El libro sellado – Apocalipsis 5:1–14

Apocalipsis 5 se construye sobre la escena de Apocalipsis 4. Aquí Juan ve a la mano derecha de Dios, que está sentado en el trono, un libro (o rollo) que está “escrito por dentro y por fuera”, y sellado con siete sellos. Él entiende que nadie en todo el universo es digno de abrir este libro notable. Entonces, se encuentra una figura de Cordero/León, “el Retoño de David” que parece “como inmolado,” que es digno de abrir el libro porque él ha conquistado. Cuando él tomó el libro del lado derecho del que está sentado sobre el trono, himnos de alabanza resuenan por todo el universo.

1Y yo vi a la mano derecha del que está sentado sobre el trono un rollo escrito por dentro y por detrás, sellado con siete sellos. 2Y vi a un ángel poderoso que proclamaba en alta voz: “¿Quién es digno de abrir el rollo y romper sus sellos?” 3Y nadie en el cielo o en la tierra o debajo de la tierra era capaz de abrir el rollo o de mirar adentro. 4Y yo comencé a llorar mucho porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el rollo o de mirarlo. 5Y uno de los ancianos me dijo: “¡Deja de llorar! He aquí, el León de la tribu de Judá, que es el Retoño de David, ha vencido de modo que es capaz de abrir el rollo y sus siete sellos.

6Y vi en medio del trono y de los cuatro seres vivientes y en medio de los veinticuatro ancianos un cordero de pie como que había sido inmolado, que tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra. 7Y vino y tomó el rollo de la mano derecha del que estaba sentado sobre el trono. 8Y cuando hubo tomado el rollo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos cayeron delante del Cordero, teniendo cada uno un arpa y una copa de oro llena de incienso, que son las oraciones de los santos; 9y cantaban un cántico nuevo y decían:

“Tú eres digno de tomar el rollo y abrir sus sellos, porque tú fuiste inmolado y compraste para Dios con tu sangre de cada tribu y lengua y pueblo y nación, 10y los has hecho un reino y sacerdotes para nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra”.

11Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono y a los seres vivientes y a los ancianos, el número de los cuales era miríadas de miríadas y miles de miles, 12diciendo a gran voz:

“¡Digno es el Cordero inmolado de recibir poder y riquezas y sabiduría y fortaleza y honor y gloria y bendición!”

13Y toda criatura que estaba en el cielo y sobre la tierra y debajo de la tierra y sobre el mar y todas las cosas que están en ellos, oí que decían:

“Al que está sentado sobre trono y al Cordero sean la bendición y el honor y la gloria y la fortaleza por los siglos de los siglos!”

14Y los cuatro seres vivientes seguían diciendo: “¡Amén!” Y los ancianos cayeron y adoraron.

Notas

5:1 A la mano derecha. El griego epí tēn dexían generalmente ha sido traducido como “en la mano derecha”, principalmente porque se ha sostenido que Juan obtuvo sus imágenes de Ezequiel 2:2–10 donde el profeta vio un rollo en la mano extendida de Dios. Apocalipsis 5:1, describiría en consecuencia, a Dios sosteniendo el rollo en su mano derecha. La frase epí tēn dexían no aparece en ningún otro lugar de la Biblia y aparece muy raramente en la literatura griega. Su aparición ocasional en la literatura de los siglos primero hasta el séptimo d. C., sugiere que epí tēn dexían es una expresión idiomática que corresponde al castellano “a la mano derecha”. La frase así tiene que ver principalmente con el lado derecho más bien que con la mano derecha (como miembro del cuerpo). Significa que Juan vio el rollo sellado como estando sobre el trono a la derecha de Dios.1

Rollo. En el siglo primero d. C., la palabra griega biblíon era una palabra común para un rollo (un rollo de un libro), pero también se usaba para documentos de cualquier forma incluyendo los códices (hojas separadas encuadernadas juntas), escritos, cartas y documentos legales, sin tomar en cuenta el material sobre el que se escribió (tales como papiro, tabletas o pergaminos). La evidencia indica que el biblíon sellado de Apocalipsis 5 es de la forma de un rollo. Primero, los códices no se originaron antes del siglo segundo, o tal vez, a fines del siglo primero d. C. 2 Segundo, Juan mismo indica que él piensa en un rollo en vez de un códice al describir que el cielo desaparece como biblíon que se enrollaba (Apoc. 6:14). Finalmente, la frase “por dentro y por detrás” es una expresión apropiada para un rollo, a diferencia de un libro; “por dentro” se refiere al interior del rollo antes de ser desenrollado, y “por detrás” es el lado de afuera después de ser desenrollado.

Escrito por dentro y por detrás. Se considera que esta lectura de la frase es la correcta. Sin embargo, es bien posible vincular “por detrás” con “sellado con siete sellos” (“escrito por dentro, y por detrás sellado con siete sellos”). Aunque es gramaticalmente posible, tal lectura es menos probable, porque la frase “escrito por dentro y por detrás” se refiere a una práctica antigua relativamente rara. Los rollos antiguos generalmente estaban escritos por un solo lado (el interior); el otro lado (afuera) a menudo quedaba en blanco. Documentos que contienen escritura de ambos lados del pergamino, llamados opistografos, no fueron raros en los siglos primero y segundo d. C.3 Por lo menos dos documentos escritos de ambos lados se mencionan en el Antiguo Testamento: “las dos tablas del testimonio”, que Moisés trajo del monte (Éxo. 32:15), y el rollo que Ezequiel vio expuesto delante de él que “estaba escrito por delante y por detrás” (2:9–10).

La frase “escrito por dentro y por detrás” puede muy bien referirse a los así llamados “documentos dobles” que eran bien conocidos y ampliamente usados en el tiempo de Juan. Los documentos dobles consistían en dos copias del texto sobre la misma hoja: la primera mitad del papiro se enrollaba y se ataba con un hilo que protegía el documento contra alteración o falsificaciones; y la mitad inferior quedaba sin atar, lo que permitía a su poseedor consultarlo en cualquier momento. La porción doblada y atada se conocía como el texto interior, y la porción no atada como el texto exterior.4 Es difícil determinar si la frase “escrito por dentro y por detrás” se refiere a un documento en un rollo que estaba totalmente escrito del lado interior y también por detrás, o a un documento doble en forma de rollo. El contexto de Apocalipsis 5 no indica que una parte del rollo estaba sellada y la otra sin sellos. La mención del “rollito” en Apocalipsis 10 podría aun referirse al texto exterior no sellado de un documento doble.

Sellado. El rollo de Apocalipsis 5 se describe además como “sellado con siete sellos”; esto estaba en armonía con la práctica corriente de sellar los documentos en el mundo antiguo. A fin de proteger el contenido de documentos legales (tales como notas de venta, contratos, testamentos y cartas), se hacía una impresión de un sello con un anillo o sello al final del contenido escrito. El sellado actuaba así en lugar de una firma, indicando la autenticidad, el valor, la autoridad, la ratificación o la protección del documento. A fin de proteger el contenido contra una revelación inadecuada, el documento se ataba con hilos, y luego el sello se imprimía sobre los nudos en porciones de arcilla, cera, o algún otro material blando, que mantenía el rollo de papiro doblado (Job. 38:14). Un sello intacto indicaba que el documento sellado no había sido abierto. Solo el propietario podía romper el sello y revelar el contenido.

La práctica de sellar era común en el antiguo Israel. En el informe de la transacción de Jeremías, la “carta de venta” fue sellada ante testigos y como tal era legalmente válida (Jer. 32:10–11). Isaías tal vez pensaba en un documento similar cuando se refirió a “palabras de libro sellado, el cual si dieren al que sabe leer, y le dijeren: Lee ahora esto; él dirá: No puedo, porque está sellado” (Isa. 29:11). Aunque los sellos privados eran comunes entre las naciones vecinas, en Israel los sellos eran principalmente la posesión de los reyes y oficiales. En el Antiguo Testamento adherir un sello era considerado generalmente como un acto oficial y legal, más a menudo realizado por un rey o su oficial.

Con siete sellos. La práctica de sellar los documentos con más de un sello era ampliamente extendida por todo el Cercano Oriente antiguo en los días de Juan. Los arqueólogos han descubierto muchos documentos sellados con dos a siete sellos o más. Por ejemplo, una ley romana dictaba que un testamento tenía que ser sellado con un mínimo de siete sellos de testigos a fin de que su contenido fuera válido, aunque alguna evidencia muestra que a veces se usaban más de siete sellos. El mismo sistema legal romano, sin embargo, también requería que algunos otros documentos, incluyendo contratos y registros de nacimiento, fueran certificados por las firmas de siete testigos. Los sellos llevaban los nombres de los que los usaban y sólo podían ser abiertos por ellos mismos. Esto muestra claramente que la descripción del rollo sellado de Apocalipsis 5 se conformaba con un tipo corriente de documento legal del tiempo de Juan. Como cualquier rollo sellado de ese tiempo, el rollo de Apocalipsis 5 aparece enrollado, atado con una cuerda y sellado en su borde exterior con sellos de cera fijados sobre los nudos. Como tal, no podía ser abierto y su contenido revelado, hasta que los siete sellos fueran rotos. Romper los siete sellos era preliminar y preparatorio para la apertura real del rollo y la revelación de su contenido.5

Siete. El hecho de que el rollo estuviera sellado con siete sellos es particularmente importante a la luz del significado del número “siete” tanto en el Apocalipsis como en la Biblia como un todo (aparece en casi seiscientos pasajes, ya sea literal o simbólicamente). “Siete” es “el único número usado simbólicamente en la Escritura con algún grado de importancia discernible”, y “este es el único número que parece ser usado simbólicamente con alguna consistencia en la literatura extrabíblica contemporánea”.6 Como generalmente se acepta, la idea fundamental antigua y del Antiguo Testamento del uso simbólico de “siete” es “integridad”, “estar completo,” “perfección”. Karl H. Rengstorf explica que su significado como plenitud y totalidad proviene de

la observación de que el tiempo corre en períodos de siete días. Esto lleva a vincular al siete como un período completado, y de allí es solo un paso para igualar el número siete abstracto con el concepto de lo que es total o completo. Siete representa un todo completo y así se le da la magnitud por la cual se puede dar una expresión breve y fecunda a tal totalidad. El número siete así tiene el carácter de totalidad, es decir, de la totalidad deseada y ordenada por Dios.7

En el Antiguo Testamento, “siete” actúa como el número sagrado del pacto entre Dios y su creación, pues todas “las relaciones y obligaciones del pacto” y el sistema ceremonial parecen estar asociados con el número “siete”.8 Como una expresión de la totalidad divina, el número “siete” desempeña un rol importante en el Apocalipsis (se usa 56 veces en el libro). Como muestra la introducción a este comentario, el número “siete” parece desempeñar una parte importante en la estructura del Apocalipsis.

5:2 Digno. En griego, áxios significa “digno”, “estimable”, “merecedor”, “adecuado” y “apropiado”. Por el tiempo de Juan, los conceptos de “digno” se habían desarrollado de una cualidad o virtud general a una calificación distintiva que haría que un candidato fuera adecuado o elegible para un cargo elevado o un lugar de honor. El noble romano destacado sería considerado digno de ser admirado y alabado por sus notables realizaciones. Desde el tiempo de Juan, la “dignidad” llegó a ser una virtud que calificaba a un emperador para confirmar su principal derecho a reinar sobre la base de cómo podía ganar el afecto y la lealtad de sus súbditos. Este uso secular con referencia al reinado y el honor, gradualmente penetraron el lenguaje religioso tanto de los judíos como de los cristianos. Los escritores judíos usaron con frecuencia el término con referencia al reinado y el sacerdocio del Antiguo Testamento.9 En Apocalipsis 4 y 5, el término “digno” designa una calificación singular para un cargo y una tarea especiales que nadie poseía sino Dios. En 4:11, Dios sentado sobre el trono, es digno de todo honor y gloria. En el capítulo 5, por virtud de su muerte victoriosa (vers. 5), mediante la cual fue capaz de redimir a la humanidad, el Cordero es llamado digno de tomar el rollo (5:9); entonces es digno de recibir todo el honor y la gloria del reinado (5:12). Finalmente, tanto “el que está sentado en el trono” como el Cordero reciben el honor y la adoración de todos los seres celestiales y terrenales (5:13–14).10

5:5 El León de la tribu de Judá. Este título viene de Génesis 49:9 en la bendición final que dio Jacob, donde a Judá se lo llama un león victorioso. La fuerza, el coraje y la apariencia majestuosa del león, que desde tiempos antiguos fue llamado el rey de las bestias, lo hizo un símbolo adecuado del Mesías victorioso en el Judaísmo. Por ejemplo, la obra apócrifa 4 Esdras menciona la figura imponente de un león, que se describe como “el Mesías a quien el Altísimo ha guardado hasta el fin de los días, que surgirá de la posteridad de David”.11 Muchos otros ejemplos muestran que en la tradición judía la figura de un león, interpretada a la luz de Génesis 49, significa las prerrogativas Mesiánicas y regias y se vincula con el trono de David.12

El Retoño de David. Este título actúa muy probablemente como una clarificación del título anterior que designaba al “León de la tribu de Judá” como un descendiente del rey David. Este título proviene de Isaías 11:1, que declara que “una vara del tronco de Isaí y un vástago retoñará de sus raíces” establecerá el venidero reino de paz y justicia (cf. 11:10). En este pasaje, el retoño surge del árbol caído de David que ha sido cortado. Jeremías habla del futuro cuando Dios cumplirá su promesa de que levantaría “a David renuevo justo, y reinará como Rey” (Jer. 23:5–6; 33:14–16). Zacarías profetizó de “el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová. Él edificará el templo de Jehová, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos” (6:12–13).13

En los pasajes del Antiguo Testamento recién citados, el “Retoño” está vinculado con el tiempo cuando la promesa del pacto dada a David con respecto a la perpetuidad de su trono (cf. 2 Sam. 7:12–16) sería cumplida en la venida de un descendiente que se sentaría sobre el trono y reinaría sobre las naciones. En el pueblo judío del tiempo de Juan, “el Retoño de David” llegó a ser el título favorito del Mesías que se sentaría y reinaría sobre el trono de David (Luc. 1:32–33). En el Nuevo Testamento, “el Renuevo de David” y “el hijo de David” son títulos bien conocidos con referencia a Jesús, el Mesías, el rey por excelencia. Así Pablo cita expresamente Isaías 11:10 como habiéndose cumplido en Cristo (Rom. 15:12). Es especialmente interesante que Juan presenta a Cristo como “el Retoño de David” en el comienzo de la principal parte profética del libro (5:5) así como en su declaración final (22:16). Esto debía mostrar que las promesas del Antiguo Testamento se han cumplido en Cristo, el Mesías.

5:6 Siete cuernos. En el Antiguo Testamento, los cuernos representan fuerza y poder. Para los egipcios, Dios es como los cuernos de un buey salvaje (Núm. 23:22). En la bendición de Moisés, es con sus cuernos que José empujará a todos los pueblos hasta los fines de la tierra (Deut. 33:17). El cuerno [poder] de Ana es exaltado en el Señor y ella puede resistir osadamente a sus enemigos (1 Sam. 2:1). De una manera especial, el cuerno es usado como un símbolo del poder real. “Dará poder a su Rey, y exaltará el poderío [cuerno, BJ] de su Ungido” (1 Sam. 2:10). El profeta Sedequías, hizo cuernos de hierro como señal de la victoria de Acab sobre los sirios (1 Rey. 22:11). Y de esta manera el cuerno es usado simbólicamente en Apocalipsis (12:3; 13:1; 17:3, 12; cf. Dan. 7–8). “Siete cuernos” denota la plenitud de su poder u omnipotencia.

Siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra. Estas imágenes son tomadas de Zacarías 4:10, donde el profeta ve siete lámparas que son “los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra”. “Siete ojos” denota omnisciencia (Ver Notas sobre Apoc. 1:4). En el Apocalipsis, esta es una referencia simbólica al envío que Cristo hace del Espíritu Santo por todo el mundo. El griego apostéllō (“enviar”, “despachar”) era un término técnico entre los judíos para el envío de un representante oficial para una tarea especial (cf. Mat. 11:10; Hech. 10:17; Apoc. 1:1; 22:6).14 El término aquí se refiere a la misión mundial del Espíritu Santo con la plena autoridad de Cristo.15 Este envío y misión del Espíritu Santo es elaborado algo más en el evangelio de Juan (14:26; 15:26; 16:7–15).

5:7 De la mano derecha. Como pasa con la frase “a la mano derecha” (5:1), la frase griega ek tēs dexías, fuera de Apocalipsis 5:7 no aparece en ninguna otra parte del Nuevo Testamento, y es muy rara en la literatura griega. La escasa evidencia muestra que significa “de la mano derecha”, o “del lado derecho”.16 El significado de la frase, sin embargo, debe definirse sobre la base de una expresión idiomática anterior “a la mano derecha” en 5:1. El hecho de que el rollo sellado se encontró a la mano derecha de Dios sugiere que ek tēs dexías aquí significa “del lado derecho”.

5:9 Y comprado para Dios con tu sangre. La versión Reina Valera de 1960 traduce el texto en primera persona: “con tu sangre nos has redimido para Dios de…” La lectura correcta es importante para la identificación de los ancianos y de los cuatro seres vivientes. Si “nos” es original, ubicaría a esos cantantes (los ancianos y los cuatro seres vivientes) entre los redimidos. La evidencia textual para la exclusión de “nos” (hēmás) consiste en el Códice Alejandrino y una versión Etíope, mientras que todos los demás manuscritos griegos y versiones incluyen el pronombre “nos” ya sea antes, después o en lugar de “para Dios”. La exclusión de “nos” del texto se basa en la afirmación establecida de que el Alejandrino es el mejor testigo. A pesar del fuerte apoyo de manuscritos para la inclusión de “nos”, varios factores internos favorecen el texto que omite “nos” como el texto preferido. Por ejemplo, el cambio abrupto de la primera persona en el versículo 9 a la tercera persona en el versículo 10 sería muy extraño. Además, el hecho de que el canto es entonado tanto por los ancianos como por los cuatro seres vivientes identificaría a los cuatro seres vivientes como santos redimidos, una idea que no está apoyada en el contexto.

5:10 Y los has hecho… y reinarán sobre la tierra. La versión Reina Valera 1960 traduce el texto: “Nos has hecho… y reinaremos sobre la tierra”. Esta lectura está basada en textos inferiores; los traductores probablemente la tomaron de la Vulgata latina. También es posible que los escribas trataron de correlacionar el texto con Apocalipsis 1:6 que contiene la lectura en primera persona. Por otro lado, tanto la lectura del tiempo presente del verbo “reinar” (“ellos reinan”) y el futuro (“reinarán”) tiene un apoyo igual en los manuscritos. La comisión editorial de las Sociedades Bíblicas Unidas, y de Nestlé-Aland del Nuevo Testamento griego, y muchos comentadores están a favor del tiempo futuro sobre la base de su observación de que el “códice Alejandrino lee, equivocadamente, basileúsousin (tiempo presente) en vez del tiempo futuro”.17

Exposición

Juan está todavía mirando a través de la puerta abierta en el templo/palacio celestial. De repente, la celebración de la magnífica liturgia disminuye y toda la atención se concentra en el trono.

5:1 Esta vez Juan nota a la mano derecha del que está sentado sobre el trono un rollo. Él ve el rollo apoyado sobre el trono a la mano derecha de Dios, en vez de verlo sostenido en su mano derecha. En el antiguo Cercano Oriente, el trono era “más como un sofá que como un asiento individual”;18 más de una persona podía sentarse sobre él. Se consideraba el honor más elevado sentarse a la derecha del rey. El rollo sellado está esperando un candidato digno que venga y lo tome, y posteriormente, que se siente en ese lugar sobre el trono a la mano derecha de Dios. La capacidad de tomar y abrir el rollo representaría su derecho a reinar.

Cuando en los tiempos del Antiguo Testamento el rey israelita ascendía al trono, recibía, junto con la corona real, el rollo del pacto, es decir, el libro de Deuteronomio (2 Rey. 11:12; cf. Deut. 17:18–20; 1 Sam. 10:25). El Rollo del Pacto llegó a ser un símbolo de la instalación sobre el trono; al tomarlo, el recién coronado rey se sentaba en el trono y comenzaba a reinar. La posesión del rollo y la capacidad de abrirlo y leerlo demostraba el derecho de reinar que tenía el rey y de tratar cualquier crisis que pudiera ocurrir. Al mismo tiempo, la posesión del Rollo del Pacto significaba que el rey de Israel era co-regente de Dios, el gran Rey. De este modo, por ejemplo, leemos en los salmos que el rey de Israel se sienta a la diestra de Dios como su co-regente (Sal. 80:17; 110:1).

Comprender que el rollo sellado estaba ubicado a la mano derecha de Dios sobre el trono, más bien que en su mano derecha, es importante para una correcta interpretación del evento. Es especialmente importante que, después de su ascensión, el Cristo resucitado fue exaltado al trono celestial “a la mano derecha de Dios” (Rom. 8:34; Efe. 1:20; Col. 3:1; Heb. 10:12; 1 Ped. 3:22). De este modo, a él se le dio toda autoridad, poder y dominio universal (Efe. 1:20–22; Heb. 1:13; 1 Ped. 3:22). La exaltación de Cristo al trono a la mano derecha del Padre era la creencia central de los primeros cristianos (Hech. 2:33–36; Heb. 8:1) y era el cumplimiento de la profecía del Antiguo Testamento (Sal. 110:1; cf. Mat. 22:41–45; 26:62–65).

El rollo es descrito en términos de documentos legales de la época. Juan menciona primero, que el rollo está escrito por dentro y por detrás, lo que normalmente implica una gran cantidad de material escrito. Sin embargo, la frase puede referirse a los dos documentos escritos por ambos lados que se mencionan en el Antiguo Testamento. Leemos en Éxodo que “las dos tablas del testimonio” que Moisés trajo desde el monte estaban “escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas” (Éxo. 32:15). Del mismo modo, Ezequiel vio en visión un rollo extendido delante de él que “estaba escrito por delante y por detrás” (2:9–10). A la luz de este trasfondo del Antiguo Testamento, el rollo de Apocalipsis 5, escrito de ambos lados, evidentemente se refiere al pacto de Dios con su pueblo, de un lado, y a un mensaje profético, del otro,19 o para decirlo en el contexto del Nuevo Testamento, el rollo estaba claramente relacionado con “la Ley y los profetas” (Hech. 13:15; cf. Mat. 5:17; Juan 1:45).

También es bastante posible que el rollo fuera un así llamado “documento doble” (ver Notas sobre Apoc. 5:1), una forma bien conocida y ampliamente usada en los días de Juan. La parte abierta del rollo era el texto exterior; no estaba sellado, y podía ser consultado en cualquier momento. La porción más larga era el texto interior y estaba sellada. La porción sellada solo podía abrirse rompiendo todos los sellos en la oficina correcta donde el texto podía ser comparado y verificado. Si el rollo sellado es un documento doble, entonces explicaría el rol del librito del capítulo 10. El contenido de este rollo pequeño está claramente descrito en Apocalipsis 12–22:5 y nos da vislumbres del rollo sellado de Apocalipsis 5.

Se dice también que el rollo estaba sellado con siete sellos. En el antiguo Israel, los sellos estaban en posesión exclusivamente del rey y de sus oficiales. El sellamiento involucraba dos conceptos básicos. Podía denotar una validación o ratificación de su contenido. Significaba que una autoridad, de alguna clase, tendría que hacer una impresión con un anillo o sello al final del contenido escrito. La impresión sellada actuaba así en lugar de una firma, indicando la autenticidad, validez o ratificación del documento.

El contexto del capítulo 5 sugiere con fuerza que aquí está involucrado, sin embargo, otro concepto. El “sellamiento” en Daniel y en Apocalipsis significa que la revelación de Dios podía ser “almacenada” hasta el tiempo señalado debido a la infidelidad del pueblo y a su falta de preparación para atender sus indicaciones (Dan. 12:4, 9; Apoc. 10:4). El rollo de Apocalipsis 5 está sellado con el propósito evidente de cubrir su contenido y mantenerlo escondido; como está sellado, nadie era “capaz de abrir el rollo o de mirar adentro” (5:3–4). No es posible abrirlo y revelar su contenido a menos que todos los sellos fueran rotos.

El hecho de que el rollo esté sellado con siete sellos es especialmente importante a la luz del significado simbólico del número “siete” en la Biblia como “plenitud”, “integridad” o “perfección”. Primero, “siete” expresa la idea de la plenitud y totalidad divinas. Segundo, el sellamiento con siete sellos indica que el rollo está “perfectamente sellado”. Aunque el ocultamiento del contenido del rollo se enfatiza mucho en el texto (5:3–4), el contexto entero muestra claramente que el propósito principal del fuerte énfasis en su sellamiento séptuplo no es solo informar a los lectores del Apocalipsis que el contenido del rollo es profundamente secreto y está oculto del conocimiento humano. El propósito dominante se ve en el hecho de que en Apocalipsis 5, no es la lectura del rollo sellado sino que el centro de la atención en esta sección es su apertura y la rotura de los sellos (5:2, 5, 9) El rollo sellado mismo no es abierto en el capítulo 5, sino más tarde, en los capítulos 6–8. El propósito principal de tanto énfasis en el séptuplo sellamiento es contrastar la totalidad de la “indignidad” e incapacidad de todos los seres creados en el universo, con la plenitud y totalidad divina de ser “digno” y de la capacidad de Cristo. Solo él, en todo el universo, es igual a Dios. Él puede sentarse en el trono del universo a la mano derecha del Padre y como el soberano escatológico llevar la historia de este planeta a su fin.

El contexto de Apocalipsis 5 indica que el rollo fue sellado por causa del factor humano, la “indignidad” e incapacidad de la humanidad. La pregunta es: “¿Quién es digno de abrir el rollo y romper sus sellos?” (5:2), conduce a la inevitable conclusión de que nadie “en el cielo o en la tierra o debajo de la tierra” había sido hallado digno de abrir el rollo y romper sus sellos (5:2–4). Este hecho se enfatiza muy fuertemente. No obstante el aclamador “He aquí”, en Apocalipsis 5:5, inicia la “dignidad” y omnipotencia divinas con la aparición del “León de la tribu de Judá, que es el Retoño de David” y “el Cordero inmolado” para tomar el rollo sellado y abrir sus sellos. Después de tomar el rollo, Cristo es reconocido como “digno” de recibir la gloria y la adoración de toda la asamblea celestial, que pertenecen solo a la realeza (5:11–14).

Una evidencia fuerte sugiere que el Libro del Pacto, que significaba el derecho y la autoridad de los reyes israelitas para reinar como los co-regentes de Dios sobre el trono davídico (Deut. 17:18–20; 2 Rey. 11:12), era considerado por los judíos del tiempo de Juan como habiendo sido “sellado” al caer el reino davídico durante el exilio babilónico. El “sellamiento” era el resultado de la “indignidad” e infidelidad de los reyes de Israel y del pueblo a quien gobernaban (Isa. 8:16; Dan. 12:4, 9). Estaban esperando la aparición del futuro descendiente de David que cumpliría el rol del rey ideal y verdadero de Israel (ver “Panorama: Apocalipsis 4–5”). Sobre este concepto del Antiguo Testamento tanto judíos como cristianos construyeron su comprensión del Mesías venidero en su condición de rey.

5:2–4 Un ángel poderoso proclama en alta voz: “¿Quién es digno de abrir el rollo y romper sus sellos?” La pregunta “¿Quién es digno?” demanda una calificación singular. Como sugiere A. Yarbro Collins, en el contexto del libro del Apocalipsis como un todo, “es claro que el problema que enfrenta el concilio celestial es la rebelión de Satanás que tiene su paralelo en la rebelión sobre la tierra.… Las lágrimas del profeta expresan el deseo de los fieles de que esta situación se rectifique”.20 Juan entiende que nadie en el cielo o en la tierra o debajo de la tierra era capaz de abrir el rollo o de mirar adentro porque no se encontró a nadie digno. “Digno” es la palabra clave de todo el capítulo. En los días de Juan denotaba una calificación distintiva que hacía que un candidato fuera adecuado o elegible para un cargo grandemente honroso. Tal calificación estaba basada en logros notables tales como valentía y hazañas exhibidas con éxito en la guerra. En el contexto del trono (como en Apoc. 4–5), la palabra “digno” denota una cualidad especial que capacitaba a un gobernante a presentar su principal pretensión al trono y al reinado, y reclamar el afecto y la lealtad de sus súbditos.

Además, en Apocalipsis 5 la dignidad significa una calificación singular que solo posee Dios. En Apocalipsis 4:11, Dios es proclamado digno de recibir las cualidades de honor, gloria y poder sobre la base de su capacidad creativa. Él está en el trono reinando sobre el universo. Del mismo modo, en el capítulo 5, incontables huestes celestiales aclaman ante Cristo, el Cordero: “Tú eres digno de tomar el rollo y abrir sus sellos” (5:9). A ellos se les une la aclamación de los cuatro seres vivientes y de los veinticuatro ancianos que se postran y adoran: “¡Digno es el Cordero inmolado de recibir poder y riquezas y sabiduría y fortaleza y honor y gloria y bendición!” (5:12).

Cuando los cristianos del primer siglo leyeron estos gritos de aclamación que ordinariamente se dirigían solo a la realeza, y cuando, entonces, los veinticuatro ancianos cayeron delante del que está sentado sobre el trono, echando sus coronas delante del trono (como lo hacían los príncipes orientales antes sus superiores), gritando: “Tú eres digno, nuestro Señor y Dios, de recibir gloria y honor y poder” (4:11), y “Digno es el Cordero inmolado de recibir poder y riquezas y sabiduría y fortaleza y honor y gloria y bendición” (5:12), es razonablemente seguro que las escenas de la realeza terrenal y las ceremonias imperiales pasaron por sus mentes.

5:5–6 Al lloroso Juan le dan una respuesta a la pregunta: “¿Quién es digno de abrir el rollo?” Él oye: He aquí, el León de la tribu de Judá, que es el Retoño de David, ha vencido de modo que es capaz de abrir el rollo y sus siete sellos. La aclamación “He aquí” inicia aquí la divina “dignidad” y omnipotencia en la aparición de Cristo quien es proclamado ser el único “digno” en todo el universo de abrir el rollo sellado. Aunque este concepto de mérito, con referencia al Cristo resucitado, se presenta en muchos lugares en el Nuevo Testamento (p. ej., Hech. 2:22–36; Fil. 2:5–11; Heb. 12:2) es singular en esta escena. La victoria de Cristo en la cruz lo ha hecho digno, primero, de tomar y quitar los sellos al rollo del Pacto, el cual, por causa de la indignidad de los reyes davídicos del Antiguo Testamento, había sido sellado y guardado. Segundo, lo ha habilitado para compartir el trono celestial con el Padre (Apoc. 3:21) y recibir un reino y dominio cósmico.

La singular calificación que hizo que Cristo fuera digno de compartir el trono y las prerrogativas reales con el Padre, está indicada por el hecho de que él es de origen regio. Los dos títulos dados a Cristo—el León de la tribu de Judá, (cf. Gén. 49:9) y el Retoño de David, (cf. Isa. 11:1, 10)—tienen aquí una significación especial. Son grandes títulos proféticos del Antiguo Testamento con respecto al surgimiento del rey ideal, el descendiente de David, sobre el trono de Israel: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra. En esos días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra” (Jer. 23:5–6). En el Nuevo Testamento, las profecías del Antiguo Testamento encuentran su cumplimiento en la venida de Jesucristo. Cuando se hace referencia a Jesús con estos dos títulos, se lo identifica como Hijo de David, el Mesías. Los reyes israelitas fueron hallados “indignos” e infieles. Su “indignidad” era la razón por la que se selló el libro del pacto, esperando un Hijo davídico digno que lo tomara y lo abriera. Aquí está ahora el prometido rey del linaje de David. Él es el verdadero heredero del trono davídico. En él se encuentra el cumplimiento de todas las esperanzas y expectativas del pueblo de Dios, del pacto tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo.

Cuando los cristianos del siglo primero leyeron acerca del “Retoño de David” como el único “digno” de acercarse al trono celestial, tomar el rollo sellado del lado derecho del trono, y luego, junto con el “que está sentado en el trono”, recibir la aclamación real, sin duda vieron en esto el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. Comprendieron que el “día” prometido había llegado, cuando el rey prometido, el “Retoño de David” fue instalado en el trono celestial.

Cuando Juan se da vuelta para ver “el León”, realmente ve un cordero como que había sido inmolado. Mientras el León muestra lo que Cristo hizo (él “ha vencido”), el Cordero muestra cómo lo hizo. La figura del cordero aquí, como en el resto del Apocalipsis, debe entenderse sobre la base del concepto de sacrificios y rituales del Antiguo Testamento, en los que la sangre del cordero degollado se relacionaba con la redención.21 Aquí está el punto principal de la escena. Cristo es “digno” de tomar el rollo sellado y abrirlo por virtud de su muerte victoriosa en la cruz, mediante la cual fue capaz de redimir a la humanidad y ganar un triunfo sobre la muerte (5:5–6). La cruz hizo posible que Cristo sea singular y digno de este honor. Por virtud de su victoria en la cruz, él ahora puede compartir el trono celestial con el Padre (3:21).

La calificación singular de Cristo es suplementada por su descripción adicional de tener siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios. Los siete cuernos y los siete ojos significan su poder divino y capacidad tanto de juzgar como de reinar. El hecho de que el Cordero tiene siete cuernos y siete ojos es especialmente importante a la luz del hecho de que el rollo está sellado con siete sellos. Los siete cuernos simbolizan la omnipotencia de Cristo y están relacionados con su capacidad de tomar el rollo con siete sellos y abrirlo. Los siete ojos que representan su omnisciencia están relacionados con su capacidad de leer el rollo e instruir a su pueblo acerca de su contenido. Los siete espíritus denotan la plenitud del Espíritu Santo que es enviado[s] a toda la tierra.

Este es el único lugar en todo el libro del Apocalipsis donde se menciona que el Espíritu Santo es enviado a la tierra (anteriormente en el libro, “los siete Espíritus” aparecen delante del trono de Dios [cf. Apoc. 1:4; 4:5]). Si Apocalipsis 5 describe la entronización de Cristo que ocurrió en Pentecostés (y toda la evidencia apoya esta afirmación), entonces la importancia de esta frase es obvia. Según Juan 7:39, “aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”. En su sermón de Pentecostés, Pedro explicó que la venida del Espíritu Santo a la tierra fue el resultado de la exaltación de Cristo a la diestra de Dios en los lugares celestiales (Hech. 2:32–36). Siendo que Cristo ahora es exaltado sobre el trono del universo, la obra del Espíritu Santo es ilimitada al aplicar la muerte victoriosa de Cristo en la cruz a las vidas de los seres humanos, y al anunciar el reino de Dios por toda la tierra.

5:7 Aquí viene el momento culminante de toda la visión. Y vino y tomó el rollo de la mano derecha del que estaba sentado sobre el trono. Es el momento cuando, en la sala del trono del templo/palacio celestial, el Cristo triunfante se acerca al trono de Dios y toma el rollo del trono, del lado derecho de Dios como la señal del reino y el símbolo de la transferencia a él de toda la autoridad y soberanía. Por medio de este acto, el Padre ha entregado a Cristo el señorío sobre el mundo. El Libro del Pacto, que fue sellado y guardado por causa de la indignidad humana, ahora es entregado al Cristo triunfante, el prometido rey ideal del linaje de David, el León de la tribu de Judá quien realmente es el Retoño de David, el “Hijo” escatológico (Dan. 7:13–14; Apoc. 1:13; 2:18; 14:14).

El tomar el rollo denota simbólicamente “un acto ceremonial formal”, por el cual Cristo es investido con el cargo de “Supremo Gobernante del universo” como co-regente con el Padre.22 La posesión del rollo lo hace el rey legal sobre el universo. Su capacidad para abrir y leer el rollo indica “la activa ejecución de la función del señorío. Jesucristo se muestra aquí como el gobernante del tiempo del fin quien, sobre la base de su obra salvadora completada por él, es llamado a ejecutar con autoridad el plan de Dios para el fin de la historia”.23 Con este simbólico tomar el rollo sellado, el destino de toda la humanidad es puesto en las manos de Cristo según el decreto eterno de Dios.

5:8 En el momento en que Cristo tomó el rollo, la adoración y los gritos de aclamación que pertenecen solo a la realeza se dirigieron a él. Hemos visto en Apocalipsis 4:9–10 que siempre que se oye la aclamación regia de dar “gloria y honor y gracias al que estaba sentado sobre el trono”, los ancianos se postran, echan sus coronas delante del trono, y adoran al que está sentado en el trono. Aquí en 5:6–8, el Cordero (“el León de la tribu de Judá” o “el Retoño de David”) está “en medio del trono” y de las criaturas vivientes y “en medio de” los ancianos (vers. 6). Cuando él toma el rollo, los ancianos y los seres vivientes otra vez se postran, y esta vez es delante de Cristo (5:8–10, 12). Esto indica que ser digno de tomar el rollo sellado (5:9) es ser digno de recibir gloria, honor y poder real (en 4:11); además, es igual a tomar el gobierno que está integrado con “poder y riqueza y sabiduría y poder y gloria y bendición” (5:12).

5:9–14 En virtud de su muerte victoriosa por medio de la cual hizo posible que redimiera a la humanidad de cada tribu y lengua y pueblo y nación y los hizo un reino y sacerdotes para nuestro Dios, Cristo primero es proclamado digno de tomar el rollo y abrir sus sellos porque él fue inmolado. Solo él es digno por causa de la victoria que sólo él pudo ganar. Él es el que estuvo vivo, y murió y ahora vive por los siglos de los siglos (Apoc. 1:18). W. C. van Unnik afirma: “Él ha sido probado en sus sufrimientos y ha obtenido la victoria. La grandeza de su obra se describe en el versículo 9: de todas las naciones ha rescatado esclavos y los ha hecho de ex esclavos, de todos los pueblos, aun de los paganos (!), para ser un pueblo santo de Dios, sacerdotes y reyes, la prerrogativa típica de Israel (Éxo 19.5f)”.24 Ahora se lo declara digno de ser adorado y de recibir todo el honor y la gloria del reinado: ¡Digno es el Cordero inmolado de recibir poder y riquezas y sabiduría y fortaleza y honor y gloria y bendición! (5:12). Una inferencia lógica sería que, en ese momento, Cristo toma su asiento sobre el trono, a la mano derecha del Padre. Es decir, al tomar el rollo, toma su asiendo donde había estado el rollo.

Especialmente interesante es la posición de los seres celestiales en la sala del trono: todos rodean el trono y dan la aclamación regia al Cordero (5:11). De este modo la centralidad del trono del capítulo 4, que se había perdido al comienzo del capítulo 5, se enfatiza otra vez, logrando nueva importancia. Ahora, tanto el Padre como Cristo, que posee el rollo, son igualmente adorados por todos los seres celestiales que rodean el trono. ¡Al que está sentado sobre el trono y al Cordero sean la bendición y el honor y la gloria y la fortaleza por los siglos de los siglos! (5:13). Estos son atributos que solo pueden aplicarse a la realeza. El hecho de que Cristo es adorado aquí sobre la misma base que el Padre implica su igualdad, pues ambos están entronizados juntos—como co-regentes—sobre el trono del universo.

El resto del Nuevo Testamento está repleto con textos acerca de Cristo quien, después de su resurrección, estaba sentado “a la diestra de Dios” y ha recibido autoridad, poder y dominio universal (Rom. 8:34; Efe. 1:20–22; Col. 3:1; Heb. 10:12; 12:2; 1 Ped. 3:21–22). En su sermón de Pentecostés, Pedro afirmó que fue entonces cuando Cristo comenzó su co-regencia con el Padre (Hech. 2:33–36). Él reina “sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero; y [el Padre] sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo” (Efe. 1:21–23). El pueblo de Dios no necesita temer de lo que viene sobre el mundo, porque el Señor está en el control.

Ahora, tanto el Padre como Cristo, que posee el rollo, reciben el honor y la adoración de todos los seres celestiales: ¡Al que está sentado sobre el trono y al Cordero sean la bendición y el honor y la gloria y la fortaleza por los siglos de los siglos! (5:13).


Retrospección Sobre Apocalipsis 5

Apocalipsis 4 y 5 describen el cuarto de los grandes eventos en el plan de salvación, es decir, la coronación del Cristo ascendido y glorificado sobre el trono celestial a la diestra del Padre después de su encarnación y su muerte y resurrección. Faltan todavía que se cumplan dos eventos: la Segunda Venida y el subsecuente juicio final cuando el plan divino de salvación llegará a su conclusión. Sin embargo, la entronización de Cristo parece ser el punto crucial de la historia del universo. Es el momento cuando Cristo inauguró su ministerio real; es con la exaltación de Cristo al trono celestial que la victoria sobre el pecado y Satanás está asegurada. La entronización de Cristo “señala el comienzo del fin, define la naturaleza del fin de la historia, y describe quién participará en la victoria del Cordero”.25 Esto es lo que hace que Apocalipsis 4–5 sea como un gozne para todo el libro del Apocalipsis.

Según van Unnik, Apocalipsis 5 “tiene un lugar decisivo en la estructura de todo el libro; lo que se ha descrito no puede quedar fuera ni olvidado, porque entonces, la continuación llega a ser ininteligible”.26 Hay por lo menos dos razones de por qué Apocalipsis 4–5 son de tan especial importancia para el pueblo actual de Dios. Primero de todo, la entronización de Cristo en el templo celestial a la diestra del Padre significa la inauguración del santuario celestial. Aunque el Apocalipsis pone un fuerte énfasis en la inauguración de Jesús en su rol real, la epístola a los Hebreos describe más específicamente el aspecto sacerdotal de su exaltación. En Hebreos, como resultado de su muerte expiatoria sobre la cruz y de su resurrección, Jesús ascendió al cielo, entró dentro del velo, y posteriormente se estableció sobre el trono de Dios a su mano derecha (Heb. 1:3, 13; 8:1; 10:12; 12:2). El punto principal del libro es que “tenemos tal sumo sacerdote, el cual se sentó a la diestra del trono de la Majestad de los cielos, ministro del santuario, y de aquel verdadero tabernáculo que levantó el Señor, y no el hombre” (Heb. 8:1–2). Estar sentado en el trono califica a Jesús para ser ministro del santuario celestial. Por lo tanto, los libros del Apocalipsis y de Hebreos deben estudiarse juntos. Solo entonces los dos aspectos del ministerio de Cristo se combinan en un cuadro completo. Ellos nos dan una vislumbre total del ministerio de Cristo después de su resurrección a favor de su pueblo fiel.

La segunda razón por la que Apocalipsis 4 y 5 son importantes para el pueblo de Dios actual es el hecho de que la entronización de Cristo ocurrió en Pentecostés. En su sermón de Pentecostés, Pedro afirmó que la exaltación de Cristo en el trono celestial a la derecha de Dios abrió la puerta para la venida del Espíritu Santo (Hech. 2:32–33). Es decir, la venida del Espíritu Santo estaba condicionada y precedida por la exaltación de Cristo. De acuerdo con Juan 7:39, el Espíritu Santo solo podía venir después que Jesús hubiera sido glorificado. La muerte de Jesús en la cruz, su ascensión, y su posterior entronización en el templo celestial hicieron que la manifestación de la obra del Espíritu Santo fuera legítima y visible. Pablo declara que cuando Jesús subió “a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres” (Efe. 4:8). El pasaje que sigue identifica estos dones como los del Espíritu Santo (4:11–14). Esto explica la descripción de Jesús como el Cordero con “siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados a toda la tierra” (Apoc. 5:6). “Siete” como el número de la plenitud se corresponde con las siete iglesias a las cuales el Apocalipsis fue enviado originalmente como la representación simbólica de la iglesia universal de Dios. Aunque se menciona que el Espíritu Santo son los “siete espíritus de Dios” en 1:4 y 4:5, es solo en 5:6 que él es “enviado a toda la tierra”, porque en Pentecostés el Espíritu Santo fue enviado a la tierra. Elena G. de White hace un comentario importante:

La ascensión de Cristo al cielo fue la señal de que sus seguidores iban a recibir la bendición prometida. Habían de esperarla antes de empezar a hacer su obra. Cuando Cristo entró por los portales celestiales, fue entronizado en medio de la adoración de los ángeles. Tan pronto como esta ceremonia hubo terminado, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en abundantes raudales, y Cristo fue de veras glorificado con la misma gloria que había tenido con el Padre desde toda la eternidad. El derramamiento pentecostal era la comunicación del Cielo de que el Redentor había iniciado su ministerio celestial. De acuerdo con su promesa, había enviado el Espíritu Santo del cielo a sus seguidores como prueba de que, como sacerdote y rey, había recibido toda autoridad en el cielo y en la tierra y era el Ungido sobre su pueblo.27

Este mensaje es de especial importancia para el pueblo de Dios que vive en el fin de la historia de la tierra. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés marcó el comienzo de la expansión del reino de Cristo. La predicación del evangelio comenzó con el mensaje central acerca de Jesús que había sido entronizado como Señor en el trono celestial. Este era el núcleo de la creencia cristiana primitiva (Fil. 2:6–11; Heb. 8:1) y la piedra angular de su predicación (Hech. 2:32–36; 5:30–31; Efe. 1:20; Col. 3:1; Heb. 8:1; 10:12; 12:2; 1 Ped. 3:22). El hecho de que el Señor glorificado estuviera en el control, gobernando en el trono del universo, motivó sus acciones y fue la fuente de su fe y valor frente a la persecución y las situaciones difíciles de la vida (Hech. 7:55–56; Rom. 8:34). ¿El resultado? Muchas personas respondieron a su predicación. Desde ese tiempo en adelante y por medio de la presencia de Jesús en el ministerio del Espíritu Santo, el reino de Dios se manifestó y sigue manifestándose.

Por lo tanto, no olvide el pueblo de Dios lo básico. Recuerde siempre que la tarea principal del Espíritu Santo es dar testimonio de Jesús (Juan 15:26) y glorificarlo (Juan 16:14). Solo las buenas nuevas de la salvación en Cristo pueden alcanzar y transformar los corazones humanos y conducir a la gente a responder al llamado del evangelio eterno de temer a Dios, darle gloria y adorarlo (Apoc. 14:7). El Señor y Rey crucificado, resucitado y glorificado está en el trono del universo. Él está con su pueblo, él está en el control. Nunca olvide el pueblo de Dios que recordar la esencia del evangelio les dará éxito completo al predicar el mensaje final a la humanidad perdida y sufriente.