Capítulo 1
De parte de tu pastor y maestro,
A la señora escogida y a sus hijos, a quienes amo en la verdad—y no solo yo, sino todos los que aman la verdad acerca de Dios—porque esta verdad sobre Dios se ha vuelto una parte permanente de nuestro carácter:
Que Dios el Padre y Jesús—el Hijo del Padre—derramen libremente sobre nosotros todos los recursos del cielo para nuestro bien:
Que la gracia, la misericordia y la paz sean nuestras en la verdad y el amor.
Me ha llenado de alegría encontrar que algunos de tus hijos caminan en la verdad de los métodos y principios de Dios, tal como el Padre nos indicó. Y ahora, querida señora, no te escribo con una nueva indicación, sino con una que es eterna y que nace del corazón de Dios, y que es el código fundamental sobre el cual toda la vida fue diseñada para funcionar: que nos amemos unos a otros. Y esto es el amor: que vivamos nuestras vidas en armonía con sus métodos y principios, tal como él nos enseñó. Sus métodos son los mismos ahora que cuando creó el universo—los mismos que oíste desde el principio—que amemos a los demás completamente, libremente y constantemente.
Porque muchos mentirosos y engañadores han salido al mundo; niegan que Jesucristo, el Hijo de Dios, realmente vino a la tierra como un ser humano real—con carne y sangre—igual que nosotros. Reconócelos por lo que son: engañadores y enemigos de Cristo. Tené cuidado de no dejarte engañar por ellos y perder lo que ya has logrado, porque quiero que recibas tu recompensa completa.
Cualquiera que se desconecta de Cristo y comienza a predicar sus propias ideas en lugar de la verdad que trajo Cristo, no está en unidad con Dios; pero quien continúa enseñando la verdad—que Jesús es una expresión exacta del Padre y que se hizo verdaderamente humano como nosotros—está en unidad y en amistad tanto con el Padre como con el Hijo.
Si te encontrás con alguien decidido a presentar un evangelio falso—que quiere engañar—no te relaciones con esa persona ni apoyes su ministerio de ninguna manera. Porque al darle una plataforma, o al apoyar a esa persona o su obra, parecés estar de acuerdo con sus ideas, y por lo tanto estarías participando en su obra maligna de difundir mentiras sobre Dios.
Tengo mucho más que decirte, pero no quiero escribirlo con tinta y papel. ¡No! Anhelo verte y hablar con vos cara a cara, para que podamos alegrarnos juntos en el amor de Dios.
Los hijos de tu hermana te envían un afectuoso saludo.