AL GETSEMANÍ.
[Mt. 26:36–38; Mc. 14:32–34; Lc. 22:40; Jn. 18:1]
Cuando Jesús hubo dicho estas cosas, salió con sus discípulos al otro lado del torrente de Cedrón, donde había un huerto, en el cual entró con sus discípulos.
Fueron a un lugar que se llamaba Getsemaní; y dijo a sus discípulos: “Siéntense aquí, entre tanto que yo oro.” Y tomando consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan, comenzó a entristecerse y a angustiarse. Y les dijo: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quédense aquí y velen conmigo.”
JESÚS ORA EN AGONÍA.
[Mt. 26:39; Mc. 14:35, 36; Lc. 22:41–45]
Y se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas, oró, diciendo: “Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerlo. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.
Cuando se levantó de la oración, vino a sus discípulos y los halló durmiendo a causa de la tristeza.
JESÚS ORA POR SEGUNDA VEZ.
[Mt. 26:40–42; Mc. 14:37–39; Lc. 22:46]
Vino luego a los discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: “¿Así que no han podido velar conmigo una hora? Velen y oren, para que no entren en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.”
Otra vez fue, y oró, diciendo: “Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.”
JESÚS ORA POR TERCERA VEZ.
[Mt. 26:43–46; Mc. 14:40–42]
Y vino otra vez, y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.
Entonces vino a sus discípulos y les dijo: “¿Todavía duermen y descansan? He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. ¡Levántense, vamos! He aquí se acerca el que me entrega.”
JUDAS TRAICIONA A JESÚS.
[Mt. 26:47–50a; Mc. 14:43–45; Lc. 22:47, 48; Jn. 18:2, 3]
Judas, el que lo entregaba, conocía también aquel lugar, porque muchas veces Jesús se había reunido allí con sus discípulos. Judas, pues, tomando una compañía de soldados y alguaciles de los principales sacerdotes y de los fariseos, fue allí con linternas, antorchas y con armas.
El traidor les había dado señal, diciendo: “Al que yo bese, ése es; arréstenlo y llévenlo con seguridad.” Y cuando llegó, se acercó luego a Jesús, y le dijo: “¡Rabí!” y lo besó.
Entonces Jesús le dijo: “Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?”
JESÚS ASEGURA LA LIBERTAD DE SUS DISCÍPULOS.
[Jn. 18:4–9]
Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: “¿A quién buscan?”
Le respondieron: “A Jesús nazareno.”
Jesús les dijo: “Yo soy.” Y estaba también con ellos Judas, el que lo entregaba. Cuando les dijo: “Yo soy,” retrocedieron, y cayeron a tierra.
Volvió, pues, a preguntarles: “¿A quién buscan?” Y ellos dijeron: “A Jesús nazareno.”
Respondió Jesús: “Ya les he dicho que yo soy; pues si me buscan a mí, dejen ir a éstos.” Para que se cumpliese aquello que había dicho: “De los que me diste, no perdí ninguno.”
PEDRO CORTA LA OREJA.
[Mt. 26:50b–54; Mc. 14:46, 47; Lc. 22:49–51; Jn. 18:10, 11]
Entonces los hombres prendieron a Jesús y lo arrestaron. Viendo los que estaban con él lo que iba a acontecer, le dijeron: “Señor, ¿heriremos a espada?”
Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la desenvainó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. Y el siervo se llamaba Malco.
Entonces Jesús le dijo: “Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? Pero, ¿cómo se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así suceda?”
Y tocando su oreja, lo sanó.
JESÚS REPRENDE EL ARRESTO.
[Mt. 26:55, 56a; Mc. 14:48, 49; Lc. 22:52, 53]
Entonces Jesús dijo a los principales sacerdotes, a los jefes de la guardia del templo, y a los ancianos que habían venido contra él: “¿Como contra un ladrón han salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día estaba con ustedes enseñando en el templo, y no extendieron las manos contra mí. Pero ésta es su hora, y la potestad de las tinieblas.”
JESÚS ES ARRESTADO.
[Mt. 26:56b; Mc. 14:50–52; Jn. 18:12a]
Entonces la compañía de soldados, el tribuno y los alguaciles de los judíos prendieron a Jesús y lo ataron.
Entonces todos los discípulos, dejándolo, huyeron.
Pero cierto joven le seguía, cubierto el cuerpo con una sábana; y lo prendieron; mas él, dejando la sábana, huyó desnudo.