El entierro de Jesús

JOSÉ PIDE EL CUERPO.

[Mt. 27:57, 58; Mc. 15:42–45; Lc. 23:50–52; Jn. 19:38a]

Cuando llegó la tarde, porque era la preparación, es decir, la víspera del día de reposo, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, miembro del concilio, varón bueno y justo, que esperaba también el reino de Dios. Este se presentó con valentía ante Pilato y pidió el cuerpo de Jesús.

Pilato se sorprendió de que ya hubiera muerto; y llamando al centurión, le preguntó si hacía tiempo que había muerto. E informándose por el centurión, concedió el cuerpo a José.


JESÚS ES SEPULTADO.

[Mt. 27:59, 60; Mc. 15:46; Lc. 23:53, 54; Jn. 19:38b–42]

Entonces, con el permiso de Pilato, José vino y se llevó el cuerpo. También Nicodemo —el que antes había visitado a Jesús de noche— vino trayendo un compuesto de mirra y de áloe, como setenta y cinco libras.

Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos con las especias aromáticas, según la costumbre de sepultura entre los judíos. José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia, y lo puso en su sepulcro nuevo, que había labrado en la peña.

Después de colocar el cuerpo, hicieron rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro. Y porque era la preparación de la Pascua, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.


MUJERES PREPARAN UNGÜENTOS.

[Mt. 27:61; Mc. 15:47; Lc. 23:55, 56]

Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro. Las mujeres que habían venido con Jesús desde Galilea siguieron a José, y vieron el sepulcro y cómo fue puesto su cuerpo.

Y cuando regresaron, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo, conforme al mandamiento.


SOLDADOS VIGILAN EL SEPULCRO.

[Mt. 27:62–66]

Al día siguiente, que es después de la preparación, los principales sacerdotes y los fariseos se reunieron ante Pilato, diciendo:

“Señor, nos acordamos que aquel engañador, estando aún en vida, dijo: ‘Después de tres días resucitaré.’ Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día; no sea que vengan sus discípulos de noche y lo hurten, y digan al pueblo: ‘Resucitó de entre los muertos’; y será el último error peor que el primero.”

Y Pilato les dijo: “Tienen guardias; vayan, y aseguren el sepulcro como saben.”

Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia.