La primera sección principal del libro comienza en Apocalipsis 1:9, es decir, con los mensajes a las siete iglesias. Esta sección claramente se divide en dos partes distintivas: la visión del Cristo glorificado (1:9–20) y los siete mensajes a las iglesias (2–3:22).
Después de sus palabras tranquilizadoras—“No temas; yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades” (1:17–18)—el Cristo exaltado comisionó a Juan que escribiera las cosas reveladas a él, y las pasara a las iglesias (1:19–20; cf. 1:11). Parece que los siete mensajes no tuvieron la intención de ser enviados “separadamente” a las iglesias.1 Fueron compuestos como una sola carta y, como tal, fue enviada con el resto del libro del Apocalipsis a las siete iglesias (cf. 1:11). Un mensaje dirigido a “una iglesia individual, aparentemente, también debía ser para las otras seis” (ver especialmente 2:23).2 Por lo tanto, antes de analizar en detalle el contenido de cada mensaje, es necesario analizar la carta como un todo.
El orden de los siete mensajes
Para comenzar, las iglesias a las cuales fueron dirigidos los siete mensajes están enunciadas en cierto orden geográfico. Las ciudades donde se encontraban estas siete iglesias (cf. 1:11) estaban ubicadas sobre caminos romanos, interconectadas, a intervalos de unos 50 a 65 km (30 a 40 mi), formando así un circuito.3 Una persona que visitara estas ciudades viajaría en un semicírculo comenzando en Éfeso, la ciudad más cercana a Patmos, y avanzaría en el sentido del reloj hacia el norte a Esmirna y Pérgamo, luego hacia el sudeste hacia Tiatira, Sardis, Filadelfia y finalmente, a Laodicea. Es posible que los mensajes a las iglesias se llevaran siguiendo esta ruta. “Las cartas dirigidas a estas siete ciudades podían fácilmente circular en las áreas vecinas; y siendo que cada carta tenía que ser escrita a mano, cada carta tendría que ser enviada donde pudiera alcanzar más fácilmente al mayor número de personas”.4

Parece que el orden de las siete iglesias también refleja la posición de las lámparas del candelero de siete brazos. Cada lámpara de un lado del candelero correspondía a su paralelo del lado opuesto. Parece que los siete mensajes operan exactamente de la misma manera. El primero y el último mensaje, a Éfeso y a Laodicea, son claramente paralelos; ambas iglesias estaban en gran peligro de falta de amor y de legalismo. El segundo y el sexto, a Esmirna y a Filadelfia, felicitan a las iglesias por su fidelidad; no recibieron ningún reproche, y ambas tienen la oposición de quienes “dicen que son judíos, y no lo son” (2:9; 3:9). El tercero y el quinto mensajes, a Pérgamo y a Sardis, son paralelos en apostasía; hay poco de bueno para decir de ellas. El cuarto mensaje, en el centro de la serie, Tiatira, es claramente diferente. Es una iglesia dividida; y este mensaje es el más largo de todos. En estructuras paralelas como ésta, una comprensión de un lado ayuda a comprender el otro lado.
El formato de los siete mensajes
“La armonía de los mensajes a las siete iglesias”, un diagrama que aparece al final de este capítulo en el comentario (ver p. 92), arroja más luz sobre la estructura de los siete mensajes. Cada mensaje tiene un formato séxtuplo, con solo diferencias menores de los otros mensajes. Al comparar los elementos similares en todos los mensajes, uno capta una vislumbre más completa del significado de su contenido.
Primero, cada uno de los mensajes comienza con la dirección: “Escribe al ángel (mensajero) de la iglesia en _________”. Cada iglesia es conocida por su nombre. Cristo se dirige a las iglesias individualmente.
Segundo, el mensaje a cada una de las iglesias comienza (en el griego) con la frase “Así dice”, que es paralelo a “así dice Jehová” en los oráculos proféticos del Antiguo Testamento. Aquí, claramente quien habla es Cristo. Cuando él habla, la iglesia ha de escuchar y obedecer. Aunque los mensajes presentan a Cristo como el orador, la conclusión se refiere al Espíritu Santo como el que habla (2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22). Esto significa que Jesús habla a las iglesias por medio del Espíritu Santo. De esta manera Jesús está cumpliendo la promesa dada a los discípulos en el aposento alto, que él se comunicaría con ellos por medio de otro Paracleto (Juan 14:26; 15:26; 16:13). Por medio del Espíritu Santo la realidad de la presencia de Jesús se manifiesta entre el pueblo de Dios, y la voz del Salvador resucitado se oye entre el pueblo de Dios por medio de su hablar.
“Así dice” es seguido por una breve descripción de Jesucristo como el remitente del mensaje. Cristo se identifica en términos de algunas de las características de la gran visión donde “como un hijo de hombre” (1:12–20) que camina “en medio de los siete candeleros” (cf. 2:1) en Apocalipsis 1:9–20. Las características usadas fueron relevantes y especialmente adecuadas a la situación de cada una de las iglesias locales y el (los) problema(s) específico(s) que afrontaba cada una
Éfeso (2:1–7): Esta iglesia es amenazada por falsos maestros y ha perdido su primer amor. Jesús viene a esa iglesia como el que “tiene las siete estrellas en su diestra, que anda en medio de los siete candeleros de oro” (2:1). Él tiene el control pleno sobre la iglesia que está en peligro de perder su lugar como candelero (2:5).
Esmirna (2:8–11): A los cristianos que sufren en Esmirna porque padecen terrible persecución, Jesús se presenta adecuadamente como quien una vez fue muerto y volvió a la vida (2:8). Les asegura que él mismo ha experimentado lo que ellos están pasando ahora. Les da una promesa de resurrección (2:10–11).
Pérgamo (2:12–17): La iglesia de Pérgamo afronta problemas externos e internos: persecución de afuera, y falsos maestros dentro de la iglesia. Jesús viene a esta iglesia con una “espada aguda de dos filos”. Hará guerra, primero, contra sus perseguidores (2:13). Luego, con la espada de su boca juzgará a los falsos maestros que estén en medio de ellos (2:16).
Tiatira (2:18–29): Tiatira es una iglesia dividida. Algunos de los creyentes todavía son fieles, mientras otros son conducidos a la apostasía por influencias seductoras y corruptoras en la iglesia. Jesús viene a esta iglesia con ojos penetrantes—que escudriñan las mentes y los corazones (cf. 2:23)—y pies de bronce pulido con estabilidad, sin compromisos.
Sardis(3:1–6): Esta es una iglesia espiritualmente muerta; aun un pequeño número de quienes han permanecido fieles están por morir (3:2). Jesús viene a esta iglesia con “los siete Espíritus de Dios”. La única esperanza de esta iglesia sin vida está en el despertar que da el Espíritu Santo que puede revitalizarlos y traerlos de nuevo a la vida.
Filadelfia (3:7–13). La iglesia de Filadelfia tiene poca fuerza (3:8). Jesús viene a ella para abrir la puerta que nadie puede volver a cerrar.
Laodicea (3:14–22): Laodicea está en una condición tan extremadamente mala que Jesús no tiene nada bueno que decir de ella. A esta iglesia tibia y auto suficiente, Jesús viene como el testigo fiel y verdadero, y el principio de la creación de Dios. Su testimonio penetrante expone la verdadera condición de esta iglesia. Aunque sea tibia e indiferente, Cristo todavía ama a esta iglesia, y su única esperanza es que su poder creador saque algo de la nada.
Tercero, después de la descripción está la evaluación que hace Jesús de la iglesia. Esta sección comienza con la fórmula: “Yo conozco”. A cinco de las siete iglesias Jesús se dirige diciendo “Yo conozco tus obras”, mientras el mensaje a Esmirna y Pérgamo dice “Yo conozco tu tribulación” y “Yo conozco dónde moras”, respectivamente. Esta diferencia se debe a las circunstancias peculiares de estas dos iglesias.
Cristo primero analiza la condición espiritual de cada una de las iglesias. Declara tener un conocimiento íntimo y pleno de ellas. Sus “ojos penetrantes” revelan “la verdadera situación de cada iglesia, a veces invirtiendo la estimación que hace la iglesia de sí misma”.5 Él conoce a cada iglesia individualmente, porque él anda en medio de ellas. Si las iglesias quieren saber cómo vivir y cambiar, necesitan escuchar lo que Cristo dice de ellas. Primero, Cristo felicita a una iglesia con palabras de alabanza por sus buenas cualidades, con la excepción de Sardis y Laodicea donde hay poco para alabar. Luego vienen palabras de crítica con respecto a la deficiencia en la iglesia. Esmirna y Filadelfia son la excepción; no tienen nada para acusarlas. Ni siquiera se les pide que se arrepientan.
Cuarto, la evaluación es seguida por palabras de consejo. Después de analizar la condición espiritual de cada iglesia, Cristo les aconseja que cambien esa condición y llama a la iglesia al arrepentimiento y a cambiar sus caminos, o la anima a permanecer firme en su fidelidad y obediencia.
Quinto, entonces, cada iglesia es incitada a oír lo que el Espíritu dice a las iglesias. “El que tiene un oído, oiga”, es como un eco de las palabras con las que Cristo concluye sus dichos en los evangelios (p. ej., Mat. 11:15; 13:9, 43; Mar. 4:9, 23; Luc. 8:8; 14:35). La frase sugiere una audiencia mayor que una sola iglesia. Cristo habla por medio del Espíritu Santo (cf. Juan 16:13). Lo que Cristo dice a esas siete congregaciones locales en el primer siglo, es lo que el Espíritu Santo dice a la iglesia universal y a los cristianos individuales en todas partes y en todo tiempo.
Sexto, cada mensaje concluye con palabras de promesa al vencedor. (Los elementos quinto y sexto se dan en orden inverso en los cuatro últimos mensajes.) Se llama a los cristianos a vivir una vida de victoria y lealtad a Cristo. Puede observarse que aunque cada iglesia ha caído más bajo cuando se compara con la precedente, cada una recibe más promesas que la anterior:
- Éfeso: el árbol de la vida (2:7);
- Esmirna: una corona de vida y escapar de la muerte segunda (2:10–11);
- Pérgamo: el maná escondido, una piedra blanca y un nombre nuevo (2:17);
- Tiatira: autoridad sobre las naciones, las regirá con vara de hierro para quebrar las naciones en pedazos, y la estrella de la mañana (2:26–28);
- Sardis: caminar con Jesús, vestir vestiduras blancas, no se borrará su nombre del libro de la vida, será reconocido ante el Padre, y ante los ángeles (3:4–5);
- Filadelfia: lo guardará en la hora de la prueba; será columna en el templo del que nunca saldrá; tendrá escrito el nombre de Dios, el nombre de la ciudad de Dios, y el nombre nuevo de Dios (3:10–12);
- Laodicea: sentarse con Jesús en el trono (3:21). En realidad esta promesa incorpora todas las otras promesas dadas a las iglesias. Sentarse con Jesús en su trono significa tener todo.
Cada iglesia ha declinado cuando se la compara con la anterior, no obstante, cada una recibe más promesas que la precedente. Este aumento en promesas, junto con la declinación espiritual de las iglesias, se relaciona con la declaración de Pablo de que donde aumenta el pecado, la gracia aumenta más (Rom. 5:20). Alan Johnson observa que las promesas dadas a los vencedores son un eco de Génesis 2–3; es decir, lo que originalmente perdió Adán en el Edén, en Cristo se recupera.6 El cumplimiento de estas promesas se describe en los últimos dos capítulos del libro (Apoc. 21–22).
La pauta estructural de los Siete Mensajes
Se sugieren dos propuestas diferentes para la pauta estructural de los siete mensajes de Apocalipsis 2–3. Por un lado, William H. Shea propone que la forma de los mensajes sigue el formulario del pacto. Los antiguos tratados de pacto consistían en cinco elementos típicos: 1) preámbulo, 2) prólogo, 3) estipulaciones o demandas, 4) bendiciones y maldiciones, y 5) testigos. Al aplicar estos elementos al contenido de cada uno de los siete mensajes a las iglesias, Shea observa su presencia en cada caso: 1) el preámbulo presenta a Cristo con la frase “Así dice el que…” y un título lo sigue; 2) el prólogo habla de relaciones pasadas en términos como “conozco tus obras”; 3) las estipulaciones se introducen con el imperativo “arrepiéntanse” seguido por otras instrucciones; 4) las bendiciones consisten en una declaración de recompensa tal como “Al que venciere”, mientras que las amenazas de maldiciones ocurren en forma irregular; y 5) el Espíritu actúa como el testigo a quien las iglesias han de escuchar. Shea así concluye que los siete mensajes actúan como declaraciones de renovación del pacto para cada una de las siete iglesias.7
Por otro lado, David Aune refleja a algunos otros autores al sugerir que se ve la influencia de los edictos reales e imperiales en el formato de los siete mensajes: 1) la praescriptio (introducción); 2) la sección central; y 3) la conclusión.8 Aune sostiene que los siete mensajes siguen esta estructura triple: 1) una introducción; 2) una sección central introducida por “Conozco”; y 3) una conclusión doble, que contiene un llamado a la vigilancia y un dicho de victoria. Alega además que la fórmula “así dice”, que era la característica principal de los decretos reales e imperiales promulgados por los magistrados y emperadores romanos después de los reyes persas, clasifica los siete mensajes como edictos (que eran formales y públicos) en vez de cartas (que eran informales y privadas). Al usar la forma de edicto real/imperial, Juan presenta al Cristo exaltado como un rey que se dirige a sus súbditos, en contraste con el “emperador romano, que es solo una pálida y diabólica imitación de Dios. En este rol como el soberano eterno y rey de reyes, Jesús es presentado como emitiendo solemnes edictos dotados de autoridad, apropiados a su condición”.9
Esas dos propuestas no deberían ser consideradas como mutuamente excluyentes sino más bien como correlativas y complementarias. Ellas sirven como un ejemplo de cómo el libro del Apocalipsis, como un todo, refleja un amplio espectro de motivos de trasfondo. Mientras que la idea del formulario de pacto señala al aspecto y carácter del pacto de la primera división principal del Apocalipsis, el concepto de edicto real/imperial muestra cómo la forma de los siete mensajes de Apocalipsis 2–3 se comunicaba en forma efectiva con los cristianos del primer siglo en el ambiente del Asia Menor.
La Interpretación De Los Siete Mensajes
La pregunta de cómo deben entenderse e interpretarse los siete mensajes a las iglesias es de enorme importancia y merece una consideración seria. El libro del Apocalipsis mismo claramente indica que el contenido de los siete mensajes refleja un tiempo y lugares específicos y se relaciona con ellos. No obstante, de acuerdo con 1:19, el contenido del Apocalipsis tiene que ver con “las cosas que son, y las cosas que están por suceder después de estas”. En 4:1 se le dijo a Juan que las visiones que vería son “las cosas que sucederán después de estas” (en el griego las palabras son las mismas). “Estas [cosas]” claramente equivale a “las cosas que son” de Apocalipsis 1:19, o sea, los mensajes a las siete iglesias (Apoc. 2–3).
Esto muestra que los siete mensajes fueron originalmente dirigidos a iglesias reales en la provincia romana de Asia (1:11); cada mensaje nombra la ciudad en la que se ubica una iglesia en particular. El mensaje refleja la situación y condición actuales de la iglesia a la que se dirige, junto con la situación histórica específica de la ciudad en la que la iglesia respectiva estaba ubicada”.10 Cristo visita cada iglesia para prepararla para afrontar la crisis venidera. Se dirige a problemas, necesidades y circunstancias reales y específicos. Por lo tanto, a fin de comprender estos mensajes e interpretarlos correctamente y en forma significativa, debemos leerla principalmente en el contexto de su situación histórica original.
Como se mencionó antes, los siete mensajes no fueron enviados separadamente a las iglesias, sino fueron enviados a las siete iglesias junto con el libro entero del Apocalipsis (cf. 1:11). La sección final de los mensajes a las iglesias indica que “el mensaje a cada iglesia era al mismo tiempo un mensaje para todas las iglesias”.11
Las siete iglesias del Apocalipsis fueron escogidas, muy probablemente, para representar a un número mayor de iglesias en la provincia de Asia en ese tiempo, incluyendo la de Colosas (Col. 1:2), Hierápolis (Col. 4:13), Troas (Hech. 20:5; 2 Cor. 2:12) y Mileto (Hech. 20:17). El número “siete” aquí debe tomarse como un símbolo de totalidad e integridad. Aunque los mensajes fueron escritos originalmente a siete iglesias, también tuvieron la intención de servir a todas las iglesias de la provincia de Asia, y probablemente también a todos las iglesias cristianas a través de toda la historia.12 Como señala Merrill C. Tenney, la ubicación de las iglesias en el circuito sugiere que “puedan representar al ciclo entero de la fe cristiana y del progreso cristiano como es ejemplificado por la iglesia visible de todos los tiempos”.13
Sin embargo, aunque los siete mensajes tuvieron la intención de ser para las iglesias en el Asia en los días de Juan, ellos trascienden las limitaciones de tiempo y lugar. Ellos, “en cierta medida, describen a toda la iglesia en cualquier momento de su historia”.14 Hablan a todos los cristianos en cada generación, y su contenido tiene implicaciones para todo aquel que los lee. El hecho de que cada mensaje concluye con una apelación explícita a cualquiera que quiera “oír lo que el Espíritu dice a las iglesias”, sugiere que tenían el propósito de llegar a una audiencia más amplia, más allá de la congregación local. Por medio de la presencia continua del Espíritu Santo, estos mensajes son relevantes para el pueblo de Dios en todos los tiempos y todos los lugares. Se dirigen a pueblos diferentes en diversas situaciones y necesidades de la vida: los perseguidos como los de la iglesia en Esmirna, los testigos fieles como los de Filadelfia, los cristianos espiritualmente muertos como los que estaban en Sardis, o los cristianos tibios como los de Laodicea. Aunque los siete mensajes deben leerse con el propósito de entender lo que significaron para esas siete comunidades cristianas en Asia en su propio tiempo y lugar, su contenido puede aplicarse a diversas condiciones de diferentes iglesias y a cada cristiano individual en todas partes y en cualquier tiempo en la historia, que esté dispuesto a escuchar. Sin embargo, el libro del Apocalipsis pretende ser una profecía (1:3; 22:7, 10, 18–19) y, como tal, debe ser enfocado como una profecía. Siendo que la profecía es tanto una predicción como una presentación, el mensaje de un profeta para el pueblo de sus días también se extiende más allá de su propio tiempo. Los siete mensajes a las iglesias de Apocalipsis 2–3, aunque tenían la intención de ser para una audiencia del siglo primero, podrían considerarse también como de una importancia especial para el futuro desde la perspectiva de Juan. “Las siete iglesias proporcionan ejemplos de las clases de cosas que pueden salir mal en cualquier iglesia”.15
Algunos expositores entienden que los siete mensajes de Apocalipsis 2–3 son las profecías predictivas de los siete períodos sucesivos de la historia cristiana desde los días de Juan hasta la Segunda Venida. En este modo de interpretación, Éfeso representa la iglesia del primer siglo de la era cristiana, Esmirna el período de persecución de los siglos segundo y tercero, Pérgamo la iglesia del compromiso de los siglos cuarto y quinto, Tiatira la iglesia de la Edad Media, Sardis la era de la Reforma y Post–reforma desde el siglo quince hasta el dieciocho, Filadelfia, la iglesia de los movimientos misioneros de fines del siglo dieciocho y del siglo diecinueve, y Laodicea la iglesia del tiempo del fin.
Una cosa parece segura, sin embargo: el contexto no indica que los siete mensajes tuvieron el propósito de ser un bosquejo profético de la historia de la iglesia cristiana (como en Dan. 2, por ejemplo). No obstante, varias cosas sugieren que los mensajes a las siete iglesias de Apocalipsis 2–3 tuvieron un significado mucho más amplio para los cristianos a través de la historia.
Es especialmente interesante notar el orden dado de las iglesias. Algunos de los grandes historiadores eclesiásticos, tales como Philip Schaff, bosquejaron la historia de la iglesia cristiana en siete períodos principales: 1) el período apostólico; 2) el período de dificultades y persecución de la iglesia; 3) el período del compromiso y de la unión de la iglesia y el estado; 4) el período medieval; 5) el período de la Reforma; 6) el período de la ortodoxia protestante, cuando la doctrina llegó a ser más importante que la práctica; y 7) el período de la infidelidad y de las misiones mundiales.16 Es especialmente interesante que los siete mensajes del Apocalipsis podrían aplicarse al carácter de los siete períodos de la iglesia como los bosquejó Schaff, aunque no todos los siete mensajes se aplican por igual en cada período de la historia de la iglesia.17 No obstante, parece que las siete iglesias tipifican, de algún modo, la historia de la iglesia cristiana, y es bien posible ver una progresión desde Éfeso a Laodicea, cubriendo los grandes períodos de la iglesia cristiana. Los siete mensajes de Apocalipsis 2–3 podrían bien ser los de Dios a su pueblo en diferentes momentos de la historia, dirigiéndose a sus necesidades y circunstancias específicas.
Jon Paulien ha observado algunos paralelos verbales entre el mensaje a la iglesia de Laodicea (Apoc. 3:17–18) y la advertencia final al pueblo de Dios durante la batalla de Armagedón: “Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza” (Apoc. 16:15). Las palabras clave en ambos textos son “ropas”, “desnudez” y “vergüenza”. Juan usa el lenguaje del mensaje a la iglesia de Laodicea para dar la advertencia última al pueblo de Dios al final del tiempo. Esto sugiere que Laodicea, la última en el orden de las siete iglesias, está relacionada con la iglesia del último período de la historia del mundo. Paulien cree que esta pieza de evidencia adicional apoya el concepto de que los mensajes enviados a las siete congregaciones locales en la provincia de Asia tienen una intención más profunda.18
En resumen, Juan el Revelador nunca indica que los siete mensajes a las iglesias tuvieran la intención de ser profecías de la historia de la iglesia cristiana, en su orden. Sin embargo, las evidencias recién vistas sugieren que los siete mensajes no están limitados solo a un momento en el tiempo histórico, sino que pueden representar a toda la iglesia en cualquier momento y lugar. De este modo, sería bastante apropiado leer los siete mensajes de Apocalipsis 2–3 en la etapa final de interpretación, como la evaluación de Cristo de la iglesia cristiana a lo largo de la historia.
En este momento, el Comentario Bíblico Adventista19 recomienda precaución con respecto a aplicar los siete mensajes a los períodos sucesivos de la historia de la iglesia. Primero de todo, los mensajes a las siete iglesias no deben tomarse como profecías de tiempo porque no los acompaña ningún dato cronológico específico. Deben tomarse como descripciones de experiencias sucesivas de la iglesia y no deben ser tratadas como las clásicas profecías de tiempo (tales como, p. ej., Dan. 2 y 7). Segundo, los períodos históricos respectivos, tipificados por los siete mensajes, pueden difícilmente ser marcados con fechas exactas. “Usadas con este fin las fechas son, en el mejor de los casos, hitos útiles de un carácter más bien general, sin determinar límites exactos. La verdadera transición de un período a otro es un proceso gradual”. De este modo, todas las fechas para determinar los diversos períodos históricos deberían considerarse como sugerentes y aproximadas. Por un lado, todas “estas diferencias de fechas y nombres no afectan esencialmente el mensaje general de las cartas a las siete iglesias”. En forma semejante, Herman Hoeksema afirma:
Mantenemos, por lo tanto, que estas siete iglesias son representativas de toda la iglesia como se encuentra en el mundo en cualquier período de la historia, y rechazamos la idea de que cada una de ellas representa un período limitado en la historia de la iglesia de la nueva dispensación, creemos, sin embargo, que en forma general, en el orden en el que se dirige a las iglesias, hay una indicación de la tendencia que seguirá el desarrollo de la iglesia en el mundo”.20
Los mensajes enviados a las siete congregaciones locales en Asia sigue siendo el mensaje de Cristo a su pueblo de todos los tiempos. Tienen importancia tanto para la iglesia local y la universal como también para los cristianos en todas partes, en todos los tiempos de la historia de la iglesia. Tienen el propósito de ser para todo “el que tiene un oído”, que esté listo y esté dispuesto a escuchar.
Armonía de los mensajes a las siete iglesias
| Éfeso (2:1–7) | |
| Destino | Al ángel de la iglesia en Éfeso escribe: |
| Descripción de Cristo | Así dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha, que camina en medio de los siete candeleros de oro: |
| Evaluación de Cristo de la iglesia: “Yo conozco” | Yo conozco tus obras, es decir, tu labor y paciencia, y que no puedes soportar a los malos, y que has probado a quienes se llaman apóstoles—y no lo son—y has hallado que son mentirosos; y tienes perseverancia y has soportado por causa de mi nombre y no te has cansado. Pero tengo contra ti que has abandonado tu primer amor. |
| Exhortación | Sigue recordando, por lo tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete y haz las primeras obras; pero si no, yo vengo a ti y quitaré tu candelero de su lugar, a menos que te arrepientas. Pero esto tienes, que odias las obras de los Nicolaítas que yo también odio. |
| Llamado a escuchar al Espíritu | El que tiene un oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. |
| Promesa al vencedor | Al que venciere, le daré de comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios. |
| Esmirna (2:8–11) | |
| Destino | Al ángel de la iglesia en Esmirna escribe: |
| Descripción de Cristo | Así dice el primero y el último, el que estuvo muerto y vino a la vida: |
| Evaluación de Cristo de la iglesia: “Yo conozco” | Yo conozco tu aflicción y pobreza—pero tú eres rica—y la calumnia de quienes dicen que son judíos, y no lo son, sino la sinagoga de Satanás. |
| Exhortación | ¡Deja de temer las cosas que estás por padecer! He aquí el diablo arrojará a algunos de vosotros a la prisión para que seas probado, y tendrás tribulación por diez días. Permanece fiel hasta el punto de la muerte, y te daré la corona de vida. |
| Llamado a escuchar al Espíritu | El que tiene un oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. |
| Promesa al vencedor | El que venciere, no será dañado por la muerte segunda. |
| Pérgamo (2:12–17) | |
| Destino | Al ángel de la iglesia de Pérgamo escribe: |
| Descripción de Cristo | Así dice el que tiene la espada aguda de dos filos: |
| Evaluación de Cristo de la iglesia: “Yo conozco” | Yo sé dónde moras, donde está el trono de Satanás, y sostienes firme mi nombre, y no negaste mi fe aun en los días de Antipas, mi testigo fiel, que fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. Pero tengo unas pocas cosas contra ti, porque tienes a los que sostienen la doctrina de Balaam, quien enseñó a Balac a arrojar una piedra de tropiezo ante los hijos de Israel a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer fornicación. Así también tienes a los que sostienen la enseñanza de los Nicolaítas igualmente. |
| Exhortación | Por lo tanto, arrepiéntete; porque si no, vendré a ti rápidamente y haré guerra contra ellos con la espada de mi boca. |
| Llamado a escuchar al Espíritu | El que tiene un oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. |
| Promesa al vencedor | Al que venciere, le daré el maná escondido, y le daré una piedra blanca, y sobre la piedra escrito un nombre nuevo que nadie conoce excepto el que la recibe. |
| Tiatira (2:18–29) | |
| Destino | Al ángel de la iglesia en Tiatira escribe: |
| Descripción de Cristo | Así dice el Hijo de Dios, cuyos ojos son como una llama de fuego, y sus pies como bronce bruñido: |
| Evaluación de Cristo de la iglesia: “Yo conozco” | Yo conozco tus obras, es decir, tu amor y fe, que es tu servicio y perseverancia, y que tus obras postreras son mayores que las primeras. Pero tengo contra ti que toleras la mujer Jezabel que se llama profetisa y enseña y descarría a mis siervos para cometer fornicación y para comer cosas sacrificadas a ídolos. Y le di tiempo para que pueda arrepentirse, y ella no quiere arrepentirse de su fornicación. He aquí, la arrojo en cama, y aquellos que cometen adulterio con ella en gran aflicción, a menos que se arrepientan de las obras de ella, y mataré a los hijos de ella, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña los riñones y los corazones, y daré a cada uno de vosotros de acuerdo con sus obras. |
| Exhortación | Ahora te digo, los remanentes en Tiatira, todos los que no tienen esta enseñanza, que no han conocido las cosas profundas de Satanás, como dicen; no pondré sobre ti otra carga, excepto, sostén lo que tienes hasta que yo venga. |
| Llamado a escuchar al Espíritu | El que tiene un oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. |
| Promesa al vencedor | Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones y las pastoreará con una vara de hierro, como las vasijas de un alfarero son quebradas juntas, como yo también lo recibí de mi Padre, y le daré la estrella de la mañana. |
| Sardis (3:1–6) | |
| Destino | Al ángel de la iglesia en Sardis escribe: |
| Descripción de Cristo | Así dice el que tiene los siete Espíritus de Dios y siete estrellas: |
| Evaluación de Cristo de la iglesia: “Yo conozco” | Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sigue velando y fortalece a los remanentes que están para morir, porque no he encontrado tus obras cumplidas delante de mi Dios. |
| Exhortación | Sigue recordando, por lo tanto, cómo lo has recibido y oído, y guardado y arrepiéntete. Si por tanto no velas, vendré como un ladrón; de ningún modo sabrás a qué hora vendré sobre ti. Pero tienes en Sardis unos pocos nombres que no han manchado sus vestiduras, y ellos caminarán conmigo de blanco, porque son dignos. |
| Llamado a escuchar al Espíritu | El que tiene un oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. |
| Promesa al vencedor | El que venciere así será vestido de vestiduras blancas, y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. |
| Filadelfia (3:7-13) | |
| Destino | Al ángel de la iglesia en Filadelfia escribe: |
| Descripción de Cristo | Así dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre. |
| Evaluación de Cristo de la iglesia: “Yo conozco” | Yo conozco tus obras; he aquí, te he dado delante de ti una puerta abierta que ninguno puede cerrar, porque tú tienes poca fuerza, y guardaste mi palabra y no negaste mi nombre. He aquí, yo doy a algunos de la sinagoga de Satanás que dicen que son judíos, y no lo son, pero mienten: he aquí los haré venir e inclinarse ante tus pies, y saber que yo te he amado. Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que está por venir sobre los que moran en la tierra. |
| Exhortación | Yo estoy viniendo pronto; retén lo que tienes, para que nadie tome tu corona. |
| Llamado a escuchar al Espíritu | El que tiene un oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. |
| Promesa al vencedor | Al que venciere, lo haré un pilar en el templo de mi Dios, y él nunca saldrá de él, y yo escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo. |
| Laodicea (3:14–22) | |
| Destino | Al ángel de la iglesia en Laodicea escribe: |
| Descripción de Cristo | Así dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios. |
| Evaluación de Cristo de la iglesia: “Yo conozco” | Yo conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. Quisiera que fueras frío o caliente. Así, porque eres tibio y ni frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque dices, “soy rico, y he llegado a ser adinerado, y no tengo necesidad de nada”, y no sabes que eres despreciable y miserable y pobre y ciego y desnudo, |
| Exhortación | te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para que te vistas, de modo que no se exponga la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver. A todos los que amo, disciplino y reprendo; por lo tanto, sé celoso y arrepiéntete. He aquí estoy parado a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo. |
| Llamado a escuchar al Espíritu | El que tiene un oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. |
| Promesa al vencedor | Al que venciere le otorgaré que se siente conmigo en mi trono, como yo también he vencido y me senté con mi Padre en su trono. |