde el siglo segundo, el método más popular usado para intentar descifrar el número críptico de 666 ha sido la técnica llamada gematría (una palabra derivada del griego geōmetría, que significa “manipulación con números”)30 en la que cada letra del alfabeto hebreo, griego o latino, tiene su propio valor numérico (p. ej., “A” representa el 1, “B”, para el 2, “C” para el 3, etc.).31 Como resultado se hicieron numerosas conjeturas en cuanto al significado del número 666. El valor numérico puede indicar diversos emperadores romanos como Nerón y Calígula,32 o para otros como Mahoma, Napoleón, Hitler; también puede referirse a la inscripción vicarius filii dei supuestamente inscrita en la tiara papal.
Ninguna de estas sugerencias parece convincente por al menos cinco razones. Primera, las posibilidades de la técnica de la gematría con respecto al número 666 son ilimitadas. Segunda, en ninguna parte del Apocalipsis Juan usa la gematría como método de identificación. Siempre que él usa la palabra “número” (arithmós) en el libro (5:11; 7:4; 9:16; 20:8), nunca tiene la intención de que sea calculado. Todos los números que aparecen en el libro “tienen significado figurado y simbolizan alguna realidad espiritual, y nunca involucran alguna clase de cálculo de gematría literal”.33 Cuando en el texto siguiente Juan se refirió a los 144.000 que tienen “el nombre de Cristo y el nombre de su Padre escritos en sus frentes” (Apoc. 14:3), no tenía intención de que se hiciera cualquier suerte de cálculos matemáticos sino una comprensión simbólica o espiritual del número. Tercera, en ninguna parte del libro Juan se refiere a un individuo específico en la historia—pasado, presente o futuro—sino más bien a sistemas religiosos o políticos. Esto es cierto también de la bestia en el capítulo 13. Si el número 666 hubiera tenido la intención de ser identificado con alguna persona histórica “por medio de tal cálculo literal, hubiera sido una rara excepción de la forma en que se emplean los números en otras partes del Apocalipsis”.34 Cuarta, si Juan hubiera querido que sus lectores sacaran el significado de 666 contando el valor numérico de las letras, ciertamente hubiera señalado el lenguaje en el que aparece el nombre. En otras partes del libro, cuando él quiere señalar un significado específico de un nombre, no permite que el lector decida el lenguaje arbitrariamente. Más bien, especifica que el nombre está “en hebreo” (9:11; 16:16) o en “griego” (9:11). Quinta, el contexto sugiere que el número del nombre de la bestia tiene una importancia y significado escatológico. Se invita a los lectores a calcular el significado del número 666 en el contexto de las actividades del tiempo del fin de la bestia de la tierra que hará que el mundo haga la imagen de la bestia y reciba “el nombre de la bestia, o el número de su nombre” (13:17). En otras palabras, el número 666 es aplicable a la bestia, no antes, sino después de que su herida mortal haya sido sanada. Cualquier aplicación de 666 a personas históricas (incluyendo a Nerón o Mahoma) o a un título medieval vicarius filii dei que se alega que estuvo inscrito en la tiara papal en algún momento del pasado, no se adecua al contexto escatológico en el cual se insta a los lectores a buscar discernimiento divino para percibir el carácter de la bestia y protegerse de los engaños del tiempo del fin.
El número de la bestia expresado como 666 está lejos de ser completamente comprendido. Se dice que es “un número humano” (aríthmos anthrōpou) en vez de uno divino. Consiste del triple seis claramente expresado en griego: hexakósioi hexēkonta hex. Las matemáticas babilónicas estaban basadas en el sistema sexagesimal, en el que las unidades básicas para contar eran los números 6 y 60. (El sistema sexagesimal ha sido universalmente aceptado hoy para la medición de arcos y ángulos, y para las divisiones del tiempo.35) Además, el número seis también era importante en la religión babilónica.36 Sesenta era el número de dioses supremos babilónicos en el panteón en momentos diferentes (p. ej., Anu y Marduk). (Esto explica por qué la estatua de oro de Nabucodonosor tenía 60 codos de altura y 6 codos de ancho; Dan. 3:1). Un amuleto popular usado por los sacerdotes en Babilonia contenía una misteriosa configuración de números en un cuadrado como sigue:
| 1 | 32 | 34 | 3 | 35 | 6 |
| 30 | 8 | 27 | 28 | 11 | 7 |
| 20 | 24 | 15 | 16 | 13 | 23 |
| 19 | 17 | 21 | 22 | 18 | 14 |
| 10 | 26 | 12 | 9 | 29 | 25 |
| 31 | 4 | 2 | 33 | 5 | 36 |
El total de esta secuencia de números en el amuleto, tanto horizontal como verticalmente es 666. Así seis es el número de Babilonia y, como tal, está en contraste con el número divino siete (ver Notas sobre Apoc. 5:1). Teniendo uno menos que siete, expresa la imperfección humana sin Dios, en contraste con el número siete que expresa cuán completo y perfecto es Dios.
Uno podría también observar la referencia a 666 en 1 Reyes 10:14 donde 666 talentos de oro estaban en la lista de los ingresos anuales del rey Salomón. Se da la información en el contexto de cuando Salomón comenzó a alejarse de Dios después de haberse casado con una princesa egipcia. De tal modo, 666 como el número de la bestia puede señalar a la iglesia cristiana como el sistema que una vez fue fiel a Dios y que finalmente se alejó de Dios y llegó a ser el enemigo del pueblo de Dios en el tiempo del fin.
La importancia adicional del significado del número seis como “un número humano” en Apocalipsis 13:8 se encuentra en el hecho de que la humanidad fue creada en la altura de la gloria del sexto día de la creación.37 La semana completa, sin embargo, no se expresa en el número seis, sino más bien en el número siete.38 El séptimo día es el día que corona la semana de la creación; expresa la plenitud de la creación y la redención de Dios. Seis encuentra su verdadero significado en siete, cuando los seres humanos se elevan por encima de la esfera de lo mundano y se consagran a Dios y le dan toda la gloria a él por su existencia. En tal forma de comprensión, como sugiere Beatrice S. Neall, el número 666 “representa la negativa del hombre de avanzar a siete, sino de dar gloria a Dios como Creador y Redentor. Representa la fijación del hombre consigo mismo, el hombre que busca gloria en sí mismo y en sus propias creaciones. Habla de la plenitud de la creación de todos los poderes creativos sin Dios, la práctica de la ausencia de Dios. Demuestra que el hombre no regenerado es persistentemente malo. Las bestias de Apoc 13 representan al hombre ejerciendo su soberanía aparte de Dios, el hombre conformado a la imagen de la bestia en vez de la imagen de Dios. El hombre aparte de Dios llega a ser bestial, demoníaco”.39
En este contexto, el número 666 actúa como un símbolo de la mayor imperfección.40 En este sentido ha de encontrarse el verdadero significado del número de la bestia, significando que es posible percibir solo por medio del discernimiento divino.
Es digno de notar que la referencia al número de la bestia como 666 es seguido por la visión de los santos sellados llevando el nombre de Cristo y el del Padre en sus frentes (14:1). Esto sugiere que en el texto “hay la intención de un contraste entre el nombre de la bestia y el nombre del Señor. Si este último simboliza una realidad puramente espiritual, que es real, entonces también lo hace el primero. Esto es cierto también del número de la bestia, ya que es sinónimo de su nombre”.41 Sin embargo, la bestia no llega al carácter divino que está falsificando.42 Tal identificación de este poder anti-Cristo “requiere la sabiduría del discernimiento divino” más que la astucia intelectual y los cálculos humanos.43 Una interpretación en este sentido parece estar en armonía con todo el libro del Apocalipsis.
Exposición
El dragón, Satanás mismo, todavía está parado a la orilla del mar. Esta vez convoca al escenario a la segunda de sus aliadas que se une a él y a la bestia del mar en la batalla final y decisiva en la historia de la tierra.
13:11 Ahora Juan describe la apariencia del segundo actor en el drama, la bestia que subía de la tierra. La tierra de la cual proviene la segunda bestia es la misma que ayudó a la mujer tragando el río crecido que salía de la boca del dragón (Apoc. 12:15–16). Esto sugiere una apariencia amistosa de la segunda bestia que se adecua a sus actividades engañosas al hacer que toda la tierra adorara a la bestia del mar. Además, el hecho de que las dos aliadas de Satanás salen del mar y de la tierra, respectivamente, indica el panorama mundial de las actividades satánicas del tiempo del fin (cf. Apoc. 12:12).
Se habla de la bestia de la tierra con la misma palabra griega para “bestia” como la que usó para la bestia del mar, sugiriendo una bestia salvaje. Mientras la bestia del mar aparece con diez cuernos monstruosos, la bestia de la tierra aparece con dos cuernos como de un cordero. El símbolo del cordero en el Apocalipsis siempre se refiere a Cristo, lo que sugiere que la referencia aquí no es a cualquier cordero sino al Cordero. Así, se describe la apariencia de la bestia de la tierra en términos similares a Cristo, sugiriendo una historia muy positiva de este poder, con un tono religioso. Sin embargo, el carácter de la bestia de la tierra es opuesto al de su apariencia, porque hablaba como un dragón. Como nota E. Schüssler Fiorenza, “la referencia a los cuernos y al hablar del monstruo afirma adicionalmente que el texto no se refiere a cualquier cordero y dragón, sino claramente al Cordero y al Dragón”.44 Como la primera bestia, la segunda actúa como vocera del dragón en su esfuerzo para derrotar a la iglesia por medio de engaños. La declaración de que la bestia de la tierra habla como el dragón (o serpiente en 12:9) puede referirse al “carácter seductor y engañoso de la serpiente en el Jardín del Edén”.45 Como los profetas en el Antiguo Testamento fueron los voceros de Dios, así el poder del tiempo del fin es el portavoz de Satanás. Por esto el resto del libro se refiere a la bestia de la tierra como “el falso profeta” (16:13; 19:20; 20:10).
13:12 Habiendo identificado la bestia de la tierra en términos generales, Juan ahora pasa a describir sus actividades en la crisis final. (Nótese en el texto el cambio del tiempo verbal del pasado en el versículo 11 al presente en el versículo 12.) De ahora en adelante, presenciamos la guerra entre el dragón y el remanente de la descendencia de la mujer. El resto del capítulo 13 describe “la guerra del dragón contra el remanente”, mientras el capítulo 14 describe “la respuesta del remanente al ataque del dragón”.46
La bestia de la tierra ejerce toda la autoridad de la primera bestia delante de ella. Esta aliada satánica es claramente una parodia del Espíritu Santo. Ejerce la autoridad de la bestia del mar así como el Espíritu ejerce la autoridad de Cristo (cf. Juan 15:26; 16:13–14). Por medio de la bestia de la tierra, la bestia del mar indirectamente ejerce el gran poder y autoridad que ejerció antes durante el período simbólico de los cuarenta y dos meses (Apoc. 13:5–8). El poder y la autoridad ejercidos por la bestia de la tierra es puesta en práctica con las dos estrategias de la bestia del mar a través de la historia: engaño y coerción. Es evidente que la bestia de la tierra representa un poder religioso-político al servicio de la bestia del mar, ya de aquí en adelante se la llama “el falso profeta” (16:13; 19:20; 20:10).47
Además, la bestia de la tierra hace que la tierra y los que moran en ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. Otra vez vemos aquí una falsificación del rol del Espíritu Santo. Al exaltar a la bestia del mar y hacer que la gente la adore, la bestia de la tierra imita al Espíritu Santo cuyo rol, de acuerdo con el evangelio de Juan, es el de magnificar a Cristo (Juan 15:26; 16:12–15). Es importante notar el cambio de los tiempos verbales en el texto. La expresión “hace” está en el griego en tiempo presente, mientras que “adoren” está en futuro. “Hace” lleva la idea de preparar a “la tierra y los que moran en ella” a adorar a la primera bestia. Este “hacer” que “la tierra y los que moran en ella” adoren a la primera bestia incluye algún tipo de actividades de parte de la bestia de la tierra en los días finales de la historia de la tierra. Estas actividades, en sus etapas iniciales, evidentemente incluyen engaño y persuasión (cf. Apoc. 13:13–14) y, como medida final, coerción (cf. 13:15–17). La tierra amigable, que antes ayudó a la mujer, ahora engendra una lealtad hacia la primera bestia y llega a estar en oposición al remanente de la descendencia de ella.
La referencia a la herida mortal de la bestia del mar parece muy importante (se repite otra vez en el versículo 14). Parece que el “hacer” que la tierra adore a la bestia del mar tiene que ver con la curación de la herida mortal. Ya notamos en Apocalipsis 13:3–4 que la curación de la herida mortal llevó al mundo entero a admirar y a adorar a la bestia del mar. La sanación de la herida mortal desempeña un rol decisivo en la preparación de “la tierra” y sus habitantes para la crisis final con el tributo mundial de lealtad y adoración al poder opresivo de la bestia del mar.
13:13–15 Juan ahora explica la primera de las estrategias que usa la bestia de la tierra para hacer que “la tierra” adore a la bestia del mar. Primero, la bestia realiza grandes señales, que hasta hace que descienda fuego del cielo a la tierra delante de la gente. El propósito de estas grandes y milagrosas señales—de las cuales la mayor es hacer descender fuego del cielo—es impulsar a todo el mundo a adorar la bestia del mar. “Maravillas, prodigios y señales” caracterizaron el ministerio terrenal de Jesús (Hech. 2:22). Estas señales milagrosas realizadas por la bestia recuerdan a uno las señales y maravillas que el Espíritu Santo obró por medio de los apóstoles en el libro de los Hechos (cf. 2:43; 4:30; 5:12–16). Así como por medio de señales milagrosas el Espíritu Santo convencía a la gente a aceptar a Jesucristo y adorarlo, así el Cristo falsificado “engaña a los que viven sobre la tierra por medio de las señales” (Apoc. 13:13).
El hacer descender fuego del cielo a la tierra podría ser una falsificación del día de Pentecostés cuando las llamas de fuego descendieron del cielo sobre los discípulos (Hech. 2:3). Sin embargo, este fuego tiene una alusión más fuerte al fuego que el profeta Elías pidió que bajara del cielo (1 Rey. 18.38), que demostró que YHWH era el verdadero Dios de Israel y el único para ser adorado. Así, en el segundo caso, la bestia de la tierra actúa como un Elías falsificado, quien, al hacer descender fuego del cielo, descarría al pueblo para que adore un dios falso. Cualquiera sea el fuego representado, es efectivo en falsificar la verdad y el evangelio. Todo esto está diseñado para engañar a la gente y persuadirla de que estas grandes señales milagrosas son las manifestaciones del poder divino.
La estrategia de este obrador de milagros del tiempo del fin parece ser efectiva. Por medio de grandes señales milagrosas, la bestia de la tierra engaña a los que viven sobre la tierra por medio de las señales. Este engaño es satánico, porque el poder para realizar estas señales milagrosas le fue dado a la bestia por Satanás. Esta idea recuerda la profecía de Pablo de que el inicuo cuya venida sería “por obra de Satanás, con su gran poder y señales y prodigios mentirosos, y que con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (2 Tes. 2:8–10).
Por medio del engaño de estas grandes señales milagrosas, la bestia de la tierra conduce a la gente engañada de la tierra a que hagan una imagen de la bestia que tuvo la herida de espada y volvió a la vida. Aquúi Juan presenta a un nuevo actor en el drama del tiempo del fin. La expresión “la imagen de la bestia” sugiere que este nuevo actor es como la bestia del mar, pero diferente de la bestia de la tierra. Mientras la bestia de la tierra usa la estrategia de persuasión por medio de engaños, la imagen de la bestia usa la fuerza como el medio de persuasión. Este nuevo actor parece ser más un poder político que religioso.
Se observa que las imágenes y los ídolos en el Antiguo Testamento son incapaces de hablar y actuar (p. ej., Sal. 115:4–5; 135:15; Isa. 46:7; Jer. 10:5; Hab. 2:18–19) por causa de la falta de aliento en ellos (Sal. 135:17; Jer. 10:14; Hab. 2:19). Por lo tanto, se delega en la bestia de la tierra el dar aliento a la imagen de la bestia. Esto recuerda el dar el aliento de vida al primer hombre (Gén. 2:7). La imagen de la bestia es puesta en acción por demanda de la bestia del mar, para que la imagen de la bestia pudiera hablar y hacer que cuantos no adoran la imagen de la bestia sean muertos. Este escenario está basado en Daniel 3 que describe al rey Nabucodonosor ordenando a la gente de su reino, bajo amenaza de muerte, a adorar la imagen de oro que él había erigido. Así como en el tiempo de Daniel la adoración de la imagen de oro fue impuesta por un decreto legislativo, en el tiempo del fin la exigencia de adorar la imagen de la bestia será apoyada por el poder civil. De este modo la imagen de la bestia y el falso profeta rendirán su servicio a la primera bestia y forzarán a toda la tierra a adorarla.
Aquí dos cosas son evidentes. Primera, el problema de la crisis final será la adoración. Solo Dios es digno de adoración (Apoc. 14:7; 19:10; 22:8–9), y adorar a cualquier otro es una ofensa para él. Los dos grupos de Apocalipsis en el tiempo del fin se identifican como los que adoran a Dios versus los que adoran al dragón y a la bestia. La prueba final no será la negación de la adoración, sino más bien a quién se adora. Segunda, el símbolo de la imagen de la bestia en relación con la curación de la herida de la bestia (Apoc. 13:14) indica el reavivamiento, en el tiempo del fin, de la doble estrategia de Satanás (engaño y coerción) que usó a través de los siglos. Así, el símbolo de la imagen de la bestia señala a “una institución y procedimientos que duplicarán la forma y la conducta del poder de la bestia en otras épocas. Esa unión de iglesia y estado que caracteriza la apostasía, y siempre precede a la persecución, se realizará otra vez”. En otras palabras, las características del conflicto final será “la unión final de un cristianismo profeso con el poder del estado, a fin de obligar a todos los hombres a aceptar sus decretos”.48
¿A quién o a qué representa la bestia de la tierra como la segunda aliada de Satanás? Su identidad parece ser muy ambigua. Lo que se ha dicho con referencia a la bestia del mar se aplica también a la bestia de la tierra. Como Johnsson señala, “sin duda los cristianos que vivieron al final del primer siglo habrían encontrado significado contemporáneo a los símbolos de Apocalipsis 13”. Muy probablemente vieron “elementos del culto imperial detrás de la bestia de la tierra cuyos esfuerzos fueron dirigidos hacia la exaltación de la bestia del mar. La combinación de religión y estado presentado en Apocalipsis 13 evocaría ecos de sus experiencias corrientes”.49 Sin embargo, como con la bestia del mar, el cumplimiento de la profecía con respecto a las actividades de la bestia de la tierra se extienden más allá de los días de Juan y señalan hacia el fin del mundo. Varias cosas en el texto proporcionan indicios para identificar la bestia de la tierra como el sistema religioso-político del tiempo del fin.
Primero de todo, hemos observado que la bestia del mar, en sus actividades de la fase de la séptima cabeza, representa a un poder y sistema eclesiástico religioso-político que dominó y gobernó al mundo con un poder político autoritario durante la opresión religiosa del período medieval. Sin embargo, la bestia de la tierra no tiene antecedentes antiguos como los de la bestia del mar. Parece surgir al poder después que la bestia del mar sufrió la herida mortal, durante la parte del “no es” de ella, en Apocalipsis 17.11. La bestia de la tierra es claramente descrita en Apocalipsis 13 como un poder exclusivamente del tiempo del fin.
El origen de este poder del tiempo del fin está presentado en términos positivos. La bestia sube de la tierra, la que en Apocalipsis 12, como vimos arriba, es un símbolo positivo con respecto a la iglesia. Se describe además como teniendo dos cuernos como de cordero, lo que sugiere cualidades positivas. Su apariencia se describe, entonces, como semejante a Cristo. Ejerce una autoridad tolerante sobre la gente. Cuando la herida mortal de la bestia del mar fu sanada, sin embargo, este poder similar a un cordero comienza a hablar más como un dragón, y llega a ser un aliado del dragón. En la última etapa de sus actividades, este poder religioso-político del tiempo del fin exalta a la bestia del mar y hace que la gente la adore. Esto es paralelo con el dicho de Jesús de que el rol del Espíritu Santo es magnificarlo a él (Juan 15:26; 16:12–15).
Finalmente, se predice que este poder del tiempo del fin desempeñará un papel clave en la crisis final. Lo que la segunda mitad de Apocalipsis 13 parece sugerir es que la autoridad medieval de la primera bestia se ejercerá otra vez, por medio de la bestia de la tierra. Parece que la bestia de la tierra remplazará a la primera bestia en poder y autoridad universales y actuará como el poder opresor mundial del tiempo del fin.
Parece que ninguna entidad religiosa o política por sí sola en la historia moderna se equipara con la descripción de la bestia de la tierra como lo hacen los Estados Unidos de Norteamérica. Los Estados Unidos surgieron en la arena de la historia después que el sistema eclesiástico medieval había recibido su “herida mortal”. Esta nación ha llegado a ser el poder dominante en el mundo. Como el principal poder democrático en el mundo, ha sido admirado por su tolerancia y libertad política y religiosa, no obstante, como una fortaleza militar y financiera, es altamente respetada y, aún, temida por algunos. Hoy, los Estados Unidos ejercen un rol principal en los asuntos mundiales. Hasta aquí, este poder claramente se parece a la bestia de dos cuernos. Hablando en términos históricos, lo que hará que este cordero de dos cuernos comience a hablar como el dragón está todavía por verse. Apocalipsis 13, sin embargo, parece predecir un rol clave religioso-político para los Estados Unidos en la crisis final.
Apocalipsis 13:12–14 muestra que al exaltar a la bestia del mar en los últimos días, las actividades de la bestia de la tierra inicialmente se caracterizarán por señales grandes y milagrosas como medio de persuasión. Más tarde en el libro, este poder religioso-político del tiempo del fin, se menciona como el falso profeta (Apoc. 16:13; 19:10; 20:10). En Apocalipsis 16:13–14, el falso profeta engaña a la gente por medio de señales y milagros engañosos para reunirlos para la batalla del Armagedón. Actuará en la misma presencia de la bestia del mar, instilando en sus seguidores, en la etapa inicial, un falso evangelio caracterizado por el sensacionalismo basado en milagros y emociones que ocupan el lugar de la religión del corazón y de la conducta, y la influencia transformadora del Espíritu Santo.
Por causa de la naturaleza peculiar de las ya mencionadas actividades del tiempo del fin de la bestia de la tierra, uno debe concordar con la observación de William G. Johnsson:
Reconozcamos francamente que la comprensión completa del cumplimiento de esta profecía del monstruo de la tierra todavía está delante de nosotros[.…]Rasgos importantes de los engaños del segundo monstruo no son todavía claros, especialmente los milagros que hacen que muchos sean descarriados, y la “imagen” del monstruo marino. Además, la visión indica un escenario para la acción que abarca todo el mundo[.…]Cómo se atraerá a toda la masa de la humanidad al remolino del engaño, ahora todavía no es aparente.50
La razón para esta comprensión es que en Apocalipsis 13–18 todo ha de ser cumplido a escala mundial, y nada es “localizado o nacionalizado” para ninguna región o nación por sí sola.51 Estas observaciones no niegan la validez de la aplicación de la bestia de la tierra a los Estados Unidos, sino más bien dice, como afirma Johnsson adicionalmente, que “la plena revelación del significado del monstruo de la tierra todavía está por delante, y que las actividades engañosas finales de la gran controversia, aunque involucran fuertemente a los Estados Unidos, serán globales”.52
13:16 En la etapa final de sus actividades, sin embargo, la bestia de la tierra viene a ejercer la misma intolerancia y fuerza que caracterizaron a la bestia del mar durante los tiempos medievales. La imagen de la bestia exige que todos los moradores de la tierra reciban una marca en su mano derecha o en sus frentes. “El mandato se extiende a todas las personas de todos los niveles ciudadanos” (los pequeños y los grandes), de todos los estratos económicos (los ricos y los pobres), y de todas las categorías sociales (los libres y los esclavos).53 Nadie está exento. En Apocalipsis 7:3, los santos, estando en el umbral de la gran tribulación, son sellados en sus frentes. Esto los pone aparte como pueblo de Dios y los protege de la derrota del enemigo y de los juicios de Dios.54 Así como Dios marca a su pueblo fiel con el sello en la frente, así Satanás marca a los seguidores y adoradores de la bestia en su mano derecha o frente con el nombre de la bestia.
La marca de la bestia actúa claramente como la falsificación del sello de Dios (Apoc. 7:3; 14:1). El estar sellado es el símbolo de un cristiano genuino. La persona sellada pertenece a Dios como su propia posesión (2 Tim. 2:19). Los adoradores de la bestia llevan la marca simbólica de propiedad y lealtad a Satanás (Apoc. 13:16–17; 14:9; 16:2; 19:20; 20:4), así como los seguidores de Cristo tienen el sello simbólico de posesión de Dios y su lealtad a él. Mientras el sello de Dios consiste en los nombres del Cordero y del Padre escrito en sus frentes (14:1), la marca de la bestia consiste en “el nombre de la bestia, o el número de su nombre” sobre la frente o en la mano (13:17). La frente representa la mente, y la mano derecha representa actos o acciones. Beatrice Neall afirma: “La recepción de la marca de la bestia y del sello de Dios, que consisten en los nombres de la bestia y de Dios, denota conformidad con el carácter de Satanás o de Dios”.55 Siendo que el sellamiento significa la presencia del Espíritu Santo que actúa sobre los corazones humanos (2 Cor. 1:21–22; Efe. 1:13–14; 4:30), poner la marca de la bestia falsifica la obra del Espíritu Santo. La gente con la marca de la bestia ha sido llevada a este sistema religioso, y siempre sirven con sus mentes y corazones, algunos voluntariamente, otros de mala gana.
Como señala correctamente Neall, la exigencia de recibir la marca en la mano derecha o en la frente evoca el mandato divino a Israel de atar sus mandamientos como una señal en sus manos o en sus frentes (Deut. 6:8), “que los judíos cumplían con el uso de filacterias. De aquí que la marca en la mano o la frente significa la escritura de las leyes de Dios en las mentes y la conducta de la gente”.56 Esta práctica tenía la intención de imprimir sobre las mentes lo que los judíos consideraban ser el texto central de la Biblia hebrea: “Oye, Israel: YHWH nuestro Dios, YHWH uno es. Y amarás a YHWH tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” (Deut. 6:5). Para Jesús, estas palabras eran un resumen de los primeros cuatro mandamientos del Decálogo (Mat. 22:27–40). Esto sugiere que la exigencia de la bestia de tener la marca en la mano derecha o en la frente representa una antítesis de los mandamientos de Dios, el cambio de la obediencia a la bestia en lugar de la obediencia a Dios.
Como declara Jon Paulien, Apocalipsis 12–14 muestra que “la verdad probatoria para el mundo” en la crisis final “está centrada en el asunto de la adoración apropiada”.57 La gente que viva en el tiempo del fin caerá en uno de los dos grupos: los adoradores del verdadero Dios que tienen el sello en su frente, o los adoradores de la trinidad satánica que tienen la marca en su mano derecha o en su frente. Lo que distingue en la crisis final a los dos grupos de adoradores es, respectivamente, la señal o la marca que recibieron.
Los sellados adoradores del verdadero Dios en Apocalipsis 12–14 se caracterizan además como los que “guardan los mandamientos de Dios” (Apoc. 14:12; cf. 12:17). Los que tienen la marca de la bestia contrastan con “los que guardan los mandamientos de Dios” (Apoc. 14:9–12). Parece que la marca de la bestia “tiene que ver con la violación de los mandamientos de Dios” mientras que el sello de Dios tiene que ver con “guardarlos”.58
Esto sugiere claramente que en “la crisis final los mandamientos de Dios surgirán como la norma de lealtad” a Dios.59 El contexto indica, sin embargo, que no sólo cualquiera de los mandamientos de Dios, sino más bien los primeros cuatro mandamientos del Decálogo—los que se ocupan de la relación con Dios y la adoración—llegarán a ser el tema central en la crisis final. Las actividades de la bestia del mar están presentadas como parte de una estrategia bien planificada contra estos cuatro mandamientos (ver Notas sobre Apoc. 13:16).
Apocalipsis 14:6–12 indica claramente que el sábado, como declara Johnsson, “en especial será la prueba de fuego; la relación de uno con él revelará su relación básica con Dios y su ley”.60 Cuando se haga la apelación final a los moradores de la tierra a adorar al verdadero Dios (Apoc. 14:7) más bien que obedecer a la demanda de la bestia de adorar a la trinidad satánica y recibir la marca de la bestia (14:9), se hace claramente “en el contexto del cuarto mandamiento”.61 De este modo el autor del Apocalipsis entendió que el sábado era el problema crucial que concernía a la adoración y relación adecuadas con Dios en el conflicto final. Como el sábado es la señal distintiva de obediencia del fiel pueblo de Dios (cf. Éxo. 31:12–17; Eze. 20:12, 20), así la marca de la bestia, la falsificación del sábado, es la señal de la obediencia a la bestia. La marca de la bestia actúa así como el sustituto de los mandamientos de Dios con mandamientos humanos (incluyendo el falso sábado instituido por el hombre, que sustituye al sábado del séptimo día, que es la señal distintiva de pertenencia y lealtad a Dios).
13:17 Para asegurar el cumplimiento de la demanda de recibir la marca de la bestia en la mano derecha o en la frente, se toma la medida de que ninguno pueda comprar ni vender excepto el que tiene la marca, es decir, el nombre de la bestia, o el número de su nombre. La frase “comprar ni vender” podría entenderse aquí como de sentido literal o figurado. Puede referirse a sanciones económicas contra los que no se someten a las demandas del poder que controla, tales como el ejemplo de los cristianos fieles en Tiatira que rehusaron participar en las actividades de los gremios mercantiles (Apoc. 2:19–22). Por otro lado, el contexto altamente figurado de Apocalipsis 13 sugiere el significado figurado de comprar y vender. Apocalipsis 18 describe a “los mercaderes de la tierra” que se enriquecieron por su comercio con la gran ramera Babilonia (18:3, 15). En el juicio de la ramera, esos mercaderes se lamentarán porque ya no pueden comerciar con Babilonia (18:11–19). “Los mercaderes” se describen además en el texto como “los grandes de la tierra” engañados por el mágico hechizo de Babilonia (18:23). Ya hemos señalado la relación entre Apocalipsis 13 y 17–18. “Los mercaderes” de Apocalipsis 18 son los vendedores comerciales figurados de Babilonia que venden y distribuyen la mercadería espiritual de sus doctrinas y reglamentos corruptos. A la luz de Apocalipsis 18, el comprar y vender de Apocalipsis 13 podría ser una forma simbólica de expresar el aislamiento y las dificultades sociales que soportarán los fieles seguidores sellados de Cristo en el tiempo cuando todo el mundo estará comprando las doctrinas y reglas corruptas de Babilonia.62 Los que adoran a la bestia compran la mercadería de Babilonia y sirven a sus propósitos de destruir a los que permanecen fieles a Cristo hasta el punto de muerte.
13:18 En la conclusión de esta sección, se invita a los lectores a identificar a la primera bestia que subió del mar. Aquí hay sabiduría: el que tiene entendimiento cuente el número de la bestia, porque es número humano; y su número es 666. Juan insta a sus lectores aquí a no ejercer capacidades intelectuales brillantes o habilidades matemáticas, sino más bien, buscar la sabiduría y el discernimiento divinos para percibir el carácter engañoso de la bestia y protegerse del engaño (lo mismo que en Apoc. 17:9).63 La referencia de Juan al número de la bestia ayudará a los cristianos fieles a reconocer “el verdadero carácter e identidad” de este poder contrario a Cristo en el tiempo del fin.64 Solo por medio de la sabiduría divinamente impartida podrán finalmente ser capaces de estar como vencedores “sobre la bestia y su imagen y el número de su nombre” (15:2).
El número 666 de la bestia del mar es un “número humano” (o “el número de la humanidad”), y así tiene algo que ver con características y cualidades humanas en lugar de divinas. Es el número típico de Babilonia. El seis simboliza no alcanzar el ideal divino simbolizado por el número siete. Parece que el triple seis—hexkósioi hexēkonta hex—en griego (seiscientos sesenta y seis)—representa el triunvirato satánico en contraste con el triple siete de la Deidad en Apocalipsis 1:4–6 (ver Exposición sobre Apoc. 1:4–6). Esto lleva a la conclusión de que el número 666 actúa como una parodia del divino nombre de perfección. Philip E. Hughes declara:
El número seis, comprensiblemente, ha sido considerado como un símbolo del hombre, en que no alcanza al siete, que es el número divino. Sobre esta base el triple seis puede entenderse como que indica una trinidad humana o humanística, es decir, una falsificación de la Trinidad divina, con todas las pretensiones de poder y autoridad supremos que tal falsificación implica. Tal vez pueda inferirse del contexto que esta seudo-trinidad es la de Satanás (el dragón) más el anticristo (la primera bestia) más el falso profeta (la segunda bestia), que están unidos en el singular objetivo diabólico, es decir, destronar al Creador y entronizar a la criatura y sustituir la imagen de la bestia por la imagen de Dios en el hombre.65
El número 666 identifica el verdadero carácter de la bestia del mar como el poder del tiempo del fin que se exalta contra Dios y pretende la lealtad y la adoración del mundo para sí misma. La bestia es descrita como que lleva “un nombre de blasfemia” (13:1; cf. 17:3). Esto significa que ella pretende “nombres y títulos honoríficos que pertenecen solo a Dios y a Cristo”.66 Tiene éxito en engañar “a los que moran en la tierra”. Habiendo sido engañados, sus seguidores están obligados a recibir la marca de la bestia, que es el nombre de la bestia o el número de su nombre. El recibir simbólicamente la marca de la bestia involucra la aceptación del nombre de la bestia “en su mano derecha o en su frente” (Apoc. 13:16–17). Como enfatiza G. K. Beale, ser identificado con el nombre de alguien, es participar del carácter de esa persona.67
Los seguidores de Cristo, sin embargo, están protegidos del engaño del tiempo del fin por tener el sello de Dios que contiene “el nombre [de Cristo] y el nombre de su Padre escrito en sus frentes” (Apoc. 14:1; cf. 2:17). Una persona está sellada con el sello del Espíritu Santo como la señal de un cristiano genuino que pertenece a Dios (2 Cor. 1:21–22; Efe. 1:13–14; 4:30). Solo el Espíritu Santo puede otorgar al pueblo de Dios el discernimiento espiritual para percibir la naturaleza engañosa de las actividades de Satanás en el tiempo del fin, y la capacidad de resistirlas y permanecer leal a Cristo y darle su adoración. Por eso el llamado de Juan de “sabiduría” y “entendimiento” se refiere a la mente iluminada por el Espíritu Santo en vez de un intelecto matemático brillante.
Retrospección Sobre Apocalipsis 13
Apocalipsis 13 describe en lenguaje simbólico la gran preparación para el tiempo del fin, la crisis mundial entre las fuerzas de Cristo y de Satanás, la batalla de Armagedón (descrita además en Apocalipsis 16:12–16 hasta los capítulos 17–18). Una cosa parece ser muy segura aquí: Satanás mismo es presentado como el poder que está detrás de las fuerzas de este mundo: “la inteligencia malvada que hace guerra contra los santos de Dios”.68 Satanás es presentado como una figura temible (12:3), y junto con sus dos aliadas se empeña en la guerra final de una forma que afecta a cada ser humano. Como declara Strand, “personas reales están muy involucradas en luchas reales al elegir entre la lealtad a Dios y al Cordero, o a las fuerzas anti-divinas”.69
Comenzando con Apocalipsis 12:17, Juan el revelador hace todo esfuerzo posible para advertir a los lectores del libro acerca de la firme determinación de Satanás de ganar la batalla final. Un análisis cuidadoso del texto sugiere que la crisis final será la batalla por las mentes de las personas. Beatrice S. Neall nota: “Ambos poderes rivales desean controlar la mente y la conducta. Todos los seguidores del Cordero tienen el nombre de Dios sobre sus frentes; mientras que los seguidores de la bestia tienen la marca en la frene (que indica creencia, lealtad) o solo en la mano (indicando obediencia forzada sin asentimiento mental)”.70 Con el fin de reclamar la lealtad del mundo para sí mismo, Satanás prepara una nueva estrategia de engaño. Habiéndose asociado con dos aliadas, descritas simbólicamente por la bestia del mar y la bestia de la tierra, pondrá en movimiento “una falsificación masiva del verdadero Dios”71 y su obra salvífica a favor de los seres humanos. El propósito de la falsificación es engañar al mundo. Jesús advirtió: “Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, a los escogidos” (Mat. 24:24). Jon Paulien enfatiza: “El engaño del tiempo del fin es de tal magnitud que aun el pueblo fiel de Dios se encontrará perturbado por su severidad”.72 La batalla en la crisis final claramente no es acerca de eventos políticos, sino más bien “una batalla por la mente de cada ser humano sobre la tierra” para que se ponga del lado de Dios y su pueblo fiel, o escoja seguir a Satanás y a sus aliadas.73
Es digno de observar una cantidad de paralelos verbales y conceptuales que existen entre Apocalipsis 13 y Daniel 3, incluyendo la “imagen”, la adoración de la imagen (Dan. 3:5), la amenaza de muerte por no adorar la imagen (Dan. 3:6), la universalidad (Dan. 3:2), y el número “seis” con respecto a la imagen (Dan. 3:1). Esto sugiere que mientras escribía Apocalipsis 13, Juan pensaba en Daniel 3. Nos dice que la historia de Daniel 3 se repetirá en el tiempo del fin, sin embargo, a escala mundial. Lo que parece muy claro es que la verdadera prueba de la crisis final será la adoración. Así como en el caso de los tres jóvenes en Daniel 3, Dios intervendrá en forma triunfal para librar a su pueblo fiel y para derrotar a las fuerzas del mal.
Es especialmente importante recordar que las actividades del tiempo del fin del poder religioso-político simbólicamente descrito en la bestia del mar, son todavía asunto de cumplimiento futuro. En este punto, Hans K. LaRondelle sugiere cautela:
Necesitamos darnos cuenta de que Apocalipsis 13:11–17 describen simbólicamente el engaño final del mundo en el futuro. La formación de la “imagen” de la bestia tiene todavía un cumplimiento incompleto. También la marca de la bestia todavía no se ha impuesto sobre la humanidad. Darnos cuenta de esto debería evitar que cualquier intérprete sea dogmático en cuanto al cumplimiento futuro de Apocalipsis 13:11–17.74
En este punto es necesaria cautela contra juicios apresurados que muchos hacen cuando llegan a la identidad de las dos bestias de Apocalipsis 13. Los seguidores de Cristo deben manifestar no solo amor cristiano sino también discernimiento divino al proclamar “el evangelio eterno” y advertir al mundo de la naturaleza engañosa de Satanás y de las dos bestias como sus aliadas. Descifrar qué grupo de personas, o qué individuos, pertenecen al pueblo de Dios es a menudo imposible para los seres humanos. Es la prerrogativa de Dios expresar el juicio final sobre las personas. Uno puede aplicar también el mismo principio de discernimiento a las instituciones políticas y religiosas. Siendo que esta tierra es el valle del pecado en el que Dios mismo está obrando para salvar a los seres humanos de Satanás y de sus aliados, y siendo que este mundo está compuesto por seres humanos que luchan en todos los niveles, incluyendo los políticos y religiosos, debemos reconocer que raramente una institución es totalmente malvada. En todos los tiempos y en todas las instituciones Dios tiene sus agentes que trabajan para él. El hecho mismo de que a Satanás le toma tanto tiempo y tanta astucia y planificación engañar a los hombres y las mujeres indica que el Espíritu Santo trabaja con la misma intensidad para contrarrestar las falsificaciones de Satanás. Como es el deber solo de Dios, cualquier juicio que pronuncien los seres humanos es una conducta irresponsable y a menudo estorba el cumplimiento de los objetivos del evangelio.
Sin embargo, esto no sugiere que no deberíamos identificar una conducta maligna y reglas equivocadas. Los cristianos deben recordar que su lugar sobre esta tierra es ser luz y sal. Solo el amor de Cristo como se manifestó en la cruz del Calvario impulsará a la gente a aceptarlo, quien es la única esperanza y fuente de vida para la raza humana, y comprometer sus vidas en obediencia a él.
Hoy existen tres grupos de personas: los que aman el evangelio y están comprometidos con Dios, los que odian el evangelio y a Dios, y la vasta mayoría de la gente que es indiferente o ignorante del evangelio. El último grupo no está necesariamente contra Dios, ni tampoco se ha puesto del lado de Satanás. Sin embargo, Apocalipsis 13 deja claro que al acercarse el tiempo del fin, ocurrirá una polarización, y todos tendrán que hacer su decisión ya sea a favor de Dios o de Satanás. Un grupo adorará y temerá al verdadero Dios (Apoc. 11:1, 18; 14:7; 19:10), y el otro rechazará el evangelio y adorará al dragón y a la bestia (Apoc. 13:4–15; 14:9–11; 16:2; 19:20). El tema clave en la crisis final estará centrado en el asunto de la adoración apropiada. Los seguidores de Cristo del tiempo del fin se caracterizarán por su compromiso total con Dios y su disposición de obedecer sus mandamientos, incluyendo el que señala el verdadero día de adoración a Dios, el Creador y Salvador (Apoc. 14:7, 14). Los que no están verdaderamente comprometidos con Dios—los que no tienen un amor sin reservas por el evangelio—se encontrarán completamente expuestos al engaño del tiempo del fin, y muy probablemente serán engañados.
Lo que importa en la crisis final, en armonía con esto, es el amor por la verdad (2 Tes. 2:10). El mundo engañado seguirá el sistema religioso basado en el sensacionalismo y las expresiones emocionales que ocuparán el lugar de la religión del evangelio que involucra el corazón y la conducta. El amor por la verdad es la única esperanza para el pueblo de Dios en la crisis final. Podemos aplicar el mismo principio aquí para los que no viven o no vivirán en el tiempo del fin: tarde o temprano en la vida todos afrontaremos problemas y haremos decisiones que nos pondrán de un lado o del otro. Al acercarse la historia de este mundo a su fin, el libro del Apocalipsis apela al pueblo de Dios a tomar la Biblia y, con un espíritu de examen de conciencia, estudiar la palabra profética por sí mismos. Esto es lo que Pedro pensaba cuando escribió: “Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones” (2 Ped. 1:19). Un compromiso total con Dios y el amor del evangelio es el secreto de la victoria para el pueblo de Dios del tiempo del fin en los días finales de la historia de este mundo.