Authority and Satan’s End-Time Deception – Come And Reason Ministries
La gente se asombraba de su enseñanza, porque la impartía como quien tiene autoridad, y no como los maestros de la ley (Marcos 1:22 NVI84, énfasis añadido).
¿Cuál era esta autoridad que ejercía Jesús?
¿Acaso Jesús enseñaba con la autoridad del Sanedrín—una autoridad eclesiástica organizacional? En otras palabras, ¿enseñaba Jesús con el apoyo y respaldo del sistema religioso organizado y su liderazgo? ¡Claramente no!
Entonces, ¿cómo podían Sus enseñanzas tener autoridad si la iglesia autorizada (la institución elegida por Dios, una bendecida con los oráculos de Dios) no lo reconocía, respaldaba ni apoyaba? De hecho, ¿cómo podía enseñar con autoridad si los líderes organizados y “autorizados” activamente decían al pueblo que Él enseñaba herejías? (Lucas 5:21; Juan 7:46–49).
¿Fue Jesús la única persona piadosa en la historia que careció de la “autoridad” del liderazgo eclesiástico organizacional oficial y enfrentó oposición oficial? Tristemente, no. De hecho, la historia revela que los líderes religiosos a menudo han preferido la lealtad a una institución y sus dogmas antes que el mensaje de la verdad que viene de Dios. En tiempos del Antiguo Testamento, los sacerdotes de Israel frecuentemente se opusieron a la verdad de Dios (Jeremías 5:31; Oseas 6:9). Jesús y los apóstoles también fueron rechazados por los sacerdotes del templo y los gobernantes. Los reformadores fueron igualmente rechazados por la “autoridad” eclesiástica institucional de su época.
¿Y hoy? ¿Es posible que quienes avanzan la verdad de Dios para este tiempo estén siendo activamente rechazados por el liderazgo eclesiástico, por la “autoridad” de quienes ocupan cargos en la iglesia?
¿Hay una diferencia entre la autoridad de la iglesia organizada y la autoridad con la que enseñaba Jesús? ¿Podrían los fieles de Dios hoy enseñar con la misma autoridad que ejercía Jesús mientras son rechazados por la “autoridad” de la iglesia organizada?
¿Cuál es la diferencia entre estos dos tipos de autoridad? (Te desafío a pausar y responder esta pregunta).
¿Jesús enseñaba con la autoridad del Estado? ¿Tenía el respaldo de una oficina gubernamental? Pilato hablaba con la autoridad de Roma. Mateo hablaba con la autoridad de Roma en asuntos de impuestos. Pero, ¿acaso Jesús hablaba con la autoridad del gobierno? Claramente no—entonces, ¿cuál era la base de la autoridad de Jesús? Y, después de la ascensión de Jesús, ¿hablaban los apóstoles con esa misma autoridad y también enfrentaban oposición por parte de la autoridad gubernamental?
¿Cuál es la diferencia entre estos dos tipos de autoridad?
¿Jesús hablaba con la autoridad de credenciales académicas o con el respaldo, reconocimiento y certificación de diversas escuelas teológicas, instituciones académicas o entes certificadores? Después de la ascensión de Jesús, ¿hablaban los apóstoles con esa misma autoridad y también enfrentaban oposición de una autoridad teológica y académica?
¿Cuál es la diferencia entre estos dos tipos de autoridad?
Autoridad del Mundo de Tinieblas
Considera las voces de autoridad que se escuchan hoy—ya sea autoridades eclesiásticas, gubernamentales, académicas o profesionales—¿cuál es la base de su autoridad?
¿Recuerdas una reciente “crisis” sanitaria global en la que surgieron diversas voces de autoridad que hablaban, hacían todo tipo de afirmaciones, exigían todo tipo de obediencia y prometían todo tipo de resultados—cuál era la base de su autoridad? ¿Y funcionó su autoridad? ¿Realmente lograron lo que prometieron? ¿Por qué no? ¿Revela esto algo acerca de la diferencia entre las autoridades de este mundo y la autoridad de Dios y Su reino?
Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. Protéjanse con toda la armadura que Dios les ha dado, para que puedan estar firmes contra los engaños del diablo. Porque no estamos luchando contra poderes humanos, sino contra malignas fuerzas espirituales del cielo, que tienen mando, autoridad y dominio sobre el mundo de tinieblas que nos rodea (Efesios 6:10–12 NVI84, énfasis añadido).
Hay diferentes tipos de autoridad, y una de las trampas de Satanás es lograr que las personas se sometan a las autoridades de este mundo de tinieblas—los métodos, motivos y principios de leyes impuestas, fuerza coercitiva y simples afirmaciones de otros (opiniones de expertos)—en lugar de mantenerse firmes sobre la autoridad de Dios. Muchos hoy están tan confundidos acerca de la autoridad como lo estaban las personas en los días de Jesús.
La gente en tiempos de Jesús se preguntaba cómo podía enseñar con tanta sabiduría sin haber asistido a sus universidades, sin haber completado un título académico, sin respaldo de las autoridades eclesiásticas y sin ocupar ningún cargo.
Quienes creen que las autoridades del mundo tienen la razón argumentarán que el poder y la fuerza son lo que constituye la autoridad de Dios. Argumentarán que Jesús hablaba con la autoridad del poder divino, con la autoridad de su oficio como Rey de reyes y Señor de señores. Sin embargo, aunque es cierto que Jesús es completamente Dios y es Rey de reyes y Señor de señores, ¡esa no era la autoridad que ejercía! El pueblo no lo reconocía como Dios, ni como Rey de reyes, pero sí reconocía que hablaba con autoridad.
Entonces, nuevamente, ¿cuál es la autoridad que ejercía Jesús? Es una autoridad que Satanás jamás puede ejercer y, por eso, el enemigo de Dios no quiere que la reconozcas ni que empieces a usarla.
Satanás y sus seguidores pueden ejercer la autoridad de cargos organizacionales, ya sea en la iglesia o el gobierno, y pueden ejercer la autoridad de posición, poder, credenciales académicas, respaldo y certificación—pero jamás pueden ejercer la autoridad de la verdad, porque la verdad siempre expone su fraude, sus mentiras, y conduce a las personas de regreso a Dios.
Tampoco pueden ejercer la autoridad de las leyes de diseño de Dios, de la realidad, porque su reino es falso, fantasioso, ilusorio, artificial, operando sobre creencias, ideas y reglas inventadas que requieren imposición externa. Satanás teme que las personas aprendan a pensar, razonar y discernir la verdad, porque la verdad libera corazones y mentes de su mundo artificial, su realidad virtual de ley y orden, donde los poderosos gobiernan y tienen autoridad mediante amenazas, fuerza y castigo.
Jesús hablaba con la autoridad de la verdad, la realidad, los métodos, principios y protocolos de Dios, que nuestro Creador construyó en el tejido del universo cuando habló las cosas a la existencia. Las leyes de Dios son protocolos de diseño para la vida, no reglas inventadas como las que impone una criatura. Jesús hablaba con autoridad porque hablaba la verdad de cómo funciona la realidad.
No Como los Maestros de la Ley
Pero nota que Marcos 1:22 no dice simplemente que Jesús hablaba como quien tiene autoridad. Agrega un detalle importante y aclaratorio: “¡no como los maestros de la ley!”
Considera las implicancias: “No como los maestros de la ley” no se refiere a abogados romanos enseñando la ley romana, sino al Sanedrín, los líderes religiosos judíos enseñando la ley religiosa judía.
Ahora considera lo que esos maestros enseñaban. Enseñaban el sábado correcto, las fiestas religiosas correctas, el porcentaje correcto del diezmo y la lista correcta de carnes limpias e inmundas—pero no enseñaban con autoridad. ¿Por qué no? Porque enseñaban todas esas doctrinas correctas dentro del marco falso de la mentira de la ley impuesta de Satanás y, por tanto, enseñaban que la ley de Dios funciona como la ley humana y que Dios es la fuente del castigo infligido por el pecado. Así, enseñaban un dios falso que se parece a Satanás en carácter. Por eso mismo Jesús les dijo en Juan 8 que, aunque afirmaban tener a Dios y a Abraham como sus padres, su verdadero padre era Satanás (v. 44).
Los maestros de la ley tenían el respaldo y la autoridad de la iglesia organizada, la autoridad de sus cargos, la autoridad de sus títulos teológicos, y la autoridad de la ley escrita, pero no tenían la autoridad de la verdad—porque todas sus doctrinas estaban cimentadas en la mentira de que la ley de Dios funciona como la ley humana.
Jesús enseñaba con la autoridad de la realidad, de la verdad de la ley de diseño, y cada una de sus enseñanzas exponía la falsedad del sistema legal impuesto por ellos (ver nuestro blog Las Parábolas de Jesús—El Tema Central).
La autoridad de Dios descansa en la verdad y el amor en armonía con Su carácter, leyes de diseño y métodos—es decir, la realidad.
La autoridad terrenal descansa sobre reglas inventadas, cargos delegados, poder externo, coerción, amenaza, el oficio en sí mismo, las leyes promulgadas, los títulos obtenidos y la imposición de políticas, reglas y posiciones de poder.
Considera a Saulo de Tarso antes de su experiencia en el camino a Damasco, cuando arrestaba y perseguía a los seguidores de Cristo; lo hacía con la autoridad del Sanedrín, su cargo designado, la ley escrita y el gobierno local, pero no hablaba con la autoridad de Dios. ¡No tenía la autoridad de la verdad! ¡No ejercía la autoridad de las leyes de diseño de Dios, de amor y libertad!
La Biblia enseña que antes de la segunda venida de Cristo, surgirá un poder bestial para dominar el mundo, un poder que, en última instancia, tendrá a Satanás como su líder, y el mundo entero, excepto los escogidos, seguirá a este poder. Este ejercerá la autoridad de su cargo, del respaldo gubernamental, de leyes humanas impuestas, del respaldo religioso, títulos académicos, opiniones expertas y certificación profesional, de fuerza, poder e incluso señales y maravillas milagrosas—pero no hablará con la autoridad de la verdad celestial ni practicará los principios de ley de diseño del amor y la libertad.
Para los miles de millones que nunca han reconocido la verdad como autoridad, que han entregado sus mentes a la autoridad de otros—ya sean líderes eclesiásticos, académicos o políticos—para que les digan qué pensar, que se han sometido a ese tipo de autoridad—serán engañados y creerán lo que les diga la autoridad del sistema bestial.
En esta hora tardía, es ahora cuando debemos convertirnos en amantes de la verdad y reconocer solo la autoridad de la verdad misma, porque la verdad siempre conduce de regreso a nuestro Dios Creador, la fuente de toda verdad. Esto requiere que nos convirtamos en personas maduras que, mediante la práctica, han desarrollado la capacidad de discernir entre lo correcto y lo erróneo (Hebreos 5:14). No podemos entregar nuestro pensamiento a otros, incluyendo a quienes ocupan cargos en la iglesia. Cada persona debe estar plenamente convencida en su propia mente por medio del examen de la evidencia y su experiencia individual con la verdad (Romanos 14:5).
Te desafío a reexaminar las fuentes de autoridad en las que has confiado en el pasado y a trabajar activamente para establecer la verdad, tal como la reveló Jesús, como tu única fuente de autoridad.
