El ministerio de Juan el Bautista


JUAN DECLARA SU MISIÓN

[Mt. 3:1–3; Mr. 1:2–4; Lc. 3:1–6 Desierto, región del Jordán (27 d.C.)]

En el año quince del reinado de Tiberio César—cuando Poncio Pilato era gobernador de Judea, Herodes tetrarca de Galilea, su hermano Felipe tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanias tetrarca de Abilene—durante el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la región alrededor del Jordán, predicando un bautismo de arrepentimiento para perdón de pecados. Como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías:

“Voz del que clama en el desierto: Preparen el camino del Señor, enderecen sus sendas. Todo valle será rellenado, todo monte y collado será rebajado; lo torcido será enderezado, los caminos ásperos allanados; y toda carne verá la salvación de Dios.”


JUAN BAUTIZA AL PUEBLO

[Mt. 3:4–6; Mr. 1:5, 6]

La ropa de Juan estaba hecha de pelo de camello, y tenía un cinto de cuero alrededor de su cintura. Su alimento era langostas y miel silvestre. Acudía a él gente de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región del Jordán. Confesando sus pecados, eran bautizados por él en el río Jordán.


JUAN PREDICA EL ARREPENTIMIENTO

[Mt. 3:7–10; Lc. 3:7–14]

Decía Juan a las multitudes que salían para ser bautizadas por él: “¡Camada de víboras! ¿Quién les enseñó a huir de la ira venidera? Produzcan frutos dignos de arrepentimiento. Y no comiencen a decir dentro de ustedes mismos: ‘Tenemos a Abraham por padre.’ Porque les digo que de estas piedras Dios puede levantar hijos a Abraham. Ya el hacha está puesta a la raíz de los árboles, y todo árbol que no da buen fruto será cortado y echado al fuego.”

La gente le preguntaba: “Entonces, ¿qué debemos hacer?”

Y respondiendo él les dijo: “El que tiene dos túnicas, reparta con el que no tiene; y el que tiene alimentos, haga lo mismo.”

Vinieron también unos cobradores de impuestos para ser bautizados y le dijeron: “Maestro, ¿qué debemos hacer?”

Él les dijo: “No exijan más de lo que se les ha ordenado.”

También unos soldados le preguntaron: “¿Y nosotros, qué debemos hacer?”

Él les respondió: “No extorsionen a nadie, ni acusen falsamente; y conténtense con su salario.”


JUAN ANUNCIA A CRISTO

[Mt. 3:11, 12; Mr. 1:7, 8; Lc. 3:15–18]

Como el pueblo estaba a la expectativa y todos se preguntaban en su corazón si acaso Juan sería el Cristo, Juan les respondió a todos diciendo: “Yo los bautizo con agua; pero viene uno más poderoso que yo, a quien no soy digno de desatar la correa de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano para limpiar completamente su era y recoger el trigo en su granero, pero quemará la paja con fuego que nunca se apagará.”

Y con muchas otras exhortaciones anunciaba al pueblo las buenas nuevas.


JESÚS ES BAUTIZADO

[Mt. 3:13–17; Mr. 1:9–11; Lc. 3:21–23a Desde Galilea al Jordán]

Entonces Jesús vino de Galilea al Jordán, a donde estaba Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo, diciendo:
“Yo necesito ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?”

Jesús le respondió: “Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia.”

Entonces Juan consintió.

Cuando Jesús fue bautizado, subió luego del agua; y en ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como paloma y posarse sobre él. Y una voz de los cielos decía: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.”

Y Jesús mismo tenía como treinta años cuando comenzó su ministerio.