EL DIABLO TIENTA A JESÚS
[Mt. 4:1–11; Mr. 1:12–13; Lc. 4:1–13 Monte en el desierto]
Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Después de ayunar cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. El tentador se le acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan».
Jesús respondió: «Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”».
Entonces el diablo lo llevó a la ciudad santa, lo puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo. Porque escrito está: “Él dará órdenes a sus ángeles acerca de ti, y en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra alguna”».
Jesús le dijo: «También está escrito: “No pondrás a prueba al Señor tu Dios”».
Otra vez el diablo lo llevó a un monte muy alto y le mostró todos los reinos del mundo y su esplendor. Y le dijo: «Todo esto te daré, si te postras y me adoras».
Jesús le respondió: «¡Vete, Satanás! Porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás, y a él solo servirás”».
Entonces el diablo lo dejó, y ángeles vinieron y lo servían.
JUAN EXPLICA SU MINISTERIO
[Jn. 1:19–28 Betania]
Este fue el testimonio de Juan cuando los líderes judíos de Jerusalén enviaron sacerdotes y levitas para preguntarle quién era. Él no dejó de confesar, sino que confesó claramente: «Yo no soy el Mesías».
Le preguntaron: «¿Entonces, quién eres? ¿Eres Elías?»
Él dijo: «No lo soy».
«¿Eres el Profeta?»
Respondió: «No».
Finalmente le dijeron: «¿Quién eres? Danos una respuesta para llevar a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?»
Juan contestó con las palabras del profeta Isaías: «Yo soy la voz del que clama en el desierto: “Enderecen el camino del Señor”».
Algunos fariseos que habían sido enviados le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
«Yo bautizo con agua —respondió Juan—, pero en medio de ustedes está uno a quien no conocen. Él es el que viene después de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de las sandalias».
Esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
JUAN DICE QUE JESÚS ES EL CRISTO
[Jn. 1:29–34]
Al día siguiente, Juan vio a Jesús que venía hacia él y dijo: «¡Miren, el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! Este es aquel de quien yo decía: “Después de mí viene un hombre que es superior a mí, porque existía antes que yo”. Yo mismo no lo conocía, pero vine bautizando con agua para que él fuera revelado a Israel».
Entonces Juan dio este testimonio: «Vi al Espíritu descender del cielo como paloma y permanecer sobre él. Y yo mismo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas descender y permanecer el Espíritu, ese es el que bautiza con el Espíritu Santo”. Yo lo he visto y testifico que este es el Elegido de Dios».