¡Dios con nosotros—para siempre!

God With Us—Forever! – Come And Reason Ministries

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16 RVR1960, énfasis añadido).

Dios no le prestó a Jesús a la humanidad. Jesús no simplemente apareció como un ser humano, como aquella vez que visitó a Abraham (Génesis 18:16-17). ¡El Hijo de Dios se hizo humano!

Su nombre será llamado “‘Emanuel’, que significa: ‘Dios con nosotros’” (Mateo 1:23 NVI84).

Dios descendió del cielo para estar con nosotros, no solo por 33 años, sino que Jesús, Dios el Hijo, ¡estará con nosotros por toda la eternidad!

“Por eso, al entrar en el mundo, Cristo dijo: ‘A ti no te complacen sacrificios ni ofrendas; en su lugar, me preparaste un cuerpo’” (Hebreos 10:5 NVI84).

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz” (Isaías 9:6 RVR1960, énfasis añadido).

Dios nos dio a Su Hijo para que se convirtiera en un verdadero ser humano, con carne y sangre humanas; “también Él compartió nuestra humanidad” (Hebreos 2:14 NVI84). Y Jesús retiene Su humanidad por toda la eternidad futura, para que sepamos que Dios está con nosotros, que Dios está a nuestro favor, que Dios no se avergüenza de nosotros:

“Tanto el que santifica como los que son santificados tienen un mismo origen. Por eso no se avergüenza Jesús de llamarlos hermanos” (Hebreos 2:11 NVI84, énfasis añadido).

Por toda la eternidad futura, nosotros, pecadores salvados por gracia, no seremos ciudadanos de segunda clase en el cielo; no seremos vistos como criminales en libertad condicional. Por el sacrificio de Jesús, por Su hecho de convertirse en un verdadero ser humano, nuestra especie está más cerca de Dios que si Adán no hubiese pecado. Por medio de Jesús, la humanidad es elevada y exaltada a una posición más alta y a una relación más cercana con Dios de la que Adán en su inocencia jamás habría conocido. Jesús, Dios el Hijo, es ahora plenamente humano, y por medio de Él, un ser humano ahora reina en lo alto, un ser humano ahora se sienta en el trono, un ser humano ahora gobierna el cosmos (Isaías 9:6); ¡y este asombroso Dios de amor no se avergüenza de ser parte de nuestra familia!

Y por medio de Jesús, quien no solo es el Hijo de Dios, sino también el Hijo del Hombre—el descendiente de Adán, un miembro de nuestra familia humana—en este planeta, donde Satanás plantó su bandera, donde el maligno usurpó el dominio de Adán, donde el pecado y el mal han florecido, desfigurando y oscureciendo la belleza de la creación de Dios, el único lugar en el universo donde el pecado ha abundado—¡la gracia de Dios sobreabunda aún más! Porque Jesús no solo se hizo humano, no solo venció a Satanás, no solo redimió a la humanidad, ¡sino que también trasladará la capital del gobierno de Dios a la Tierra y por toda la eternidad futura reinará desde este planeta! (Apocalipsis 21:2-3).

¡Queda asombrado, maravíllate, deja que tu corazón se humille en adoración y amor, porque nuestro Dios Creador no se avergüenza de nosotros y nunca se avergonzará de nosotros! Nos ama y solo anhela sanarnos de todo pecado, todo defecto, todo dolor y toda herida. Anhela quitar todo temor, limpiarnos de toda culpa, vergüenza y pecado; remover toda carencia; y restaurarnos a la semejanza de Cristo en todo aspecto.

¡Dios está con nosotros!

“Porque a los que Dios conoció de antemano” que recibirían Su amor y abrirían sus corazones a Él con confianza, “también los predestinó para que fueran hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. … ¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está a nuestro favor, ¿quién puede estar en contra nuestra? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con Él, todas las cosas? … ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la espada? … No, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa en toda la creación, podrá separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús nuestro Señor” (Romanos 8:29–39 NVI84, énfasis añadido).

¡Regocíjense, oh cielos! ¡Maravíllate, oh Tierra, porque Dios está con nosotros—y nosotros podemos elegir estar con Él!