Joy in the Midst of Sorrow – Come And Reason Ministries
La Biblia nos dice que en la tierra, Jesús “fue despreciado y rechazado por los hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos” (Isaías 53:3 NVI84).
Sabemos que la vida de Jesús no fue de diversión y juegos, no estuvo llena de entretenimientos ni distracciones frívolas o actividades superficiales orientadas al placer. Jesús se hizo humano por la razón más seria: eliminar el pecado, detener la rebelión, erradicar la falsedad, ser nuestro Salvador.
Y Jesús sabía que, para vencer, para eliminar el pecado, destruir a Satanás y su poder sobre la muerte (Hebreos 2:14; 2 Timoteo 1:10), Él mismo tendría que sufrir muchas cosas, ser rechazado, despreciado y, finalmente, crucificado. Sabía que el camino que debía recorrer no sería fácil; sin embargo, a pesar de todo el dolor, las luchas y el sufrimiento, nuestro poderoso Salvador no vaciló.
¿Por qué? Porque verdaderamente amaba. Y ese amor enfocó su corazón, no en sí mismo, sino en lo que sus acciones lograrían y, por eso, a pesar del dolor de su peregrinación, fue “por el gozo que le esperaba [que] soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (Hebreos 12:2 NVI84).
En medio del abuso, el rechazo, la traición, la injusticia, la tortura y la crucifixión, Jesús vio gozo. No hubo gozo en la experiencia de ser traicionado, falsamente acusado, rechazado, despreciado, torturado y asesinado; sino en el cumplimiento de su misión, en lograr lo que vino a hacer. Hubo gozo al saber que su decisión de vivir la verdad de Dios, de amar completamente, de permanecer fiel a su Padre, de practicar únicamente los métodos de la ley de diseño del cielo—verdad, amor y libertad—a pesar del maltrato, revelaría la luz celestial. Vindicaría al Padre. Demostraría la verdad de su propio carácter de amor desinteresado. Expondría a Satanás como mentiroso y fraude. Destruiría la infección del miedo y el egoísmo que contamina a la humanidad. Desarrollaría un carácter humano perfecto y sin pecado. Proporcionaría el remedio necesario para salvar a todo ser humano que confíe en Él; y sus acciones brindarían los medios para eliminar eventualmente todo pecado, sufrimiento y muerte del universo de Dios, restaurando así todas las cosas a la perfección.
Y nosotros podemos experimentar ese mismo gozo en medio de las tristezas y luchas de este mundo pecaminoso. Si mantenemos nuestros ojos fijos en Jesús como Él los mantuvo en el Padre, y si recordamos la verdad del Gran Conflicto (que estamos en una guerra universal), los métodos de ley de diseño de Dios, y nuestro poder para elegir lealtad a nuestro Creador al aplicar en nuestras propias vidas sus métodos de ley de diseño en la manera en que nos gobernamos frente a la injusticia del mundo, entonces, como Jesús, podemos saber que somos luces en un mundo oscuro, que nuestro testimonio—como el de tantos amigos de Dios a lo largo de la historia, como Daniel, Esteban, Pablo y los muchos Reformadores—dará testimonio de Jesús, del Dios del cielo, y de los métodos y principios de vida y salud. Podremos saber con certeza que nuestras tristezas, nuestras luchas y nuestras dificultades no pueden impedir el propósito superior ni el impacto del amor, la verdad y los principios del cielo brillando a través de nosotros; y podremos conocer el gozo de revelar luz celestial a los perdidos y alcanzar almas para el reino de Dios. Nosotros, como Jesús, podemos experimentar el gozo del propósito, el gozo de la misión, el gozo de avanzar el reino de Dios en medio de las penas terrenales, y así saber que nuestro dolor y nuestras luchas pasajeras están colaborando, en la mano de Dios, para apresurar la venida de nuestro Señor (2 Pedro 3:12).
Así que:
Pongamos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreció la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Piensen en aquel que perseveró frente a tanta oposición por parte de los pecadores, para que no se cansen ni pierdan el ánimo (Hebreos 12:2, 3 NVI84).
