Opresión: El trasfondo y el nacimiento de Moisés
por Tim Jennings
Introducción a la Guía de Estudio
Lee la primera frase del cuarto párrafo:
¿Y cómo es Él realmente? Es un Dios que fue fiel a su pueblo a pesar de su infidelidad. Siempre estuvo de su lado, incluso cuando ellos estaban en contra de Él.
Guía de Escuela Sabática para Adultos, 3er Trimestre 2025, Éxodo, p. 2.
Me alegra tanto ver esta pregunta enfocándose en Dios, en cómo es Él y en Su fidelidad a pesar de la infidelidad del pueblo. Esto me hizo pensar de inmediato en Romanos 3:3,4:
¿Qué, pues, si algunos de ellos fueron incrédulos? ¿Acaso su incredulidad habrá hecho nula la fidelidad de Dios? ¡De ninguna manera! Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso, como está escrito: “Para que seas justificado en tus palabras, y venzas cuando seas juzgado.”
Romanos 3:3,4 RVR1960/ESV.
¿Cómo entendemos esto de que Dios sea juzgado? ¿Por quién está siendo juzgado Dios? ¿Qué clase de juicio es este? ¿Y por qué es necesario este juicio?
La Biblia nos dice que hubo una guerra en el cielo que se extendió a la Tierra, pero ¿qué clase de guerra fue esta? Una guerra de ideas, métodos, principios: ¿a quién creemos y en quién confiamos?, ¿qué métodos preferimos y valoramos? (2 Corintios 10:3–5).
Dios desea nuestro amor, confianza, lealtad, devoción, comprensión, acuerdo y amistad, y solo puede obtenerlo presentando la verdad en amor y dejándonos en libertad para elegir. ¿Creeremos y confiaremos en Satanás o lo rechazaremos junto con sus mentiras y juzgaremos a Dios como veraz, digno de confianza, merecedor de nuestra fe, y por lo tanto confiaremos en Él en todo?
¿Ves una conexión entre este juicio y el siguiente pasaje?
Entonces vi a otro ángel volar en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicar a los que moran en la tierra —a toda nación, tribu, lengua y pueblo— diciendo a gran voz: “Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado. Adorad al que hizo el cielo, la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.”
Y otro ángel le siguió, diciendo: “¡Ha caído, ha caído Babilonia la grande, que ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación!”
Apocalipsis 14:6–8 RVR/NIV84.
¿Qué es el evangelio eterno? Es la buena noticia que es eternamente verdadera —verdadera por toda la eternidad, pasada y futura. Esta buena noticia ya era buena antes de que existieran los seres humanos, porque es una buena noticia eterna. Esto significa que ya era buena noticia antes de que los humanos pecaran, antes de que Jesús muriera como nuestro Salvador.
¿Cuál es esa buena noticia? La buena noticia acerca de Dios: que Dios es verdadero, confiable, porque Dios es amor, y Dios es verdad, y Dios es el Creador, el constructor de toda la realidad, y Sus leyes son las leyes sobre las que está construida la realidad y la vida: leyes de diseño. Es la buena noticia de que Dios no es como una criatura, no es un ser que inventa reglas y las impone con castigos externos. La ley impuesta es la base de los sistemas de este mundo, de leyes y sistemas de justicia representados por Babilonia. Y la buena noticia es que Dios no es así. Ha llegado la hora en la historia para que las personas hagan un juicio correcto sobre Dios y dejen de adorar a un dios que es como Satanás: un dictador que inventa reglas y usa su poder para castigar a los infractores.
En esa frase de la lección también se dijo:
¿Y cómo es Él realmente? Es un Dios que fue fiel a su pueblo a pesar de su infidelidad. Siempre estuvo de su lado, incluso cuando ellos estaban en contra de Él.
Guía de Escuela Sabática para Adultos, 3er Trimestre 2025, Éxodo, p. 2.
¿Quiénes son el pueblo de Dios? ¿Qué queremos decir con este término? ¿Podría entenderse de una manera que haga ver a Dios y a Su carácter como indignos de confianza, en lugar de confiables?
- ¿El pueblo de Dios son solo los descendientes genéticos de Abraham, Isaac y Jacob?
- ¿Ser descendiente genético de Jacob convierte a una persona en parte del pueblo de Dios?
- ¿El término “pueblo de Dios” se refiere a pertenecer a Dios por creación? ¿Es cierto que todos los seres humanos son Su pueblo porque Él es el Creador?
Entonces, el término “pueblo de Dios” podría significar que todos los humanos le pertenecen a Dios por creación, y por lo tanto, que Dios sea fiel a Su pueblo significaría que es fiel a todos los humanos al cumplir la promesa de Génesis 3:15 de enviar a Jesús como nuestro Salvador. Y esta posición se valida con textos como:
Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros.
Romanos 5:8 NVI84.
Pero el “pueblo de Dios” también podría referirse solo a aquellos que han nacido de nuevo con nuevos corazones y un espíritu recto:
A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; hijos nacidos no de sangre, ni por decisión humana, ni por voluntad de un hombre, sino nacidos de Dios.
Juan 1:12-13 NVI84.
Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios, ni tampoco lo es el que no ama a su hermano.
1 Juan 3:10 NVI84.
Y la fidelidad de Dios para con estas personas también se manifiesta al cumplir la promesa de Génesis 3:15: enviar a Jesús como nuestro Salvador y además aplicar la victoria de Jesús en sus vidas debido a su respuesta de fe. Dios actúa en sus vidas para cumplir Su propósito de sanar, salvar, limpiar y darles vida eterna.
Pero este término también podría significar aquellos llamados para un propósito, aun si no han nacido de nuevo:
- Israel como nación —el pueblo elegido de Dios— elegido para una misión, un propósito, pero no todos ellos son salvos, solo un remanente.
- Nabucodonosor: Por tanto, así dice el Señor Todopoderoso: “Puesto que no habéis escuchado mis palabras, convocaré a todos los pueblos del norte y a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia.”
Jeremías 25:8–9 NVI84. - Ciro: Así dice el Señor a su ungido, a Ciro, a quien tomo de la mano derecha para someter naciones ante él.
Isaías 45:1 NVI84.
¿Y fue Dios fiel tanto con Nabucodonosor como con Ciro? Sí, Dios trabajó por la salvación de ambos individuos mediante los mismos medios que usa con nosotros: verdad, amor y libertad.
Cuando oís términos como “el pueblo de Dios”, ¿diferenciás a quién se refiere ese término y en qué contexto?
SÁBADO
Lee el primer párrafo:
La historia del Éxodo se inicia en un contexto de gran opresión. José, uno de los doce hijos de Jacob, fue vendido como esclavo por sus hermanos, y finalmente llegó a ser el segundo en el mando en Egipto. Cuando llegó una gran hambruna, los hermanos de José fueron a Egipto a comprar comida. Finalmente, toda la familia de Jacob se trasladó a Egipto. Vivieron allí durante muchos años y se convirtieron en una gran nación. Con el tiempo, se levantó un nuevo faraón “que no conocía a José” (Éxodo 1:8), y la opresión comenzó.
Sí, la historia del Éxodo comienza con la opresión, pero ¿quién estaba siendo oprimido? ¿Solo Israel? ¿O también estaban siendo oprimidos los egipcios?
¿Quién causó la opresión?
- ¿Fue Dios quien causó la opresión?
- ¿Fue Satanás quien causó la opresión?
- ¿Fueron los humanos, siguiendo los métodos de Satanás?
¿Qué clase de opresión estaban sufriendo los israelitas? Esclavitud. ¿Qué es la esclavitud?
- Pérdida de libertad
- Ser comprado y vendido como propiedad
- Ser obligado a servir, trabajar y obedecer bajo amenaza de castigo
- No ser dueño de uno mismo
En otras palabras, la esclavitud elimina la autonomía, la libertad, el autogobierno, la mayordomía individual, la autoridad sobre el propio cuerpo, mente, decisiones y destino.
¿Y qué quiere Dios para nosotros? ¿Esclavitud o libertad?
La Biblia enseña que “el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad.” (2 Corintios 3:17).
Y también enseña que “la verdad os hará libres” (Juan 8:32).
El pecado corrompe y esclaviza, y Dios desea redimirnos de la esclavitud del pecado para restaurar nuestra libertad, para restaurar en nosotros el gobierno propio —el fruto del Espíritu que es el dominio propio (Gálatas 5:22, 23)—, y así gobernarnos a nosotros mismos con justicia, bajo el principio de amor.
Por eso, cuando se hace una lectura más profunda del texto, nos damos cuenta de que todo el mundo estaba siendo oprimido. Sí, los israelitas eran oprimidos por los egipcios físicamente, pero los egipcios estaban oprimidos espiritualmente por una cosmovisión pagana, una teología distorsionada, una adoración falsa, un sistema de leyes impuestas que violaba la ley de diseño, y un dominio satánico del miedo y el poder.
La misión de Dios en el Éxodo no era solo liberar a los israelitas de Egipto, sino también revelar la verdad sobre Él para que todas las personas, incluso los egipcios, pudieran tener la oportunidad de ser liberadas de la opresión espiritual. De hecho, una “gran multitud mixta” salió de Egipto junto con Israel (Éxodo 12:38).
Así que la historia del Éxodo comienza con opresión, pero no solo con la esclavitud de Israel: comienza con la esclavitud de la humanidad bajo el dominio de un sistema falso y opresivo, y con un Dios fiel que interviene para liberar por amor y mediante la verdad.
DOMINGO
Leamos Éxodo 1:1–7:
Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron con Jacob a Egipto, cada uno con su familia: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar, Zabulón, Benjamín, Dan, Neftalí, Gad y Aser. En total, los descendientes de Jacob eran setenta personas. José ya estaba en Egipto. Tiempo después murió José, y también todos sus hermanos y toda aquella generación. Los israelitas, sin embargo, fueron fecundos y se multiplicaron tanto que llegaron a ser muy numerosos y fuertes, y llenaron el país.
Éxodo 1:1–7 NVI.
Este pasaje narra la transición desde los días de José —cuando el pueblo de Dios fue bien tratado en Egipto— hasta los días posteriores, cuando las bendiciones de Dios sobre el pueblo —su fertilidad, salud, fuerza y crecimiento— comenzaron a ser vistas con recelo por los egipcios.
¿Por qué el crecimiento de los israelitas se volvió una amenaza para los egipcios?
“Pero llegó al poder en Egipto un nuevo rey que no había conocido a José. Y le dijo a su pueblo: —¡Cuidado con los israelitas, que ya son más fuertes y numerosos que nosotros! Vamos a tener que manejarlos con mucha astucia. De lo contrario, seguirán aumentando y, si estalla una guerra, se unirán a nuestros enemigos, lucharán contra nosotros y se irán del país.”
Éxodo 1:8–10 NVI.
Aquí vemos una mentalidad basada en la competencia, el miedo y el control.
Los egipcios no están gobernados por el amor, la verdad y la confianza, sino por el miedo a perder poder, territorio y dominio. Esta es la misma mentalidad de Satanás, quien temía que Adán y Eva se volvieran como Dios (Génesis 3:5), quien teme perder su poder, quien acusa y manipula por miedo.
¿Quién estaba influenciando la mentalidad del faraón? ¿Estaba simplemente actuando por lógica o había una inspiración espiritual detrás?
Recordá que el conflicto cósmico involucra ideas, principios y métodos. El método que vemos aquí —controlar, someter, oprimir, usar el miedo como motor— no es el método de Dios, sino el de Satanás.
Y este miedo llevó a políticas represivas, que analizaremos en la siguiente sección.
Pero antes, notemos esto: a pesar del cambio en el gobierno egipcio, Dios no había cambiado. Su fidelidad, Su presencia, Su bendición sobre Israel continuaban. El crecimiento del pueblo mostraba la bendición de Dios, aunque el sistema egipcio lo viera como una amenaza.
LUNES
Leamos Éxodo 1:8–22:
Entonces los egipcios pusieron capataces para que oprimieran a los israelitas con duros trabajos y los obligaron a construir para el faraón las ciudades de almacenaje: Pitón y Ramsés. Pero cuanto más los oprimían, más se multiplicaban y se extendían por todo el país, de modo que los egipcios comenzaron a temer a los israelitas. Por eso les imponían trabajos pesados y los trataban con crueldad. Les amargaban la vida obligándolos a hacer mezcla y ladrillos, y a realizar toda clase de trabajos agrícolas. En todos los trabajos que les imponían los trataban con crueldad.
Éxodo 1:11–14 NVI.
Los egipcios, dominados por el miedo, adoptaron políticas represivas para oprimir al pueblo de Dios. Esta es una dinámica espiritual importante que debemos comprender:
el miedo lleva al control, y el amor conduce a la libertad.
El miedo nunca puede producir amor verdadero ni adoración auténtica. Dios nunca usa el miedo como herramienta para gobernar. En cambio, Satanás lo hace constantemente.
Y cuanto más se multiplicaba Israel, más temían los egipcios, y más aumentaban la opresión y la crueldad. Este es un ciclo clásico de represión: el opresor ve al oprimido como una amenaza, lo subyuga más, lo cual aumenta la resistencia o la vitalidad del oprimido, y entonces el opresor redobla la opresión.
¿Y qué hicieron los egipcios entonces?
Intentaron una estrategia aún más extrema: el infanticidio.
Además, el rey de Egipto les dijo a las parteras hebreas, llamadas Sifrá y Puá:
—Cuando ayuden a las hebreas en sus partos, fíjense en el sexo del niño. Si es niño, mátenlo; pero si es niña, déjenla con vida.
Sin embargo, las parteras temían a Dios, así que no siguieron las órdenes del rey de Egipto, sino que dejaban con vida a los varones.
Éxodo 1:15–17 NVI.
Aquí vemos dos lealtades en conflicto: obedecer a la autoridad civil (el faraón) o obedecer a Dios y proteger la vida. Las parteras temieron a Dios, es decir, respetaron Su ley de diseño, Su principio de vida, y desobedecieron una ley humana injusta.
Esto pone en evidencia una verdad crucial: no todas las leyes humanas deben obedecerse. Cuando una ley impuesta por una autoridad humana contradice la ley de diseño de Dios —el amor, la vida, la libertad—, entonces los hijos de Dios tienen el deber moral de desobedecerla.
Esto es exactamente lo que hicieron Sifrá y Puá. Y fueron bendecidas por ello:
Por haber temido a Dios, las parteras recibieron un hogar.
Éxodo 1:21 (parafraseado).
Este episodio es un ejemplo temprano de lo que Pedro dijo siglos después:
“Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres.”
Hechos 5:29.
Luego, el faraón recurrió a una táctica más amplia y brutal:
Entonces el faraón dio esta orden a todo su pueblo:
—Tiren al Nilo a todos los niños hebreos recién nacidos, pero a las niñas déjenlas con vida.
Éxodo 1:22 NVI.
Esta orden es un acto de genocidio, una política de exterminio impulsada por el miedo. También es una muestra de hasta qué punto puede llegar una autoridad cuando opera bajo los principios de Satanás: coerción, muerte y control absoluto.
Y, sin embargo, en medio de esta oscuridad, Dios ya estaba preparando un libertador.
MARTES
Leamos Éxodo 2:1–10:
Un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu, la cual quedó embarazada y tuvo un hijo. Al ver que era un niño hermoso, lo escondió durante tres meses. Pero no pudiendo ocultarlo por más tiempo, preparó una cesta de papiro, la calafateó con brea y resina, puso en ella al niño y la colocó entre los juncos a la orilla del Nilo. Pero la hermana del niño se quedó a cierta distancia para ver qué le pasaría. Poco después, la hija del faraón bajó a bañarse en el Nilo, y sus doncellas se paseaban por la orilla del río. Al ver la cesta entre los juncos, mandó a su criada a que la recogiera. Al abrirla, vio al niño: el niño estaba llorando, y ella lo tuvo compasión.
—Es un niño de los hebreos —dijo.
Entonces la hermana del niño preguntó a la hija del faraón:
—¿Quiere usted que vaya y llame a una nodriza hebrea para que críe al niño por usted?
—Ve a llamarla —respondió.
La muchacha fue y trajo a la madre del niño.
—Llévate a este niño y críamelo, que yo te lo voy a pagar —le dijo la hija del faraón.
La madre se llevó al niño y lo crió. Ya crecido el niño, se lo llevó a la hija del faraón, quien lo adoptó como hijo suyo y lo llamó Moisés, pues dijo:
—Lo saqué del agua.
Éxodo 2:1–10 NVI.
Este pasaje es una poderosa ilustración de la providencia de Dios en medio de un contexto de muerte, miedo y tiranía. Veamos algunos elementos clave:
1. La fe y el valor de los padres de Moisés
Sabían del decreto del faraón, pero no entregaron a su hijo. Lo escondieron y, cuando no pudieron más, idearon un plan para protegerlo, confiando en que Dios actuaría.
La Biblia afirma:
“Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño hermoso, y no temieron el edicto del rey.”
Hebreos 11:23.
Esto demuestra que actuaron guiados por la confianza en Dios y no por miedo al poder humano.
2. La compasión de la hija del faraón
Aunque era parte de la familia real y del sistema opresor, su corazón no estaba endurecido. Al ver al niño, se conmovió y decidió protegerlo, incluso sabiendo que era hebreo. Esto revela que Dios puede obrar en cualquier persona, incluso en medio del sistema enemigo.
3. La sabiduría y el coraje de Miriam
La hermana del niño estaba atenta, se acercó con respeto y ofreció una solución que llevó a que la propia madre de Moisés pudiera criarlo… ¡y además le pagaran por ello! Esto no fue solo suerte, sino una coordinación providencial que revela la mano de Dios en los detalles.
4. El significado del nombre “Moisés”
La hija del faraón lo llamó Moisés “porque lo saqué del agua”. Este nombre tiene un doble significado:
- Literal, porque fue rescatado del Nilo.
- Profético, porque más adelante Moisés sacaría al pueblo de Dios de la esclavitud en Egipto, atravesando las aguas del mar Rojo.
Este acto de salvar la vida de Moisés preparó el camino para la liberación de toda una nación. Aunque la situación parecía estar controlada por el faraón, Dios ya estaba tomando la delantera, obrando a través de personas que respondían a Su influencia —tanto hebreas como egipcias.
Reflexión:
Dios no necesita poder humano ni posición social para actuar. Necesita personas con corazones dispuestos a confiar, a actuar con fe, y a resistir la injusticia con sabiduría y valor.
MIÉRCOLES
Leamos Éxodo 2:11–15:
Un día, ya adulto, Moisés fue a ver a sus hermanos de sangre y se dio cuenta de sus penurias. Vio cómo un egipcio golpeaba a un hebreo, así que miró a uno y otro lado y, al no ver a nadie, mató al egipcio y lo escondió en la arena. Al día siguiente salió y vio a dos hebreos peleando.
—¿Por qué golpeas a tu compañero? —le preguntó al culpable.
—¿Y quién te nombró a ti gobernante y juez sobre nosotros? —le respondió—. ¿Acaso piensas matarme como mataste al egipcio?
Moisés sintió miedo, y pensó: “¡Ya se sabe lo que hice!”
Cuando el faraón se enteró de lo sucedido, trató de matar a Moisés, pero Moisés huyó del faraón y se fue a vivir a la tierra de Madián.
Éxodo 2:11–15 NVI.
Aquí vemos otro giro importante en la historia de Moisés.
1. Moisés toma la justicia en sus propias manos
A pesar de haber sido criado en la corte del faraón, Moisés nunca perdió su identidad hebrea. Cuando vio la injusticia, actuó por impulso, sin consultar a Dios, y mató al egipcio. Esta acción, aunque motivada por el deseo de proteger, no fue dirigida por Dios, y trajo consecuencias graves.
Esto es un ejemplo clásico de usar los métodos del mundo para cumplir lo que creemos que es la voluntad de Dios. Moisés deseaba hacer justicia, pero eligió un camino de violencia. No actuó según el método de Dios (verdad, amor, libertad), sino según el método de Satanás (fuerza, miedo, eliminación del enemigo).
2. Falta de reconocimiento entre los suyos
Cuando al día siguiente intentó intervenir en una pelea entre dos hebreos, fue rechazado:
“¿Quién te ha puesto por príncipe o juez sobre nosotros?”
Esto muestra que el pueblo aún no lo veía como libertador. No estaban listos para ser liberados. No lo respetaban ni confiaban en él. ¿Y por qué habrían de hacerlo, si su liderazgo se mostraba de forma violenta?
Esto nos enseña que el plan de Dios no puede cumplirse por métodos humanos. El carácter del libertador debe estar en armonía con la misión divina. Dios no solo necesitaba sacar a Israel de Egipto, sino también sacar el Egipto del corazón de Moisés.
3. La consecuencia natural: huida y exilio
Moisés, temeroso, huye a Madián. Este no fue solo un escape físico, sino también el inicio de un proceso de desaprendizaje. Durante los próximos 40 años, Moisés sería entrenado por Dios, no en palacios, sino en el desierto —el mismo lugar donde algún día guiaría al pueblo.
Dios no lo descartó por haber fallado. En cambio, le dio tiempo para crecer, madurar, sanar y aprender a confiar en métodos divinos.
JUEVES
Leamos Éxodo 2:16–25:
El sacerdote de Madián tenía siete hijas, las cuales fueron al pozo a sacar agua para llenar los bebederos y dar de beber a las ovejas de su padre. Pero llegaron unos pastores y las echaron. Entonces Moisés se levantó y las defendió, y dio de beber a sus ovejas.
Cuando las muchachas volvieron a casa de Reuel, su padre, él les preguntó:
—¿Por qué volvieron tan pronto hoy?
—Un egipcio nos defendió de los pastores —respondieron—; además, nos sacó agua y dio de beber a las ovejas.
—¿Y dónde está? —les preguntó el padre—. ¿Por qué lo dejaron solo? ¡Vayan a invitarlo a comer!
Moisés aceptó quedarse a vivir con aquel hombre, quien le dio por esposa a su hija Séfora. Ella tuvo un hijo, y Moisés le puso por nombre Guersón, pues dijo: “Soy un extranjero en tierra extraña.”
Mucho tiempo después murió el rey de Egipto. Los israelitas gemían a causa de su esclavitud y clamaban pidiendo ayuda. Su clamor llegó hasta Dios, quien escuchó sus quejas y se acordó del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob. Dios miró a los israelitas y los tomó en cuenta.
Éxodo 2:16–25 NVI.
1. Moisés comienza una nueva vida como extranjero
Moisés pasa de príncipe de Egipto a pastor en tierra extraña. Ya no tiene poder, ni palacio, ni ejército. Tiene una familia, un rebaño y un proceso interno de transformación. Su primer hijo se llama Guersón (“extranjero”), lo que refleja su sentimiento de desarraigo, de vivir fuera del propósito, de exilio interior.
Pero Dios está obrando. Este tiempo de humildad es necesario para despojar a Moisés del orgullo, de la impulsividad, de la mentalidad egipcia, y prepararlo como líder conforme al corazón de Dios.
2. Dios escucha el clamor de Su pueblo
Mientras Moisés se adapta a una vida sencilla, el sufrimiento en Egipto continúa. El texto dice que Dios “oyó” y “se acordó” del pacto. ¿Significa eso que antes no estaba escuchando ni recordando?
No. Es un lenguaje humano para describir el momento en que Dios decide intervenir activamente. Él siempre estuvo atento, pero ahora el tiempo profético está maduro, el opresor ha cruzado límites intolerables, y el pueblo ha llegado a un punto en que están listos para clamar y responder a la liberación.
3. El carácter de Dios
El pasaje termina con esta frase:
“Dios los miró y los tomó en cuenta.”
Esto revela el corazón de Dios. No es un ser lejano o indiferente. Él ve, escucha, siente y actúa. No actúa por presión, ni por obligación, sino por amor, por fidelidad, por Su pacto —que es Su compromiso eterno de sanar y restaurar a la humanidad.
VIERNES
Lee la siguiente cita:
“¿A quién Dios podría confiar la dirección de una gran obra, tan importante como sacar a Su pueblo de Egipto? Moisés pensó que podía realizar la tarea con éxito. Pensó que podía tomar la justicia en sus propias manos. Mató a un egipcio que estaba golpeando a un israelita. Como resultado, tuvo que huir. Durante años fue un pastor en la tierra de Madián. Esta experiencia le enseñó a depender de Dios. Le enseñó humildad y desconfianza en sí mismo. Lo preparó para la gran obra que Dios le iba a confiar.”
Guía de Estudio de la Escuela Sabática, 3er Trimestre 2025, Éxodo, p. 11.
Esta es una afirmación sólida, que coincide con lo que analizamos: Dios no solo necesitaba liberar a Israel, sino también preparar al libertador.
¿Cómo lo hizo?
- No con castigos o humillación impuesta.
- No con aislamiento o maltrato.
- Sino mediante una nueva vida en el desierto, con una familia, un rebaño, y una dependencia diaria de Dios.
Dios permitió que Moisés experimentara el fracaso para desaprender los métodos humanos y comenzar a practicar los métodos divinos: paciencia, servicio, escucha, humildad, confianza en Dios.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR EN GRUPO
- ¿Cómo explica esta historia que los caminos de Dios no son nuestros caminos?
- ¿Qué aprendemos de cómo Él obra a través de procesos largos, aparentemente lentos, para cumplir propósitos eternos?
- ¿De qué formas podemos ver a Dios obrando hoy, mientras las personas sufren opresión?
- ¿Cómo podemos ser parte de Su obra en favor de los que sufren?
- ¿Qué podemos aprender de la respuesta de las parteras al mandato del faraón?
- ¿Cuándo es correcto desobedecer leyes humanas? ¿Cómo discernimos la línea entre obedecer a Dios y respetar las autoridades civiles?
- ¿Qué nos enseña esta historia sobre el carácter de Dios?
- ¿Es un Dios que castiga, o un Dios que redime?
- ¿Qué imagen de Dios emerge de toda esta narrativa?
- ¿Qué evidencia ves en tu vida de que Dios está preparándote para algo más grande?
- ¿Hay experiencias difíciles que hoy ves como parte de un entrenamiento divino para un propósito mayor?