Apocalipsis 16:19, que anunciaba el colapso de “Babilonia la grande”, actúa como un pasaje puente. Mientras concluye la sección de las siete últimas plagas, también introduce Apocalipsis 17–18. Como tal, Apocalipsis 16:19 provee el indicio para comprender Apocalipsis 17–18, que evidentemente es la ampliación del pasaje puente. Describe cómo los juicios de Dios se ejecutarán sobre la Babilonia del tiempo del fin.
Siempre que se menciona un poder nuevo en otras partes del libro, su descripción se da primero en términos generales. Siguiendo este esquema, Apocalipsis 17 proporciona una descripción de la Babilonia del tiempo del fin con el propósito de mostrar la razón para los juicios sobre ella; Apocalipsis 18 describe el juicio sobre este sistema religioso apóstata y su caída.
Babilonia La Prostituta (17:1–6a)
Dos veces Juan anunció el colapso de la Babilonia del tiempo del fin sin identificarla (Apoc. 14:8; 16:19). Ahora, proporciona la descripción e identificación de Babilonia en términos de una prostituta en su rol seductor en el tiempo del fin.
1Y uno de los siete ángeles que tenían las siete copas vino y me habló diciendo: “Ven, te mostraré el juicio de la gran prostituta sentada sobre muchas aguas, 2con la cual los reyes de la tierra han cometido fornicación, y los que moran en la tierra se embriagaron con el vino de su fornicación”. 3Y me llevó en el Espíritu a un desierto. Y vi una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tiene siete cabezas y diez cuernos. 4Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada con oro y piedras preciosas y perlas, y tenía en su mano una copa de oro llena con las abominaciones y las cosas inmundas de su fornicación, 5y sobre su frente tenía un nombre inscrito, que es un misterio: “Babilonia la grande, la madre de prostitutas y de las abominaciones de la tierra”. 6Y vi a la mujer ebria de la sangre de los santos y de los testigos de Jesús.
Notas
17:1 Sentada sobre muchas aguas. La expresión es tomada de Jeremías 51:13 donde la frase “sobre [entre] muchas aguas” denota específicamente el río Éufrates. El significado del símbolo lo provee Apocalipsis 17:15 (ver Notas sobre Apoc. 16:12). Es importante notar que “sentada sobre muchas aguas” cambia a “sentada sobre una bestia escarlata” (17:3) y más tarde sobre “siete montes, sobre los cuales se sienta la mujer” (17:9). Aquí otra vez Juan usa la técnica del “y oí” y “yo vi”. Juan primero oye algo en la visión, y lo que posteriormente ve es realmente la misma cosa, pero diferente. Parece que lo que ve es una faceta diferente de lo que oyó antes (ver la “Introducción” de este comentario). Así, en el capítulo 17, primero oye acerca de la “gran prostituta sentada sobre muchas aguas”; lo que ve más tarde, es “una mujer sentada sobre una bestia escarlata” (17:4–5). Esto sugiere que aguas, la bestia, y los siete montes todos se refieren a lo mismo, es decir, el poder secular y político del mundo.
17:1–2 La gran prostituta[…]con la cual los reyes de la tierra han cometido fornicación. La fornicación en el Antiguo Testamento se usa a menudo como una metáfora para la alianza entre ciudades y naciones apóstatas. Así, por ejemplo, Isaías llamó a Tiro una ciudad que “fornicaba con todos los reinos del mundo sobre la faz de la tierra” (Isa. 23:17). Nahum anunció el juicio sobre Nínive por “causa de la multitud de las fornicaciones de la ramera… que seduce a las naciones con sus fornicaciones, y a los pueblos con sus hechizos” (Nah. 3:4). El lenguaje de la fornicación se usa a menudo con referencia a las relaciones entre Israel y las naciones vecinas. Isaías lamenta: “¿Cómo te has convertido en ramera, oh ciudad fiel?” (Isa. 1:21). Jeremías habla de Israel como que “has fornicado con muchos amigos” (Jer. 3:1; cf. Ose. 3–4; Miq. 1:7). Ezequiel menciona a Israel actuando como ramera con muchas naciones incluyendo a los egipcios, los asirios y los caldeos (Eze. 16:26–29; 23:3–30). Además, parece que la descripción de Juan de la gran prostituta en 17:1–6 refleja la imagen de la figura de la reina Jezabel que sirvió como modelo para la presentación de la incrédula Jerusalén (Jer. 4:30; cf. 2 Rey. 9:30).1 La descripción de la unión entre la Babilonia del tiempo del fin y los poderes políticos gobernantes en el mundo en Apocalipsis 17–18 se desarrollan con estas imágenes del Antiguo Testamento.
17:2 Los que moran en la tierra. Ver Notas sobre Apocalipsis 6:10.
17:3 Una mujer sentada sobre una bestia escarlata. El símbolo de la bestia representa poderes políticos que están al servicio de la Babilonia del tiempo del fin en los últimos días (ver Notas sobre Apoc. 13:1).
Blasfemia. La blasfemia en el Nuevo Testamento se refiere al hecho de reclamar igualdad con Dios (Juan 10:33; cf. Mat. 26:63–65) así como las prerrogativas que son solo de Dios (Mar. 2:7). Ver además Notas sobre Apocalipsis 13:5.
17:5 Sobre su frente tenía un nombre inscrito. Esto puede reflejar la costumbre romana para las prostitutas que en los prostíbulos públicos usaban una cinta en la frente con su nombre.2 Jeremías menciona una “frente de ramera” (Jer. 3:3). También recuerda la inscripción “Santidad a YHWH” que estaba en la mitra del sumo sacerdote en los ritos del santuario hebreo (Éxo. 28:36–38).
Un misterio. La palabra “misterio” aquí puede ser parte de la inscripción en la frente de la mujer (“Misterio Babilonia”) o un prefijo en el título. Esto último parece más probable, indicando que la Babilonia debe entenderse, no en un sentido literal, sino más bien como un nombre críptico y un misterio que ahora se revela. Solo los que recibieron discernimiento divino son capaces de captar el significado pleno del nombre.
Babilonia la grande. Ver Notas sobre Apocalipsis 14:8.
Exposición
17:1–2 Uno de los siete ángeles que ejecutaron las plagas de la ira de Dios sobre los impíos, llama a Juan para que vea el juicio de la gran prostituta. Este ángel muy probablemente sea el ángel de la séptima copa que anunció el colapso de Babilonia (Apoc. 16:19). Esto sugiere que lo que está a punto de explicar el ángel a Juan en Apocalipsis 17–18 amplía lo que fue presentado en la sexta plaga (Apoc. 16:12–16). El mismo ángel más tarde llama a Juan para mostrarle la esposa de Cristo, la Nueva Jerusalén (Apoc. 21:9). Robert H. Mounce señala que cuando la gran prostituta con toda su atracción seductora y su hechizo “es expuesta y destruida, entonces la Novia de Cristo se verá en toda su belleza y verdadera valía”.3
¿Qué representa esta mujer prostituta? En Apocalipsis 17:5, Juan la identifica como “Babilonia la grande”. Babilonia en el Antiguo Testamento es un símbolo de opresión y rebelión contra Dios. Juan usa la figura de Babilonia para presentar el sistema religioso apóstata predominante en el mundo aliado con el estado y sus autoridades relacionadas en el tiempo del fin (cf. Apoc. 17:18). George E. Ladd correctamente observa que “la ciudad tuvo una manifestación histórica en la Roma del primer siglo, pero el significado pleno de la ciudad impía es escatológico”.4 La Babilonia del tiempo del fin es una confederación religiosa global con la trinidad satánica—Satanás, la bestia del mar y la bestia de la tierra o el falso profeta—dispuestos contra Dios y su pueblo fiel, y apoyados por los poderes seculares y políticos (cf. Apoc. 13:12–17).
Al describir este sistema religioso apóstata del tiempo del fin en Apocalipsis 17, Juan usa muchas referencias a la vieja Babilonia del Antiguo Testamento.5 La prostituta Babilonia está sentada sobre muchas aguas. Esta expresión la tomó de Jeremías donde el profeta describe la antigua Babilonia como morando junto a las muchas aguas del río Éufrates, multiplicando grandemente sus riquezas: “Tú, la que moras entre muchas aguas, rica en tesoros, ha venido tu fin” (Jer. 51:13). El ángel más tarde le explica a Juan que las aguas sobre las cuales se sienta la ramera tienen un significado más profundo; figuradamente se refieren a los poderes seculares del mundo, “pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas” (Apoc. 17:15), que en el tiempo del fin estarán al servicio de Babilonia y oponiéndose a Dios y a su pueblo. El hecho de que la prostituta se sienta sobre estos poderes seculares (cf. Apoc. 17:3, 9, 15) significa que ella tiene el dominio y el control sobre ellos. Como declara Ladd, “la Roma [del primer siglo] podría decirse que estaba sentada sobre muchas aguas en el sentido de que obtenía su fuerza y soberanía de la conquista de muchas naciones; pero será aun más cierto de la Babilonia escatológica, que seducirá a todo el mundo a adorar lo que no es Dios”.6
El ángel además explica que con esta ramera los reyes de la tierra han cometido fornicación (ver también Apoc. 18:3, 9). “Los reyes de la tierra” representan aquí los poderes políticos que gobiernan al mundo que pondrán su autoridad e influencia al servicio del sistema religioso apóstata del tiempo del fin llamado Babilonia. Su relación con Babilonia se menciona en términos de fornicación sexual. Babilonia actuará, aparentemente, por medio de estos poderes políticos “para poder dominar a quienes no se han sometido a ella voluntariamente”.7
Los profetas del Antiguo Testamento usaron a menudo el lenguaje de fornicación con referencia a las relaciones ilícitas de Israel con las naciones apóstatas y desobedientes que lo rodeaban (cf. Jer. 3:1–10; Eze. 16:26–29; 23:3–30). “Fornicaste en pos de las naciones” exclamaba Ezequiel (23:30). Apocalipsis 17 se basa en este concepto del Antiguo Testamento para presentar la alianza adúltera de la Babilonia del tiempo del fin con los poderes políticos del mundo por sus beneficios económicos. Los poderes políticos del mundo serán seducidos por la arrogancia de Babilonia y la fascinación de su riqueza y lujo. Babilonia les promete seguridad y protección.
El vino adúltero de Babilonia que primero seduce a los poderes políticos del mundo también afecta a los que moran en la tierra que siguen su conducción y a su vez se embriagaron con el vino de su fornicación (también en Apoc. 18:3). Una persona ebria no puede razonar ni pensar con claridad, y esto resulta, generalmente, en decisiones malas. La Babilonia del tiempo del fin obtendrá el control de las naciones del mundo por medio del engaño.
17:3 El ángel ahora lleva a Juan en el Espíritu a un desierto para presenciar el juicio divino a punto de ejecutarse sobre la Babilonia prostituta. Cuatro veces Juan ha dicho que estaba “en el Espíritu” (cf. 1:10; 4:2; 17:3; 21:10). Esto indica que lo que él ve y oye no “surge de la interpretación particular de nadie” sino por la revelación del Espíritu Santo (2 Ped. 1:20, NVI). Primero, Juan se encontró con el Cristo resucitado “en el Espíritu el día del Señor” (1:10–18). Segundo, él presenció la entronización de Cristo “en el Espíritu” en los capítulos 4–5. Tercero, Juan en visión es llevado al desierto “en el Espíritu”. Y finalmente, será llevado “en el Espíritu” a un monte alto para ver la ciudad-esposa del Cordero (21:9–10). El desierto de 17:3 parece ser un ambiente muy apropiado para juzgar la Babilonia del tiempo del fin. Fue donde el dragón rojo con siete cabezas y diez cuernos” persiguió a la mujer/iglesia durante los 1.260 días proféticos (Apoc. 12:6, 14), pero ella fue protegida por Dios. El lugar de la persecución de la iglesia es el marco para el juicio de Babilonia. Durante la visión, Juan ve a “una mujer sentada sobre una bestia escarlata. Anteriormente en Apocalipsis 17:1, se dice que la prostituta estaba sentada “sobre muchas aguas”. Esto refleja su relación con las naciones de la tierra (cf. Apoc. 17:15). Aquí ella está sentada sobre la bestia, reflejando su relación con los poderes políticos del mundo.8 Por medio de la fornicación y la embriaguez, los poderes seculares y políticos gobernantes en el mundo han sido seducidos a entrar en una unión con la Babilonia del tiempo del fin. El hecho de que Babilonia está sentada sobre las aguas y la bestia, indica que este sistema religioso del tiempo del fin ha logrado el control sobre los poderes seculares y políticos del mundo. No obstante, ella a su vez, depende de ellos para cumplir sus planes y propósitos.
El color escarlata refuerza la “apariencia terrible de la bestia”.9 Asocia a la bestia de Apocalipsis 17 con el dragón rojo de Apocalipsis 12:3, reflejando una relación íntima entre este poder político del tiempo del fin con Satanás.10 El escarlata, o rojo, es el color de la sangre y la opresión (cf. 2 Rey. 3:22–23; Apoc. 6:4). Isaías describe los pecados de la ramera Jerusalén como rojos y de color grana (Isa. 1:15–23) porque “llenas están de sangre vuestras manos” (Isa. 1:15). El color escarlata de la bestia se vincula directamente con la prostituta “ebria de la sangre de los santos y de los testigos de Jesús” (Apoc. 17:6).11 El color es muy apropiado para el carácter opresor de la bestia en relación con el pueblo de Dios.
El lenguaje usado para la bestia sobre la que se sienta Babilonia es notablemente similar a la descripción de la bestia del mar en Apocalipsis 13. La bestia de Apocalipsis 17 se describe como con siete cabezas y diez cuernos. En Apocalipsis 12, el dragón se describe como con siete cabezas y diez cuernos (12:3), persiguiendo a la mujer en el desierto. En Apocalipsis 13, la bestia del mar—que tiene siete cabezas y diez cuernos (13:1) y está llena de blasfemias contra Dios y su pueblo (13:6–7)—actúa con la total autoridad del dragón (13:2). Persigue y oprime al pueblo de Dios durante los cuarenta y dos meses (13:5–6) de la persecución del dragón a la mujer en el desierto (Apoc. 12:6, 13–16). La Babilonia prostituta del tiempo del fin está sentada sobre la bestia de Apocalipsis 13 resucitada. Esto sugiere que el sistema religioso de Apocalipsis 17, que desempeñará un rol clave en el conflicto final, es una continuación del poder político-religioso que tiene una larga historia de perseguir y oprimir al pueblo de Dios. Este poder religioso opresivo ahora recibirá su juicio.
17:4–6a La gran prostituta exhibe todo su poder y esplendor. Ella está vestida de púrpura y escarlata, y generosamente adornada con oro y piedras preciosas y perlas (también en 18:16). La presentación que hace Juan de la mujer Babilonia evoca específicamente la imagen de Jezabel, una antigua princesa fenicia que llegó a ser la reina de Israel al casarse con el rey Acab, y condujo a Israel a la apostasía. También es un eco del lenguaje de Jeremías con respecto a los creyentes sin fe. La ciudad simbólica de Jerusalén se presenta como vestida de escarlata y decorada con ornamentos de oro, cuyos amantes se vuelven contra ella (Jer. 4:30). Su apariencia es casi idéntica a la ciudad-esposa en Apocalipsis 21 (ver “Panorama: Apocalipsis 12–22:5”). Esto sugiere que la prostituta en el capítulo 17 tiene un pedigrí religioso.
El escarlata de la vestimenta de la mujer corresponde al color escarlata de la bestia sobre la que se sienta (17:3). Como el color de la sangre y la opresión, el escarlata es una imagen muy apropiada del carácter de este sistema religioso que está “ebria de la sangre de los santos y de los testigos de Jesús” (17:6). En tiempos antiguos, el “púrpura era a menudo usado para vestimentas reales” (cf. Juec. 8:26; Est. 8:15; Cant. 3:10; Dan. 5:7).12 La prostituta afirma con arrogancia: “Yo estoy sentada como reina” (Apoc. 18:7), porque tiene dominio y gobierna sobre los poderes seculares y políticos del mundo. En tiempos antiguos, la ropa escarlata y la decoración espléndida era usada por una prostituta para seducir (Jer. 4:30). También las ciudades rameras en el Antiguo Testamento se caracterizan por la riqueza y la prosperidad combinadas con el esplendor y el lujo (Isa. 1:21–22; Jer. 51:13; Eze. 16:10–13; Nah. 2:9).
Las joyas de la Babilonia del tiempo del fin consistían en oro y piedras preciosas y perlas. Las piedras preciosas con sus cualidades de luz radiante, belleza y permanencia se usan en forma consistente en la Biblia para describir la presencia visible de Dios.13 Sin embargo, los costosos y lujosos adornos de Babilonia son “la expresión de arrogancia y un deseo de dominar” al mundo.14 El oro y las piedras preciosas y perlas adornan la Nueva Jerusalén en su gloria (Apoc. 21:11). Esto sugiere que la Babilonia prostituta es la antítesis de la Nueva Jerusalén, la esposa del Cordero. La apariencia lujosa de Babilonia también se encuentra en agudo contraste con la apariencia de la esposa del Cordero vestida de “lino fino, limpio y resplandeciente”, que representa “las acciones justas de los santos” (Apoc. 19:8).
La prostituta tiene en su mano una copa de oro. Una copa de oro promete la bebida más deliciosa. La copa que la Babilonia del tiempo del fin sostiene, sin embargo, está llena de cosas inmundas y ofreciendo las abominaciones y las cosas inmundas de su fornicación. Jeremías habla de Babilonia como “copa de oro[…]en la mano de YHWH, que embriagó a toda la tierra; de su vino bebieron los pueblos; se aturdieron, por tanto, las naciones. En un momento cayó Babilonia, y se despedazó” (Jer. 51:7–8). Se dice que la Babilonia del tiempo del fin embriagó a toda la gente con la copa de su fornicación con el propósito de que adoraran a la bestia (cf. Apoc. 14:8; 17:2; 18:3).
En la frente de la prostituta Juan ve una inscripción, que es un misterio divino: Babilonia la grande, la madre de prostitutas y de las abominaciones de la tierra. Babilonia es un nombre críptico para la confederación religiosa global del tiempo del fin constituida por el dragón, la bestia del mar, y la bestia de la tierra. Este triunvirato satánico unirá todos los sistemas religiosos falsos y apóstatas, y este acto hace que Babilonia sea “la madre de prostitutas” de la tierra. Como tal, se encuentra aquí como la antítesis de la Jerusalén celestial que es “madre de todos nosotros” (Gál. 4:26). Babilonia no puede identificarse como la Roma Imperial, porque no es un sistema político sino más bien religioso dominando los poderes políticos del mundo en la conclusión de la historia de este mundo. Como el nombre representa el carácter, este poder religioso del tiempo del fin tiene el carácter de Babilonia en el Antiguo Testamento. La Babilonia del Antiguo Testamento representa el comienzo de la rebelión contra Dios y su ambición de alcanzar al cielo “a fin de usurpar el lugar y el poder gobernante de Dios (Gén. 11:4; Isa. 14:13–14; Jer. 51:53)”.15 Como tal, llegó a ser la fuente arquetípica de toda rebelión y resistencia a Dios a través de la historia.16 Los hijos de Babilonia en el Apocalipsis tienen la marca con el nombre de la bestia en sus frentes (Apoc. 13:17), mientras los descendientes de la mujer de Apocalipsis 12 tienen el nombre de Dios escrito en sus frentes (Apoc. 14:1).
Parece que la descripción de la mujer de Babilonia en el capítulo 17 tiene una intención aún más profunda. Su apariencia imita la de los sumo sacerdotes en el ritual del santuario del Antiguo Testamento. El vestido de ella, de púrpura y escarlata adornado con oro, piedras preciosas y perlas recuerda la vestimenta del sumo sacerdote que incluía los colores púrpura y escarlata así como el oro y las piedras preciosas (Éxo. 28:4–35). La copa que sostiene en su mano puede ser paralela a la ofrenda de bebidas que se oficiaba en el santuario (cf. Éxo. 29:40–41; 30:9; Lev. 23:13). La inscripción en la frente de ella actúa como antítesis del título “Santidad a YHWH” grabado en una plaquita en la mitra del sumo sacerdote (Éxo. 28:36–38). Estas alusiones sugieren que las imágenes de la mujer de Babilonia del capítulo 17 se refieren a una institución religiosa del tiempo del fin más bien que a una entidad política o secular. Ella llega a ser un arma poderosa para Satanás, a fin de seducir al mundo a la apostasía al final del tiempo, así como fue la Babilonia antigua.
La Babilonia del tiempo del fin tiene una larga historia de persecución de los fieles seguidores de Cristo. Juan la ve ebria de la sangre de los santos y de los testigos de Jesús. Este elemento evidentemente señala la persecución de los santos en Apocalipsis 13:14–17. La madre de toda rebelión es responsable por el decreto de muerte en la crisis final. Ella que hace que la gente beba de su inmoralidad, ella misma está ebria con la sangre de los santos que depusieron sus vidas en fiel testimonio de Jesús y del evangelio. El juicio de Babilonia denota la respuesta de Dios al clamor del pueblo de Dios oprimido simbólicamente presentado en la escena del quinto sello: “¿Hasta cuándo, oh Señor, santo y verdadero, no juzgarás y vengarás nuestra sangre sobre los que moran en la tierra?” (Apoc. 6:10). Dios está por juzgar a esos opresores por derramar su sangre sobre la tierra.17
La Bestia Resucitada (17:6b–18)
Apocalipsis 17:1–6a describe en términos generales al poder apóstata del tiempo del fin, Babilonia, y provee algo de trasfondo para explicar su función. Ahora, comenzando con 17:6b, Juan da información detallada especialmente con referencia a la identidad de la bestia sobre la cual está sentada Babilonia, la prostituta, y con respecto a la función de la bestia en el tiempo del fin.
Y viéndola me maravillé grandemente. 7Y el ángel me dijo: “¿Por qué te maravillas?” Te mostraré el misterio de la mujer y de la bestia que la conduce, que tiene siete cabezas y diez cuernos. 8La bestia que viste era, y no es, y está por subir del abismo, y va a la destrucción, y los que moran en la tierra, cuyos nombres no están escritos en el libro de vida desde la fundación del mundo, se maravillarán viendo a la bestia porque era y no es y será. 9Aquí está la mente con sabiduría. Las siete cabezas son siete montes sobre los cuales se sienta la mujer. Y son siete reyes; 10cinco han caído, uno es, y otro no ha venido todavía, y cuando venga es necesario que permanezca un poco de tiempo. 11Y con respecto a la bestia que era y no es, ella misma es el octavo y es uno de los siete, y va a la destrucción. 12Y los diez cuernos que viste son diez reyes, que no han recibido todavía un reino, pero reciben autoridad como reyes con la bestia en una hora. 13Ellos son uno en mente, y le dan su poder y autoridad a la bestia. 14Ellos harán guerra con el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes, y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.
15Y él me dijo: “Las aguas que viste, donde está sentada la prostituta, son pueblos y multitudes y naciones y lenguas. 16Y los diez cuernos que viste, y la bestia, odiarán a la prostituta y la dejarán desolada y desnuda, y comerán su carne y la quemarán con fuego. 17Porque Dios ha puesto en sus corazones hacer su propósito, y hacerlo con una mente, es decir, dar su reino a la bestia, hasta que las palabras de Dios estén cumplidas. 18Y la mujer que viste es la gran ciudad que gobierna sobre los reyes de la tierra”.
Notas
17:8 El abismo. Ver Notas sobre Apocalipsis 9:1. Sobre la bestia que “está por subir del abismo”, ver Notas sobre Apocalipsis 11:7. A. Yarbro Collins relaciona la bestia y su ascenso del abismo con las langostas demoníacas que suben del abismo en Apocalipsis 9. Tienen la misma función”.18
17:9 Aquí está la mente con sabiduría. Ver Notas sobre Apocalipsis 13:18.
Siete montes. La palabra griega óros aquí significa “montaña” más bien que “colina” como la usan algunos traductores (como la NVI) quienes creen que la ciudad de Roma—conocida como la ciudad de las siete colinas—es la que aquí se ve. La mayoría de los comentadores modernos alegan que esto es una evidencia innegable de que la gran ramera de Apocalipsis 17 es la Roma Imperial, porque Roma era ampliamente conocida en el siglo primero como la ciudad que estaba sobre siete colinas. El contexto no indica que haya la intención de señalar a Roma aquí, sin embargo, porque Juan de inmediato explica que las montañas sobre las que se sienta la prostituta se usa metafóricamente para “siete reyes” (Apoc. 17:9–10). En el Antiguo Testamento, “reyes” a menudo significan “reinos” (cf. Dan. 2:37–38; 7:17). Por lo tanto es difícil ver alguna conexión literal entre las siete colinas de Roma y los siete reinos sucesivos.
La montaña se usa con frecuencia como un símbolo de un reino o imperio en el Antiguo Testamento, pero nunca como un símbolo de un gobernante individual19 (ver Notas sobre Apoc. 8:8). Además, las siete montañas y las siete cabezas son consecutivas en vez de ser paralelas (cf. Apoc. 17:10–11).20 Surge una pregunta: Si la prostituta representa la ciudad de Roma ubicada sobre las siete colinas, ¿por qué entonces se necesita alguna sabiduría divina para entender el simbolismo? (Apoc. 17:9). Como afirma Johnsson, “siempre que se necesita sabiduría divina, la descripción requiere discernimiento teológico y simbólico, no mera vislumbre geográfica o numérica” (cf. 13:18).21 La gran prostituta, observa George E. Ladd, “se sienta sobre una sucesión de imperios. Ella encontró su encarnación en la Babilonia histórica, en el siglo primero en la Roma histórica, y al fin de las edades en la Babilonia escatológica[.…]No es posible ninguna identificación sencilla con alguna ciudad histórica. La mujer ha formado una conexión adúltera con cada época de su historia con el poder mundial entonces existente”.22 En la misma línea se encuentra Alan Johnson: “Babilonia es un símbolo escatológico de engaño y poder satánicos; es un misterio divino que nunca puede reducirse a instituciones terrenales empíricas. Puede decirse que Babilonia representa la cultura total del mundo separada de Dios, mientras el sistema divino se presenta con la Nueva Jerusalén. Roma es sencillamente una manifestación del sistema total”.23
17:10 Siete reyes. Varios expositores modernos interpretan los siete reyes como emperadores romanos: cinco han caído (Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón), uno reinaba en tiempo de Juan (Vespasiano), y el séptimo, Tito, sería el siguiente. El octavo que todavía no era sería Domiciano como el Nerón retornado. Esta línea de interpretación involucra varios problemas. El primer emperador Imperial fue Julio César, no Augusto. Aun si comenzamos con Augusto, el problema permanece. Para tener siete reyes más uno, los eruditos dejan fuera de la lista a Galba, Otón, y Vitelio por la brevedad de su reinado. Comenzando con Augusto y excluyendo los tres emperadores, esta interpretación hace que Vespasiano (69–79 d. C.), sea el emperador en el momento de escribir el Apocalipsis. Sin embargo, la evidencia parece indicar que Juan escribió durante el reinado de Domiciano (81–96 d. C.).24 No obstante, tres veces se dice que la bestia “no es” en el tiempo en que se escribió el libro del Apocalipsis, pero que vendría en algún momento en el futuro antes del fin (Apoc. 17:8, 11).
La idea del mito de “Nero redivivus”—que aplica “la herida mortal” o el período “no es” de la bestia al suicidio de Nerón, y la curación de la herida a la persecución renovada por el emperador Domiciano al fin del siglo primero—ha sido refutada por muchos eruditos.25 A. Yarbro Collins hace la siguiente afirmación: “Las probables expectativas de Juan con respecto a los eventos históricos no se cumplieron. Es poco probable que él considerara al emperador Domiciano, que reinaba en el tiempo de Juan, como el Nerón que regresó[.…]No hay buena razón para dudar de que Juan escribió durante el tiempo del rey que él dijo que ‘era’, el sexto. Si Domiciano fuera considerado el Nerón retornado, Juan habría estado escribiendo bajo el octavo rey”.26
Otra interpretación es que los siete reyes representan una serie de siete sucesivos poderes mundiales o imperios que oprimieron al pueblo de Dios a través de la historia desde el establecimiento de la iglesia de Dios con Israel hasta la Segunda Venida. Hay dos conceptos diferentes sobre la aplicación de las siete cabezas/reyes. Algunos autores han sugerido recientemente que la secuencia de las cabezas/reyes debería considerarse desde los tiempos del fin en vez que desde la perspectiva de Juan.27 En este modo de interpretación, los cinco reyes que habían caído fueron Babilonia, Medo-Persia, Grecia, Roma Imperial, y Roma religiosa (la bestia del mar de Apoc. 13); el sexto rey es la bestia de Apocalipsis 11 (la Revolución Francesa); el séptimo es la bestia semejante a un cordero de Apocalipsis 13; y el octavo es la Roma religiosa revivida (la bestia de Apoc. 17). El punto principal de partida que este concepto toma es la interpretación de la cabeza/rey identificado con el presente “es”. Este comentario alega que la sexta cabeza/rey que “es” debe entenderse desde el punto de vista de Juan, y debe haber tenido significado para Juan cuando él escribió.28 De este modo, los cinco que habían caído pueden enumerarse como sigue:
- Egipto era el poder mundial y oprimió a Israel
- Asiria fue responsable de destruir el reino del norte de Israel y esparcir las diez tribus por todo el Cercano Oriente.
- Babilonia destruyó Jerusalén y llevó al pueblo de Judá al exilio.
- Medo-Persia en los días de la reina Ester casi aniquiló a los judíos.
- Grecia por medio de Antíoco Epífanes oprimió al pueblo judío y trató de destruir su religión.
El reino que gobernaba al mundo y oprimía a la iglesia durante el tiempo de Juan fue la Roma Imperial. El séptimo reino futuro desde la perspectiva de Juan se refería al cristianismo eclesiástico medieval representado en la bestia que fue mortalmente herida en Apocalipsis 13:1–10. El octavo reino se refiere a la curación de la herida mortal de la bestia que aparecerá en el escenario mundial antes del fin de los siglos.
Esta interpretación provee la explicación más satisfactoria de la sucesión de imperios y se ajusta bien al contexto de Apocalipsis 17–18. Todos estos reinos tienen en común la combinación de religión y estado, y todos fueron responsables por oprimir al pueblo de Dios y de intentar destruirlo.
Permanezca un poco de tiempo. (Gr. óligon autón dei méinai). Esta expresión, obviamente, tiene una significación cualitativa más bien que cuantitativa, así como Satanás se dio cuenta de que “tiene poco tiempo” (óligon kairón éjei, 12:12). En otras palabras, el tiempo de Satanás es limitado. Se encuentra en contraste con mikrón krónon (“poco de tiempo”) en 20:3 asignado a Satanás con referencia al juicio inminente de él.
17:11 La bestia que era y no es. La expresión “era” y “no es” era “un epitafio ampliamente usado en el mundo antiguo” para indicar “que vivió” y “quien no vive más”.29
17:12 Diez reyes. Algunos comentadores modernos que sustentan el concepto de Nero redivivus, interpretan los diez reyes como diez sátrapas Partos que invaden del este bajo el liderazgo de un Nerón resucitado quienes le ayudan a recuperar su poder en el imperio.30 Esta forma de comprender esto se debilita por el hecho de que no fueron diez sino catorce las sátrapas partas. Juan deja claro que eran una realidad futura desde su perspectiva; ellos “no han recibido todavía un reino”. Lo recibirán en la aparición escatológica de la bestia. Debemos recordar que algunos cumplimientos de la profecía serán entendidos sólo en el tiempo de su cumplimiento. Las imágenes de “los diez reyes” puede entenderse mejor de esta manera. En este punto, uno podría estar de acuerdo con Isbon T. Beckwith quien, en mi opinión, identifica correctamente los diez cuernos como “personajes puramente escatológicos que representan la totalidad de los poderes de todas las naciones de la tierra que han de subordinarse al Anticristo”.31
17:16 Comerán su carne. Comer la carne de alguien en el Antiguo Testamento es una acción salvaje de un enemigo. David se quejó de que los impíos venían a él para devorar su carne (Sal. 27:2). Miqueas habló contra los príncipes impíos de Israel que comían las carnes del pueblo de Dios (Miq. 3:2–3; cf. Jer. 10:25).
Quemarán con fuego. En el Antiguo Testamento, quemar con fuego es el castigo para un terrible acto de inmoralidad. Si un hombre tomaba una esposa y también a su madre, los tres debían ser quemados con fuego (Lev. 20:14). También era el castigo reservado para la hija de un sacerdote encontrada culpable de inmoralidad sexual (Lev. 21:9). Al describir el castigo de la Babilonia del tiempo del fin, Juan usa el motivo del castigo de la inmoralidad sexual de las leyes de Moisés y lo combina con la presentación de los juicios que hace Ezequiel, ejecutados sobre la Jerusalén prostituta (Eze. 16:38–41; 23:22–29).
Exposición
17:6b–8 Juan se maravilla grandemente por la extraordinaria apariencia de la mujer. Sin embargo, él no da la razón de su asombro. Por un lado, podría ser que se le dijo antes que él presenciaría el juicio de la prostituta, pero ahora la ve en todo su esplendor y triunfo seductor. Sin embargo, es posible que la verdadera razón del asombro de Juan podría ser que esta mujer seductora, de alguna manera le pareciera familiar. El hecho de que él la ve en el desierto (17:3) podría recordarle a la otra mujer en el desierto que él había visto antes en la visión de Apocalipsis 12. Esta última mujer en el desierto representaba a la iglesia fiel a Dios durante el período de “un tiempo y tiempos y la mitad de un tiempo” (12:13–14). De este modo, puede ser que los símbolos de lo que parecen ser dos mujeres diferentes, realmente parezca referirse a la misma entidad religiosa en momentos y circunstancias diferentes. La verdadera iglesia que fue fiel a Dios y le sirvió en lo pasado, en el tiempo del fin comprometería su fe y se opondría a Dios y a su pueblo. No sorprende, entonces, que Juan estuviera lleno de gran asombro cuando ve la mujer de Babilonia. Esto explicaría por qué el pueblo de Dios del tiempo del fin en Apocalipsis, se menciona como los remanentes de la descendencia de la mujer (12:17) en vez de la mujer misma. La mujer que una vez fue la iglesia fiel de Dios, en el tiempo del fin habrá dejado su fidelidad para oponerse a Dios, culminando en el intento de destruir a su pueblo fiel—el remanente—“los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús” (12:17).
El ángel responde al asombro de Juan prometiendo explicarle el misterio de la mujer y de la bestia que la conduce. Esto parece más bien sorprendente, pues Juan está perplejo por el misterio de la prostituta, y no obstante, el ángel le promete también explicar el misterio de la bestia. El misterio involucra tanto a la mujer como a la bestia; se refiere a la relación íntima entre Babilonia y la bestia. Las dos son inseparables, porque ella deriva su carácter y poder de la bestia.32 Entender la identidad de la bestia es la clave para comprender la verdadera naturaleza de la Babilonia del tiempo del fin.
El ángel le explica a Juan que la bestia escarlata sobre la que está sentada Babilonia es la que era, y no es, y está por subir del abismo. La identificación de la bestia como la que “era y no es y está por subir del abismo” es una parodia del título de Dios como el que “era y que es y que viene” en Apocalipsis 4:8 (también en 1:4, 8). Este título se refiere al nombre de YHWH en el pacto. La referencia a Dios como “el que es y que era y que viene” se refiere a “la ‘visitación’ escatológica de Dios” de modo que la bestia que “era, y no es, y está por subir del abismo” también se refiere a la actividad y el rol de la bestia del tiempo del fin.33
La fórmula tripartita indica que la bestia pasa por tres fases en su existencia. Las bases presente/pasada/futura de la bestia han de ser identificadas con las siete cabezas. Así, a través de toda su existencia, la bestia ejerce un reinado opresivo por medio de una de sus cabezas durante diferentes períodos de la historia.34 Como observa Robert L. Thomas, “cada cabeza de la bestia es una encarnación parcial de poder satánico que gobierna por un período dado”.35 Primero, la bestia “era”. Esto apunta muy probablemente a la bestia del mar con siete cabezas y diez cuernos en Apocalipsis 13. Una de sus cabezas—la séptima (cf. Apoc. 17:10)—fue herida al punto de muerte. Las bestia desaparece temporariamente de la escena, no obstante, sobrevive. Ahora, “no es”; es decir, la bestia no está activa en la escena—está muerta—por algún tiempo. Luego, retornará de los muertos después que su herida mortal haya sido sanada; aparece otra vez antes del tiempo del fin con “renovada furia” contra Dios.36
El hecho de que la bestia sube del abismo sugiere su relación con la bestia de Apocalipsis 11:7 que mató a los dos testigos. Vimos antes que el abismo o el pozo sin fondo es la morada de demonios (cf. Luc. 8:31; 2 Ped. 2:4; Jud. 6). Esto sugiere el origen demoníaco de la bestia sobre la cual se sienta la prostituta Babilonia. En este contexto, el abismo actúa como el lugar de los muertos, el mundo subterráneo (cf. Rom. 10:7). Descender al “abismo” representaría la recepción de la herida mortal de la bestia y su posterior desaparición de la escena mundial.37 En el tiempo del fin, esta bestia subirá del abismo con plena manifestación satánica (cf. 2 Tes. 2:8–12). No obstante ella aparecerá por solo un tiempo breve antes de ir a la destrucción junto con la prostituta Babilonia sentada sobre ella. “Y se capturó la bestia, y con ella el falso profeta que realizaba las señales delante de ella, por las cuales engañaba a los que recibieron la marca de la bestia, y que adoraron su imagen, estos dos fueron arrojados vivos en el lago de fuego que arde con azufre” (Apoc. 19:20).
Esta notable aparición de la bestia hace que los que moran en la tierra, cuyos nombres no están escritos en el libro de vida desde la fundación del mundo se maravillarán viendo a la bestia. Esta es una repetición de Apocalipsis 13:3–4 donde “toda la tierra se maravilló” al ver que la bestia del mar reaparecía después de que su herida mortal fue sanada. “Y todos los que moran en la tierra la adorarán, cuyos nombres no están escritos en el libro de vida del Cordero inmolado desde la fundación del mundo” (Apoc. 13:8). Solo los que tienen sus nombres escritos en el libro de vida podrán resistir el engaño. El paralelo entre las palabras de Apocalipsis 13:8 y 17:8 confirman el concepto de que la bestia sobre la cual está sentada Babilonia, la prostituta del tiempo del fin, es el mismo poder religioso-político de Apocalipsis 13:1–9 que tiene una larga historia de persecución de los fieles seguidores de Cristo.
Cuando este poder político religioso reviva con toda su fuerza después de siglos de reposo durante el cual no persiguió al pueblo de Dios, hará que las habitantes del mundo se maravillen y se llenen de temor reverente por la bestia que era y no es y será. Aunque global, la unidad religioso-política parece inconcebible en el mundo moderno, muchos de los cuales se pondrán al servicio de Babilonia, aunque sea por un poco de tiempo (cf. Apoc. 17:10).
17:9–10 Con la afirmación Aquí está la mente con sabiduría, el ángel dice: “Aquí está la sabiduría que demanda comprensión de las cosas que ves”. Sabiduría aquí se refiere a la percepción espiritual para comprender la verdadera naturaleza de las cosas. La comprensión de la bestia demanda discernimiento espiritual más bien que actividad mental e intelectual brillante. Solo el Espíritu puede impartirlo al creyente. Esta sabiduría fue necesaria antes con respecto a entender el número críptico de la bestia del mar (Apoc. 13:18). Solo por medio de la sabiduría divinamente impartida, los fieles podrán discernir y entender el verdadero carácter de este poder impío del tiempo del fin.
El ángel primero explica que la existencia de la bestia y sus actividades se identifican con sus cabezas. La bestia ha estado activa a través de la historia por medio de sus cabezas sucesivas. Las siete cabezas son siete montes sobre los cuales se sienta la mujer. La expresión “sobre los cuales se sienta la mujer” sugiere que los montes son lo mismo que las “muchas aguas” (Apoc. 17:1) y “una bestia escarlata” (Apoc. 17:3), representando el poder secular y político del mundo.
A fin de evitar cualquier malentendido, el ángel de inmediato explica que los siete montes sobre los cuales se sienta la mujer son siete reyes, que es otra expresión para indicar los poderes o imperios mundiales (cf. Dan. 7:17). Los siete montes representan los siete poderes globales sucesivos que dominaron el mundo a través de la historia y “por medio de los cuales Satanás ha obrado para oprimir al pueblo de Dios a través de los siglos”38 Así la gran prostituta “encuentra su apoyo en la bestia que aparece en la historia en una sucesión de reinos seculares ateos”.39 Los cinco que habían caído evidentemente son los imperios que dominaron el mundo antes del tiempo de Juan: Egipto, Asiria, Babilonia, Persia y Grecia; el sexto es la Roma del tiempo de Juan; la entidad que no ha venido todavía es una manifestación todavía futura desde la perspectiva de Juan. Sin importar la aplicación que el lector del siglo primero podría ver en el texto, Juan se está refiriendo obviamente no a la Babilonia imperial sino a la escatológica. Este poder político mundial es necesario que permanezca un poco de tiempo, es decir, está destinado a la destrucción pues la venida de Cristo traerá la victoria definitiva y final sobre las fuerzas de las tinieblas (cf. 2 Tes. 2:8).
17:11 El ángel explica además que la bestia que era y no es (cf. Apoc. 17:8) sobre la cual se sienta la mujer es el octavo y es uno de los siete. Este poder político mundial, que está al servicio de Babilonia durante la crisis final, viene como “el octavo en el sentido de que es diferente de los otros siete”.40 No obstante es uno de los siete, muy probablemente el séptimo que vino después de Roma (Apoc. 13), el que se menciona como el cuerno pequeño en Daniel 7:21–25 que surge de Roma para hacer guerra contra los santos. Que la bestia que “era y no es” sugiere que estaba muerto en un punto de tiempo y posteriormente regresó de los muertos.41 Es una parodia de Cristo que “vivo, y estuve muerto y he aquí que vivo por los siglos de los siglos” (Apoc. 1:18; 2:8; cf. 5:5).42 Así, en la octava cabeza, la séptima reaparece al fin del siglo y ejerce autoridad y gran poder mayores que nunca antes. Este poder político del tiempo del fin actúa de forma parecida a los siete anteriores en la historia como el poder opresivo del mundo en todas las épocas.43 Evidentemente, vivimos en la era de la séptima cabeza, porque la octava cabeza con sus diez reinos unidos todavía no subió del abismo, pero aparecerá en el escenario del mundo en el tiempo del fin. Aparecerá por un tiempo, y entonces la bestia irá a la destrucción eterna (Apoc. 19:20) antes de que pueda realizar su propósito de destruir al pueblo de Dios.
17:12–13 Luego, el ángel provee la identificación de los diez cuernos de la bestia sobre la cual se sienta la Babilonia prostituta: Los diez cuernos que viste son diez reyes, que no han recibido todavía un reino. Esta es una alusión a Daniel 7:7 y 24. Los diez reyes constituyen una confederación de naciones muy poderosa en el mundo. Su identidad no está especificada en el texto y no se menciona indicación de su historia previa. ¿Debemos buscar su identidad en poderes políticos como la OTAN, los G8, o la Europa Unida? ¿O representan la totalidad de las naciones del mundo que se pondrán al servicio de la bestia? Solo el tiempo dirá si algunas de estas ideas es la correcta. Siendo que el texto no revela su identidad, todo lo que podemos concluir en este momento es que surgirán al mismo fin del tiempo después que la herida mortal de la bestia sea sanada. Recibirán autoridad como reyes sobre el mundo junto con la bestia en una hora, es decir, por un tiempo muy breve. De este modo esta unión política es la octava cabeza, el tiempo de la crisis final. Lo que el texto afirma claramente es que los diez reyes están integralmente conectados con la bestia. Colectivamente son uno en mente, y le dan su poder y autoridad a la bestia. Quienquiera o lo que sea que fueren estos diez reyes, evidentemente “constituyen la última fase del poder de la bestia”.44 Representan la unidad del tiempo del fin de los poderes políticos reinantes del mundo que se someterán a la autoridad de la trinidad satánica. Los diez reyes llegarán a ser la columna vertebral de la creación de la confederación religioso-política de la crisis final. La bestia los usará para poner en práctica sus planes y propósitos.
17:14 Los diez reyes harán guerra con el Cordero. Esta batalla culminante no ocurre en este momento, sino más bien en Apocalipsis 19:11–21. Esto reafirma la idea de que la batalla final del gran choque escatológico es contra Cristo y su pueblo fiel, los que son llamados y elegidos por Dios y también han permanecido fieles en medio de la persecución más fiera. La batalla final es claramente teológica y no política; es una batalla espiritual y no militar. La meta de Babilonia de derrotar al pueblo de Dios se invertirá para su propia derrota: Y el Cordero los vencerá. Apocalipsis 17:14 proporciona la respuesta a la pregunta: “¿Quién es capaz de hacer guerra contra ella [la bestia]? (Apoc. 13:4).45 Es el Cordero, porque él Señor de señores y Rey de reyes. Apocalipsis 17:14 provee así en una cápsula lo que se describe con más detalle en Apocalipsis 19:17–21. La batalla final resultará en el triunfo de Cristo y la destrucción definitiva de la confederación mundial que lealmente apoyó a Babilonia en oposición a Dios y a su pueblo fiel.
17:15–16 El ángel ahora identifica las aguas sobre las que mora la Babilonia del tiempo del fin—el río Éufrates mismo—como pueblos y multitudes y naciones y lenguas. En el Antiguo Testamento, el agua se usa a menudo en sentido figurado para los enemigos del pueblo de Dios (Sal. 18:4; 124:2–5; Isa. 8:7–8; Jer. 47:1–2). Las aguas sobre las que se sienta Babilonia simbolizan los poderes reinantes seculares y políticos del mundo que se unirán y rendirán su lealtad al sistema religioso del tiempo del fin conocido como Babilonia. Este apoyo popular durará solo poco tiempo.
En la etapa final el cuadro cambia de repente y dramáticamente. Los ebrios amantes de la prostituta, los diez cuernos y la bestia que han sostenido lealmente a Babilonia, ahora despiertan de su borrachera y se vuelven contra su señora. El lenguaje aquí es un eco de la profecía de Jeremías, estrechamente relacionada, con respecto a la Jerusalén infiel:
Y tú, destruida, ¿qué harás? Aunque te vistas de grana, aunque te adornes con atavíos de oro… te menospreciarán tus amantes, buscarán tu vida (4:30).
Los mismos poderes que hasta ese momento lealmente sostuvieron a Babilonia, ahora le retiran su apoyo y se vuelven contra ella. Parece que aquí tenemos una ampliación de la sexta plaga. El río Éufrates sobre el que Babilonia ha estado sentada ahora se seca (Apoc. 16:12). Los poderes seculares y políticos que permitieron que Babilonia dominara al mundo ahora se vuelven contra ella. No se explica aquí la razón de un cambio tan repentino. El contexto del capítulo 16 indica que muy probablemente los poderes políticos gobernantes engañados del mundo se han desilusionado con la impotencia de Babilonia de protegerse a sí misma de las plagas que caen sobre el mundo (cf. Apoc. 16:10–11, 19) y juntos le retiraron su apoyo. Se han vuelto con tal antagonismo y hostilidad que odiarán a la prostituta y la llevarán a la ruina.46 Esto recuerda las profecías del Antiguo Testamento de acuerdo con las cuales, en el estado escatológico de agitación, los enemigos del pueblo de Dios se volverán en contra los unos de los otros (Eze. 38:21; Hag. 2:22; Zac. 14:13).47
Los poderes políticos mundiales desilusionados harán que Babilonia quede desolada y desnuda, y comerán su carne. Este acto salvaje es impulsado por hostilidad y odio extremos (cf. Sal. 27:2; Miq. 3:3). Los amantes apasionados han llegado a odiarla llenos de hostilidad. La quemarán con fuego. Estos actos crueles nos recuerdan las profecías de Ezequiel acerca del juicio que caería sobre la prostituta Jerusalén:
Yo reuniré a todos tus enamorados[…]y los reuniré alrededor de ti y les descubriré tu desnudez, y ellos verán toda tu desnudez. Y yo te juzgaré por las leyes de las adúlteras, y de las que derraman sangre; y traeré sobre ti sangre de ira y de celos. Y te entregaré en manos de ellos; y destruirán tus altares, y te despojarán de tus ropas, se llevarán tus hermosas alhajas, y te dejarán desnuda y descubierta[…]Quemarán tus casas a fuego, y harán en ti juicios en presencia de muchas mujeres; y así hará que dejes de ser ramera. (Eze. 16:37–41)
He aquí que yo suscitaré contra ti a tus amantes[…]Te quitarán tu nariz y tus orejas[…]y tu remanente será consumido por el fuego. Y te despojarán de tus vestidos, y te arrebatarán todos los adornos de tu hermosura[…]Los cuales procederán contigo con odio, y tomarán todo el fruto de tu labor, y te dejarán desnuda y descubierta. (Eze. 23:22–29)
Tanto en Ezequiel como en el Apocalipsis, los amantes anteriores son responsables por el castigo de la prostituta.
Es interesante, pero el castigo de la prostituta es la pena de muerte por fuego, en vez de apedreamiento, que era la forma regular de castigar la inmoralidad sexual en el Antiguo Testamento (Deut. 22:20–24; cf. Juan 8:5). Quemarla al fuego era el castigo reservado para la hija de un sumo sacerdote que estuviera involucrada en la prostitución (Lev. 21:9). El hecho de que la suerte de la Babilonia prostituta se declara en términos de quemar con fuego, en vez de apedrearla, es indicación adicional de que la mujer del capítulo 17 denota una entidad religiosa en vez de política, que una vez fue la verdadera iglesia fiel a Dios, pero que en el tiempo del fin se volverá un poder que se opone a Dios y a su pueblo fiel.
Vemos en esta escena del Apocalipsis el esquema del reino de Satanás: cada poder destruye al anterior (Babilonia destruyó a Asiria, Persia destruyó a Babilonia, etc.). Finalmente, la batalla de Armagedón “rompe este ciclo”. Dios mismo entra en la acción y lleva a la historia de opresión a su fin.48
17:17 El ángel explica además que fue Dios el que provocó la destrucción de Babilonia. Porque Dios ha puesto en sus corazones hacer su propósito, y hacerlo con una mente, es decir, dar su reino a la bestia, hasta que las palabras de Dios estén cumplidas. Al creer que están realizando los propósitos de la bestia, los poderes políticos gobernantes unidos están, en realidad, inconscientemente, llevando a cabo los propósitos de Dios de traer juicios sobre Babilonia.49 Esto es un eco de la declaración de Pablo de que “Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Tes. 2:10–12). Con respecto a Apocalipsis 17:17, William Barclay observa: “La verdad detrás de esto es que Dios nunca pierde el control de los asuntos humanos. En último análisis, Dios siempre está realizando cosas para el bien”.50 Dios es el que permite que los poderes del tiempo del fin se reúnan para servir a Babilonia. Cuando él se retira, sin embargo, los poderes unidos “inmediatamente se vuelven contra Babilonia y la destruyen”.51 Dios está en el control pleno aquí, y los impíos no pueden hacer más de lo que él les permite.52 La crisis final llevará los propósitos de Dios a su conclusión definitiva.
17:18 Vimos que enla imagen de una prostituta seduciendo a la gente del mundo y arrastrándolas a tener relaciones ilícitas, Juan describe la confederación religiosa mundial basada en el malvado sistema religioso cuyo poder le fue dado por Satanás mismo. Este sistema religioso ha de ser juzgado ahora. Juan cambia la metáfora de una prostituta a una gran ciudad. Y la mujer que viste es la gran ciudad que gobierna sobre los reyes de la tierra. La Babilonia prostituta y la gran ciudad de Babilonia son la misma entidad. Simbolizan el mismo sistema religioso del tiempo del fin que se opone a Dios. El juicio divino está ahora en movimiento contra este sistema religioso del tiempo del fin. Este juicio se describe en Apocalipsis 18 en términos de la destrucción de la antigua ciudad de Babilonia que se enriqueció por medio del intercambio comercial.
Retrospección Sobre Apocalipsis 17
Apocalipsis 17 amplía el motivo del secamiento del río Éufrates en la sexta plaga que provoca la caída de la Babilonia del tiempo del fin (Apoc. 16:12). La primera porción del capítulo identifica a Babilonia la grande como una prostituta seductora que vive “sobre muchas aguas” y cabalga sobre la bestia resucitada de Apocalipsis 13:1–10. Este poder/sistema religioso está detrás de la persecución y opresión del pueblo de Dios en el tiempo del fin. La influencia dominante de Babilonia sobre los habitantes de la tierra se logrará por medio de la cooperación con los poderes seculares y políticos gobernantes en el mundo. No obstante, Apocalipsis 17:14–17 indica que el secamiento del Éufrates simboliza el retiro del apoyo a Babilonia, cuando los poderes seculares y políticos dominantes en el mundo, dándose cuenta de que fueron engañados, se vuelven contra ella y la destruyen.
Apocalipsis 17 trata con más detalle el tema de Satanás y su esfuerzo final de dominar al mundo mediante la bestia resucitada de Apocalipsis 13:1–10. Notablemente, la Babilonia del tiempo del fin se presenta en Apocalipsis 17–18 como la impía antítesis de la Nueva Jerusalén en Apocalipsis 21:10–22:5. En su descripción, Juan emplea el lenguaje que más tarde usa con respecto a la Nueva Jerusalén, la esposa del Cordero.53 La relación ilícita entre los poderes seculares y políticos mundiales gobernantes y la Babilonia prostituta se contrasta con la relación de amor entre el Cordero y la Nueva Jerusalén, su esposa. El paralelismo antitético entre las descripciones de ambas ciudades aparece en un diagrama en “Panorama: Apocalipsis 12–22:5”.
Los paralelos verbales y conceptuales entre las dos visiones difícilmente son accidentales. Primero de todo, ambas explicaciones de las dos ciudades le fueron dadas por el mismo ángel de las siete copas. Ambas comienzan con una invitación: “Ven acá, y te mostraré…” (Apoc. 17:1; 21:9). Después del acto de “me llevó en el Espíritu…” (Apoc. 17:3; 21:10) Juan ve a la prostituta Babilonia y a la Nueva Jerusalén, la esposa de Cristo, respectivamente. Así como la Nueva Jerusalén es el asiento del gobierno de Dios sobre la tierra, indicando su presencia con su pueblo, se percibe a Babilonia como el asiento del sistema apóstata del tiempo del fin que denota la aspiración de Satanás de dominar al mundo.
Luego, los paralelos antitéticos son evidentes en las descripciones de las dos mujeres/ciudades. Los adornos costosos y profusamente lujosos expresan la auto glorificación y la corrupción de Babilonia. Tienen el propósito de seducir a los poderes seculares y políticos gobernantes a entrar en una relación ilícita con ella (Apoc. 17:4–5); por otro lado, el brillo radiante y la belleza que adorna a la Nueva Jerusalén expresan la gloria de Dios con el propósito de atraer a la gente a la salvación y al reino de Dios (Apoc. 21:11, 23–24). Babilonia es la morada de demonios y de toda inmundicia (Apoc. 18:2); la Nueva Jerusalén simboliza “el tabernáculo de Dios con los hombres” (Apoc. 21:3). Una línea definida de demarcación entre los que están asociados con las dos ciudades se traza sobre la base de tener su nombre escrito en el libro de vida (cf. Apoc. 17:8; 21:27).
Finalmente, se hace una distinción aguda con respecto al destino de las dos ciudades. Ambas se presentan con una declaración—“Hecho está”—anunciando que Dios le dará a Babilonia la copa del vino del ardor de su ira (Apoc. 16:19), y que Dios dará libremente a los sedientos de la fuente de agua de vida (Apoc. 21:6). Babilonia, adornada con toda su gloria desteñida, junto con sus habitantes está destinada a la destrucción (18:8), oscuridad (18:23) y ruina (18:6–7) de modo que “nunca más será hallada” (18:21); la Nueva Jerusalén ofrece a sus habitantes una vida de seguridad y de estabilidad “por los siglos de los siglos” (22:5). Roberto Badenas observa que “sobre las ruinas, por así decirlo, de la Babilonia orgullosa, impía y corrupta, viene la Nueva Jerusalén, del cielo, pura y radiante con la gloria de Dios”.54
Apocalipsis 17–18 continúa así el principal tema teológico de la parte escatológica del Apocalipsis (capítulos 12–22). Involucra la falsificación que hace Satanás de las actividades salvíficas de Dios en los días finales de la historia de la tierra: falsifica las tres personas de la Deidad, el mensaje final del evangelio, la marca de identificación de los genuinos adoradores de Dios, y ahora una ciudad falsificada. Al identificar a Babilonia como la falsificación de la Nueva Jerusalén, la ciudad de Cristo, Juan procura establecer un contraste entre los dos principales sistemas religiosos de los últimos días.
El don de Dios a la humanidad, la Nueva Jerusalén, representa el sistema de salvación fundado por Dios. Significa la presencia de Dios entre los seres humanos, dando vida con gozo y felicidad, y dando un futuro con esperanza. Por otro lado, Babilonia representa el sistema religioso establecido por Satanás, caracterizado por una separación de Dios, sufrimiento y muerte, sin ninguna esperanza para el futuro. Mientras la Nueva Jerusalén representa el método de Dios de redención, “Babilonia representa todos los intentos humanos de proveer el camino de salvación, todos esos planes y programas que, porque están construidos solo sobre la razón y los esquemas humanos, intenta frustrar al plan divino para el mundo.55 Mientras la Nueva Jerusalén representa la expresión de la gracia de Dios, Babilonia representa un trivial esfuerzo humano para obtener la salvación aparte de Dios.
Juan deja muy claro que la religión de Babilonia—sin importar la apariencia y atracción de la ciudad—priva a los seres humanos de la seguridad y la estabilidad tanto para la vida presente como para la futura. La única esperanza para la humanidad perdida es esperar “la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Heb. 11:10). Esta ciudad de gracia “representa la reconciliación de la humanidad con Dios, la realización del pacto eterno”.56 Los redimidos se han “acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios, el Juez de todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto, y la sangre rociada que habla mejor que la de Abel” (Heb. 12:22–24).