Última semana: lunes

LA HIGUERA ESTÉRIL.

[Mt. 21:18, 19; Mc. 11:12–14]

Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, fue a ver si tal vez hallaba en ella algo; pero cuando llegó a ella, nada halló sino hojas, pues no era tiempo de higos. Entonces Jesús le dijo: “Nunca jamás coma nadie fruto de ti.” Y lo oyeron sus discípulos.


JESÚS LIMPIA EL TEMPLO.

[Mt. 21:12, 13; Mc. 11:15–17; Lc. 19:45, 46]

Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno. Y les enseñaba, diciendo: “¿No está escrito: ‘Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones’?Pero ustedes la han hecho cueva de ladrones.”


EL COMPLOT SE DEMORA.

[Mc. 11:18; Lc. 19:47, 48]

Oyeron los principales sacerdotes y los escribas, y buscaban cómo destruirlo; pero lo temían, porque toda la multitud estaba admirada de su doctrina. Y enseñaba cada día en el templo; pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarlo, y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndolo.


LOS NIÑOS ALABAN A JESÚS.

[Mt. 21:14–16]

Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó. Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: “¡Hosanna al Hijo de David!”, se indignaron, y le dijeron: “¿Oyes lo que éstos dicen?”

Y Jesús les dijo: “Sí; ¿nunca leyeron:

‘De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza’?”


EL PROPÓSITO DE LA MUERTE DE CRISTO.

[Jn. 12:20–26]

Había ciertos griegos de los que habían subido a adorar en la fiesta. Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: “Señor, quisiéramos ver a Jesús.” Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús.

Jesús les respondió, diciendo: “Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto les digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo esté, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.”


JESÚS ANUNCIA SU CRUCIFIXIÓN.

[Jn. 12:27–33]

“Ahora está turbada mi alma; ¿y qué diré? ¿Padre, sálvame de esta hora? Mas para esto he llegado a esta hora. Padre, glorifica tu nombre.”

Entonces vino una voz del cielo: “Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez.” Y la multitud que estaba allí y había oído la voz decía que había sido un trueno. Otros decían: “Un ángel le ha hablado.”

Respondió Jesús y dijo: “No ha venido esta voz por mí, sino por ustedes. Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuere levantado de la tierra, a todos atraeré a mí mismo.” Y decía esto dando a entender de qué muerte iba a morir.


LLAMADO A ANDAR EN LA LUZ.

[Jn. 12:34–36]

Le respondió la gente: “Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre; ¿cómo, pues, dices tú que es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del Hombre?”

Entonces Jesús les dijo: “Aún por un poco de tiempo la luz está entre ustedes; anden entre tanto que tienen luz, para que no los sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe a dónde va. Entre tanto que tienen la luz, crean en la luz, para que sean hijos de luz.” Estas cosas habló Jesús, y se fue y se escondió de ellos.


JESÚS VUELVE A BETANIA.

[Mc. 11:19]

Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad con sus discípulos.