Ahora analizaremos los siete mensajes a las iglesias. Cada análisis comenzará con el trasfondo histórico y contemporáneo de la ciudad en la cual se ubicaba la iglesia. Luego analizaremos cada mensaje en detalle. Deberíamos recordar que estos siete mensajes no son cartas, como se supone generalmente. Fueron todas enviadas juntas con el resto del libro del Apocalipsis para ser leídos en las siete iglesias. La información acerca de la ciudad en la cual se ubicaba la iglesia respectiva nos permitirá entender la importancia del mensaje dado a esa iglesia.
El Mensaje De Cristo a La Iglesia En Éfeso (2:1–7)
1Al ángel de la iglesia en Éfeso escribe:
Así dice El que tiene las siete estrellas en su mano derecha, que camina en medio de los siete candeleros de oro: 2Yo conozco tus obras, es decir, tu labor y paciencia, y que no puedes soportar a los malos, y que has probado a quienes se llaman a sí mismos apóstoles—y no lo son—y has hallado que son mentirosos; 3y tienes perseverancia y has soportado por causa de mi nombre y no te has cansado. 4Pero tengo contra ti que has abandonado tu primer amor. 5Sigue recordando, por lo tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete y haz las primeras obras; pero si no, yo vengo a ti y quitaré tu candelero de su lugar, a menos que te arrepientas. 6Pero esto tienes, que odias las obras de los Nicolaítas que yo mismo también odio. 7El que tiene un oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré de comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios.
Notas
2:1 Éfeso.La ciudad estaba ubicada a unos cien kilómetros (60 mi) de Patmos. Cuando se escribió el libro del Apocalipsis, Éfeso era la ciudad más grande y la principal de la provincia romana de Asia.1 Como una metrópolis, era un centro político, comercial y religioso pagano, famoso e importante. Tenía la condición de ciudad libre, con gobierno propio dentro de sus propios límites. También era el centro de los Juegos Pan-Jónicos cuando toda la población de la provincia se reunía en Éfeso.2 Además, en la ciudad había dos templos dedicados a la adoración del emperador.
La ciudad era el hogar de la diosa Artemisa o Diana, diosa de la fertilidad, con muchos senos, “a quien venera toda Asia, y el mundo entero” (Hech. 19:27). Se creía que su imagen había caído del cielo (Hech. 19:35). El magnífico templo dedicado a la diosa era el orgullo de los ciudadanos de Éfeso (cf. Hech. 19:35); era reconocido entre las maravillas del mundo antiguo. El santuario interior del templo de Diana era una caja fuerte donde se depositaba una enorme cantidad de valores de todo el Levante; esto hacía que el templo fuera “uno de los centros financieros más importantes del mundo antiguo”.3 William Barclay dice: “El templo poseía el derecho de asilo. Es decir, si algún hombre cometía un crimen, si podía llegar a los recintos del templo antes que fuera arrestado, estaba seguro. Esa inmunidad se extendía a un área de un tiro de flecha, o unas doscientas yardas, todo alrededor del templo”. Así, el templo albergaba la “más selecta colección de criminales en el mundo antiguo”.4
Éfeso también era famosa por las prácticas supersticiosas y las artes mágicas (Hech. 19:19). Como señala Barclay, “así a Éfeso llegaba una corriente de criminales de todas clases, fugitivos de la ley, escapados y evasores de la justicia, y a Éfeso fluía un torrente de personas crédulas y supersticiosas, porque en un mundo de superstición, Éfeso estaba muy cerca de ser la ciudad más supersticiosa del mundo”.5 Además explica que la reputación de los ciudadanos de esa ciudad era “notoriamente mala”, y que la gente era considerada como inconstante, supersticiosa e inmoral”. En Éfeso vivió el famoso filósofo Heráclito conocido como “el filósofo llorón” quien, se dice, nunca sonreía. De acuerdo con un escrito antiguo, nunca se rió o sonrió porque vivía en medio de la terrible falta de limpieza de los habitantes de Éfeso quienes “eran adecuados solo para ser ahogados”.6
En Éfeso probablemente estuvo ubicada la iglesia cristiana más influyente en la provincia de Asia cuando se escribió el libro del Apocalipsis. Era una iglesia fundada por Aquila y Priscila (Hech, 18:18–19) y el joven predicador Apolos (Hech. 18:23–26). Pablo trabajó en Éfeso por unos tres años (Hech. 20:31), y a esta iglesia dirigió su carta que conocemos hoy como Efesios. Era una ciudad donde se obtuvieron algunas de las más grandes victorias del evangelio. A pesar de la notoria reputación de la ciudad, la iglesia en Éfeso creció rápidamente. Más tarde, Timoteo y Juan el apóstol pasaron mucho tiempo ministrando allí. G. R. Beasley-Murray nota: “Es comprensible que maestros de muchas clases y de cada matiz de doctrina fueran atraídos a Éfeso, para buscar el apoyo de la iglesia e influir sobre sus caminos”.7 Barclay hace una observación interesante: “Algunas veces decimos que es difícil ser cristiano en una civilización moderna, industrial y competitiva. Recordemos a Éfeso, y recordemos que habían cristianos allí”.8
Tiene.El griego kratéō es una palabra muy fuerte que significa “sostener con firmeza”, o “agarrar”. Ver 1:16 donde Jesús tiene las siete estrellas en su mano derecha.
2:2 Yo conozco tus obras, es decir, tu labor y paciencia. En griego, la palabra kai (“y”) actúa aquí epexegéticamente y generalmente se traduce como “es decir”, “o sea”. Significa que lo que sigue explicará lo que ha estado antes en el texto. Así, tanto “labor” como “paciencia” son paralelos de la palabra “obras” mencionada previamente.
Labor. El griego kópos significa “trabajo duro” o “trabajar hasta el punto del agotamiento”9 (cf. Rom. 16:12; 1 Cor. 15:10; Gál. 4:11; 1 Tes. 2:9). La característica especial de esta palabra es que describe “la clase de trabajo que exige todo de la mente y tendones que un hombre puede poner en él”.10
Malos…quienes se llaman apóstoles. Esta es una referencia a los grupos heréticos llamados los Nicolaítas (ver Notas sobre Apoc. 2:6).
2:5 Sigue recordando. En griego, el presente de imperativo sugiere una actitud o acción continua y progresiva, “sigue recordando”. En el concepto griego, recordar no era sencillamente acordarse, sino “mantener en la mente”.
Arrepiéntete. El aoristo de imperativo sugiere un “darse vuelta” decisivo. Barclay pinta este concepto como “un hombre que mira en una dirección—alejada de Dios—y al arrepentirse cambia su dirección, ahora hacia Dios. El arrepentimiento significa darse vuelta y mirar en la dirección opuesta”.11
Haz las primeras obras. El aoristo de imperativo aquí significa “comienza a hacer las primeras obras”.
Quitaré tu candelero de su lugar. En la Biblia, el emblema del candelero define el rol de la iglesia como el pueblo que testifica de Dios al mundo (ver Notas sobre Apoc. 1:12). La advertencia a la iglesia de Éfeso de que Cristo quitará su candelero de su lugar, es paralela al decir de Jesús en Marcos 4:21–25 y Lucas 8:16–18 donde los que dejan de hacer brillar su luz se les quitará su rol de llevar la luz.12
2:6 Nicolaítas. La identidad de este grupo nos es desconocida. De acuerdo con los escritores cristianos tempranos tales como Ireneo13 e Hipólito,14 los Nicolaítas eran los herejes seguidores de Nicolás (gr. Nicolaos) de Antioquía, uno de los siete diáconos de la iglesia primitiva (Hech. 6:5) quien terminó en herejía. Su presencia en la iglesia “amenazaba con destruir la integridad y pureza de la fe y conducta cristianas”.15 Ganaron adherentes entre algunos miembros de la iglesia de Pérgamo; en el mensaje a la iglesia de Pérgamo, los Nicolaítas están claramente relacionados con el grupo herético que se indica como los “que siguen la doctrina de Balaam” (2:14–15). Podría ser que los Nicolaítas fueran las mismas personas que las de Pérgamo. Nicolás y Balaam parecen ser términos paralelos; Nicolaos es una palabra griega compuesta (nikáō y laós) y significa “el que conquista al pueblo”. Balaam puede derivarse de dos palabras hebreas: am (“pueblo”) y baal (de bala’, “destruir” o “tragar”), que significa “destrucción del pueblo”. Así Nicolaos podría ser la versión griega del hebreo Balaam, y que significan exactamente lo mismo. Así podría ser que los dos grupos heréticos propagaran el mismo error.
De acuerdo con Números 31:16, Balaam fue el instigador de la idolatría y la fornicación entre los israelitas (Núm 25:1–6). Cuando Balac, el rey de Moab, se dio cuenta de que no podía pelear militarmente contra los israelitas, contrató a Balaam, un profeta de Dios, para que maldijera a Israel, esperando que Dios olvidara a Israel y que Balac pudiera conquistarlos. En lugar de maldecir a Israel, sin embargo, de la boca de Balaam solo salieron bendiciones. Cuando Balaam vio que no podría maldecir a Israel, le aconsejó a Balac que usara la inmoralidad sexual y el glamour de las fiestas paganas—las que involucraban comer alimentos sacrificados a los dioses moabitas–, a fin de tentar a muchos israelitas a pecar. Así, Balaam en el Nuevo Testamento es considerado como un predecesor de los maestros corruptos en la iglesia. En forma similar, los falsos maestros en Pérgamo, los que “sostienen la doctrina de Balaam”, sedujeron a algunos de sus colegas cristianos “a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer fornicación” (Apoc. 2:14).
Como parte de las obligaciones cívicas de la sociedad en la que vivían, se esperaba que los cristianos en Asia participaran en los festivales religiosos en los templos paganos. Rehusar participar traía el ridículo y las sanciones de aislamiento social y económico. Los cristianos en Asia afrontaban por lo menos dos problemas con respecto a su participación en festivales religiosos paganos. El primer problema estaba relacionado con el comer alimentos ofrecidos a los ídolos.16 Los participantes de los festivales paganos usualmente se deleitaban con comida que consistía principalmente en carne que se había ofrecido a los dioses patronos locales. Los festivales terminaban a menudo con ebriedad y actividades inmorales. El segundo problema con respecto a los festivales religiosos paganos era la prostitución cúltica, práctica que era parte de muchas religiones paganas antiguas. Cualquiera que quisiera tener status económico, político o social en la sociedad tenía que participar en estas demandas religiosas.
Los cristianos en Asia estaban evidentemente divididos sobre estos temas. La participación en los festivales religiosos paganos en Asia requería comprometer la fe y las creencias cristianas. Por un lado estaban los que obedientemente seguían las decisiones del Concilio de Jerusalén de abstenerse de alimentos ofrecidos a los ídolos, y de la práctica de la prostitución cúltica obligatoria para todos los ciudadanos (Hech. 15:20). Por otro lado, estaban los que defendían el compromiso. Tales enseñanzas y mala conducta permisivas eran características de los Balaamitas en Pérgamo y la malvada mujer “Jezabel” en la iglesia de Tiatira, que hacía que los cristianos practicaran la inmoralidad y comieran cosas sacrificadas a los ídolos (Apoc. 2:14, 20). Podría ser que “los Nicolaítas” y “los que sostienen la enseñanza de Balaam” y “Jezabel” se refieran a tres grupos de falsos maestros con la misma enseñanza permisiva del compromiso, que estaban así haciendo mucho daño a las congregaciones locales en Asia.17 Todo esto indica, como sugiere Barclay, que es probable que los Nicolaítas enseñaran que los cristianos estaban liberados de toda ley y podían vivir como desearan. “Pervertían la enseñanza de Pablo [cf. 1 Cor. 8] y volvían la libertad cristiana en licencia cristiana”.18
2:7 Al que venciere. La palabra griega nikáō significa “ser victorioso”, “ser vencedor”, “vencer”. El participio presente implica una victoria continua, “sigue venciendo”, o “continúa siendo victorioso”. Vencer es un tema recurrente en el libro del Apocalipsis (2:7, 11, 17, 26; 3:5, 12, 21; 5:5; 12:11; 15:2; 17:14; 21:7). Kenneth A. Strand lo ve como uno de los motivos clave del libro.19 Robert H. Charles explica que la palabra “implica que la vida cristiana es una guerra de la cual no hay exoneración, pero es una guerra, enseña nuestro autor [Juan], en la cual aun el santo más débil puede ser victorioso”.20
Paraíso. Una palabra prestada del persa, que significa “un parque” o “un jardín”; en la Septuaginta (LXX), la palabra “paraíso” se usa con referencia al jardín del Edén (Gén. 2:8–10). El paraíso de Dios en el Apocalipsis simboliza el jardín del Edén restaurado, en el cual los redimidos compartirán el don de la vida eterna que Adán gozaba antes de la entrada del pecado en el mundo.
Exposición
Juan comienza la ruta de las siete iglesias con Éfeso, la ciudad más cercana a Patmos de las siete. Jesús se presenta a su iglesia como el que tiene firmemente las siete estrellas en su mano derecha (cf. Apoc.1:16) y que camina en medio de los siete candeleros de oro(cf. Apoc. 1:12). Las siete estrellas y los siete candeleros representan ambos las siete iglesias (Apoc. 1:20). Cristo tiene el control completo sobre toda la iglesia. Su presencia está en la iglesia y él tiene pleno conocimiento de la situación y las necesidades de la iglesia.
La evaluación que hace Jesús de la iglesia (2:2–4, 6). La evaluación que hace Jesús de la iglesia en Éfeso es muy positiva. Alaba a la iglesia por grandes cualidades: trabajo fuerte que los agota y paciencia. Del conjunto de miembros dice que no te has cansado. Soportaron toda clase de presiones por causa del nombre de Cristo. Es decir, han “perseverado por causa de la pureza del mensaje que predican”.21 La iglesia es doctrinalmente sólida; no tolera a los malos y prueba a quienes se llaman apóstoles—y no lo son.Odia las prácticas de los Nicolaítas (2:6), el grupo herético que defiende el compromiso cristiano y promueve esa idea en los demás cristianos, de que “no hay nada malo en una prudente conformidad” con las prácticas paganas (cf. 2:14–15).22
La presencia del grupo herético de los Nicolaítas en la iglesia de Éfeso “amenazaba con destruir la integridad y la pureza de la fe y la conducta cristiana”.23 Unos cincuenta años más temprano en su discurso de despedida, Pablo advirtió a los ancianos de Éfeso: “Yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos” (Hech. 20:29–30). Cincuenta años más tarde, la predicción se había cumplido. De acuerdo con William Barclay, los Nicolaítas “eran los herejes más peligrosos desde un punto de vista práctico, porque, si sus enseñanzas hubieran tenido éxito, el resultado habría sido que el mundo habría cambiado al cristianismo, y no el cristianismo al mundo.24 Como una iglesia enérgica, los feligreses de Éfeso habían probado a estos falsos maestros y los habían encontrado mentirosos, y estaban decididos a mantener la sana doctrina y conducta.
Sin embargo, algo anduvo mal con esta iglesia llena de energía, paciencia y que era doctrinalmente sana. Estaba apostatando del amor. Cristo tiernamente reprende a los miembros de la iglesia: Pero tengo contra ti que has abandonado tu primer amor (2:4). Esto podría significar que su “primer amor” por Cristo y el evangelio habían estado desapareciendo. Esto nos recuerda la situación de Israel antes del exilio, como lo describe Jeremías (2:2). A pesar de la devoción a Dios en los primeros días, “la devoción de tu juventud, la devoción de tu desposorio” estaba ahora más allá. La iglesia de Éfeso era conocida por su “fe en el Señor Jesús” y su ardiente “amor para con todos los santos” (Efe. 1:15; Hech. 20:37–38). Pero lo que caracterizaba la religión de esta iglesia al comienzo ahora faltaba. El entusiasmo se había disipado y los miembros estaban comenzando a perder contacto con Dios y el amor mutuo.
La religión en la iglesia de Éfeso llegó a ser legalista y sin amor. La relación vertical con Dios normalmente define la relación horizontal con la humanidad. Se declaró que los efesios no podían tolerar falsas enseñanzas. Al tratar con la herejía y al disciplinar a quienes no eran doctrinariamente correctos, evidentemente tendían a ser severos, dados a la censura, criticones y quejosos. Era claro que al enfatizar la sana doctrina y controlar la ortodoxia de sus compañeros, la iglesia estaba abandonando la amante característica del evangelio y llegaba a ser legalista. La sana doctrina, el trabajo fuerte y el orden en la iglesia son importantes, innegablemente. Sin embargo, ninguna buena cualidad tiene valor sin amor (1 Cor. 13). Los efesios ponían todo el énfasis del lado de la doctrina correcta y el trabajo duro. Era una buena decisión, pero ellos se estaban alejando del verdadero amor ardiente por Cristo y los demás creyentes que los caracterizó en sus primeros tiempos. Habían olvidado que solo el evangelio puede equilibrar el deber religioso con el afecto amante de los creyentes.
El consejo de Jesús a la iglesia (2:5–6). Aunque eran trabajadores esforzados con altas normas, la iglesia en Éfeso estaba apostatando de su primer amor. Cristo hace una fuerte apelación con tres grandes imperativos: Sigue recordando… arrepiéntete…haz las primeras obras. Primero, tenían que seguir recordando. Como lo indica el texto griego, los efesios no se habían olvidado; no eran ignorantes de su primera condición. Recordar significa más que sencillamente acordarse del pasado; significa mantener en la mente y conservar fresco el pasado y aplicarlo al presente. Por esto Jesús llama a un darse vuelta decisivo y nos amonesta a arrepentirnos. Se llama a la iglesia entera a arrepentirse, implicando que la iglesia entera ha declinado en el amor. El arrepentimiento denota un cambio radical de toda la dirección de la vida. Es un romper decidido con la situación actual. Recordar y arrepentirse lo mueve a uno a hacer las primeras obras. Las “primeras obras” son el resultado del “primer amor”. Philip E. Hughes comenta:
Apartarse del primer amor es una caída; es un síntoma de una declinación en la práctica así como en la devoción, pues el primer amor y las primeras obras van juntas: las últimas surgen naturalmente del primero. En consecuencia, la desaparición del primer amor ocasiona la desaparición también de las primeras obras, que son obras distinguidas por un celo abnegado y una dedicación gozosa. Volver a capturar el primer amor es regresar a las primeras obras, y esto es lo que necesita hacer la iglesia de Éfeso si ha de recuperar su bienestar delante de Dios”.25
Un regreso a la experiencia del primer amor cristiano siempre resulta en la experiencia de las primeras obras.
La prueba del arrepentimiento es un regreso a la devoción caracterizada por un ardiente amor por Dios y los demás creyentes. El consejo de Jesús a los efesios refleja la experiencia del hijo pródigo que en un país lejano, de repente recordó su hogar y la condición previa de que gozaba, y entonces dio una vuelta decisiva (Luc. 15:17–19). Del mismo modo, los efesios son llamados a recordar su anterior devoción y a hacer un corte en forma definida en su situación presente; entonces deberían comenzar a hacer esas obras que caracterizaron su devoción en las primeras etapas de su existencia.26
Si los efesios no se arrepentían y hacían las primeras obras, Cristo les advierte que vendrá con juicio a ellos: quitaré tu candelero de su lugar. En el Apocalipsis, se refiere al pueblo que testificaba de Dios como candeleros (11:4). Así como Dios llamó al antiguo Israel para ser los testigos de Dios que alumbraran al mundo (cf. Isa. 42:6–7; 49:6; 60:1–3), así llama a la iglesia de Éfeso. Cuando los israelitas “renunciaron a su llamamiento para ser una luz para las naciones, Dios los quitó como su pueblo portador de luz y transfirió el emblema de ese llamado a la iglesia”.27 La iglesia está llamada para ser la luz de Cristo en el mundo (Mat. 5:14–16; Fil. 2:15). Si no ejerce su llamado a brillar, pierde la misma esencia de su existencia; en consecuencia, se quitará su candelero de su lugar para testificar, así como sucedió con Israel en el Antiguo Testamento.
La promesa al vencedor (2:7). El que venciere en la iglesia de Éfeso recibe la promesa de que le daré de comer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios (cf. también Apoc. 22:14). Esta referencia nos recuerda el jardín de Edén con “el árbol de vida en medio del huerto” (Gén. 2:9) en el cual el hombre y la mujer fueron puestos en la creación. Comer del árbol de la vida era “vivir para siempre” (Gén. 3:22). Después que pecaron, Adán y Eva fueron expulsados de ese jardín, y se les prohibió acercarse al árbol de la vida y comer de él (Gén. 3:23–24). Por medio de Cristo, esta situación ha cambiado. Los fieles seguidores de Cristo, en la tierra nueva (que se describe en el Apocalipsis como el huerto de Edén restaurado) tienen acceso al “árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto, y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones” (Apoc. 22:2). El árbol de la vida simboliza la vida eterna libre de muerte y sufrimiento. El vencedor en Éfeso recibe la promesa de un hogar permanente en el Edén restaurado en el que compartirá el don de la vida eterna que gozaron Adán y Eva antes de la entrada del pecado en el mundo.
Llamado a escuchar al Espíritu. El mensaje a la iglesia de Éfeso es una fuerte súplica a todos los cristianos que están apostatando del amor ardiente por el evangelio. Se les suplica que examinen sus vidas pasadas y recuerden cómo eran cuando estaban enamorados de Cristo, y cómo en esos primeros tiempos de su devoción a Cristo respondían con entusiasmo con “obras” de amor en su relación con otros miembros de la comunidad de los creyentes, así como con los que estaban fuera de esa comunidad.
El mensaje de Cristo sugiere que el mejor lugar para comenzar a renovar esa relación es recordar la experiencia del primer amor. Como el hijo pródigo (Luc. 15:11–24), nunca estaremos satisfechos hasta que regresemos a la experiencia del primer amor con Cristo, haciendo “las primeras obras” que caracterizaron inicialmente esa relación. Es decir, debemos hacer de Cristo nuestra religión.
A través de la historia, los cristianos a menudo se encontraron en tensión entre el amor por un lado, y la obediencia por el otro. Al enfatizar mucho el aspecto del amor del evangelio, los requerimientos de la obediencia al evangelio pueden fácilmente ser pasados por alto. Al enfocar el deber y la conservación de la sana doctrinas (y a menudo exponiendo herejías y luchando contra ellas), los cristianos muy a menudo pierden el amor mutuo. Sostener la doctrina y el orden de la iglesia sin enfocar a Cristo es inútil, y la religión que no está basada en el evangelio no tiene valor; es más bien una religión sin vida, muerta. La religión genuina está centrada en Cristo: se basa tanto en la relación vertical como la horizontal caracterizada por el amor a Cristo y el amor de los unos por los otros.
Aplicación histórica. Al procurar aplicar el mensaje de Jesús a la iglesia en Éfeso a un período específico de la historia del cristianismo además de su significación local, uno puede observar que la situación y condición espiritual de aquella iglesia caracterizada por la fidelidad y las buenas obras coincidía con la situación y condición espirituales de la iglesia cristiana en el período apostólico (y algún tiempo después). Este período fue un gran comienzo para la iglesia caracterizada por el amor y la fidelidad al evangelio. Pero por el tiempo en que Juan escribió el libro del Apocalipsis, es decir, la última década del primer siglo, la iglesia había comenzado a perder el fuego de su primer amor, apartándose así de la sencillez y de la pureza del evangelio. Así la iglesia de Éfeso puede representar adecuadamente la iglesia cristiana del primer siglo.
El Mensaje De Cristo a La Iglesia De Esmirna (2:8–11)
8Al ángel de la iglesia en Esmirna escribe:
Así dice el primero y el último, el que estuvo muerto y vino a la vida: 9Yo conozco tu aflicción y pobreza—pero tú eres rica—y la calumnia de quienes dicen que son judíos, y no lo son, sino la sinagoga de Satanás. 10¡Deja de temer las cosas que estás por padecer! He aquí el diablo está por arrojar a algunos de vosotros a la prisión para que seas probada, y tendrás tribulación por diez días. Permanece fiel hasta el punto de la muerte, y te daré la corona de vida. 11El que tiene un oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere no será dañado por la muerte segunda.
Notas
2:8 Esmirna. Esmirna, la moderna Izmir, era una ciudad comercial con su puerto, ubicada en la costa oriental del mar Egeo y sobre el cruce de caminos a Frigia y a Lidia. Estaba a unos 55 km (35 mi) al norte de Éfeso. En el siglo primero, podía haber tenido unos 200.000 habitantes. Tenía el estatus de una ciudad libre; era un centro político, religioso y cultural, notado por la ciencia y la medicina que florecían allí. Estaba orgullosa por su famoso estadio, biblioteca y el teatro público más grande de la provincia, con unos veinte mil asientos. Era una ciudad rica y excepcionalmente hermosa, que pretendía ser “la gloria del Asia”. La ciudad decía ser el lugar de nacimiento del famoso poeta épico Homero. Esmirna tenía una relación especial con Roma y pretendía ser la primera ciudad que en el mundo antiguo construyó un templo en honor de dea Roma (la diosa Roma).
La vida de la comunidad cristiana en Esmirna era de “aflicción y pobreza” (Apoc. 2:9). Dos cosas contribuyeron a la situación miserable y amenazada de la iglesia. Primera, la ciudad era el centro de la adoración al emperador. Cuando se escribió el libro del Apocalipsis, la adoración al emperador era obligatoria. Una vez por año, cada ciudadano romano estaba obligado a realizar el deber religioso de quemar incienso sobre el altar de la divinidad del César, y entonces se le entregaba un certificado. Rehusar hacerlo conllevaba una amenaza de muerte. Los habitantes de Esmirna eran abiertamente muy hostiles a los cristianos de la ciudad, por causa de su negativa a participar en la adoración del emperador.
La segunda cosa que hacía la vida miserable para los cristianos en Esmirna era la presencia de una grande y fuerte población judía, que también era muy hostil hacia los cristianos. En su amargura, los judíos se unían a los paganos en el odio y persecución de los cristianos. Calumniaban a los cristianos ante el gobierno local, haciendo acusaciones maliciosas, excitando a los paganos contra los cristianos e instigando a las autoridades a perseguirlos. (Acusaban a los cristianos de ser caníbales, ateos y desleales al gobierno.)28 Juan presenta a esos judíos como “la sinagoga de Satanás´” (3:9). Aunque en grave peligro, los cristianos en Esmirna fueron encontrados fieles; muchos de ellos experimentaron heroicos sufrimientos y muerte. Entre los que sufrieron el martirio estuvo Policarpo, el famoso obispo de la iglesia de Esmirna, en la primera mitad del siglo segundo, quien en su juventud estuvo asociado con Juan, el autor del libro del Apocalipsis.
El que estuvo muerto y vino a la vida. En el griego, “vino a la vida” está en tiempo aoristo, que describe una acción completada en el pasado. Se refiere aquí a la muerte y resurrección de Jesús.
2:9 Aflicción. El griego thlípsis significa básicamente “presión”, “la carga que aplasta”.29
Pobreza. El griego ptōchéia denota pobreza y destitución extremas: no tener nada.
La calumnia de quienes dicen que son judíos. Ver Notas sobre Apocalipsis 2:8 (ver también la “Introducción” de este comentario: “Problemas externos de las iglesias en Asia”).
2:10 ¡Deja de temer! En griego, el presente de imperativo sugiere una actitud o acción continua y progresiva. El tiempo presente sugiere que los habitantes de Esmirna estaban preocupados y temerosos en ese tiempo.
Diez días. La mayoría de los eruditos sostienen que los “diez días” eran la expresión normal antigua de un tiempo relativamente corto (cf. Gén. 24:55; 1 Sam. 25:38; Dan. 1:12–15; Hech. 25:6).30 David Aune sostiene que está probablemente relacionado con el hecho de que la suma de todos los dedos es diez.31 Estos “diez días” representa un período de prueba de fidelidad y paciencia de la comunidad en Esmirna, como los diez días de prueba para Daniel y sus amigos en Babilonia (Dan. 1:12–15).32
La corona de vida. “La corona de vida” también se menciona en Santiago 1:12; en otras partes del Nuevo Testamento se la llama corona de justicia (2 Tim. 4:8) y la corona de gloria (1 Ped. 5:4). En griego se usan dos palabras para corona: diádēma, que es la corona real (de la cual nos viene la palabra “diadema”), y stéfanos, que es la que se usa aquí en el texto. Stéfanos no es una corona real, sino la corona de victoria, una guirnalda de hojas o flores. Se las daban a los atletas victoriosos en los juegos olímpicos realizados en Esmirna, representando el gozo que viene por la victoria. En el Nuevo Testamento, la palabra se refiere al don escatológico de Dios a los creyentes. Stéfanos es la palabra que usa Pablo en 1 Corintios 9:25 para referirse a una “corona corruptible”. En Apocalipsis 12:1, la iglesia victoriosa viste una stéfanos de doce estrellas sobre su cabeza. El “de” en la frase significa “que consiste de”; la frase debería ser comprendida como “la corona que consiste de vida”. Porque recibir la corona de vida es recibir vida.33
2:11 Venciere. Ver Notas sobre Apocalipsis 2:7.
Exposición
Esmirna era la segunda ciudad más próxima a Éfeso, a unos 65 km (40 mi) al norte. El mensaje a la iglesia en esta ciudad es el más breve de los siete. Jesús se presenta como el primero y el último, el que estuvo muerto y vino a la vida (2:8; cf. 1:17). Esta presentación de Jesús es bien adecuada a una iglesia sufriente que pasa por persecución constante y terrible. Estas son las palabras que Juan había escuchado antes, cuando cayó a los pies de Jesús: “¡Deja de tener miedo! Yo soy el primero y el último, y el que vivo, y estuve muerto y he aquí que vivo por los siglos de los siglos” (1:17). Observamos antes que “el primero y el último” es una referencia al YHWH del Antiguo Testamento, el Dios del pacto. Jesús comienza su mensaje a los creyentes de Esmirna recordándoles de su propio sufrimiento y muerte. Él experimentó lo peor que la vida podía darle; él murió, pero fue levantado para vivir otra vez. Al identificarse con los de Esmirna, Jesús les está diciendo que no importa qué pueda ocurrir, él, el resucitado y glorificado Señor, puede ayudar porque ha pasado por todo. El sigue fiel a su promesa de estar siempre con su pueblo sufriente.
La evaluación que hace Jesús de la iglesia (2:9). Jesús conoce “la aflicción y la pobreza” de la iglesia de Esmirna. Los miembros de la iglesia están en terrible peligro. En griego, aflicción significa una tribulación seria, bajo la presión de una carga que aplasta. Esta presión viene de afuera, es decir, de las demandas de la adoración del emperador y de las malignas calumnias de los judíos. Segundo, los miembros están en extrema pobreza. Como indica el texto griego, no poseen nada. Su pobreza, sin duda, es el resultado de la persecución por la que pasa la iglesia. Ciertamente contrasta con la rica iglesia de Laodicea que se jacta de su riqueza material y no tiene necesidad de nada; pero no posee nada de cosas espirituales (3:17). Los cristianos en Esmirna vivían en una de las ciudades más ricas, pero eran extremadamente pobres. Aunque pobres en cosas materiales, sin embargo, eran ricos en gracia y fe.
El consejo de Jesús a las iglesias (2:10). Los creyentes de Esmirna están bajo fuerte presión de afuera. Se les dijo que pronto sufrirían aún más en los días por venir. Experimentarían pruebas y encarcelamiento por diez días, es decir, por un período corto, así como Daniel y sus amigos fueron probados por diez días (Dan.1:12–15). Aunque corto, este tiempo de prueba sería muy agudo. Se cree generalmente que la prisión, en el mundo antiguo, era un lugar donde el acusado esperaba la sentencia que resultaría en la ejecución o en el destierro.
¡Deja de temer las cosas que estás por padecer! Esto suena más bien como un suave reproche. Los cristianos de Esmirna evidentemente estaban preocupados. Jesús les dice: “¡Dejen de tener miedo! Yo estoy en el control. Yo he experimentado personalmente la muerte y volví a la vida. Yo soy el primero y el último, y soy fiel a mi promesa”. Jesús aconseja a Esmirna: Permanece fiel hasta el punto de la muerte, y te daré la corona de vida. Esta iglesia ya ha sido fiel y Jesús los anima a continuar su fidelidad. La recompensa por la fidelidad es “la corona de vida”, es decir, la corona que consiste en vida. No es una corona real, sino la corona de victoria, la guirnalda, dada al ganador en los juegos Olímpicos, que significa el gozo que viene por lograr la victoria.
Los creyentes de Esmirna debían mantener sus ojos fijos en la recompensa. La presión y la angustia no durarán; los que se mantengan fieles serán recompensados. “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman” (Sant. 1:12). Pablo podía hablar con confianza y gran expectativa: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día” (2 Tim. 4:7–8). En realidad, “las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Rom. 8:18).
La promesa al vencedor (2:10b–11). Los que permanezcan fieles recibirán la coronaque consiste en la vida; es decir, no experimentarán la segunda muerte. En Apocalipsis, la segunda muerte significa la extinción total de los malvados (20:14); es lo opuesto a la vida eterna. Los creyentes de Esmirna estaban en constante temor de la muerte física. Sin embargo, para los fieles, la muerte física es temporaria; es como un sueño, y como tal, no significa nada, por causa de la esperanza de la resurrección. La segunda muerte es la que debe ser temida: la muerte eterna de la cual no habrá resurrección. Jesús advirtió a sus seguidores: “No temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mat. 10:28). Por virtud de su muerte en la cruz y su resurrección, Jesús quebró el poder de la muerte. Él es el que tiene “las llaves de la muerte y del Hades” (Apoc. 1:18). Él vive por siempre en favor de su pueblo. Los fieles recibirán la corona de vida eterna, por lo tanto, no serán dañados por la segunda muerte (cf. Apoc. 20:6) que está reservada para los impíos (Apoc. 20:14; 21:8).
Llamado a escuchar al Espíritu. El mensaje a la iglesia en Esmirna todavía se aplica a los cristianos que sufren bajo la presión de la vida o la presión de la oposición y la injusticia. Es para quienes puedan temer porque tienen miedo del sufrimiento por venir. El consejo de Jesús es para ellos: “¡Dejen de temer! Yo estoy en el control. No hay nada en la vida o en la muerte, en el tiempo o la eternidad, nadie ni nada, pueden separarlos de mi amor” (cf. Rom. 8:38–39).
Aplicación histórica. La experiencia de la iglesia en Esmirna coincidió con la severa persecución de la fiel iglesia cristiana por todo el Imperio Romano durante los siglos segundo y tercero. Los intérpretes historicistas generalmente han aplicado los “diez días” (2:10) a la persecución imperial notoriamente intermitente (303–313 d. C.) iniciada por Diocleciano y continuada por su sucesor Galerio. Este período también se caracterizó por una separación adicional de la sencillez del evangelio. De este modo, la iglesia en Esmirna puede representar el período de la historia de la iglesia desde comienzos del siglo segundo hasta aproximadamente el año 313 d. C. cuando Constantino el Grande emitió el famoso Edicto de Milán otorgando libertad religiosa a los cristianos.
El Mensaje De Cristo a La Iglesia En Pérgamo (2:12–17)
12Al ángel de la iglesia de Pérgamo escribe:
Así dice el que tiene la espada aguda de dos filos: 13Yo sé dónde moras, donde está el trono de Satanás, y sostienes firme mi nombre, y no negaste mi fe aun en los días de Antipas, mi testigo fiel, que fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. 14Pero tengo unas pocas cosas contra ti, porque tienes a los que sostienen la doctrina de Balaam, quien enseñó a Balac a arrojar una piedra de tropiezo ante los hijos de Israel para comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer fornicación. 15De esta manera tienes a los que sostienen la enseñanza de los Nicolaítas igualmente. 16Por lo tanto, arrepiéntete; porque si no, vendré a ti rápidamente y haré guerra contra ellos con la espada de mi boca. 17El que tiene un oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré el maná escondido, y le daré una piedra blanca, y sobre la piedra escrito un nombre nuevo que nadie conoce excepto el que lo recibe.
Notas
2:12 Pérgamo. En los días de Juan, Pérgamo era la ciudad capital de la provincia romana de Asia, ubicada a unos 65 km (40 mi) al noreste de Esmirna. Además de su importancia política, Pérgamo era celebrada como el centro de la vida intelectual en todo el mundo helenístico. Su famosa biblioteca de casi 200.000 volúmenes era solo menor que la de Alejandría. La ciudad era el hogar de Galeno, el famoso médico en el mundo antiguo, que estudió en la escuela médica de Esculapio.
Pérgamo era también un grande e importante centro religioso; era famosa por sus magníficos templos erigidos a Zeus, Atenea, Dionisio y Esculapio. En la colina por sobre la ciudad estuvo el gran altar de Zeus, la porción central del cual se exhibe en el Museo de Pérgamo en Berlín. “De cuarenta pies [12 m] de altura, estaba sobre una saliente de roca. Se veía exactamente como un gran asiento o trono sobre la ladera de la colina; y todo el día, cada día, humeaba con el humo de sacrificios ofrecidos a Zeus”.34 Cerca de la ciudad estaba el inmenso santuario de Esculapio, el dios-serpiente de la curación. En el tiempo de Juan, el santuario experimentaba gran popularidad; la gente venía de todo el mundo para ser sanada por el dios Esculapio. Pérgamo era realmente la “Lourdes de la provincia de Asia”.35 Tanto Zeus como Esculapio eran llamados “el Salvador” y estaban representados con una serpiente (un emblema que retuvo la profesión médica moderna). Pérgamo era la primera ciudad del Asia en apoyar el culto imperial y tenía un templo dedicado a la adoración del emperador romano. Esto puede explicar la descripción de la ciudad como el lugar “donde está el trono de Satanás”.
2:13 Dónde moras. La palabra griega katoikéō, “establecerse”, significa residir en forma permanente.
El trono de Satanás.La palabra griega thrónos significa “trono” y “asiento de la autoridad” (cf. Mat. 19:28; Luc. 1:32). La frase posiblemente se refiere a la ciudad como una fortaleza tanto de la vida religiosa pagana como de la adoración del emperador. Pérgamo era famosa por los cultos de Zeus y de Esculapio que atraía gente de cerca y de lejos. Una religión que tenía como símbolo una serpiente—considerando la serpiente como una encarnación del dios mismo y asociándola con el término “Salvador”—podría no solo llenar de horror a los cristianos, recordándoles a Satanás, la “serpiente antigua” (Apoc. 12:9). Puede ser que hizo que los cristianos llamaran a Pérgamo el lugar del trono de Satanás.
Por sobre todo, el mayor peligro para la iglesia cristiana venía de las demandas de la adoración del emperador. La ciudad era el centro del culto imperial de la provincia de Asia. En los días de Juan, la adoración del emperador era un deber sagrado de todos los ciudadanos. Cada ciudadano de la provincia debía aparecer delante de los magistrados locales en Pérgamo, una vez al año, para ofrecer un poco de incienso a una representación del emperador, diciendo: “César es Señor” y luego se le entregaba un certificado. La adoración del emperador era una prueba de lealtad a Roma, y el rehusar tomar parte en la adoración y recibir el certificado significaba persecución y muerte.36 Los cristianos en Pérgamo vivían en el lugar mismo “donde mora Satanás”. Aparentemente se les pedía que negaran y renunciaran a su fe en Cristo (cf. Apoc. 2:13).
Antipas, mi testigo fiel. “Antipas”, un nombre griego corriente, se refiere muy probablemente a un cristiano en Pérgamo que permaneció fiel y sufrió el martirio por su fe. No sabemos nada de él; podría ser que su martirio fue el precio que pagó por rehusar adorar al emperador. De acuerdo con una tradición posterior, él fue “quemado a muerte en un buey de bronce” durante el reinado del emperador Domiciano.37 La palabra griega mártus normalmente significa “testigo”. Cuando más tarde en la iglesia primitiva muchos fieles testigos fueron muertos por su fe, la palabra mártus también vino a significar mártir, es decir, “uno que testificó hasta la muerte” (ver Notas sobre Apoc. 1:5).
2:14 Los que sostienen la doctrina de Balaam están aquí claramente relacionados con los Nicolaítas (cf. Apoc. 2:15), lo que sugiere que los seguidores de Balaam y los Nicolaítas eran uno y el mismo grupo. Simbolizaban los falsos maestros en la iglesia de Pérgamo que animaban a los demás cristianos a hacer compromisos morales y religiosos con respecto a comida sacrificada a ídolos y fornicación (ver Notas sobre Apoc. 2:6).
2:16 Arrepiéntete. El aoristo de imperativo griego sugiere una acción decisiva de darse vuelta (ver Notas sobre Apoc. 2:5).
2:17 Venciere. Ver Notas sobre Apocalipsis 2:7.
El maná escondido. De acuerdo con la tradición judía, el arca del pacto—en el cual se había puesto un recipiente con maná como recuerdo y conmemoración (Éxo. 16:32–34; cf. Heb. 9:4)—fue tomada por Jeremías cuando la destrucción del templo de Salomón y escondida en una grieta en el Monte Sinaí; quedaría allí hasta que viniera el Mesías.38 El maná sería recuperado como comida para el reino mesiánico: “Y sucederá en aquel tiempo que el tesoro de maná descenderá de arriba, y comerán de él en aquellos años”.39 En el contexto de la situación de la iglesia de Pérgamo, el maná escondido simbolizaba la participación en la ingestión del maná celestial, “el pan de ángeles” (Sal. 78:25), en contraste con la ingestión de comida sacrificada a los dioses paganos.
Una piedra blanca. Muchas sugerencias se han hecho con respecto a “una piedra blanca”, porque en el mundo antiguo se daban piedras blancas por muchas razones diferentes; ninguna idea parece ser enteramente satisfactoria. En el contexto aquí, la piedra blanca muy probablemente se refiere a la tessera, la recompensa para el ganador en los juegos. Tenía su nombre inscrito en ella, y le daba derecho a honor y privilegios especiales, incluyendo la admisión a festivales públicos. La piedra blanca da al vencedor en la iglesia de Pérgamo, la admisión para participar del banquete celestial (Apoc. 19:7–9).
Exposición
Jesús se identifica ante la iglesia de Pérgamo como el que tiene la espada aguda de dos filos (cf. Apoc. 1:16). El gobernador romano, con sede en Pérgamo, tenía el derecho de la espada; es decir, él pretendía tener el poder de vida o muerte. A sus órdenes, una persona podía ser muerta en el instante, y podía usar la espada en cualquier momento contra cualquier cristiano. Pero al mismo comienzo del mensaje a la iglesia, exhorta a los cristianos a no olvidar que la última palabra todavía está con el Cristo resucitado, quien tiene la espada aguda de dos filos (4:12). Los perseguidores del pueblo de Dios pueden ser “Satánicamente poderosos”, pero el poder del Cristo resucitado es más grande.40 “En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo” (Juan 16:33). Ciertamente Él está al control.
La evaluación que hace Jesús de la iglesia (2:13–15). Jesús tiene un conocimiento completo de la situación de esta iglesia: Yo sé dónde moras, donde está el trono de Satanás. Jesús reconoce que Pérgamo es un lugar muy peligroso. Los cristianos en Pérgamo vivían en un clima religioso y moral hostil a su fe. El texto griego indica que ellos vivían allí en forma permanente. Por un lado, estaban rodeados por el paganismo con sus templos magníficos y espléndidos; por el otro, estaban expuestos al estilo de vida religioso pagano y a prácticas inmorales. No es extraño que el estilo de vida de la religión pagana era, de alguna manera, muy atractivo para algunos cristianos en Pérgamo. Por sobre todo, la adoración del emperador creaba un ambiente difícil para esta iglesia. En cualquier momento, las autoridades podían citar a los cristianos y ordenarles que adoraran al emperador y renunciaran a Cristo bajo la amenaza de persecución y muerte; los que aceptaban, recibían un certificado. Esto hacía de la ciudad el lugar donde mora Satanás y donde su reinado era más fuerte. La referencia a la ciudad, repetida en el versículo 13, como el lugar del gobierno y morada de Satanás indica cuán peligrosa podía ser Pérgamo para que los cristianos vivieran en ella.
A pesar de las circunstancias, los cristianos en Pérgamo permanecían fieles. Y sostienes firme mi nombre, y no negaste mi fe aun en los días de Antipas, mi testigo fiel, que fue muerto entre vosotros. A pesar del hecho de que Pérgamo era un lugar muy peligroso para la fe y la existencia cristianas, y de que tenían muchas razones para escapar y vivir en otra parte, los cristianos decidieron mantenerse firmes y vivir y dar testimonio por Cristo donde la vida los había puesto, es decir, donde el gobierno de Satanás era el más fuerte. Ellos permanecieron allí siendo leales, aun frente a la persecución y la muerte como la que experimentó Antipas, quien probablemente era uno de los fieles en la iglesia de Pérgamo.
Es especialmente significativo que Jesús llama a Antipas “mi testigo fiel”. Este es el título de Jesús mismo en el libro (Apoc. 1:5; 3:14). En la iglesia primitiva, la palabra griega mártus significaba tanto “testigo” como “mártir”. Es decir, ser un testigo en favor de la verdad a menudo significaba ser un mártir. Jesús es el testigo/mártir fiel, y todo el que daba testimonio de él a menudo tuvo que sufrir con él y por él. Aun hoy, uno que da testimonio por Cristo es con frecuencia un mártir por Cristo, no tanto en el sentido de tener que dar su vida por Cristo, sino en el sentido de tener que sufrir por los principios cristianos. Pero una cosa debe recordarse: a aquellos que son fieles como lo fue Antipas, Jesucristo les da “nada menos que su propio título”. Sufrir por Cristo es pasar por lo que Cristo ya ha pasado y, al fin, compartir la gloria con él.41
La segunda parte de la evaluación que hace Jesús de esta iglesia, sin embargo, no es nada agradable. La iglesia de Pérgamo evidentemente estaba dividida. Algunos de ellos, como Antipas, sostuvieron firme el nombre de Cristo y no negaron su fe; o sea, se oponían al compromiso con la conducta y el estilo de vida del mundo. Otros en Pérgamo sostenían las enseñanzas de Balaamy de los Nicolaítas. Aunque los Efesios percibieron los efectos destructores de las enseñanzas engañosas de los Nicolaítas, las iglesias de Pérgamo y de Tiatira toleraron a estos falsos maestros y los compromisos que hacían a su religión. El hecho de que los Baalamitas y los Nicolaítas sean mencionados juntos sugiere que de alguna manera estaban relacionados. Previamente los encontramos en Éfeso y los encontraremos de nuevo en el mensaje a la iglesia de Tiatira. Estos falsos maestros defendían el compromiso y procuraban persuadir a los otros cristianos de que no había nada malo con una “conformidad prudente con las normas del mundo” a fin de escapar de la persecución (cf. 2 Ped. 2:15; Jud. 11).42
Los cristianos hoy son llamados a ser santos, es decir, separados y diferentes del mundo: “Salid de en medio de ellos, y apartaos” (2 Cor. 6:17). Sin embargo, esta separación no significa ni una separación y aislamiento del resto de la gente en el mundo, sino ser guardado “del maligno” (Juan 17:15–16, NVI). A fin de salvar al mundo, los seguidores de Cristo procurarán ser “todo para todos” (siguiendo el ejemplo de Pablo) de modo que pueda salvar a algunos (1 Cor. 9:22, NVI). Los cristianos “se comprometen”, por así decirlo, para que la gente pueda ser salvada y levantada al nivel de la fe y vida cristianas más bien que bajar el cristianismo al nivel del mundo. El problema con los Nicolaítas era que ellos seguían una “política de compromiso” en su lealtad a Cristo a fin de evitar la incomodidad y dificultades en el mundo.43
El consejo de Jesús a la iglesia (2:16). El consejo de Jesús a la iglesia entera en Pérgamo es similar al que dio a los Efesios (cf. 2:5): Por lo tanto, arrepiéntete. Si los que defienden el compromiso no se arrepienten, sufrirán consecuencias terribles. Cristo dice que vendrá a ellos rápidamente y haré guerra contra ellos con la espada de mi boca. Este instrumento evoca la amenaza de Dios a Balaam de castigarlo con la espada (Núm. 22:23, 31–32). En la guerra contra los madianitas, Balaam fue muerto con la espada (Núm. 31:8), junto con aquellos que él indujo a pecar (Núm. 25:5). Un juicio similar se dirige contra los Balaamitas y los Nicolaítas en Pérgamo. De acuerdo con el autor de Hebreos, la palabra de Dios es más aguda que cualquier espada de dos filos y juzga “los pensamientos y las intenciones del corazón” (Heb. 4:12). Pablo también habla de “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efe. 6:17). La espada, entonces, es la palabra de Cristo. El tiempo presente en griego indica que es una amenaza real; Cristo ya está en camino para hacer guerra y realizar juicio con “la espada de su boca” (cf. Apoc. 19:13–15). La única manera de escapar del juicio inminente es hacer un cambio completo, decisivo y arrepentirse.
La promesa al vencedor (2:17). Los que se arrepientan reciben una promesa triple: recibirán el maná escondido, una piedra blanca y un nombre nuevo escrito sobre la piedra. Los falsos maestros en Pérgamo defendían el compromiso de comer los alimentos paganos sacrificados a los ídolos a fin de obtener un certificado y evitar la incomodidad. Viene el día cuando los que permanezcan fieles y rehúsen participar en las fiestas paganas participarán en una fiesta de alimento celestial—el maná escondido—“pan de ángeles” (Sal. 78:25), reservado solo para los vencedores que rechacen el comprometerse, y que mantengan firme el nombre de Cristo. En lugar de un certificado romano, ellos recibirán una piedra blanca con un nombre nuevo inscrito en ella, como la recompensa por permanecer fieles y leales a Cristo.
Un nombre nuevo en la Biblia representa una nueva relación de la persona con Dios (cf. Gén. 17:5; 32:27–28; Isa. 62:2; 65:15; Apoc. 14:1). En el contexto de la persecución y falsas acusaciones contra la iglesia en Pérgamo, el “nombre nuevo” significa una restauración de dignidad dada por un “buen nombre”. Una piedra blanca con un nombre nuevo inscrito en ella da derecho al vencedor a un privilegio especial: el de participar en “la cena de bodas del Cordero” en la ciudad celestial en la Segunda Venida. “Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero” (Apoc. 19:9).
Llamado a escuchar al Espíritu. La situación de los cristianos en Pérgamo muestra claramente que es perfectamente posible ser un seguidor de Cristo bajo circunstancias terribles. Los cristianos son invitados a vivir vidas de un “testigo fiel” donde la vida los ha puesto. Si están en “Pérgamo” donde las influencias y el poder de Satanás son los más fuertes, entonces deben vivir y demostrar que son seguidores de Cristo, ya que él mismo fue “el testigo fiel”.44
Aplicación histórica. Al aplicar el mensaje a la iglesia de Pérgamo a la historia cristiana, la situación de esta iglesia parece adecuarse al período después de la conversión de Constantino al cristianismo en el año 313 d. C. La iglesia finalmente ganó en su lucha con el paganismo, y el cristianismo llegó a ser la religión del estado. Los cristianos no necesitaban temer más la persecución o la presión exterior. La tradición fue gradualmente reemplazando la Biblia como fuente de enseñanza y creencia. Aunque muchos cristianos permanecieron sin vacilación y fieles al evangelio durante este período, los siglos cuarto y quinto de la era cristiana se caracterizaron por la declinación espiritual y la apostasía, durante la cual la iglesia luchó con la tentación al compromiso.
El Mensaje De Cristo a La Iglesia En Tiatira (2:18–29)
18Al ángel de la iglesia en Tiatira escribe:
Así dice el Hijo de Dios, cuyos ojos son como una llama de fuego, y sus pies como bronce bruñido: 19Yo conozco tus obras, es decir, tu amor y fe, que es tu servicio y perseverancia, y que tus obras postreras son mayores que las primeras. 20Pero tengo contra ti que toleras la mujer Jezabel que se llama a sí misma profetisa y enseña y descarría a mis siervos para cometer fornicación y para comer cosas sacrificadas a ídolos. 21Y le di tiempo para que pueda arrepentirse, y ella no quiere arrepentirse de su fornicación. 22He aquí, la estoy arrojando en cama, y aquellos que cometen adulterio con ella en gran aflicción, a menos que se arrepientan de las obras de ella, 23y mataré a los hijos de ella, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña los riñones y los corazones, y daré a cada uno de vosotros de acuerdo con sus obras. 24Ahora, te digo, los remanentes en Tiatira, todos los que no tienen esta enseñanza, que no han conocido las cosas profundas de Satanás, como dicen; no pondré sobre ti otra carga, 25excepto, sostén lo que tienes hasta que yo venga. 26Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones 27y las pastoreará con una vara de hierro, como las vasijas de un alfarero son quebradas juntas, como yo también lo recibí de mi Padre, 28y le daré la estrella de la mañana. 29El que tiene un oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Notas
2:18 Tiatira. Tiatira estaba ubicada a unos 65 km (40 mi) al sudeste de Pérgamo. Era la más pequeña y la menos importante de las siete ciudades; no tenía ninguna significación religiosa o política especial. Sin embargo, era una ciudad comercial importante, especialmente conocida por la industria de la tintura y su fabricación de telas de púrpura real y de lana. Lidia, la vendedora de púrpura de Filipos—la primera conversa en Europa—era de Tiatira (Hech. 16:14). Los ciudadanos de la ciudad eran principalmente operarios pobres, a diferencia de quienes vivían en Pérgamo.
Los cristianos en Tiatira evidentemente no afrontaban el peligro del estilo de vida espléndido de la religión pagana. Tampoco estaban bajo la opresión de la adoración del emperador o amenazados por los adversarios judíos. La amenaza a esta iglesia no venía desde el exterior, sino de adentro. Tiatira era conocida por sus muchos gremios mercantiles; podría ser que el peligro que amenazaba a la iglesia en esta ciudad viniera directamente de estos gremios mercantiles. Un mercader o comerciante no podía trabajar y ganar dinero a menos que fuera miembro de su gremio. Esto creó un verdadero problema para los cristianos en Tiatira, porque no podían unirse al gremio. Los miembros del gremio debían asistir a los festivales del gremio en los templos paganos y a compartir una comida comunitaria que consistía mayormente de alimentos ofrecidos al dios patrono de ese gremio; el festival a menudo terminaba en ebriedad y actividades inmorales. Los que rehusaban participar en las comidas sufriría el ridículo y las dificultades del aislamiento social y sanciones económicas.
2:19 Tus obras, es decir, tu amor y fe, que es tu servicio y perseverancia. La conjunción griega kai (“y”) actúa aquí epexegéticamente, y significa “es decir”, o “o sea”.
2:20 La mujer Jezabel. “Jezabel” puede ser el nombre simbólico de una mujer destacada en la iglesia de Tiatira que pretendía tener el don profético y ejercía gran autoridad, que pretendía haber recibido de Dios. Se la llama Jezabel, el mismo nombre de la mujer del rey Acab, del Antiguo Testamento, que corrompió la fe de Israel al introducir la adoración idolátrica de Baal y Astarté (1 Rey. 16:31–33). Quienquiera haya sido ella, “Jezabel” en Tiatira tuvo una influencia persuasiva en la iglesia.
Como se mencionó antes, el problema quemante en la iglesia en Tiatira era si los cristianos podían participar en las fiestas y festivales realizados por los gremios mercantiles y las actividades asociadas con ellas. Jezabel era la líder de un movimiento que promovía el compromiso con las normas del mundo con influencia persuasiva. Ella animaba a los demás cristianos a participar en actividades asociadas con los gremios mercantiles, que a menudo involucraban comida sacrificada a los dioses paganos, bebida e inmoralidad sexual. Esto todo se hacía “en interés de los negocios y la prosperidad comercial”.45 Su enseñanza permisiva de compromiso era la misma que la de los Nicolaítas y los Balaamitas en Éfeso y Pérgamo, que hizo mucho daño a las congregaciones locales en la provincia de Asia. Ella pudo haber sido líder de los Nicolaítas en la iglesia de Tiatira (ver además Notas sobre Apoc. 2:6). La mayoría de los que estaban en la iglesia fueron evidentemente seducidos por la profetisa a comprometerse y “a cometer fornicación y a comer cosas sacrificadas a ídolos” (Apoc. 2:20).
2:23 Mataré a sus hijos. Esta es evidentemente una alusión a los setenta niños del rey Acab que Jehú masacró (2 Rey. 10:6–8). El dicho de Apocalipsis 2:20 debe, por supuesto, tomarse en forma simbólica.
El que escudriña los riñones y los corazones. Esta declaración es tomada de Jeremías 17:10 donde escudriñar riñones (a menudo traducido como “mentes”) y corazones pertenece solo a Dios (cf. 1 Rey. 8:39; Prov. 24:12). En el mundo antiguo, los riñones eran considerados como “el asiento de las emociones”, y el corazón, “el asiento de la inteligencia o la voluntad”.46
2:24 Los que no han conocido las cosas profundas de Satanás. Pablo habla de “lo profundo de Dios”, el conocimiento del cual los cristianos pueden experimentar por medio del Espíritu Santo (1 Cor. 2:10; cf. Rom. 11:33–34). La frase “las cosas profundas de Satanás, como dicen” se refiere a enseñanzas desviadas de los Nicolaítas que pueden describirse brevemente como sigue: un cristiano que tiene un conocimiento de “las cosas profundas de Satanás” (que ha experimentado el pecado en su plenitud) es capaz de gozar de la plena libertad en Cristo y puede tener un aprecio real de la gracia. Los que permanecieron en la “instrucción elemental de los apóstoles, que temieron unirse en las actividades de los gremios mercantiles y se mantuvieron aparte del mundo” deberían ser vistos con lástima.47
No pondré sobre ti otra carga.El lenguaje aquí se relaciona con la conclusión del decreto del Concilio de Jerusalén: “Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación” (Hech. 15:28–29).
2:26 Venciere. Ver Notas sobre Apocalipsis 2:7.
Exposición
El mensaje a la iglesia en Tiatira es el más largo de los siete. A los cristianos allí, Jesús viene como el Hijo de Dios, cuyos ojos son como una llama de fuego, y sus pies, como bronce bruñido (cf. Apoc. 1:14–15). En la visión introductoria Jesús aparece como “un hijo de hombre” (1:13), pero aquí es el Hijo de Dios. Su descripción nos recuerda al divino mensajero en Daniel: “Sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido” (10:6). Los ojos llameantes simbolizan la capacidad penetrante de Cristo de ver la parte más íntima de los seres humanos. Los pies como bronce bruñido significan su estabilidad inflexible. La iglesia está evidentemente bajo un escrutinio intenso y cuidadoso por el discernimiento del que escudriña los riñones y los corazones. (Apoc. 2:23).
La evaluación que hace Jesús de la iglesia (2:19–23). La iglesia en Tiatira es claramente una iglesia dividida. Superficialmente, es una iglesia muy activa, llena de amor y fe manifestados en servicio y perseverancia. El amor y la fe van juntos en el Nuevo Testamento (cf. Gál. 5:6; Efe. 1:15; 6:23; 1 Tes. 3:6; 2 Tim. 1:13; File. 5). El servicio es el resultado del amor (1 Tes. 1:3; Heb. 6:10), y la perseverancia el producto de la fe (Col. 1:23; 2 Tes. 1:4; Heb. 6:12). En el libro del Apocalipsis, la fe y la perseverancia son las características principales del pueblo fiel de Dios (14:12; cf. 13:10). Además, Tiatira es una iglesia que mejora, porque tus obras postreras son mayores que las primeras.
A los ojos de Cristo, sin embargo, una iglesia activa no siempre significa una iglesia fiel. Como nota Barclay, la amenaza a la iglesia no le ha venido desde afuera de la iglesia: persecución, adoración pagana atractiva, o adoración del emperador. La amenaza ha venido más bien de adentro, de los que pretenden tener autoridad de Dios pero han desviado a la iglesia con las doctrinas más peligrosas para la iglesia cristiana: “una doctrina de compromiso”.48 A este grupo apóstata se lo llama como Jezabel, la reina del Antiguo Testamento, quien condujo a Israel al pecado al remplazar la adoración del verdadero Dios con la adoración de Baal. Jezabel en Tiatira, se llama profetisa (2:20). En la iglesia primitiva, las mujeres también recibían el don de profecía (Luc. 2:36; Hech. 21:9). El don de profecía era altamente respetado, porque se consideraba que los profetas recibían las revelaciones directamente de Dios.
Jezabel en Tiatira pretendía tener el don de profecía; se la presenta como que enseña y descarría a mis siervos para cometer fornicación y para comer cosas sacrificadas a ídolos. Esto es lo que encontramos en las iglesias de Éfeso y de Pérgamo. Mientras estas dos iglesias fueron acosadas por esta misma falsa enseñanza, la iglesia en Tiatira, como lo indica claramente el texto griego, permitió o toleró su presencia. La profetisa enseñaba abiertamente y promovía el compromiso con las normas del mundo, y lo hizo con gran éxito, pues la mayoría de la congregación siguió sus enseñanzas seductoras. Solo una minoría, “los remanentes” (Apoc. 2:24), no sucumbieron a su influencia persuasiva y permanecieron fieles al evangelio que predicaba Juan. Mientras a la iglesia en Éfeso le faltaba amor ardiente y se concentraba solo en la obediencia a Dios, llegando así a ser legalista y severa al tratar y controlar a los que no eran doctrinalmente sólidos, la iglesia en Tiatira se fue al otro extremo. Al enfatizar el amor y el evangelio, esta iglesia toleró la falsa enseñanza que pervertía la sólida doctrina y conducta, haciendo mucho daño a la pureza de la enseñanza del evangelio y la unidad de la iglesia.
A Cristo no le complació la actitud comprometida de esta mujer y sus seguidores. Así que tomó algunos pasos decisivos. Primero, le di tiempo para que pueda arrepentirse. Por cuanto persistentemente rehusó hacerlo, la amenazó con traer sobre ella grande aflicción, y a los que cometen adulterio con ella(es decir, a sus seguidores). En la Biblia, la falta de fidelidad a Dios a menudo se expresa en términos de adulterio (Éxo. 34:15–16; Deut. 31:16; Ose. 9:1; Mat. 12:39; Mar. 8:38). Aquí, Jezabel y su compañía, que trató de comprometerse con el mundo y conformarse a él, se la describe como cometiendo infidelidad espiritual. Por lo tanto, como paso final, Jesús la amenazó: mataré a los hijos de ella con la plaga.Esta es una amenaza muy seria, aunque el dicho debe tomarse simbólicamente. La ejecución de juicios sobre este grupo que se comprometía sirvió como una advertencia a otros, con propósitos redentores: Y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña los riñones y los corazones, y daré a cada uno de vosotros de acuerdo con sus obras (2:23). Escudriñar los riñones (el asiento de las emociones) y los corazones (el asiento de la inteligencia o de la voluntad) pertenece solo a Dios (Jer. 17:10; cf. 1 Rey. 8:39; Prov. 24:12). Los cristianos en Tiatira estaban bajo el ojo escrutador del único que es capaz de penetrar los pensamientos, sentimientos y motivos conductores más íntimos. Nada está escondido de la mirada penetrante de Cristo (Heb. 4:13).
El consejo de Jesús a la iglesia (2:24–25). Jesús llamó a los que permanecieron fieles en Tiatira como “los remanentes”. Esta frase se usa en el libro del Apocalipsis en un sentido especial con referencia al pueblo fiel de Dios en el tiempo del fin (12:17). Estos remanentes son los que no han conocido las cosas profundas de Satanás. El verbo “conocer” en la Biblia significa más que información intelectual; denota el conocimiento que viene por medio de la experiencia, incluyendo la relación sexual (cf. Gén. 4:1; 19:5, 8). Este remanente no ha estado involucrado en el adulterio espiritual de experimentar en sus vidas las profundidades de la enseñanza engañosa de Satanás, sino ha permanecido leal y no afectado por su engaño. Y Jesús promete que no pondré sobre ti otra carga, excepto, sostén lo que tienes hasta que yo venga. “Otra carga” se refiere claramente a la instrucción que dieron los apóstoles en el Concilio de Jerusalén (cf. Hech. 15:28–29).
La promesa al vencedor (2:26–28). Los vencedores en Tiatira, los que permanecen fieles a Cristo, reciben una doble promesa. Primero, se les dará autoridad sobre las naciones. Recordamos las palabras de Salmos 2:8–9: “Pídeme, y te daré por herencia las naciones, y como posesión tuya los confines de la tierra. Los quebrantarás con vara de hierro; como vasija de alfarero los desmenuzarás”.
A Jesús se le dio la autoridad de gobernar las naciones (Apoc. 12:5; 19:15; cf. Mat. 28:18; Apoc. 12:10). A la iglesia en Tiatira se le dio la promesa de que el día vendrá cuando el remanente fiel y leal compartirá la autoridad con Jesús; reinará con él (cf. Apoc. 1:6; 3:21). El cumplimiento de la promesa dada en el Salmo 2 se realiza en Apocalipsis 20–22, cuando el pueblo de Dios estará sobre el trono y reinará con Jesús en los lugares celestiales.
Se da una segunda promesa: Y le daré la estrella de la mañana.En Apocalipsis 22:16, Jesús se llama “la Estrella Resplandeciente de la Mañana”. Todo esto nos recuerda la profecía de Balaam: “Saldrá Estrella de Jacob, y se levantará cetro en Israel” (Núm. 24:17). Como señala Barclay, “la promesa de la estrella de la mañana es la promesa de Cristo mismo”.49 No sólo los vencedores estarán con Cristo y reinarán con él, sino que tendrán una relación estrecha y especial con él; nunca lo perderán y estarán con él para siempre.
Llamado a escuchar al Espíritu. La experiencia de una minoría de los creyentes en la iglesia de Tiatira demuestra que el amor y la fe manifestados en el servicio y perseverancia cristiana, puede experimentarse aun en iglesias donde la mayoría ha elegido seguir un camino de compromiso con las normas del mundo y conformarse a un estilo de vida no cristiano. El servicio y la perseverancia cristianos son el resultado de la operación y la influencia transformadora del Espíritu Santo sobre el corazón, y no están condicionados por circunstancias favorables.
Aplicación histórica. Aplicada históricamente, la Edad Media, o la así llamada Edad Oscura (desde el siglo sexto al decimosexto), es bien apropiada para el tiempo de la iglesia en Tiatira. Fue un período difícil y oscuro en la historia de la iglesia cristiana cuando la tradición eclesiástica remplazó a la Biblia como la fuente de la enseñanza y conducta. En vez de enseñar la verdadera doctrina y conducta bíblicas, la iglesia estaba promoviendo acciones pecaminosas y falsas enseñanzas y cosas contrarias a la Biblia. De este modo la gente fue descarriada de la sencillez del evangelio; las obras llegaron a considerarse como un medio de ganar la salvación. Los que resistieron la apostasía y las influencias corruptoras de la iglesia institucional, experimentaron rechazo y persecución. Hacia el fin de este período, se levantaron muchas voces reformadoras, lo que llevó hacia el movimiento de la Reforma y un reavivamiento de la sencillez y pureza del evangelio.
El Mensaje De Cristo a La Iglesia En Sardis (3:1–6)
1Al ángel de la iglesia en Sardis escribe:
Así dice el que tiene los siete Espíritus de Dios y siete estrellas: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto. 2Sigue velando y fortalece a los remanentes que están para morir, porque no he encontrado tus obras cumplidas delante de mi Dios. 3Sigue recordando, por lo tanto, cómo lo has recibido y oído, y guardado y arrepiéntete. Si por tanto no velas, vendré como un ladrón; de ningún modo sabrás a qué hora vendré sobre ti. 4Pero tienes en Sardis unos pocos nombres que no han manchado sus vestiduras, y ellos caminarán conmigo de blanco, porque son dignos. 5El que venciere así será vestido de vestiduras blancas, y no borraré su nombre del libro de vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. 6El que tiene un oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Notas
3:1 Sardis. Sardis se encontraba a unos 50 km (30 mi) al sudeste de Tiatira. La ciudad tuvo una historia espléndida. Unos seis siglos antes de que se escribiera el libro del Apocalipsis, Sardis había sido una de las ciudades más grandes del mundo antiguo. Había sido la capital del reino de Lidia, gobernada por el acaudalado rey Creso. Durante el período romano, Sardis había perdido prestigio en el mundo antiguo. Aunque seguía gozando su prosperidad y riqueza, en la época de Juan su gloria y orgullo estaba basado en su historia pasada en vez de su realidad presente. De acuerdo con W. M. Ramsay, “Ninguna ciudad de Asia, en ese tiempo, mostraba un contraste tan deprimente entre el esplendor pasado y la decadencia actual como Sardis”.50 En el siglo primero, Sardis era el centro de las industrias de la lana y del teñido. La diosa patrona de la ciudad era la diosa Cibeles cuyo templo albergaba sacerdotes eunucos. De acuerdo con Robert H. Mounce, esta diosa (equivalente a la griega Artemisa) “se creía que poseía el poder especial de restaurar los muertos a la vida”.51
3:2 Sigue velando. Esta amonestación de Cristo a la iglesia en Sardis es muy apropiada a la luz del trasfondo histórico de la ciudad. Sardis fue construida sobre una colina tan abrupta que era considerada una ciudadela natural, y sus defensas parecían seguras. La ubicación de la ciudad hacía que sus ciudadanos tuvieran un exceso de confianza; como resultado, los muros de la ciudad fueron vigilados en forma descuidada. La ciudad fue capturada dos veces por sorpresa, primero por Ciro el Persa (549 a. C.) y más tarde por Antíoco (218 a. C.). En ambas ocasiones, las tropas enemigas treparon el precipicio de noche y encontraron que los sardos no habían puesto vigilantes. La ciudad fue capturada y destruida por causa de la confianza excesiva de los ciudadanos, y porque los guardas no vigilaron. Parecía que ese descuido había entrado a la iglesia; por ello, la advertencia: “Sigue velando”.
Los remanentes(gr. ta lóipa). El problema gramatical aquí es que “los remanentes”, en griego, es un adjetivo neutro plural. Algunos han alegado que, como tal, la palabra no puede referirse a personas sino a cosas. Que los adjetivos neutros también pueden referirse a personas es claro por otros textos del Nuevo Testamento, incluyendo 1 Corintios 1:27–28, y Hebreos 7:7.
3:3 Sigue recordando. Esta frase está en presente de imperativo, lo que sugiere una actitud y una acción continua y progresiva. El texto griego no sugiere la idea de recordar sino la de “mantener en la mente”.
Arrepiéntete. El aoristo de imperativo sugiere un darse vuelta decisivo (ver Notas sobre Apoc. 2:5).
3:4 Manchado sus vestiduras. Esta frase se refiere muy probablemente al compromiso con el ambiente pagano, el problema que afligió a todas las siete iglesias de la provincia del Asia.
3.5 Venciere.Ver Notas sobre Apocalipsis 2:7.
El libro de vida.Este libro se refiere al concepto del libro celestial de registro en el cual se registran por nombre los justos. Tanto el Antiguo (Éxo. 32:32–33; Sal. 69:28; Dan. 12:1) como el Nuevo Testamentos (Luc. 10:20; Fil. 4:3; Heb. 12:23) mencionan un libro celestial—el libro de vida—en el cual están escritos los nombres del pueblo salvado de Dios. En Isaías 4:3, el libro de vida contiene los nombres de los que viven en Jerusalén. En Daniel 12:1, es el registro escatológico de los salvados. En el libro del Apocalipsis, el libro de vida es un registro escatológico en el cielo de aquellos que han sido salvados por la fe en la muerte de Cristo en la cruz, y por lo tanto, es llamado el libro de vida del Cordero (13:8; 21:27). Borrar el nombre de alguien del libro de vida lo priva de la vida eterna. En el juicio final, solo aquellos cuyos nombres se encuentren “en el libro” entrarán a la tierra nueva (Apoc. 20:12, 15; 21:27).
Exposición
A la iglesia en Sardis, Jesús se presenta como el que tiene los siete Espíritus de Dios y las siete estrellas. Como en otros mensajes a las iglesias, esta descripción se obtuvo del cuadro compuesto del Cristo glorificado y es apropiado a la situación específica de la iglesia (Apoc. 1:16; cf. 1:4). Los miembros en Sardis constituyen una iglesia espiritualmente moribunda. Jesús viene a ellos con la plenitud de su Espíritu despertador; solo el Espíritu Santo puede revitalizar una iglesia moribunda (cf. Rom. 8:11). Las siete estrellas simbolizan a “los ángeles” de las iglesias, es decir, los líderes (Apoc. 1:20). Cristo tiene el destino de la iglesia en sus manos; él sabe todo acerca de ellos y ellos necesitan prestar atención a su advertencia.
La evaluación que hace Jesús de la iglesia (3:1b–2). Desde el comienzo, el tono de este mensaje es alarmante. La iglesia en Sardis no recibe ninguna felicitación de Cristo, sino solo una reprensión: Yo conozco tus obras que tienes nombre que vives, y estás muerto. Los cristianos en Sardis no son acusados de ningún pecado específico o herejía, sino de ser faltos de vida. La iglesia tiene una gran reputación (“nombre”) de estar viva y activa, pero está espiritualmente muerta; ningún sentimiento de la presencia operadora del Espíritu Santo está vivo allí.
El Nuevo Testamento a menudo se refiere al pecado en términos de muerte. Una persona está muerta por transgresión y pecado (Efe. 2:1), y viene a la vida solo por medio de Cristo (Rom. 6:13; Efe. 2:5). “Pero la que se entrega a los placeres, viviendo está muerta” (1 Tim. 5:6). El hijo pródigo estaba muerto y volvió a la vida (Luc. 15:24). Los que dicen estar vivos espiritualmente mientras en realidad están muertos son los que “tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella” (2 Tim. 3:5). Los cristianos que vivían en Sardis habían absorbido el carácter de las condiciones de la ciudad. No había vida ni espíritu allí.
La iglesia en Sardis estaba evidentemente en una grande dificultad. Aunque tenían la reputación de estar viva y activa, Cristo dice que él no encontró sus obras cumplidas delante de mi Dios, “no alcanzaban la norma de Dios”.52 La mayoría de los creyentes habían llegado evidentemente a un compromiso con su ambiente pagano. Su lealtad a Cristo estaba en el pasado, y estaban en una condición de letargo y muerte espirituales, siendo así cristianos solo de nombre. Ellos vivían “de tal modo que ponían en duda si poseían la fe verdadera y viviente en Cristo, o no”.53 Sin embargo, todavía estaba “el remanente”, descrito en el versículo 4 como que tienes en Sardis unos pocos nombres, que han permanecido fieles y firmes. Este pequeño número de creyentes no han manchado sus vestiduras con el compromiso que hicieron muchos en la iglesia. Pero aun este pequeño número que “no han manchado sus vestiduras” no mostraron más progreso espiritual, pues están para morir y conformarse a la letárgica atmósfera en la iglesia en Sardis.
La situación en esta iglesia sin vida, sin embargo todavía tenía esperanza. La única manera en que los cristianos pueden ser rescatados de su letargo espiritual y evitar el juicio inminente (cf. 3:3) es despertar y seguir velando. Esta advertencia tenía un significado especial para los cristianos que vivían en Sardis. Su condición letárgica era un resultado de dejar de seguir velando. La iglesia evidentemente sufría de la misma confianza propia y el de dejar de seguir vigilando como la que llevó a la ciudad de Sardis a ser capturada y destruida dos veces por sus enemigos (ver Notas sobre Apoc. 3:2). Cristo usa estos eventos pasados para advertir a la iglesia. Los cristianos en Sardis necesitan aprender una lección de la historia de la ciudad en la que vivían; deben darse cuenta de la seriedad de su situación, y despertar de su condición sin vida y ponerse en guardia. Para decirlo en palabras de Pablo: “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo” (Efe. 5:14). De otro modo, seguirá la muerte sin esperanza de una resurrección.
El consejo de Jesús a la iglesia (3:3–4). Como los cristianos en Éfeso, a los de Sardis se les exhorta, primero de todo, a recordar (sigue recordando) lo que recibieron y oyeron. El texto griego sugiere que ellos no habían olvidado. A fin de mejorar su condición debían seguir recordando y nunca permitirse olvidar su primer amor por Cristo y su anterior devoción a él. Sin embargo, solo recordar, no es suficiente, porque recordar significa más que solo repasar el pasado. Recordar significa mantener fresco el pasado y aplicarlo al presente. Los de Sardis necesitaban prestar atención a lo que habían recibido y oído, y ponerlo en práctica.
Jesús luego llama a los de Sardis a un rompimiento decisivo con su condición presente con una exhortación: ¡Arrepiéntete! Como el hijo pródigo de la parábola de Jesús (Luc. 15:17–19), los cristianos en Sardis deben recordar su estatus previo y dar un giro decisivo de su actual condición letárgica. Como declaró Barclay: “En la vida cristiana debe haber un momento decisivo, cuando un hombre decide acabar con la manera antigua, y comenzar en la nueva”.54
Luego, Cristo da a la iglesia una advertencia: Si por tanto no velas, vendré como un ladrón; de ningún modo sabrás a qué hora vendré a ti. Si la iglesia no vela, Jesús los visitará inesperadamente con juicio. Así como un ladrón viene cuando menos se lo espera, así Jesús vendrá a ellos. En su sermón sobre el Monte de los Olivos, Jesús dijo que su venida sería como un ladrón en la noche (Mat. 24:42–44; Mar. 13:35–37; cf. 1 Tes. 5:2; 2 Ped. 3:10). Además indicó que una condición letárgica de quedarse dormido caracterizará a la mayoría de los que esperan la venida de Cristo. Esto sugiere que al advertir a la iglesia en Sardis, Jesús se estaba refiriendo a la Segunda Venida. En su condición letárgica, los creyentes de Sardis dejaron de velar y de mantener sus ojos fijos en Cristo y su regreso. Aquí se les da una nueva oportunidad. Si no vigilan, la venida de Cristo los tomará por sorpresa.
El pequeño remanente había permanecido fiel en Sardis; el texto dice que no han manchado sus vestiduras. Son los que permanecieron sin contaminar con el compromiso. Por lo tanto, reciben una promesa de que caminarán conmigo de blanco, porque son dignos. El cumplimiento de la promesa se describe en Apocalipsis 7:9–17 y 19:7–8 donde Juan ve al salvado pueblo de Dios delante del trono en el reino, vestidos con vestiduras blancas. Estas vestiduras blancas simbolizan al pueblo de Dios justificado (Apoc. 19:8; cf. 3:18; 6:11). “Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apoc. 7:14). Los que permanecen fieles hoy serán encontrados “dignos” cuando venga el juicio.
La promesa al vencedor (3:5). Los vencedores en la iglesia de Sardis reciben una promesa triple. Primero, será vestido de vestiduras blancas. Esto repite la promesa dada previamente a los remanentes en Sardis (3:4). Los que han “lavado sus ropas y las han emblanquecido con la sangre del Cordero” (Apoc. 7:14) serán encontrados dignos de vestir esas vestiduras blancas (cf. Apoc. 6:11). De acuerdo con Barclay, el día cuando los romanos celebraban una victoria de guerra, todos los ciudadanos de Roma se vestían de blanco. La ropa blanca prometida a los cristianos en Sardis es la recompensa reservada para quienes han obtenido la victoria y permanecido fieles (cf. Apoc. 7:9).55
Con las vestiduras blancas viene un nombre nuevo, un cambio: de tener “un nombre” de estar espiritualmente vivo (cuando en realidad los creyentes de Sardis están muertos) al nombre del “vencedor” o “victorioso”. A los vencedores se les promete que Cristo no borrará su nombre del libro de vida. En la Biblia, el borrar el nombre de alguien del libro de vida significaba muerte (Éxo. 32:32–33; Sal. 69:28). En el libro del Apocalipsis, solo aquellos cuyos nombres permanecen en el libro de vida vivirán en el reino de Dios en la tierra nueva (21:27); los que son borrados serán arrojados en el lago de fuego (20:15).
La promesa final al vencedor es que Cristo confesará su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles. En los evangelios, Jesús promete que la persona a quien Cristo reconoce delante de otros, un día será reconocida ante el Padre; y el que niega a Jesús será negado delante del Padre y sus ángeles (Mat. 10:32–33; Luc. 12:8–9). Los que mantienen sus vestiduras sin mancha y reconocen a Jesús en su vida presente, serán reconocidos por Jesús cuando él venga otra vez.
Llamado a escuchar al Espíritu. El mensaje a la iglesia en Sardis, como el mensaje de la iglesia en Éfeso, es una fuerte apelación a todos los indiferentes y divididos en su devoción a Dios. Pueden no sentir el mismo entusiasmo que tuvieron cuando recibieron y oyeron el evangelio al principio, y pueden encontrar difícil seguir sirviendo a Dios. La apelación de Jesús a todos los que tienen un oído, es oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias, muestra que lo que ocurría a los cristianos en Sardis puede suceder a todo cristiano, no importa el lugar y el tiempo.
Una iglesia puede tener un gran nombre y reputación y obras brillantes, pero ser espiritualmente letárgica y sin vida. El hecho es que ser fieles al Señor en algún momento del pasado, no significa que permanecerán fieles. La única manera de volver al entusiasmo original y de todo corazón a Cristo es recordar y mantener fresca la experiencia pasada y aplicarla al presente. Luego sigue la decisión y acción radical expresada por la exhortación que suena como una orden: “¡Arrepiéntete!” En la vida de cada cristiano que está apostatando de su amor ardiente por Cristo, debe haber un momento decisivo, cuando una decisión firme y radical permite un nuevo comienzo.56 Tal decisión pone a Dios en el lugar de la vida que realmente le corresponde.
Aplicación histórica. Además de su aplicación local primaria en el tiempo de Juan, el mensaje a la iglesia en Sardis podría también adecuadamente aplicarse a la condición de la iglesia cristiana de los siglos dieciséis y diecisiete, que algunos llaman el período del escolasticismo protestante. Durante este período, la generación vibrante de los Reformadores que habían despertado a la iglesia, pasó. Sus sucesores llegaron a estar más y más involucrados en ardientes polémicas y controversias doctrinales, que gradualmente degeneraron en un formalismo sin vida y letargo espiritual. Hacia el fin de este período, bajo el impacto de la reciente marea del racionalismo filosófico y el secularismo, la gracia salvadora del evangelio y la dedicación a Cristo se fue desvaneciendo, dando lugar al racionalismo y las discusiones teológicas. La iglesia de este período, aunque parecía estar viva, en realidad estaba espiritualmente sin vida.
El Mensaje De Cristo a La Iglesia En Filadelfia (3:7–13)
7Al ángel de la iglesia en Filadelfia escribe:
Así dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre: 8Yo conozco tus obras; he aquí, te he dado delante de ti una puerta abierta que ninguno puede cerrar, porque tú tienes poca fuerza, y guardaste mi palabra y no negaste mi nombre. 9He aquí, yo estoy dando a algunos de la sinagoga de Satanás que dicen que son judíos, y no lo son, pero mienten: he aquí los haré venir e inclinarse ante tus pies, y saber que yo te he amado. 10Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que está por venir sobre los que moran en la tierra. 11Yo estoy viniendo pronto; retén lo que tienes, para que nadie tome tu corona. 12Al que venciere lo haré un pilar en el templo de mi Dios, y él nunca saldrá de él, y yo escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo. 13El que tiene un oído para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Notas
3:7 Filadelfia. Filadelfia (la moderna Alasehir) era la más joven de las siete ciudades, ubicada a unos 40 km (25 mi) al sudeste de Sardis. Estaba situada sobre una elevada meseta volcánica, que la hacía una ciudad fuerte y una fortaleza. Fue fundada por el rey de Pérgamo, Atalo II (159–138 a. C.), cuyo amor por su hermano Eumenes II le dio el sobrenombre de Filadelfo; por él se le dio el nombre a Filadelfia (“amor fraternal”). Esta próspera ciudad estaba sobre la ruta imperial del correo. Desde su comienzo, Filadelfia tuvo la intención de servir como una ciudad misionera para la promoción de la lengua y la cultura griegas en el área de Lidia y Frigia. Su ubicación geográfica, sin embargo, la sometió a terremotos ocasionales; específicamente, el severo terremoto del año 17 d. C. que devastó a Filadelfia junto con Sardis y otras ciudades vecinas.
El Verdadero. La palabra griega usada aquí es alēthinós, que significa “genuino”, “real”, a diferencia de lo que es irreal (debe distinguirse de alēthēs, que significa “verdadero” a diferencia de lo que es falso). En el contexto del Antiguo Testamento, esta palabra designa la fidelidad de Dios a sus promesas (cf. Sal. 146:6; Isa. 65:16).
La llave de David. El trasfondo inmediato de esta imagen es Isaías 22:20–22, donde la llave de David es la llave para los almacenes del rey. El rey Ezequías tenía un siervo fiel Eliaquim, quien recibió la llave del mayordomo jefe de la casa real y tenía pleno control y acceso a los almacenes del rey, ejerciendo así la plena autoridad del rey. A él Dios le dio una promesa: “Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirá” (Isa. 22:22). En el mensaje a la iglesia en Filadelfia, Jesús es el que ha recibido plena autoridad y tiene acceso al almacén celestial.
3:8 Una puerta abierta. La ubicación estratégica de la ciudad la hizo el portal hacia el Oriente. Desde sus comienzos, Filadelfia estaba deliberadamente construida para ser “una ciudad misionera” para difundir la cultura y la lengua griegas entre las tribus bárbaras por toda las regiones de Asia. Estando sobre la ruta imperial de correos, Filadelfia había recibido realmente una puerta abierta para esparcir las ideas griegas por toda la región. Eso es lo que el Cristo resucitado quería decir cuando habló de la puerta abierta que estaba delante de Filadelfia. Así como el camino se abría para que Filadelfia esparciera ampliamente las ideas griegas, la iglesia en esa ciudad recibió una “gran oportunidad misionera” para llevar el mensaje del evangelio de Jesucristo al mundo.57 En el contexto del mensaje a la iglesia en Filadelfia, por lo tanto, la metáfora de “una puerta abierta” parece denotar una gran oportunidad para el servicio y la predicación del evangelio (cf. 1 Cor. 16:9; 2 Cor. 2:12; Col. 4:3).
3:9 La sinagoga de Satanás. Así como con la iglesia de Esmirna, el principal problema para la iglesia en Filadelfia vino de los judíos; ver Notas sobre Apocalipsis 2:8.
3:11 Corona. En griego, stéfanos (ver Notas sobre Apoc. 2:10).
3:12 Venciere. Ver Notas sobre Apocalipsis 2:7.
Exposición
Jesús se presenta a la iglesia en Filadelfia con tres grandes títulos: el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, que abre y nadie cierra, y cierra y nadie abre. En el Antiguo Testamento, la frase “el Santo” se refiere a Dios, denotando su esencia divina. Isaías oyó en su visión el canto de los serafines: “Santo, santo, santo, YHWH de los ejércitos” (Isa. 6:3). “Así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo” (Isas. 57:15). “Yo YHWH, Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey” (Isa. 43:15; cf. Hab. 3:3). La frase también es una designación de Jesús en el Nuevo Testamento (Mar. 1:24; Juan 6:69; 1 Juan 2:20). Aquí, el Cristo exaltado comparte la esencia de la naturaleza divina. Él es también “el Verdadero” (cf. 3:14; 19:11). Jesús es real; es el verdadero Dios, fiel a todas las promesas dadas a su pueblo fiel.
Finalmente, Jesús se presenta como el que tiene “la llave de David”, que simboliza su plena autoridad. Lo que él abre, nadie lo cierra. Isaías 22:22 presenta un cuadro de Eliaquim, el fiel mayordomo jefe del rey que recibió autoridad sobre el palacio real y el almacén real. En el Nuevo Testamento, se le da a Cristo toda la autoridad (Mat. 28:18). Se lo designa como “cabeza de todo a la iglesia” (Efe. 1:22, NVI), y “como hijo [fue fiel] sobre su casa [la de Dios]” (Heb. 3:6). Ahora, se presenta en Filadelfia como el que recibe plena autoridad y tiene acceso a los almacenes del cielo y las riquezas de Dios. Por eso es capaz de dar a los vencedores en la iglesia muchas promesas diferentes y maravillosas.
La evaluación que hace Jesús de la iglesia (3:8–10). Esta iglesia de “amor fraternal” tiene una gran oportunidad. Jesús ha puesto delante de ella una puerta abierta de oportunidades para el servicio que nadie puede cerrar. “Una puerta abierta” es una metáfora para la oportunidad de predicar el evangelio. Pablo dice que “se me ha abierto puerta grande y eficaz” (1 Cor. 16:9; 2 Cor. 2:12). También oró “para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo” (Col. 4:3). En su informe a la iglesia en Antioquía, habló de cómo Dios “había abierto la puerta de la fe a los gentiles” (Hech. 14:27). Cuando Dios abre la puerta, ninguno es capaz de detener a los cristianos en su servicio a Dios.
Es una iglesia fiel a la palabra de Dios y a Cristo. Guardaste mi palabra y no negaste mi nombre; no ha caído en compromisos ni apostasía. Además es una iglesia de paciencia y perseverancia (3:10) Aunque fiel, con una puerta abierta de oportunidades que Cristo puso delante de ellos, sin embargo, esta iglesia tiene una debilidad importante: no es impulsada por una fuerza dinámica para Dios, porque tiene poca fuerza.
Cuando Dios abre la puerta de las oportunidades para la predicación del evangelio, las fuerzas del enemigo siempre están allí para cerrar la puerta. Aunque Pablo se regocijaba de que Dios abrió “una puerta grande y eficaz” para el servicio a él, observó que “muchos son los adversarios” (1 Cor. 16:9). Jesús acusó a los escribas y fariseos de cerrar el reino de los cielos a la gente (Mat. 23:13; Luc. 11:52). Esto es evidentemente lo que sucedió en Filadelfia. Esta iglesia confrontó el mismo problema que la iglesia en Esmirna con los que dicen que son judíos pero en realidad son la sinagoga de Satanás (3:9; cf. 2:9). Pero Jesús le da a esta iglesia la certeza de que los ama a pesar de su debilidad, y que ya está ocupándose de sus adversarios. El día viene cuando sus enemigos, que hacen la obra de Satanás, serán humillados y admitirán que Dios ama a la iglesia en Filadelfia. Cuando Dios abre la puerta de las oportunidades para esta iglesia débil, todo el poder del enemigo no será capaz de cerrar la puerta.
Por cuanto en Filadelfia has guardado la palabra de mi paciencia, Jesús les da la seguridad de que estará con ellos y los protegerá en la hora escatológica de prueba: yo también te guardaré de la hora de la prueba que está por venir sobre los que moran en la tierra. La frase “los que moran en la tierra” en forma consistente se refiere a los impíos (6:10; 8:13; 11:10; 13:8, 14; 14:6; 17:8). Esta “hora de la prueba” claramente se refiere al juicio de Dios contra los enemigos de Dios y de su pueblo, que se derramará antes de la Segunda Venida como se describe en Apocalipsis 16.
La cuestión es si Cristo promete guardar a su pueblo fiel del tiempo de prueba o durante ese tiempo. En su oración intercesora Jesús oró: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:15). En el libro del Apocalipsis, la gran hora de la prueba es el tiempo cuando las últimas plagas se derramarán sobre “los que moran sobre la tierra”, es decir, los que han aceptado la marca de la bestia en vez del sello de Dios (Apoc. 16). Este texto parece sugerir que el pueblo fiel de Dios no será quitado de la tierra cuando los juicios de Dios se derramen; Cristo promete estar con ellos y protegerlos durante esa hora de prueba (cf. Dan. 12:1).
El consejo de Jesús a la iglesia (3:11). Jesús promete a la iglesia que él viene pronto. En vista de la cercanía de la venida de Cristo, aconseja a la iglesia: retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. William Barclay proporciona una lista de personas en la Biblia que perdieron su lugar ante otro porque fueron hallados indignos de la tarea que Dios les había dado.58 Esaú perdió su lugar ante Jacob (Gén. 25:34; 27:36); Rubén perdió su lugar ante Judá (Gén. 49:4, 8); Saúl perdió su lugar ante David (1 Sam. 16:1, 13); Judas perdió su lugar ante Matías (Hech. 1:25); y los judíos perdieron su lugar ante los gentiles (Rom. 11:11). Es una verdadera tragedia cuando Dios abre una puerta y le da una tarea a una persona, luego descubre que ésta renunció al llamado. Entonces, se la quita a esa persona y le da la tarea a otra.59
La promesa al vencedor (3:12). Jesús promete al vencedor en la iglesia de Filadelfia hacerlo un pilar en el templo de mi Dios. En 1 Timoteo 3:15, “la iglesia del Dios viviente” es la “columna y baluarte [“fundamento”, NVI] de la verdad”. Pablo nombra a Cefas [Pedro], Santiago y Juan como columnas de la iglesia primitiva (Gál. 2:9). Una columna está fija en el templo como soporte. La metáfora de ser un pilar en el templo “transmite la idea de estabilidad y permanencia”.60 Al vencedor fiel se le promete seguridad eterna en Cristo, porque nunca saldrá de él.
Estos vencedores reciben otra promesa: Escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que desciende del cielo de mi Dios, y mi nombre nuevo. El cumplimiento de esta promesa se describe en Apocalipsis 21:2 y 10. Juan vio más tarde en la visión a los fieles 144.000 que tienen los nombres de Cristo y del Padre escritos en sus frentes (14:1). Los que tienen el nombre de Dios pertenecen a Dios y están bajo su protección (Apoc. 22:4). Además, el nombre de la nueva Jerusalén estará escrito sobre los fieles. De acuerdo con Ezequiel, el nombre de la nueva ciudad sería: “YHWH-sama”, o sea, “YHWH allí”, o “Aquí habita el Señor” [NVI] (48:35). En la nueva Jerusalén, los vencedores experimentarán la presencia eterna de Dios: “He aquí el tabernáculo de Dos con los hombres, y él morará con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios” (Apoc. 21:3).
Llamado a escuchar al Espíritu. Aun cuando el pueblo de Dios tenga poca fuerza, Dios, lleno de gracia, pone delante de ellos una puerta de oportunidades. El enemigo de Dios y de su pueblo puede tratar de cerrar esa puerta, pero Jesús posee la llave al almacén celestial. Cuando él abre la puerta, nadie es capaz de cerrarla. Él está en el control. El pueblo de Dios, aunque débil, necesita sostener lo que tiene, esa chispa de su fidelidad, confiando en Dios y permitiéndole operar en ellos y por medio de ellos. De tal modo, ninguno será capaz de quitar de ellos su corona.
Aplicación histórica. La iglesia en Filadelfia corresponde adecuadamente al período de los siglos dieciocho y diecinueve, que se caracterizaron por un gran reavivamiento del protestantismo (aunque se han sugerido diversas fechas para el comienzo y el fin de este período). Varios movimientos reavivaron la fe genuina en la gracia salvadora de Cristo como Salvador personal, que resultó en la restauración del espíritu del compañerismo cristiano y la abnegación. Con “poca fuerza” (3:8), la iglesia de este período fue realmente una iglesia misionera impulsada por un fuerte deseo de llevar el evangelio al mundo entero. Este período fue un tiempo de gran progreso del evangelio, tal como no se había experimentado nunca antes en la historia cristiana.
El Mensaje De Cristo a La Iglesia En Laodicea (3:14–22)
14Al ángel de la iglesia en Laodicea escribe:
Así dice el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de la creación de Dios: 15Yo conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. Quisiera que fueras frío o caliente. 16Así, porque eres tibio y ni frío ni caliente, te estoy por vomitar de mi boca. 17Porque dices, “soy rico, y he llegado a ser adinerado, y no tengo necesidad de nada”, y no sabes que eres despreciable y miserable y pobre y ciego y desnudo, 18te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para que te vistas, de modo que no se exponga la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver. 19A todos los que amo, disciplino y reprendo; por lo tanto, sé celoso y arrepiéntete. 20He aquí, estoy parado a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo. 21Al que venciere le otorgaré que se siente conmigo en mi trono, como yo también he vencido y me senté con mi Padre en su trono. 22El que tiene un oído para oír, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Notas
3:14 Laodicea. Laodicea (la actual Eski-hisar) estaba a unos 72 km (45 mi) al sudeste de Filadelfia, y a unos 64 km (40 mi) al este de Éfeso. Por su ubicación favorable en el sistema de carreteras romanas, la ciudad llegó a ser uno de los centros comerciales y financieros más grandes del mundo antiguo. Laodicea era enormemente rica, y orgullosa de serlo. Cuando alrededor del año 60 d. C. fue devastada por un terremoto, sus ciudadanos eran tan ricos e independientes que, de acuerdo con el historiador romano Tácito, rechazaron la ayuda imperial y reconstruyeron la ciudad usando sus propios recursos (Annales 14.27). La mayor parte de la riqueza de la ciudad venía de la industria manufacturera de telas y las transacciones bancarias. Laodicea era ampliamente conocida por la fina cualidad de la lana negra, suave y brillante, usada en la producción de diferentes clases de vestiduras y alfombras que eran exportadas a todo el mundo. Esta prosperidad comercial hizo de la ciudad un gran centro bancario donde se guardaba gran cantidad de oro.
Además, Laodicea era famosa por su escuela de medicina, que tenía reputación por todo el mundo antiguo por su tratamiento de enfermedades del ojo mediante un colirio hecho de “polvo frigio” mezclado con aceite. La prosperidad y el éxito comercial, financiero e industrial llenaban de orgullo a los acaudalados ciudadanos de Laodicea, espíritu que evidentemente también saturó la iglesia. “Soy rico, y he llegado a ser adinerado, y no tengo necesidad de nada” (Apoc. 3:17).
El principio de la creación de Dios. El griego archē puede tener diversos significados: “principio” [en cuanto a tiempo], “origen”, “fuente”, o “gobernante”. La misma palabra la usa Pablo en Colosenses 1:18 donde Cristo es “el principio” de la creación; “todo fue creado por medio de él y para él” (Col. 1:16; cf. Juan 1:3). El hecho de que Laodicea estaba cerca de Colosas, y que Pablo instó a los colosenses a permitir que los laodicenses leyeran su carta a ellos, sugiere que los laodicenses estaban bastante familiarizados con la descripción de Jesús como “el principio de la creación de Dios”. La traducción de la palabra ya sea como “fuente”, “origen” o “gobernante” estaría en armonía con el contexto.
3:15 Frío o caliente. El griego psujrós puede significar “frío de hielo” (cf. Sirac 43:20 habla de un viento norte frío que enfriaba el agua hasta convertirla en hielo). El griego zestós significa “hirviente”. El verbo zéō, “hervir”, generalmente se traduce como “ferviente” (cf. Hech. 18:25; Rom. 12:11).
3:16 Eres tibio. La mayoría de los eruditos han interpretado este concepto a la luz del trasfondo geográfico de la ciudad. Por toda su riqueza y prosperidad, el gran problema de Laodicea era el agua de mala calidad. A unos diez kilómetros (6 mi) al norte de la antigua ciudad estaba la ciudad de Hierápolis. Manantiales burbujeantes de agua mineral caliente bajaban de la ladera de la montaña. Y mucha de esta agua era usada con propósitos medicinales. Siendo que Laodicea no tenía un suministro natural de aguas, usaban el agua de estas fuentes calientes por medio de un acueducto de diez kilómetros; cuando el agua llegaba a la ciudad, estaba tibia y, aunque era buena para bañarse en ella, era desagradable para beber y no era útil para sanar a los enfermos.61
3:17 Pobre. El griego ptōjós significa “extremadamente pobre”, “pobre como un mendigo”.62
3:18 La vergüenza de tu desnudez. La desnudez en el mundo antiguo era considerada como estar bajo juicio y severa humillación (cf. 2 Sam. 10:4–5; Isa. 20:4; Eze. 16:37–39; Nah. 3:5; Apoc. 17:16). Poner una vestidura a una persona desnuda era cubrir su vergüenza (Luc. 15:22; Apoc. 16:15). Estar vestido con ropas finas, por otro lado, era considerado como una señal de gran honor (cf. Gén. 41:42; 2 Rey. 25:29; Est. 6:6–11; Dan. 5:29).
3:19 Arrepiéntete. Ver Notas sobre Apoc. 2:5.
3:20 Llamo. El tiempo presente sugiere una acción continuada de llamados persistentes.
Cenaré. El griego deipnéō significa “cenar”. La palabra se refiere a la comida de la tarde que era “la comida principal y la ocasión corriente para la hospitalidad”.63 Sobre la base de las comidas sagradas de las prácticas religiosas greco-romanas, David Aune sugiere que la puerta a la cual Cristo llama refleja el hecho de que los hogares cristianos, en el primer siglo, “eran comúnmente usados como lugares de reunión para la adoración”. No obstante Aune se da cuenta de que el pasaje se dirige a los cristianos como individuos, no como una congregación. La comida que ha de ser compartida por Jesús y el adorador podría, según esta idea, ser “la Cena del Señor, pero probablemente es una comida que tiene la intención de ser compartida solo por dos, Jesús y el adorador”.64 Ya que el cristiano individual, en vez de la congregación, aparece en este texto, la comida referida es más probablemente una comida de compañerismo.
3:21 Venciere. Ver Notas sobre Apocalipsis 2:7).
Se siente conmigo en mi trono. Los tronos del antiguo Cercano Oriente eran como sofás.65 Así, estar sentado a la mano derecha del rey en su trono era considerado el honor más alto (cf. 1 Rey. 2:19; Sal. 110:1; 1 Esdras 4:29).
Exposición
A la iglesia de Laodicea, Jesús se identifica con tres títulos. Primero, Jesús es el Amén. La palabra “amén” nos viene del hebreo vía el griego y básicamente significa “en verdad”; según Barclay, se usaba “para afirmar y garantizar una declaración como absolutamente verdadera y digna de confianza”.66 Este título nos recuerda Isaías 65:16 donde Dios es llamado “el Dios de verdad” (en hebreo, “Dios de amén”). En los evangelios, Jesús a menudo comienza sus declaraciones con: “De cierto, de cierto os digo” (amén en griego; cf. Juan 1:51; 3:3, 5, 11).
Jesús luego es descrito como el testigo fiel y verdadero. Es el testigo en quien podemos depender completamente. Esto es lo que más probablemente pensaba Pablo cuando dijo: “Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él, Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios” (2 Cor. 1:20). Finalmente, Jesús es el principio de la creación de Dios; es decir, él es el origen de este mundo y tiene autoridad absoluta sobre él. Para la auto suficiente iglesia en Laodicea, Cristo se presenta como “el ‘Amén’ de Dios en fidelidad y en testimonio fiel, el único que tiene poder absoluto sobre el mundo porque él es la fuente y el origen de toda la creación”.67 Su testimonio fiel expone la verdadera condición de la iglesia que se está apartando de él. Por lo tanto, cuando habla, la iglesia ha de escuchar y obedecer.
La evaluación que Jesús hace de la iglesia (3:15–17). La evaluación que hace Jesús de la iglesia en Laodicea comienza con una acusación muy seria: Yo conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. Quisiera que fueras frío o caliente. Sigue luego una amenaza muy seria: Así, porque eres tibio y ni frío ni caliente, te estoy por vomitar de mi boca. Estas imágenes se derivan del suministro de agua a la ciudad. Laodicea recibía el agua de los manantiales calientes de Hierápolis que estaba aproximadamente a diez kilómetros de Laodicea. Cuando el agua llegaba a Laodicea, se había vuelto tibia y, aunque era buena para bañarse en ella, era desagradable para beber.
Jesús prefiere que la iglesia sea caliente o fría. La condición tibia denota un compromiso. Los laodicenses estaban divididos entre Cristo y el mundo. Su condición tibia indica que habían caído a la condición de indiferencia y auto suficiencia. Habían perdido su entusiasmo original y celo por los asuntos espirituales (cf. 3:19). Su condición tibia no proporcionaba “ni alivio para los cansados espiritualmente, ni curación para los enfermos espiritualmente”.68 Parece que hay más esperanza para un espíritu opositor o contrario que para la actitud de compromiso e indiferencia. Cristo detesta una lealtad y un servicio divididos: “Ninguno puede servir a dos señores” (Mat. 6:24; Luc. 16:13).
Los laodicenses no son condenados por apostasía ni por herejía. Jesús no encuentra pecados serios en ellos. Pero no encuentra nada bueno que decir acerca de ellos. Ni siquiera son perseguidos. Su problema principal es la indiferencia. Parece que se han infectado con el orgullo y la autosuficiencia expresados por medio de su actitud: Soy rico, y he llegado a ser adinerado, no tengo necesidad de nada.
La ciudad de Laodicea se enorgullecía por su riqueza material, su comercio en telas, y su colirio popular. Este espíritu invadió evidentemente la iglesia; los cristianos de Laodicea estaban poniendo su confianza en su propia riqueza. No obstante, pueden haberla considerado como una “bendición de Dios”, engañándose en cuanto a su “verdadera condición espiritual”.69 Esto nos recuerda la jactancia de Efraín en el Antiguo Testamento: “Ciertamente he enriquecido, he hallado riquezas para mí; nadie hallará iniquidad en mí, ni pecado en todos mis trabajos” (Ose. 12:8). Mientras la iglesia en Esmirna parece pobre, pero en realidad es rica (Apoc. 2:9), los laodicenses piensan que son ricos, aunque en realidad son pobres en su orgullo espiritual. Y no sabes que eres despreciable y miserable y pobre y ciego y desnudo. Son ciegos a su propia condición y piensan lo opuesto de lo que realmente son: espiritualmente son extremadamente pobres (como lo indica el texto griego), desnudos y ciegos. El que no sabe, y el que no sabe que no sabe, ambos están en la misma posición precaria.
El consejo de Jesús a la iglesia (3:18–20). El hecho de que Cristo está por vomitar de su boca a los tibios laodicenses, indica que todavía tienen una oportunidad de arrepentirse (cf. 3:19). El consejo de Jesús a la iglesia corresponde a la condición de auto engaño de los laodicenses. Primero, Jesús les aconseja que de mí compres oro refinado en fuego para que seas rico. El hecho de que se los exhorta a comprar sugiere que tienen que dar algo a cambio de lo que pueden recibir. Tienen una necesidad evidente de renunciar a su orgullo y auto suficiencia. El texto del Nuevo Testamento que nos ayuda a comprender lo que Jesús quiso decir al ofrecer a los laodicenses oro refinado en fuego es 1 Pedro 1:7, donde representa figuradamente la fe que ha sido probada: “Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”. Una persona puede tener riqueza, pero la riqueza no puede comprar ni asegurar la felicidad y la espiritualidad.
Cristo además amonesta a la iglesia “a comprar” de él vestiduras blancas para cubrir la vergüenza de tu desnudez. Las vestiduras blancas son un símbolo frecuente de salvación y de una posición correcta delante de Dios en el libro del Apocalipsis (cf. Apoc. 3:4–5; 6:11; 7:9, 13–14). Los mantos limpios y brillantes son “las acciones justas de los santos” (Apoc. 19:8). “Me vistió con vestiduras de salvación”, proclamó Isaías. “Me rodeó de manto de justicia” (Isa. 61:10). El manto blanco de salvación es, evidentemente, tanto una realidad presente como una promesa futura (cf. Apoc. 3:4–5). Estar vestido de mantos blancos es ser rescatado de la posición humillante de desnudez y de la vergüenza del pecado. Cuando el hijo pródigo regresó a casa, le pusieron el mejor manto para cubrir la vergüenza de su desnudez (Luc. 15:22). Los mantos son importantes para el pueblo de Dios al final del tiempo durante la batalla de Armagedón: “Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza” (Apoc. 16:15; cf. Mat. 22:11–14). Los laodicenses necesitan las vestiduras de la justicia salvadora de Cristo para cubrir su despreciable y miserable condición de desnudez.
Por sobre todo, lo que esta iglesia necesita es colirio para ungir sus ojos, de modo que puedan ver y comprender su verdadera condición espiritual. Esto es evidentemente lo que la iglesia en Laodicea necesita más. Solo cuando sus ojos sean abiertos, los laodicenses podrán ver que no son lo que pretenden ser. El autor del Salmo 119 oró: “Abre mis ojos y miraré” (119:18). Del mismo modo, Pablo oró que Dios diera a los cristianos en Éfeso “espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos” (Efe. 1:17–18). Lo que necesitan los laodicenses es la influencia de discernimiento y la operación del Espíritu Santo en sus corazones.
Los laodicenses no quedan en una situación desesperanzada; todavía reciben una oportunidad para arrepentirse. A todos los que amo, disciplino y reprendo; por lo tanto, sé celoso y arrepiéntete. Esta es una alusión directa a Proverbios 3:12: “Porque YHWH al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere” (cf. Job 5:17). Cristo ama a los laodicenses, y en su amor los disciplina y los corrige. Pablo dice que “el Señor, nos disciplina para que no seamos condenados con el mundo” (1 Cor. 11:32, NVI). El propósito de la disciplina divina está explicado además por el autor de Hebreos:
Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos. … Es verdad que ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (Heb. 12:5b–11).
Es especialmente interesante que de las siete iglesias, solo se le diga a la de Filadelfia y a la de Laodicea, explícitamente, que son amados por Cristo. Cristo ama a su pueblo fiel; aun los que no son fieles son igualmente el sujeto de su amor. Sin embargo, este amor es expresado en la forma de disciplina y reprensión con el propósito de volverlos celosos (que es equivalente a ser “calientes”) para arrepentirse. El arrepentimiento es dar la vuelta y romper con la situación presente. Barclay señala una declaración críptica del libro apócrifo Hechos de Pedro, supuestamente hecha por Jesús: “Excepto que hagan la mano derecha como la izquierda, y la mano izquierda como la derecha, y lo que es hacia arriba como lo que es hacia abajo, lo que es adelante como lo que es detrás, no conoceréis el reino de Dios”. Barclay explica además:
¿Cuándo lo que es derecho llega a ser izquierdo, lo izquierdo derecho, y lo que es delante lo que es detrás? Obviamente, cuando un hombre se da vuelta. ¿Cuándo lo que es hacia arriba llega a ser lo que es hacia abajo? Cuando un hombre, por así decirlo, se para sobre su cabeza, es decir, cuando comienza a ver el mundo de la otra manera, cuando sus valores son invertidos, cuando las cosas que él pensaba eran importantes llegan a ser sin importancia, y cuando las cosas que él despreciaba llegan a ser las más importantes en la vida. El arrepentimiento significa la inversión de la dirección de la vida a fin de mirar a Dios de frente”.70
Esta es la manera en que se exhorta a los cristianos en Laodicea a arrepentirse.
El amor de Cristo por los laodicenses está mejor ilustrado por el cuadro impresionante de Cristo parado a la puerta: He aquí, estoy parado a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo. Esta escena nos recuerda el amante del Cantar de los Cantares, llamando a la puerta de su amada y rogándole que lo deje entrar (5:2–6). “En el Cercano Oriente el compartir una comida indica la formación de un fuerte vínculo de afecto y de compañerismo. Como tal llegó a ser un símbolo común de la intimidad que ha de gozarse en el reino mesiánico venidero”.71 En su ciega auto suficiencia, los laodicenses pusieron a Cristo fuera de sus vidas. Su religión no era orientada hacia Cristo. León Morris observa: “Hasta este momento la carta ha sido dirigida a la iglesia como un todo, pero ahora hay un cambio. Si alguno es una apelación al individuo. Aun si la iglesia como un todo no presta atención a la advertencia, algunos individuos pueden hacerlo”.72 Jesús está ante la puerta del corazón humano y pide ser invitado a una comida de amor mutuo e íntimo. Él no fuerza la entrada. Los laodicenses tibios e indiferentes deben hacer su propia elección porque pronto puede ser demasiado tarde.
La promesa al vencedor (3:21). Jesús hace una promesa al vencedor en la iglesia en Laodicea: Le otorgaré que se siente conmigo en mi trono, como yo también he vencido y me senté con mi Padre en su trono. Aquí encontramos la realidad del estatus del cristiano en Cristo. Esta promesa a los laodicenses incluye todas las otras promesas. Como Jesucristo ya ha sido exaltado sobre el trono del universo a la diestra del Padre, así Dios “nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efe. 2:6). Este cuadro llega a ser mucho más claro si recordamos que en el antiguo Cercano Oriente el trono “era más como un sofá que un asiento único”.73 Al fiel pueblo de Dios se le promete una parte con Jesús en su trono. Ellos ya están elevados en los lugares celestiales (cf. Apoc. 1:6; 5:9–10). No obstante, el cumplimiento final de la promesa al vencedor de compartir el trono con Cristo se cumplirá en la Segunda Venida (cf. Apoc. 20:4–6).
Llamado a escuchar al Espíritu. El mensaje a la iglesia en Laodicea está dirigido a todo el que pone su confianza en la prosperidad material y temporal, los que están en una condición de auto suficiencia que creen que su prosperidad material es un favor dado por Dios. Cuando los cristianos de hoy, como los de la iglesia en Laodicea, están tibios e indiferentes en su relación con Cristo, la mejor solución es aceptar el consejo ofrecido por Jesús: “Te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego para que seas rico, y vestiduras blancas para que te vistas, de modo que no se exponga la vergüenza de tu desnudez, y colirio para ungir tus ojos para que puedas ver” (Apoc. 3:18).
Lo que los laodicenses necesitan, por sobre todo, es el colirio para discernir claramente su condición espiritual real. El hecho de que están libres de apostasía o herejía, de que no se encontró algún pecado serio entre ellos, y de que tienen una opinión muy positiva de sí mismos, no es garantía de su relación con Cristo. Jesús anhela llegar a ser el centro de toda la atención de la iglesia, el centro de su vida, su adoración, sus actividades y su conducta. Aun cuando la iglesia como un todo esté en una condición de auto suficiencia y de un servicio indiferente a Dios, el llamado al arrepentimiento está dirigido a cada miembro. Jesús está esperando que los individuos respondan. Esto es lo que trae un reavivamiento y una reforma a la tibia e indiferente iglesia de Laodicea.
Aplicación histórica. Aunque el mensaje a los laodicenses principalmente tuvo una aplicación local en el tiempo de Juan, la iglesia en Laodicea fue evidentemente puesta como un modelo para la iglesia cristiana del último período de la historia de la tierra. Esta idea está apoyada por paralelos verbales y conceptuales entre el mensaje a Laodicea y la advertencia final a los cristianos que viven en el umbral de la batalla de Armagedón (Apoc. 16:15). Esta última iglesia parece ser la más afligida; pasa por movimientos de grandes revueltas políticas, religiosas y seculares y afronta desafíos que ninguna generación anterior de cristianos afrontó. No obstante, es una iglesia indiferente y auto suficiente, caracterizada por la tibieza y una lucha con los problemas de su autenticidad. De este modo, el mensaje a la antigua iglesia en Laodicea es especialmente apropiado para la vida y experiencia de los cristianos que viven en el período final de la historia del mundo.
Retrospección Sobre Apocalipsis 2–3
Al examinar los siete mensajes originalmente enviados a las congregaciones cristianas en la provincia romana de Asia, hemos observado varias cosas. Primera, los mensajes del Cristo exaltado y glorificado fueron presentados en un lenguaje y con imágenes que aquellos cristianos podían comprender. A fin de alcanzar los corazones y producir un impacto duradero en aquellos cristianos del siglo primero, Jesús usó los eventos de la historia, las escenas y conceptos del Antiguo Testamento, y cosas de la vida diaria. Estos mensajes tuvieron una importancia transformadora para aquellos cristianos, pues reflejaban su realidad diaria y atendían sus necesidades y circunstancias específicas.
Segunda, todos los mensajes comienzan y concluyen del mismo modo. Cada mensaje presenta a Cristo y concluye con una apelación a escuchar al Espíritu Santo. En el medio hay un mensaje especial adecuado a la condición presente y a la necesidad de cada una de las iglesias como resultado del discernimiento escrutador del Cristo exaltado. Jesús tenía pleno conocimiento de la situación de la vida y las necesidades de cada iglesia. Él sabía, por ejemplo, que los efesios estaban apostatando del amor. Él sabía que los de Esmirna estaban sufriendo y tenían un constante temor al futuro. Él sabía las circunstancias en las cuales vivían los de Pérgamo, y las condiciones en la iglesia dividida en Tiatira. Él sabía que los de Sardis estaban espiritualmente muertos, y acerca de la puerta abierta de oportunidades para los espiritualmente débiles de Filadelfia. Finalmente, él sabía de la auto suficiencia y la ceguera de los laodicenses. Él sabía todo acerca de todos ellos. Nada podía escapar de sus ojos que discernían todo y leían los secretos del corazón humano. Si las iglesias querían saber cómo vivir y dar un “giro completo” en su religión, solo necesitaban escuchar el mensaje de Cristo.
Los cristianos son llamados a ver la relevancia de estos mensajes hoy, y aplicarlos a su propia situación en la vida y sus necesidades. Cada uno de los mensajes concluía con una apelación personal: “El que tiene un oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”. Cada cristiano que vive en cualquier tiempo y lugar es exhortado a prestar atención a estos mensajes. El Jesús que conocía las situaciones y necesidades de los cristianos del siglo primero en la provincia de Asia, es todavía el mismo Cristo. Por medio de estos siete mensajes a las iglesias, él habla a las situaciones y necesidades de cada cristiano actual.
Tercera, cada apelación a las iglesias también contenía una promesa. Jon Paulien observa algunos puntos importantes que merecen ser enfatizados.74 Él nota un movimiento de declinación espiritual o degeneración en las siete iglesias. Las primeras tres iglesias fueron generalmente fieles, aunque algunos en estas iglesias no se comportaban como Jesús deseaba que lo hicieran. Así una cantidad de descarriados en las tres primeras iglesias fueron personas “malas”. Fueron herejes en la iglesia. La cuarta iglesia, Tiatira, era una iglesia dividida y tuvo dos fases en su fidelidad a Cristo. Por otro lado, en las iglesias quinta y sexta, es decir, Sardis y Filadelfia, el remanente era la porción de Dios en la iglesia. La mayoría estaban fuera de armonía con el evangelio. Cuando toca a Laodicea, nada bueno puede decirse; la iglesia era auto suficiente e indiferente. Mientras la iglesia en Éfeso había dejado su primer amor, todavía era fiel a Dios. Laodicea era diferente. Ni siquiera se preocupaba por la amenaza: “Te estoy por vomitar de mi boca”.
Por otro lado, junto con la evidente declinación espiritual, hay un aumento de promesas a las iglesias. Cada iglesia recibe más promesas que la precedente. A la iglesia de Éfeso se le prometió el árbol de la vida (2:7). A la iglesia en Esmirna se le prometió una corona de vida y escapar de la segunda muerte (2:10–11). La tercera iglesia, Pérgamo, recibió tres promesas: el maná escondido, una piedra blanca, y un nombre nuevo (2:17). Tiatira recibió la promesa de autoridad sobre las naciones—gobernar las naciones con un cetro de hierro que las hace trizas—y la estrella de la mañana (2:26–28). Los de la iglesia de Sardis, la quinta de las iglesias, recibieron la promesa de que caminarían con Jesús, estarían vestidos de blanco, sus nombres no serían borrados del libro de vida, serían reconocidos ante el Padre, y serían reconocidos entre los ángeles (3:4–5). A los que estaban en Filadelfia se les prometió que serían guardados en la hora de la prueba, serían pilares en el templo, nunca dejarían el templo, y que tendrían escrito sobre ellos el nombre de Dios, el nombre de la ciudad de Dios, y el nuevo nombre de Dios (3:10–12). Sin embargo, a la última de las siete, Laodicea, se le dio solo una promesa: sentarse con Jesús en su trono (3:21). En realidad, esta promesa incorpora todas las otras promesas dadas a las iglesias. Sentarse con Jesús en su trono es tener todo. Así, cada iglesia está en declinación cuando se la compara con la anterior. Pero cada una recibe más promesas que la anterior.
Este aumento de promesas, junto con la declinación espiritual en las iglesias, nos recuerda exactamente lo que Pablo quiso decir cuando habló de que donde aumenta el pecado, la gracia abunda aún más (Rom. 5:20). Elena G. de White nos insta a recordar que “la iglesia, aunque débil y defectuosa constituye el único objeto en la tierra al cual Cristo otorga su consideración suprema. Él la observa constantemente lleno de solicitud por ella, y la fortalece mediante su Espíritu Santo”.75 Cristo hace todo esfuerzo para guiar a su iglesia a reconocer su propia condición y romper las cadenas del orgullo y la auto suficiencia que la ata. La única esperanza de la iglesia está en Cristo. Es solo por medio de su gracia que la iglesia de Dios finalmente se encontrará con su Señor y Salvador en la “cena de bodas del Cordero” (Apoc. 19:5–9).
Finalmente, los siete mensajes a las iglesias no pueden leerse separados del resto del Apocalipsis. Realmente parece que la porción profética del libro, que comienza con el capítulo 4, construye sobre estos siete mensajes. Aquí Cristo se presenta como el que puede proveer a todas las necesidades de su pueblo. Él conoce a su pueblo porque anda entre ellos y cuida de ellos. Como la iglesia de Dios está afrontando las pruebas escatológicas y espera la Segunda Venida, la promesa del Cristo exaltado todavía suena como una trompeta: “¡Deja de tener miedo! Yo soy el primero y el último, y el que vivo, y estuve muerto, y he aquí que vivo por los siglos de los siglos, y tengo la llave de la Muerte y del Hades”· (Apoc. 1:17–18). Jesús es fiel a la promesa que dio en el Monte de los Olivos: “He aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mat. 28:20).