La diferencia entre la depresión clínica y la depresión situacional

The Difference Between Clinical and Situational Depression – Come And Reason Ministries

La depresión clínica es una de las principales causas de discapacidad en el mundo.
De hecho, en 2008, la Organización Mundial de la Salud clasificó la depresión clínica como la tercera causa principal de discapacidad a nivel mundial, y se proyecta que será la causa número uno de discapacidad para el año 2030.

La depresión clínica, o Trastorno Depresivo Mayor, es un trastorno que afecta a todo el cuerpo, en el cual se presentan alteraciones en la función normal de los circuitos cerebrales (los circuitos de razonamiento crítico están poco activos, los circuitos del miedo están hiperactivos, etc.); un sistema inmunológico hiperactivado con factores inflamatorios elevados que contribuyen a la fatiga, el malestar general, la alteración del apetito y del sueño; patrones de pensamiento alterados con una corriente de pensamientos excesivamente negativos, pesimistas y desalentadores; y cambios celulares en el cerebro con alteraciones en la expresión genética, pérdida de neurotrofinas (proteínas que mejoran la neuroplasticidad y mantienen sanas a las neuronas) y disminución del volumen de la materia blanca en regiones cerebrales críticas.

La depresión clínica es una condición fisiológica que altera el funcionamiento normal de toda la persona, y existen muchos factores subyacentes que aumentan el riesgo de desarrollarla. De hecho, cualquier persona, sin importar su genética, puede experimentar depresión clínica si se presentan suficientes de estos factores. Algunos de los factores que contribuyen al desarrollo de la depresión clínica incluyen: mala nutrición, sueño inadecuado, estrés mental constante, descanso insuficiente, deshidratación, traumas no resueltos, abuso de sustancias, ciertos medicamentos, ansiedad existencial, conflictos relacionales o pérdidas, espiritualidad poco saludable, enfermedades físicas de diversos tipos, patrones de pensamiento negativos, aislamiento social, entre otros.

Pero hay buenas noticias: ¡la depresión clínica tiene tratamiento! Y los mejores resultados se logran cuando se adopta un enfoque holístico y se identifican y resuelven los factores subyacentes que contribuyen a la condición.

Aunque es positivo que el estigma asociado a la depresión haya disminuido, ya que cada vez más personas reconocen que la depresión clínica es una condición médica seria y no un problema espiritual o una debilidad moral, debemos tener cuidado de no malinterpretar todas las experiencias depresivas como clínicas. En otras palabras, no toda depresión es clínica. No todo estado emocional en el que una persona experimenta sentimientos de depresión, tristeza, llanto, desánimo, desesperanza o abatimiento se debe a una enfermedad del cerebro o del cuerpo. A veces, el estado de ánimo depresivo es la respuesta emocional apropiada ante un evento o experiencia deprimente, y este estado de ánimo desagradable forma parte de una respuesta adaptativa destinada a motivar a la persona a enfrentar la situación angustiante y superarla. Cuando el estado de ánimo depresivo se debe a un evento situacional, el camino a seguir es trabajar en ese evento en lugar de intentar eliminar el sentimiento con medicamentos, alcohol o drogas ilícitas.

Un ejemplo clásico de este tipo de estado depresivo es el que ocurre durante el duelo. El duelo normal se asocia con un estado de ánimo deprimido, pero el tratamiento no es un antidepresivo, sino trabajar en el proceso de duelo y llegar a la “aceptación.” Solo cuando se procesa la pérdida, la persona adopta una perspectiva interna aceptable y hay una resolución de la pérdida, el estado depresivo se disipa.

El duelo es un buen ejemplo de estados depresivos que no son clínicos. Otros ejemplos incluyen la tristeza después de una ruptura amorosa, tras no ser aceptado en la universidad, al no recibir un ascenso en el trabajo o después de una pérdida financiera. Los estados depresivos asociados a las heridas, pérdidas, decepciones y luchas de la vida no son lo mismo que la depresión clínica, y no se resuelven con tratamientos biológicos (medicamentos). Estos estados disfuncionales se resuelven cuando se enfrenta la causa del malestar y se alcanza una nueva comprensión aceptable y saludable. Los estados de ánimo depresivos provocados por situaciones angustiosas están diseñados para motivarnos a actuar, luchar y superar la dificultad.

El apóstol Pablo escribió:

“Nos alegramos también en los sufrimientos, porque sabemos que el sufrimiento produce perseverancia; la perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza. Y esta esperanza no nos defrauda, porque Dios ha derramado su amor en nuestro corazón por el Espíritu Santo que nos ha dado” (Romanos 5:3–5, NVI 1984).

Ejemplos bíblicos de personas con depresión situacional, que solo se resolvió enfrentando las circunstancias, incluyen:

  • El rey David, después de ser confrontado por Natán y experimentar la pérdida de su bebé.
  • El apóstol Pedro, después de negar a Jesús con maldiciones y luego salir a llorar amargamente.

Sin embargo, a veces las personas, en lugar de enfrentar su depresión situacional, recurren a sustancias, como el alcohol, para adormecer su dolor emocional. Otros se refugian en diferentes formas de evasión, como el entretenimiento o el trabajo excesivo. Pero estas elecciones solo permiten que el problema se agrave—e incluso podrían llevar a una depresión clínica si el intento de afrontamiento es objetivamente poco saludable, por ejemplo: trabajar en exceso, usar alcohol o drogas para adormecer el dolor, no mantener una buena nutrición, privarse del sueño crónicamente, enojarse con Dios y dejar de practicar una espiritualidad saludable, aislarse socialmente, dejar de hacer ejercicio físico, o consumir alimentos “reconfortantes,” etc.

Como la depresión situacional y la clínica pueden parecerse en el momento— una persona con cualquiera de las dos puede estar triste, llorar, sentirse desanimada, expresar desesperanza, desconectarse de las actividades normales, tener dificultad para concentrarse, perder el apetito, dormir mal, sentirse inútil e incluso pensar en el suicidio—puede haber malentendidos, confusión y errores de diagnóstico que podrían causar daño o retrasar un tratamiento efectivo.

Si se considera que una persona con depresión clínica solo tiene un estado depresivo situacional, podría posponer el tratamiento adecuado y sufrir más tiempo del necesario. Peor aún, familiares y amigos bien intencionados, que han visto a personas con depresión situacional mejorar con ánimo, oración, resolución de problemas y abordando la causa, podrían creer que toda depresión es simplemente situacional y/o espiritual, y afirmar que la persona con depresión clínica solo necesita orar o tener más fe para mejorar. Estas afirmaciones pueden llevar a que la persona con depresión clínica demore el tratamiento adecuado, aumentando su sufrimiento, y además se le agregaría una nueva carga mental: la mentira de que no tiene suficiente fe o que buscar tratamiento médico es una falta de fe, lo cual genera culpa falsa, activa los circuitos del estrés y aumenta la inflamación, contribuyendo a una depresión clínica más grave.


¿Qué Podés Hacer?

Si te encontrás en un momento de estado de ánimo deprimido—triste, desanimado, con ganas de llorar—preguntate:

  • ¿Esto es una depresión situacional? ¿Se debe a una pérdida real, una decepción, una herida? ¿Es algo que necesito atravesar y que me va a ayudar a crecer?
  • ¿O este estado depresivo es algo más? ¿Es una depresión clínica, una pérdida fisiológica de funcionamiento que persiste por semanas a pesar de mi disposición y deseo de superar los desafíos que enfrento?

Si la depresión es clínica, no te desanimes—buscá tratamiento profesional, porque la depresión clínica se puede tratar.

Sin embargo, el tratamiento profesional también es beneficioso para la depresión situacional, especialmente si no se resuelve rápidamente. La diferencia es que la depresión situacional no se trata con fármacos, sino ayudando a la persona a resolver la causa de su depresión.

He tenido pacientes con depresión situacional para quienes ningún medicamento ayudaba, pero que no sabían cómo enfrentar sus circunstancias, y se beneficiaron enormemente de la consejería profesional, que los ayudó a ver las cosas desde una nueva perspectiva, adquirir nuevos conocimientos y desarrollar habilidades para afrontar su situación, lo que llevó a la resolución de la depresión.

Así que, ya sea que se trate de depresión clínica o situacional—ambas son serias, ambas interfieren con el funcionamiento normal, ambas afectan el bienestar—y ambas son, en última instancia, tratables. Así que nunca te rindas ante la desesperanza. Pero si te sentís tentado por la desesperanza, si no estás encontrando alivio a la depresión, buscá tratamiento profesional para identificar y tratar la causa.

La depresión se puede tratar, hay esperanza, hay sanación—¡así que nunca te rindas!