LECCIÓN DE LA HIGUERA.
[Mt. 21:20–22; Mc. 11:20–26]
Por la mañana, pasando, vieron la higuera seca desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, le dijo: “Rabí, mira, la higuera que maldijiste se secó.”
Los discípulos, al verlo, se maravillaron, diciendo: “¿Cómo es que se secó en seguida la higuera?”
Respondiendo Jesús, les dijo: “De cierto les digo, que si tuvieran fe, y no dudaran, no sólo harían esto de la higuera, sino que si a este monte dijeran: ‘Quítate y échate en el mar,’ será hecho. Y todo lo que pidan en oración, creyendo, lo recibirán. Y cuando estén orando, si tienen algo contra alguno, perdónenlo, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus ofensas.”
LA AUTORIDAD DE JESÚS CUESTIONADA.
[Mt. 21:23–27; Mc. 11:27–33; Lc. 20:1–8]
Volvieron entonces a Jerusalén, y andando él por el templo, se le acercaron los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos, y le dijeron: “¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio autoridad para hacerlas?”
Jesús, respondiendo, les dijo: “Yo también les haré una pregunta; respóndanme, y les diré con qué autoridad hago estas cosas: El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Respóndanme.”
Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: “Si decimos, ‘Del cielo,’ dirá: ‘¿Por qué, pues, no le creyeron?’ Y si decimos, ‘De los hombres’…” temían al pueblo, porque todos tenían a Juan como un verdadero profeta.
Así que respondieron a Jesús: “No sabemos.”
Entonces Jesús les dijo: “Tampoco yo les digo con qué autoridad hago estas cosas.”
PARÁBOLA DE LOS DOS HIJOS.
[Mt. 21:28–32]
“¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: ‘Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña.’ Él respondió: ‘No quiero,’ pero después, arrepentido, fue.
Y acercándose al otro, le dijo lo mismo. Y respondiendo él, dijo: ‘Sí, señor, voy,’ y no fue.
¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?”
Dijeron: “El primero.”
Jesús les dijo: “De cierto les digo, que los publicanos y las rameras van delante de ustedes al reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan en camino de justicia, y no le creyeron; pero los publicanos y las rameras le creyeron; y ustedes, viendo esto, no se arrepintieron después para creerle.”
PARÁBOLA DE LOS LABRADORES MALVADOS.
[Mt. 21:33–41; Mc. 12:1–9; Lc. 20:9–16]
“Había un hombre, padre de familia, que plantó una viña; la cercó con vallado, cavó en ella un lagar, edificó una torre, y la arrendó a unos labradores, y se fue lejos.
A su tiempo envió un siervo a los labradores, para que recibiera de éstos del fruto de la viña; mas ellos, tomándolo, lo golpearon, y lo enviaron con las manos vacías. Volvió a enviarles otro siervo; pero apedreándolo, lo hirieron en la cabeza y lo ultrajaron. Volvió a enviar otro, y a éste mataron; y a muchos otros, golpeando a unos y matando a otros.
Todavía tenía un hijo suyo amado; finalmente lo envió también a ellos, diciendo: ‘Tendrán respeto a mi hijo.’ Mas aquellos labradores dijeron entre sí: ‘Éste es el heredero; vengan, matémoslo, y la herencia será nuestra.’ Y tomándolo, lo mataron, y lo echaron fuera de la viña.
¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá y destruirá a los labradores, y dará su viña a otros.”
Cuando oyeron esto, dijeron: “¡Dios nos libre!”
LA PIEDRA RECHAZADA.
[Mt. 21:42–44; Mc. 12:10, 11; Lc. 20:17, 18]
Jesús les dijo: “¿Nunca leyeron en las Escrituras: ‘La piedra que desecharon los edificadores ha venido a ser cabeza del ángulo. El Señor ha hecho esto, y es cosa maravillosa a nuestros ojos’? Por tanto les digo, que el reino de Dios será quitado de ustedes, y será dado a gente que produzca los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra será quebrantado; y sobre quien ella cayere, lo desmenuzará.”
LOS LÍDERES RELIGIOSOS SE ENOJAN.
[Mt. 21:45, 46; Mc. 12:12; Lc. 20:19]
Y oyendo sus parábolas los principales sacerdotes y los fariseos, entendieron que hablaba de ellos. Pero al buscar cómo echarle mano, temían al pueblo, porque lo tenían por profeta.
PARÁBOLA DE LA FIESTA DE BODAS.
[Mt. 22:1–14]
Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: “El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir.
Volvió a enviar otros siervos, diciendo: ‘Digan a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; vengan a las bodas.’ Mas ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron.
Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad.
Entonces dijo a sus siervos: ‘Las bodas a la verdad están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos. Vayan, pues, a las salidas de los caminos, y llamen a las bodas a cuantos hallen.’ Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.
Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda; y le dijo: ‘Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda?’ Mas él enmudeció.
Entonces el rey dijo a los que servían: ‘Átenlo de pies y manos, y échenlo en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.’
Porque muchos son llamados, y pocos escogidos.”
LOS LÍDERES PREGUNTAN POR LOS IMPUESTOS.
[Mt. 22:15–22; Mc. 12:13–17; Lc. 20:20–26]
Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderlo en alguna palabra. Y le enviaron los fariseos y los herodianos para que lo sorprendieran en alguna palabra.
Espías que se fingían justos le preguntaron: “Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de personas, sino que enseñas el camino de Dios con verdad. ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?”
Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: “Muéstrenme la moneda del tributo. ¿De quién es esta imagen y esta inscripción?”
Le dijeron: “De César.”
Y les dijo: “Den, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.”
Y no pudieron sorprenderlo en palabra alguna delante del pueblo; y maravillados de su respuesta, callaron.
PREGUNTA SOBRE LA RESURRECCIÓN.
[Mt. 22:23–33; Mc. 12:18–27; Lc. 20:27–38]
Entonces vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo: “Maestro, Moisés nos dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; y el primero se casó y murió, y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano. De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. Y después de todos, murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron?”
Entonces respondiendo Jesús, les dijo: “Erran, ignorando las Escrituras y el poder de Dios. Porque en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo.
Y en cuanto a la resurrección de los muertos, ¿no han leído lo que les fue dicho por Dios, cuando dijo: ‘Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’? Dios no es Dios de muertos, sino de vivos.”
Oyendo esto la multitud, se admiraba de su doctrina.
EL GRAN MANDAMIENTO.
[Mt. 22:34–40; Mc. 12:28–34; Lc. 20:39, 40]
Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: “¿Cuál es el primer mandamiento de todos?”
Jesús le respondió: “El primer mandamiento de todos es: ‘Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas.’ Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: ‘Amarás a tu prójimo como a ti mismo.’ No hay otro mandamiento mayor que éstos.”
Entonces el escriba le dijo: “Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y el amarle con todo el corazón, con todo el entendimiento, con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios.”
Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: “No estás lejos del reino de Dios.” Y ya ninguno osaba preguntarle.
JESÚS PREGUNTA SOBRE EL MESÍAS.
[Mt. 22:41–46; Mc. 12:35–37; Lc. 20:41–44]
Estando juntos los fariseos, Jesús les preguntó, diciendo: “¿Qué piensan del Cristo? ¿De quién es hijo?”
Le dijeron: “De David.”
Él les dijo: “¿Pues cómo David en el Espíritu le llama Señor, diciendo: ‘Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies’? Pues si David le llama Señor, ¿cómo es su hijo?”
Y nadie le podía responder palabra; ni osó alguno desde aquel día hacerle más preguntas. Y gran multitud del pueblo le oía de buena gana.
JESÚS CONDENA LA AUTOJUSTICIA.
[Mt. 23:1–12; Mc. 12:38–40; Lc. 20:45–47]
Entonces habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: “En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que les digan que guarden, guárdenlo y háganlo; mas no hagan conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas.
Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres; pues ensanchan sus filacterias, y extienden los flecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí.
Pero ustedes no quieran ser llamados Rabí; porque uno es su Maestro, el Cristo, y todos ustedes son hermanos. Y no llamen padre suyo a nadie en la tierra; porque uno es su Padre, el que está en los cielos. Ni se dejen llamar maestros; porque uno es su Maestro, el Cristo. El que es el mayor de ustedes, sea su siervo. Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.”
JESÚS CONDENA LA RELIGIÓN FALSA.
[Mt. 23:13–15]
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque cierran el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entran ustedes, ni dejan entrar a los que están entrando.
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque recorren mar y tierra para hacer un prosélito; y una vez hecho, lo hacen dos veces más hijo del infierno que ustedes.”
JESÚS CONDENA EL LEGALISMO.
[Mt. 23:16–22]
“¡Ay de ustedes, guías ciegos! que dicen: ‘Si alguno jura por el templo, no es nada; pero si alguno jura por el oro del templo, es deudor.’ ¡Insensatos y ciegos! ¿Porque, cuál es mayor: el oro, o el templo que santifica al oro?
También dicen: ‘Si alguno jura por el altar, no es nada; pero si alguno jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor.’ ¡Necios y ciegos! Porque, ¿cuál es mayor: la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda? Pues el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él; y el que jura por el templo, jura por él, y por el que lo habita; y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por aquel que está sentado en él.”
JESÚS CONDENA LA INJUSTICIA.
[Mt. 23:23, 24]
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque diezman la menta y el eneldo y el comino, y dejan lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello. ¡Guías ciegos, que cuelan el mosquito, y tragan el camello!”
JESÚS CONDENA LA HIPOCRESÍA.
[Mt. 23:25–28]
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque limpian lo de afuera del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de injusticia. Fariseo ciego, limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que también lo de afuera sea limpio.
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también ustedes, por fuera, a la verdad, se muestran justos a los hombres, pero por dentro están llenos de hipocresía e iniquidad.”
JESÚS CONDENA LA PERSECUCIÓN.
[Mt. 23:29–36]
“¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! Porque edifican los sepulcros de los profetas, y adornan los monumentos de los justos, y dicen: ‘Si hubiéramos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas.’ Así que dan testimonio contra ustedes mismos, de que son hijos de aquellos que mataron a los profetas. Ustedes también llenen la medida de sus padres. ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparán de la condenación del infierno?
“Por tanto, he aquí yo les envío profetas, y sabios, y escribas; y de ellos, a unos matarán y crucificarán, y a otros azotarán en sus sinagogas, y los perseguirán de ciudad en ciudad; para que venga sobre ustedes toda la sangre justa que se ha derramado sobre la tierra, desde la sangre de Abel el justo hasta la sangre de Zacarías hijo de Berequías, a quien mataron entre el templo y el altar. De cierto les digo, que todo esto vendrá sobre esta generación.”
LAMENTO SOBRE JERUSALÉN.
[Mt. 23:37–39]
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí su casa les es dejada desierta. Porque les digo que desde ahora no me verán, hasta que digan: ‘Bendito el que viene en el nombre del Señor.’”
LA VIUDA COMO EJEMPLO.
[Mc. 12:41–44; Lc. 21:1–4]
Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea, un cuadrante.
Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: “De cierto les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza, echó todo lo que tenía, todo su sustento.”