Codependency: What It Is—And How to Break Free – Come And Reason Ministries
Codependencia
La codependencia, o dependencia, es una estructura de relación poco saludable en la que se confunden fuertes sentimientos de atracción con el amor verdadero. La energía motivadora subyacente que impulsa y sostiene las relaciones de dependencia es exactamente lo opuesto al amor: es el miedo. Miedo al rechazo, miedo al abandono, miedo a la insuficiencia, miedo a no ser amado, miedo a estar solo, miedo a ser malo, miedo al castigo, miedo a la condena, y las innumerables formas que puede tomar el miedo. Ese miedo provoca inseguridad interna, una sensación de terror, angustia y duda, que suele ir acompañada de culpa y vergüenza.
Para la persona dependiente, el sentido interno del yo suele estar formado por defectos imaginados o percibidos, y cualquier defecto real se ve enormemente exagerado y distorsionado por el miedo, lo que genera dudas aplastantes y una visión deformada de su individualidad, marcada por una sensación ominosa de rechazo seguro si los demás llegaran a verlos como ellos mismos se ven. “Si la gente me conociera, me odiaría”; “No merezco ser amado”; “No soy tan bueno como los demás”, etc.
El miedo y la imagen distorsionada de sí mismo provocan sentimientos de desesperación, una aplastante sensación de fracaso que exige actuar para aliviar esa carga emocional. La autocrítica interna y el sentimiento de insuficiencia pueden aliviarse momentáneamente cuando uno experimenta aceptación, validación o aprobación de otra persona. Sentirse amado, valorado y apreciado brinda un contrapeso emocional a los sentimientos de insuficiencia.
Sin embargo, para la persona dependiente, esa validación externa se convierte en un contrapeso emocional interno del cual dependen para tener una sensación de integridad y paz interior. Es decir, necesitan que otra persona los haga sentirse completos, valiosos, aceptables y seguros como personas.
Atrapados en el ciclo
Aunque la aprobación de los demás les hace sentirse mejor consigo mismos (en ese momento), como no ha habido un cambio real en su corazón, mente o actitud sobre sí mismos, en realidad no creen que merecen el afecto que están recibiendo, y temen que es solo cuestión de tiempo para que sean “descubiertos”, rechazados y pierdan la afirmación que tanto necesitan. Por lo tanto, viven, en lugar de en amor centrado en el otro, con miedo a perder aquello que desesperadamente necesitan.
Este estado mental lleva a interpretar como amenazas eventos inocentes: un cónyuge llega tarde a casa y surge la sospecha de que estuvo con otra persona más atractiva; se hace un comentario sobre no haber disfrutado un plato de comida, y se interpreta como “No hago nada bien”. Esto lleva a monitoreo externo, intentos de control, acusaciones y críticas, todo basado en el miedo a la pérdida, no en el amor por el otro.
Además, la persona con este sentido interno de insuficiencia no cree que personas verdaderamente maduras y saludables puedan encontrarla atractiva, así que estar cerca de personas emocionalmente sanas aumenta su ansiedad y su miedo al rechazo. Por eso, tienden a acercarse y preferir personas que enfrentan problemas emocionales similares, lo cual provoca que las partes codependientes inflamen los miedos y heridas del otro en lugar de ayudarse mutuamente a sanar.
Si hubieras estado viviendo en el bosque por semanas, sin bañarte, sin afeitarte y con ropa sucia, ¿con quién te sentirías más cómodo? ¿Con un grupo típico de iglesia, médicos en un congreso reconocido, clientes en un restaurante elegante o adictos sin hogar viviendo en carpas? De manera similar, quienes se perciben a sí mismos como inferiores a los demás evitan activamente a las personas emocionalmente sanas y buscan relacionarse con personas con problemas similares, lo que lleva a relaciones codependientes muy comunes.
Autodestrucción repetida
Permíteme aclarar: las personas que luchan con la dependencia o están en relaciones codependientes no son “malas” personas. No son personas perversas. Son personas heridas, lastimadas, que luchan, y en mi experiencia, a menudo son personas con un gran corazón, que desean desesperadamente ser buenas, sanas, felices y libres. Personas que quieren tener éxito y ser pilares de fortaleza para sus familias y comunidades, pero que tienen dificultades para lograrlo simplemente porque tienen heridas emocionales sin sanar.
La relación codependiente es el resultado de heridas emocionales que afectan y dirigen sus decisiones sobre cómo se relacionan con otros. Las decisiones de una persona dependiente se toman principalmente desde el miedo, no desde el amor centrado en el otro. Por eso, las decisiones se toman pensando en qué pensará la otra persona, cómo responderá, cómo se sentirá, en lugar de preguntarse qué es objetivamente correcto, saludable y razonable para gobernarse a sí mismo.
Este tipo de toma de decisiones traslada el motivo para actuar desde el propio juicio (lo que uno considera mejor en una situación dada), hacia la percepción de qué complacerá más o decepcionará menos a la otra persona, sin importar si eso es saludable o no.
Por ejemplo, una persona codependiente podría considerar razonable y saludable aceptar una invitación a un estudio bíblico después del trabajo. Pero en lugar de aceptar, dice que no, por temor a que su pareja se enoje. El miedo a la reacción de su pareja vence a su propio juicio. Y la necesidad emocional de no ser rechazado ni desvalorizado, y de mantener feliz a su pareja, se vuelve más importante que hacer lo que considera correcto. Esto, en el fondo, es impulsado por el miedo: miedo a perder el apoyo, el afecto y la afirmación de la persona de quien depende emocionalmente.
Lamentablemente, este tipo de decisiones empeoran a quien las toma. ¿Por qué? Porque cuando uno actúa en contra de su propio buen juicio, su conciencia forma un nuevo juicio sobre sí mismo: “¡Eres débil! ¡Eres un cobarde! ¡No tienes carácter! ¡Me das asco!”. Como resultado, la autoestima cae aún más, reforzando la idea de que uno es inferior a los demás. Por lo tanto, se necesita aún más aprobación externa para contrarrestar la condenación interna creciente, y se teme aún más el rechazo, haciendo que uno ceda con mayor facilidad a los deseos del otro, perpetuando el ciclo de dependencia.
Este proceso continúa en las relaciones codependientes porque la plenitud interna, la paz con uno mismo y el bienestar no provienen de una relación sana con Jesucristo, del conocimiento de nuestro valor como hijos de Dios, del desarrollo de un juicio interno saludable o de la experiencia de hacer lo que uno considera correcto, sino que proviene de la validación y aprobación de otros.
La idea de perder esa validación externa se vive como una amenaza de muerte.
Imagina el caso de un buzo de la marina, del tipo antiguo como en la película Hombres de Honor (Men of Honor), protagonizada por Cuba Gooding Jr. y Robert DeNiro. En esa película, los buzos usaban trajes con mangueras que los conectaban a bombas de aire en la superficie. Si tú fueras uno de esos hombres, dependerías de quienes están en la superficie para recibir aire. Si alguien te dijera que te pongas de pie en un solo pie o cortará el aire, ¿qué harías? Si quisieras ir a la derecha pero el barco girara a la izquierda, ¿qué opciones tendrías? Es una analogía de lo que ocurre en una relación de dependencia, donde no existe verdadera libertad. Pero como la necesidad es tan grande, se asocian sentimientos intensos con la persona de quien uno depende.
Imagínate ahogándote bajo el agua y alguien te acerca una manguera de aire. ¿Valorarías a esa persona? ¿Sentirías emociones intensas hacia ella? ¿Querrías aferrarte a esa persona? ¿Y cómo te sentirías si decidiera irse y llevarse la manguera?
Las personas pueden depender tanto del apoyo emocional de quienes los rodean que experimentan la amenaza de perder esa fuente de nutrición con el mismo terror que un buzo siente si le amenazan con cortar el aire. Se siente como si fueran a morir. Por eso, las personas en relaciones de dependencia llegan a extremos y toman medidas desesperadas para probar su “amor” y convencer a la otra persona de quedarse. Y si sus demostraciones de afecto no son correspondidas, a menudo amenazan con hacerse daño o incluso dañar a la persona de la que dependen—todo con el objetivo de no perderla.
La necesidad de sanar
Hay sanidad para las personas que luchan con relaciones de dependencia, pero los primeros pasos son reconocer que se está luchando con la dependencia y aprender a diferenciar esas emociones del amor saludable.
Una prueba simple para saber si tu relación es una relación de amor saludable —donde personas con defectos aplican principios divinos para ayudarse mutuamente a superar sus debilidades y madurar— o si es una relación de dependencia en la que las parejas solo se causan más heridas emocionales, es revisar la lista que incluyo a continuación. Toma cada punto y pregúntate: “A lo largo de esta relación, comparado con cómo estaba cuando comencé, ¿dónde estoy hoy? ¿Estoy más sano o, en realidad, empeoré?”
Marca con una tilde la afirmación que corresponde en cada columna. Luego suma cuántas tildes hay en cada lado; si la gran mayoría están en el lado de la dependencia, entonces es muy probable que estés en una relación gobernada por el miedo y la inseguridad, en lugar del amor.
La prueba: Desde que estoy en esta relación:
| Relación de amor | Relación de dependencia |
|---|---|
| ___ Estoy emocional y mentalmente más sano. | ___ Estoy emocional y mentalmente menos sano. |
| ___ Tengo mayor libertad para ser yo mismo. | ___ Tengo menos libertad para ser yo mismo. |
| ___ Me preocupo menos por la actitud de mi pareja hacia mí. | ___ Me preocupo más por la actitud de mi pareja hacia mí. |
| ___ Doy para traerle alegría a mi pareja. | ___ Doy para que mi pareja esté contenta conmigo. |
| ___ Tengo mucho menos miedo y preocupación. | ___ Tengo más miedo y preocupación. |
| ___ La relación es estable. | ___ La relación es inestable. |
| ___ Hago la mayoría de las cosas porque son lo mejor. | ___ Hago la mayoría de las cosas porque se siente mejor. |
| ___ Soy honesto conmigo mismo y con mi pareja. | ___ Disfrazo la verdad para evitar conflictos. |
| ___ Soy más paciente. | ___ Soy más impaciente. |
| ___ Rara vez mencionamos errores del pasado. | ___ Llevamos la cuenta de errores pasados. |
Si descubres que estás en una relación codependiente, no te desanimes; ¡al contrario, alégrate porque acabas de dar el primer paso hacia la salud y el bienestar! Has reconocido y admitido la verdad, te diste cuenta de que hay un problema, y ahora, con esa conciencia, puedes tomar decisiones para sanar, cambiar y superar.
Pasos para romper el ciclo de dependencia
Si estás atrapado en un ciclo de dependencia, considera estos pasos simples para enfrentar el miedo y la inseguridad que dominan tus decisiones:
Paso 1: Ve a Jesús ahora mismo y cuéntale tus miedos, heridas, dudas e inseguridades.
Él ya los conoce, pero no puede sanar tu corazón sin tu participación, permiso y cooperación. Así que ve a Él y cuéntale todas tus luchas. Pídele que sea tu fuente de amor, validación, consuelo y fortaleza. Acepta su ofrecimiento de ser tu Amigo, Consolador, Consejero, Salvador y Sanador. Él anhela derramar su amor en tu corazón (Romanos 5:5). Repite este paso al comenzar cada día, y cada vez que te sientas solo o asustado.
Paso 2: Elige amar la verdad por encima de todo, especialmente por encima de los sentimientos.
Jesús dijo: “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:32). Si queremos sanar, debemos ser sinceros con nosotros mismos acerca de nuestra situación. Comienza por la verdad de quién eres: un hijo de Dios, herido sí, pero profundamente valioso, alguien a quien Jesús puede sanar y restaurar si lo dejas.
Pero también reconoce esta verdad: una vez que hay una herida, un trauma o un daño, ¡no existen opciones sin dolor! Las únicas opciones después de una herida son sanar o no sanar, pero el camino de la sanidad—ya sea alinear un hueso roto, limpiar una herida infectada o resolver un trauma emocional—viene acompañado de dolor. Si solo elegimos lo que duele menos en el momento, evitamos la sanación y las cosas empeoran. Vuelve a enfocar tu mente y basa tus decisiones en la verdad: “Estoy herido, y mis heridas pueden sanar, pero solo si dejo de huir del dolor, me mantengo firme y aplico la verdad a mi vida”.
Si estás confundido y no sabes cómo abordar los problemas para sanar, busca ayuda profesional. Así como ninguno de nosotros intentaría alinear un hueso roto por sí mismo, sino que acudiríamos a un ortopedista, busca consejería cristiana profesional para tu corazón roto.
Paso 3: Reconoce que los sentimientos pueden mentir.
Solo porque algo duele no significa que sea dañino. Mira más allá del sentimiento para entender por qué está ahí. ¿El dolor se debe a que estás limpiando una herida, alineando un hueso o yendo a terapia? Entonces, reconoce que ese sentimiento es una incomodidad legítima que viene con la sanación, y no saques la conclusión de que “porque se siente mal, debe ser malo”. ¡Los sentimientos deben entenderse a la luz de la verdad objetiva!
Paso 4: Aplica la verdad.
Cuando surja el miedo—al rechazo, a la inseguridad o a la incomodidad interna por tener molesto al otro—en ese momento, dentro de tu mente, di: “¡ALTO! ¿Cuál es la verdad? ¿Estoy haciendo algo insano, incorrecto o irrazonable, o estoy haciendo lo que es correcto, saludable y razonable para gobernarme a mí mismo, aunque a mi pareja no le guste?”. Si la respuesta es lo segundo, entonces sigue el paso 5.
Paso 5: Da libertad al otro para que responda como desee.
Dentro de tu mente y corazón, di: “Le doy libertad a mi pareja para que se enoje si necesita enojarse, para que haga pucheros, grite, azote puertas y se altere si esa es la única forma en que puede lidiar con esto ahora. Pero no me doy a mí mismo la libertad de hacer el mal o de cambiar lo correcto solo porque a la persona que amo no le gusta mi decisión. Si quiere que decida otra cosa, le invito con gusto a compartir sus ideas, razones, evidencia y perspectiva para persuadirme a una decisión más madura y razonable, pero ya no decidiré en función de cómo se siente o reacciona”. Y cuando le das al otro esa libertad, ¡acabas de liberarte a ti mismo del control que tenía sobre ti! (Si la otra persona se vuelve físicamente violenta, haz lo correcto y sano: aléjate y llama a la policía).
Paso 6: Distingue entre imaginación y realidad.
No permitas que tu imaginación cree futuros fantasiosos que no existen y luego reacciones ante esos miedos imaginarios. En cambio, controla tu imaginación para planificar acciones basadas en lo que es objetivamente cierto, correcto, razonable y saludable.
Paso 7: Define qué cosas te corresponde gobernar o controlar, y suelta lo que no.
Y lo que siempre te corresponde a ti es gobernarte a ti mismo: tus creencias, tus límites, tus actitudes, tus acciones. Pero nunca tienes el control de lo que otros piensan, sienten o cómo reaccionan. Aprender a dar libertad a los demás te liberará del peso de preocuparte por sus reacciones hacia ti.
Paso 8: Reconoce que la reacción de tu pareja te revela algo sobre ella.
Incorpora esa información a una evaluación cada vez más clara de la realidad: de quién es esa persona y cómo actúa. Luego responde aplicando esa verdad a tus decisiones para gobernarte. Establece nuevos límites al no cargar con la culpa de las fallas ajenas, sino permitiendo que cada uno asuma la responsabilidad de sí mismo.
Si has luchado con relaciones de dependencia, ¡no te desanimes! Te animo a tener esperanza y buscar sanidad aplicando los métodos y principios de Dios: verdad, amor altruista y libertad.
Y si tú o alguien que amas está luchando con problemas de dependencia y ya han intentado soluciones personales, consejería ambulatoria u otras intervenciones sin ver mejora, y desean un tratamiento intensivo, centrado en Cristo e integral, considera la clínica Honey Lake Clinic como una opción terapéutica.
Honey Lake Clinic es un centro de tratamiento residencial integral donde ayudamos a las personas a identificar y resolver los miedos, inseguridades y traumas que contribuyen a las relaciones de dependencia. Tratamos a la persona entera—mente, cuerpo y espíritu—con intervenciones comprobadas y basadas en la realidad, que ayudan a restaurar el bienestar y a vivir en armonía con las leyes de salud, los principios sobre los cuales Dios construyó la vida.
