La entrada triunfal — Domingo

LA MULTITUD SALE AL ENCUENTRO DE JESÚS.

[Jn. 12:12, 13 (domingo)]

Al día siguiente, la gran multitud que había venido a la fiesta, al oír que Jesús venía a Jerusalén, tomó ramas de palmera y salió a recibirlo, y clamaba: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡El Rey de Israel!”


JESÚS ENVÍA POR EL POLLINO.

[Mt. 21:1–7; Mc. 11:1–7; Lc. 19:29–35; Jn. 12:14–16]

Al acercarse a Betfagé y a Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Vayan a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallarán un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desátenlo y tráiganlo. Y si alguien les pregunta: ‘¿Por qué lo desatan?’, así le dirán: ‘Porque el Señor lo necesita.’”

Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el profeta, que dijo: “Digan a la hija de Sion: He aquí, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una asna, sobre un pollino, hijo de animal de carga.”

Al principio sus discípulos no entendieron estas cosas; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que estas cosas estaban escritas de él, y que se las habían hecho.

Fueron y hallaron el pollino atado afuera, a la puerta, en el recodo del camino, y lo desataron. Y unos de los que estaban allí les dijeron: “¿Qué hacen desatando el pollino?” Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado; y los dejaron. Y trajeron el pollino a Jesús, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él.


JESÚS ENTRA EN JERUSALÉN.

[Mt. 21:8, 9; Mc. 11:8–10; Lc. 19:36–40 (domingo)]

Cuando llegaba ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: “¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor! ¡Paz en el cielo, y gloria en las alturas!”

Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos.” Él, respondiendo, les dijo: “Les digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.”

Y muchos tendían sus mantos por el camino; y otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino.


JESÚS LLORA POR JERUSALÉN.

[Lc. 19:41–44]

Cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella, diciendo: “¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te pondrán cerco, y de todas partes te estrecharán, y te derribarán a tierra, tú y tus hijos dentro de ti; y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.”


LA POPULARIDAD DE JESÚS SE RECONOCE.

[Mt. 21:10, 11; Jn. 12:17–19]

Cuando entró él en Jerusalén, toda la ciudad se conmovió, diciendo: “¿Quién es éste?” Y la gente decía: “Éste es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.”

Y daba testimonio la gente que estaba con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de los muertos. Por lo cual también había venido la multitud a recibirlo, porque había oído que él había hecho esta señal. Pero los fariseos dijeron entre sí: “Ya ven que no consiguen nada; miren, el mundo se va tras él.”


JESÚS REGRESA A BETANIA.

[Mt. 21:17; Mc. 11:11]

Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce.