Antes de analizar cada uno de los siete sellos en detalle, debemos enfatizar algunos puntos generales. Son de importancia vital para la correcta interpretación de Apocalipsis 6.
Primero, Apocalipsis 6 edifica sobre los capítulos 4 y 5. La escena de la apertura de los siete sellos sigue a la escena descrita en Apocalipsis 4–5. Todo lo que sucede en el capítulo 6 es un resultado de lo que ocurrió en el capítulo 5. Esto es especialmente importante a la luz del hecho de que Apocalipsis 4–5 describe la entronización del Cristo resucitado en el trono celestial y la investidura de su cargo real, el evento que ocurrió en Pentecostés. Así, la apertura de los siete sellos comienza con la investidura y la entronización de Cristo. No obstante, la apertura del sexto sello describe la Segunda Venida y los eventos que la acompañan (6:15–17). Esto sugiere que la escena de la apertura de los siete sellos cubre la era histórica desde la ascensión de Cristo a su elevación al trono del universo a la Segunda Venida, cuando Cristo retorne a la tierra en su condición plena de rey y juez del mundo.
Segundo, los eventos de Apocalipsis 6 no describen el contenido de los sellos mismos. Más bien, son las consecuencias de la ruptura que hace Cristo de los sellos en el cielo. Los eventos iniciados por la apertura de los siete sellos, sin embargo, todos suceden en la tierra. Ni la ruptura de los siete sellos ni los eventos que siguen constituyen el contenido del rollo sellado de Apocalipsis 5. El rollo no fue abierto ni su contenido revelado hasta que todos los sellos fueron rotos.1 De acuerdo con George E. Ladd, la ruptura de los siete sellos es “preliminar a la apertura real del libro y a los eventos del fin”.2 O, como explica Kenneth A. Strand, la apertura de los siete sellos representa “los pasos o medios por los cuales Dios, por medio de Cristo prepara el camino en la historia para la apertura y la lectura del … libro del destino en el juicio en la consumación escatológica” (cf. Apoc. 20:12).3
El Significado De Los Siete Sellos
Muchos comentadores modernos creen que la visión de los siete sellos debe ser comprendida literalmente al reflejar la situación del siglo primero en el imperio romano caracterizado por la guerra.4 En esta senda de interpretación, el primer sello estaría simbolizado por los partos, el pueblo guerrero que hacia fines del siglo primero fueron una amenaza constante para el Imperio Romano. Siempre estaban listos para cruzar el río Éufrates, y varias veces hasta derrotaron al ejército romano. La comprensión de los otros sellos siguen este avenida de interpretación, sugiriendo que los sellos simbolizaban los desórdenes políticos, civiles y físicos que socavaban el poder opresivo del Imperio Romano.5 Sin duda los cristianos del primer siglo creían que vivían en el tiempo del fin, y así encontraban relevancia contemporánea en Apocalipsis 6.
Sin embargo, la recién mencionada comprensión es problemática de muchas maneras. Primero de todo, como observa George E. Ladd, la situación de fines del primer siglo en el Imperio Romano “no era una época especialmente marcada por guerras. En realidad, el poder de los ejércitos romanos había aplastado toda resistencia efectiva de modo que reinaba la paz desde Armenia hasta España. La gran Pax Romana dio al mundo mediterráneo varios siglos de paz que el mundo occidental nunca más ha experimentado. Sin embargo, era una paz basada en la fuerza, y el poder de Roma estaba representado en todas partes por la presencia de sus legiones”.6 Segundo, la comprensión literal de los siete sellos va en contra del carácter simbólico del libro del Apocalipsis. Muchos elementos en la escena de los sellos (tales como que el caballo fuera blanco en el primer sello) no son adecuados a una aplicación literal. Finalmente, tal comprensión no se adecua al marco teológico del libro entero. El significado teológico de Apocalipsis 6, por ejemplo, es mucho más profundo que la guerra entre los partos y el Imperio Romano.
¿Cuál es, entonces, el significado teológico de los eventos de la apertura de los siete sellos? La clave se encuentra en Apocalipsis 5. La escena de la apertura de los siete sellos comienza con la entronización de Cristo. Cuando en el Antiguo Testamento el recién coronado rey tomaba su lugar en el trono, el destino de toda la nación se ponía en sus manos. Las ceremonias de entronización del Antiguo Testamento generalmente eran seguidas por acciones de juicio del recién entronizado rey cuando procedía a castigar a los que habían sido desleales o rebeldes; también otorgaba beneficios favorables a los adherentes leales (cf. 1 Rey. 2; 16:11; 2 Rey. 9:14–10:27; 11:1, 13–16). En los Salmos reales 2 y 110, que originalmente se referían a los reyes de Israel, el ungido y entronizado rey davídico había de ejercer la autoridad para reinar al juzgar a quienes fueron rebeldes (comparar Sal. 2:7–11 y Apoc. 19:15–16). Este aspecto de juicio se expresa en la visión de la apertura de los siete sellos.
Cuando en su entronización en Apocalipsis 5 el Cristo exaltado recibió el rollo del pacto, que representaba la relación de pacto entre él y su pueblo, el destino de toda la humanidad fue puesto en sus manos. Sus fieles fueron dotados con el derecho de ser “un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y ellos reinarán sobre la tierra” (Apoc. 5:9–10; cf. 1:5–6). Entonces la acción del recién entronizado Cristo, descrito en la apertura de los siete sellos, desató una cadena de eventos sobre la tierra: guerra y matanzas, hambre y pestilencia. Es necesario determinar cómo los cristianos de los días de Juan entendieron los eventos de Apocalipsis 6, sin importar la aplicación que pudieran encontrar en él. Los textos bíblicos del trasfondo son medios para comprender la importancia y el significado de la apertura de los siete sellos.
El Trasfondo De Los Siete Sellos En El Antiguo Testamento
Maldiciones del pacto. Como observa Jon Paulien, el lenguaje de Apocalipsis 6:1–8 es paralelo a “las maldiciones en el pacto del Pentateuco y su ejecución en el contexto del exilio babilónico”.7 Después que Dios sacó a su pueblo de la esclavitud en Egipto, hizo un pacto con ellos que contenía ciertas estipulaciones. Si los israelitas obedecían y cooperaban con Dios, recibirían recompensas y bendiciones. Sin embargo, si no obedecían el pacto y seguían en su desobediencia, en última instancia, habría consecuencias, conocidas como las maldiciones del pacto (cf. Deut. 28:15–68).
Estas maldiciones del pacto se describen en el Antiguo Testamento en términos de “guerra, hambre, pestilencia y animales salvajes”, que en Ezequiel se mencionan como “mis cuatro juicios terribles” (Eze. 14:21; cf., en Jer. 15:3, “cuatro géneros de castigo”). El texto raíz de estas maldiciones del pacto es Levítico 26:21–26:
Si anduviereis conmigo en oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados. Enviaré también contra vosotros bestias fieras… y os heriré aún siete veces por vuestros pecados. Traeré sobre vosotros espada vengadora, en vindicación del pacto; y si buscareis refugio en vuestras ciudades, yo enviaré pestilencia entre vosotros, y seréis entregados en mano del enemigo. Cuando yo os quebrante el sustento del pan cocerán diez mujeres vuestro pan en un horno, y os devolverán vuestro pan por peso; y comeréis, y no os saciaréis. (La cursiva fue añadida)
Aquí se describen las penurias que Dios enviaría sobre Israel por su infidelidad. Los paralelos entre el lenguaje que usa Levítico 26 y el que usa Apocalipsis 6 son obvios: la séptuple plaga (espada, hambre, pestilencia y bestias salvajes). Todas son consecuencia de la desobediencia al pacto. Además, el hambre se describe en términos de dar el pan por peso (Lev. 26:26; cf. Apoc. 6:6). El mismo lenguaje y conceptos se repiten en el discurso de despedida de Moisés en Deuteronomio 32:23–25.
Las maldiciones del pacto eran, en su fase inicial, juicios preliminares de Dios sobre su pueblo. Tenían la intención de despertarlos de su condición de apostasía, guiarlos al arrepentimiento e impulsarlos a una relación positiva con Dios. Lo que parece claro en el Antiguo Testamento es que, al poner en práctica estas maldiciones, Dios usó naciones enemigas, tales como Asiria y Babilonia. Estas naciones a menudo fueron usadas como instrumentos de los juicios de Dios sobre su propio pueblo. Dios habló por medio de Isaías acerca de Asiria como “vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré” (Isa. 10:5–6).
Las maldiciones del pacto, entonces, pueden ser explicadas de la siguiente manera: cuando Israel fuera infiel al pacto, Dios quitaría su poder protector, y como resultado, las naciones enemigas vendrían y afligirían al pueblo de Israel. Traerían la espada contra ellos. Bestias salvajes les robarían a sus hijos y destruirían su ganado. La pestilencia y el hambre completarían la desolación de la tierra. Si el pueblo de Dios persistía en sus pecados, ocurriría la consecuencia final: el exilio de la tierra prometida.
Más tarde en la historia de Israel, “los cuatro juicios terribles” (que podrían venir en cualquier orden), llegaron a ser ampliamente conocidos y fueron términos usados comúnmente con referencia a los juicios por la deslealtad al pacto. Eran tan bien conocidos y estereotipados que solo podrían ser comprendidos como la consecuencia por su persistencia en rehusar vivir a la altura del pacto. Especialmente en Jeremías y Ezequiel, llegaron a ser términos técnicos para los “ayes” del pacto con los cuales Dios castigaba la apostasía, procurando guiar al pueblo al arrepentimiento (Jer. 14:12–13; 15:2–3; 21:6–9; 24:10; 29:17–18; Eze. 5:12–17; 6:11–12; 14:12–23; 33:27–29). Si no se arrepentían, tanto Israel como Judá tenían que experimentar el juicio último: el exilio.
David Aune nota un informe que dio Dión Casio de las pérdidas que sufrieron los judíos en la revuelta de Bar-Cochba (Barcoquebas) (132–135 d. C.): “Quinientos ochenta mil hombres fueron asesinados en diversas incursiones y batallas [o sea, la espada], y el número de los que perecieron de hambre, enfermedades y fuego no se podía contar. Así casi toda Judea quedó desolada, resultado que se le había advertido al pueblo antes de la guerra… y muchos lobos y hienas recorrían aullando sus ciudades” (la frase entre paréntesis rectos fue añadida por Aune).8 Se pueden observar todos los elementos de las maldiciones del pacto en el Antiguo Testamento en esta descripción: espada, hambre, enfermedad y animales salvajes.
En la frase final, cuando estas naciones enemigas que Dios usó como ejecutoras de juicios se propasaron en el castigo de su pueblo, Dios invirtió los juicios y los volvió contra estas naciones enemigas, a fin de librar a su pueblo. Esto es lo que Moisés anunció en Deuteronomio 32:41–43:
Si afilare mi reluciente espada, y echare mano del juicio, yo tomaré venganza de mis enemigos, y daré la retribución a los que me aborrecen. Embriagaré de sangre mis saetas, y mi espada devorará carne… Alabad, (“Alégrense”, NVI) naciones, a su pueblo, porque él vengará la sangre de sus siervos, y tomará venganza de sus enemigos, y hará expiación por la tierra de su pueblo.
En su profecía contra las naciones, Joel declaró que Dios juzgaría y castigaría a todas las naciones por lo que habían hecho a su pueblo Israel (Joel 3:2–7). Jeremías profetizó con respecto a Babilonia: “Y pagaré a Babilonia y a todos los moradores de Caldea, todo el mal que ellos hicieron en Sión delante de vuestros ojos, dice Jehová” (Jer. 51:24).
Esto se cumplió con el exilio babilónico, cuando los juicios de Dios que habían sido dirigidos contra su pueblo ahora se volvieron contra las naciones enemigas que afligieron a su pueblo.9 Zacarías 1:12–15 puede tomarse como un texto representativo de esta idea:
Respondió el ángel de Jehová y dijo: Oh Jehová de los ejércitos, ¿hasta cuándo no tendrás piedad de Jerusalén, y de las ciudades de Judá, con las cuales has estado airado por espacio de setenta años?… Y me dijo el ángel que hablaba conmigo: Clama diciendo: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Celé con gran celo a Jerusalén y a Sión. Y estoy muy airado contra las naciones que están reposadas; porque cuando yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal.
Declaraciones similares se encuentran en otros textos de los profetas (cf. Jer. 50:17–20, 33–34; 51:24; Joel 3:19–21; Sof. 3:19–20; Zac. 14:3–21).
Es especialmente importante notar que cuando se ejecutaron sobre el pueblo de Dios, las maldiciones del pacto eran “juicios preliminares que tenían la intención de conducirlos al arrepentimiento. Cuando se ejecutaron contra las naciones que habían derramado la sangre de su pueblo, eran juicios de venganza (cf. el quinto sello).10
Paulien concluye que los textos anteriores de los profetas “tienen suficientes paralelos con los siete sellos para sugerir la posibilidad, aunque no la certeza, de que el revelador estaba consciente de ellos al escribir Apocalipsis 6”.11 Los paralelos notables entre el lenguaje de Apocalipsis 6 y los pasajes de maldiciones del pacto del Antiguo Testamento sugieren con fuerza que la escena de la apertura de los siete sellos tiene que ver con el pacto del Nuevo Testamento establecido con Cristo y las consecuencias de romperlos. Como dice David Marshall, siempre que “se predica el evangelio y se lo rechaza hay consecuencias”.12 Esto está apoyado por el hecho de que en Apocalipsis 5 Cristo tomó el rollo sellado del pacto como una señal de su exaltación sobre el trono celestial, el acto que representa la relación de pacto entre él y su pueblo. Su entronización marcó así el comienzo de la ejecución del contenido del pacto.
La visión de Zacarías. Otro pasaje del Antiguo Testamento que ayuda a comprender la escena de la apertura de los siete sellos es Zacarías 1:8–17. El profeta vio en visión cuatro caballos de diferentes colores que son los instrumentos de juicios divinos. Aunque en Apocalipsis 6 los colores de los cuatro caballos caracterizan las obras que llevan a cabo, parece que los colores de los caballos no tenían una importancia aparente en la visión de Zacarías. En Zacarías 6, estos cuatro caballos se describen como “los cuatro vientos [o espíritus] de los cielos, que salen después de presentarse delante del Señor de toda la tierra” (Zac. 6:5). Eso puede indicar que los cuatro vientos de Apocalipsis 7:1–3 están relacionados con los caballos del capítulo 6 desatados en una inversión del pacto como la de Deuteronomio 32.13
La visión de Zacarías se relacionaba con el retorno de Israel del exilio babilónico. El pueblo de Dios fue castigado por su desobediencia e infidelidad al pacto. La pregunta: “¿Hasta cuándo?” en Zacarías 1:12 nos recuerda el clamor de los mártires debajo del altar en la escena de la apertura del quinto sello en Apocalipsis 6. A Zacarías se le dio la respuesta: “Estoy muy airado contra las naciones que están reposadas; porque cuando yo estaba enojado un poco, ellos agravaron el mal” (Zac. 1:15). Su pueblo fue castigado por su infidelidad y sus pecados al quitarse el poder protector de Dios y entregarlos en manos de sus enemigos. Ahora Dios estaba listo para restaurar a su pueblo y llevar adelante juicios contra sus opresores.
Apocalipsis 6 sigue claramente el esquema de las maldiciones del pacto. La escena presentada en la apertura de los primeros cuatro sellos describen las consecuencias o los juicios preliminares que tenían la intención de despertar al pueblo y llevarlos al arrepentimiento y la restauración. Como dice Pedro, el juicio de Dios comienza primero con su pueblo (1 Ped. 4:17). En Apocalipsis 6, el pueblo de Dios está afligido por una persecución severa. En la escena de la apertura del quinto sello, los mártires debajo del altar claman por vindicación: “¿Hasta cuándo, Señor, Santo y verdadero, no juzgarás y vengarás nuestra sangre sobre los que moran en la tierra?” (Apoc. 6:10), un clamor notablemente paralelo al que se citó arriba en Zacarías 1:12–15.
En la escena de la apertura del sexto sello, la ira de Dios se vuelve contra los perseguidores de su pueblo. Ha llegado el tiempo para que los juicios caigan sobre los enemigos de Dios y de su pueblo. El pueblo de Dios es rescatado y aparece delante del trono de Dios en la Nueva Jerusalén (7:9–17; cf. capítulos 21–22). Sus enemigos están ahora experimentando severos juicios descritos en la escena del toque de las siete trompetas. Las plagas de las siete trompetas (Apoc. 8–9) son realmente preliminares del juicio final y definitivo descrito en Apocalipsis 16–20.
El Trasfondo Del Nuevo Testamento De Apocalipsis 6
Apocalipsis 6 también es paralelo con el Apocalipsis Sinóptico, el discurso escatológico de Jesús sobre el Monte de los Olivos que está registrado en Mateo 24, Marcos 13 y Lucas 21. En ese sermón, Jesús describe los eventos que conducen al tiempo del fin. Su lenguaje recuerda mucho el de Juan en Apocalipsis 6. Allí, los siete sellos parecen seguir de cerca la disposición literaria del Apocalipsis Sinóptico. Además, muchos paralelos temáticos aparecen entre los eventos del Apocalipsis Sinóptico y los que acompañan la apertura de los siete sellos, aun cuando no siempre están en el mismo orden. Muchos comentadores han observado estas similitudes entre la estructura de Apocalipsis 6 y el Apocalipsis Sinóptico como está registrado en Mateo 24 y Marcos 13.14 Las siguientes comparaciones muestran los paralelos:
| Tema | Apocalipsis | Evangelio(S) |
| la difusión del evangelio | Apoc. 6:1–2 | Mat. 24:14; Mar. 13:10 |
| guerras | Apoc. 6:3–4 | Mat. 24:6–7; Mar. 13:7–8; Luc. 21:9–10 |
| hambres | Apoc. 6:5–6 | Mat. 24:7; Mar. 13:8; Luc. 21:11 |
| pestilencia | Apoc. 6:7–8 | Luc. 21:11 |
| persecución | Apoc. 6:9–11 | Mat. 24:9–10; Mar. 13:9–13; Luc. 21:12–17 |
| señales en el cielo | Apoc. 6:12–13 | Mat. 24:29; Mar. 13:24–25; Luc. 21:25–26 |
| la gente lamenta | Apoc. 6:15–17 | Mat. 24:30 |
| la Segunda Venida | Apoc. 6:17 | Mat. 24:30; Mar. 13:26; Luc. 21:27 |
Al describir Jesús la experiencia del pueblo de Dios entre el siglo primero y la Segunda Venida usa lenguaje y motivos del Antiguo Testamento. Las maldiciones mezcladas con señales en el cielo acompañan el “Día de Jehová”.15 El inspirado autor del Apocalipsis usa un esquema similar. Los paralelos entre el Apocalipsis Sinóptico y Apocalipsis 6 indican que la escena de la apertura de los siete sellos se refiere a eventos que suceden en la tierra desde el tiempo de la exaltación de Cristo en el trono celestial hasta su retorno a la tierra.
Sin duda los cristianos de los días de Juan que creían que vivían en el tiempo del fin habrán visto las señales del fin—guerras, insurrecciones, luchas civiles y económicas, hambres, pestilencia, persecución de los fieles, falsos profetas, la predicación del evangelio—como habiéndose cumplido en su propio tiempo. Sin embargo, la intención del autor inspirado del Apocalipsis aparentemente se extiende más allá de la situación del siglo primero.
El Apocalipsis Sinóptico se divide principalmente en tres secciones. Primera, Jesús describe las realidades generales de la Era Cristiana entre el siglo primero y la Segunda Venida. Es un tiempo de proclamación del evangelio y de guerra, hambre pestilencia y persecución (Mat. 24:4–14). Jesús explica que estas no tienen la intención de ser las señales del fin (Mat. 24:6–8), sino más bien, recordativos constantes para cada generación de cristianos de que esta tierra no es su hogar y del pronto regreso de Cristo. Los primeros cuatro sellos son paralelos de Mateo 24:4–14; se ocupan con las realidades de toda la era cristiana y no solo del tiempo del fin.
En la segunda sección, Jesús habla brevemente acerca de un período especial de tribulación que sigue a la destrucción de Jerusalén durante el cual el pueblo de Dios experimentará una persecución exaltada (Mat. 24:15–22). En Lucas, este período se llama “los tiempos de los gentiles” (21:24). La escena de la apertura del quinto sello claramente es un paralelo de esta sección. Aunque la persecución comenzó en los tiempos apostólicos, el clamor de los mártires debajo del altar señala al período de tribulación y persecución que Jesús predijo en su sermón del Monte de los Olivos, el “cual no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mat. 24:21).
Tercera, en Mateo 24:23–31 Jesús explica que este tiempo de tribulación será “seguido por engaños del tiempo del fin y señales en el cielo que llevarán hasta la Segunda Venida misma”.16 El sexto sello se adecua bien a este período entre la gran tribulación de la Edad Media y la Segunda Venida. Este período fue introducido con el devastador terremoto de Lisboa en 1755, las señales en el cielo del día oscuro en 1780 y de la noche siguiente cuando la luna se puso roja, y la espectacular caída de meteoritos de 1833. Muchos han considerado estos fenómenos como el cumplimiento de lo que Jesús predijo en el sermón del Monte de los Olivos cuando declaró que inmediatamente después del período de la gran persecución, “el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas” (Mat. 24:29).
Sin embargo, el sexto sello apunta a eventos futuros que ocurrirán antes de la Segunda Venida y en conexión con ella. El silencio introducido con la ruptura del séptimo sello (Apoc. 8:1) evidentemente ocurre después de la Segunda Venida.
| Mat. 24:3–14 | Señales generales | Apoc. 6:3–8 |
| Mat. 24:15–28 | La era de la gran tribulación | Apoc. 6:9–11 |
| Mat. 24: 29–31 | Las señales de la Segunda Venida | Apoc. 6:12–17 |
Jon Paulien señala: “Debería notarse que los engaños del tiempo del fin se omiten en la breve descripción de Juan de los eventos por suceder al abrirse el sexto sello. Sin embargo, son tomados más tarde con gran detalle en Apocalipsis 13–17. Estos eventos del sexto sello han de ser entendidos como contemporáneos de los descritos en esa porción del Apocalipsis”.17
La Naturaleza De La Apertura De Los Siete Sellos
¿Cuál es la naturaleza de la escena de Apocalipsis 6? El pasaje puente de Apocalipsis 3:21, en el cual se promete que el vencedor se sentará con Jesús en su trono así como Jesús venció y se sentó con su Padre en su trono, provee la pista para comprender la naturaleza de la apertura de los siete sellos. Observamos que Apocalipsis 4–5, que refiere cómo venció Jesús y cómo se sentó después con el Padre en su trono, desarrolla la segunda parte de Apocalipsis 3:21. Apocalipsis 7:9–17 describe el cumplimiento de su primera parte con respecto a los vencedores que se unirán a Cristo en su trono. Siendo que el capítulo 6 está ubicado entre los capítulos 5 y 7, parece que la apertura de los siete sellos corresponde a la declaración: “al que venciere” de 3:21. Uno puede llegar a la conclusión de que la escena de la apertura de los siete sellos tiene que ver con “el período continuo en el que el pueblo de Dios está en el proceso de vencer” hasta que finalmente se unen a Cristo en su trono.18
| Apoc. 4–5 | Cristo vence y se une con su Padre en su trono |
| Apoc. 6 | Los sellos describen el período continuado en el que el pueblo de Dios está en el proceso de vencer |
| Apoc. 7 | El pueblo de Dios se une con Cristo en el trono de Dios (vers. 9–17). |
La escena de la apertura de los siete sellos de Apocalipsis 6 debe entenderse así como pintando eventos que ocurrirán sobre la tierra entre la cruz y la Segunda Venida, “con un foco especial sobre el evangelio y la experiencia del pueblo de Dios” en el mundo.19 La entronización de Cristo en Pentecostés marca el comienzo del reino de Cristo que se difunde por medio de la predicación del evangelio. Mientras proclama el evangelio, el pueblo de Dios sobre la tierra a menudo falla en su fidelidad. La situación y las necesidades en las siete comunidades cristianas en la provincia de Asia reflejan la situación y necesidades de toda la iglesia cristiana a través de la historia. Los siete mensajes de Apocalipsis 2–3 son enviados para advertir al pueblo de Dios, despertarlo de su condición pecaminosa y llevarlos al arrepentimiento. El objetivo último es hacer que ellos sean vencedores. Solo los vencedores un día tendrán una parte con Jesús en su trono y gozarán de todas las bendiciones prometidas en los mensajes a las siete iglesias.
Así como con las siete iglesias, además de la aplicación general, la escena de la apertura de los siete sellos puede también verse en forma apropiada como teniendo aplicaciones específicas en diferentes períodos de la historia cristiana.20 Como el mensaje a la iglesia en Éfeso (2:1–7), la escena de la apertura del primer sello coincidió con el período apostólico que se caracterizó por una fidelidad general cuando en un tiempo breve el evangelio se esparció rápidamente por todo el mundo. La escena de la apertura del segundo sello puede bien aplicarse al período de persecución por todo el Imperio Romano (2:8–11) El tercer sello podría aplicarse al período que siguió, que se caracterizó por una progresiva declinación espiritual y compromiso, que llevó a la Edad Media oscura (cf. 2:12–17). El cuarto sello podría aplicarse al período de hambre de la Palabra de Dios que siguió, y que resultó en la muerte espiritual que caracterizó a la iglesia cristiana durante el período medieval. Fue el período de declinación espiritual y persecución cuando se perdió la fe genuina y se resistió y olvidó el amante mensaje del evangelio y gradualmente se remplazó por la tradición. La escena simbólica del quinto sello tuvo un significado especial para el pueblo de Dios en el tiempo de las severas persecuciones durante el período post-medieval, especialmente durante el tiempo de la ortodoxia protestante en el período post-Reforma de los siglos diecisiete y dieciocho. Y el sexto sello nos lleva claramente al tiempo del fin y nos conduce hasta la Segunda Venida.
Así podemos concluir que Apocalipsis 6 describe el proceso continuado por medio del cual Dios conduce a su pueblo a ser vencedores y participar con Jesús en su trono.21 Los siete sellos son instrumentos que Cristo usa “para la santificación de su Iglesia y la extensión de su reino”.22 El Apocalipsis sinóptico indica que los eventos que anuncian la Segunda Venida se dan con el propósito de recordarnos que el fin está cercano. Esto está claro en la conclusión del discurso de Jesús en el Monte de los Olivos: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Luc. 21:34–36). Los eventos descritos simbólicamente, tanto en la visión de la apertura de los sellos como en el discurso escatológico de Jesús en el Monte de los Olivos, tienen la intención de despertar al pueblo de Dios y conducirlos al arrepentimiento.
La promesa de Cristo en Apocalipsis 3:21 todavía está en pie. Los vencedores se sentarán un día con Jesús en su trono. En la escena de la apertura del quinto sello, los mártires debajo del altar claman: “¿Hasta cuándo?” Y Apocalipsis 7 provee la clara respuesta: “¡No demasiado”! Viene el día cuando Dios justificará a su pueblo fiel. Sin embargo, ellos deben ser pacientes. Antes de que se cumpla la promesa, el justo juicio de Dios será derramado sobre los enemigos y los perseguidores de los santos. Estos actos de juicio están simbólicamente descritos en el toque de las siete trompetas en Apocalipsis 8–9.