Knowing Jesus and His Word – Come And Reason Ministries
¿Existe una diferencia entre conocer a Jesús y Su Palabra y conocer la Biblia o la teología/doctrinas de tu iglesia?
Jesús dijo a los líderes religiosos de Su tiempo:
“Escudriñáis las Escrituras, porque pensáis que en ellas tenéis vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” (Juan 5:39, RVR).
¿Acaso estos líderes religiosos tenían dificultades porque descuidaban el estudio de la Biblia, eligiendo en su lugar pasar tiempo con novelas, videojuegos o televisión?
De hecho, si no solo eran estudiosos fieles de la Biblia, sino también asistentes fieles a la iglesia y pagadores del diezmo, ¿cuál era su problema?
¿Es posible que hoy haya personas que lean fielmente la Biblia, escudriñen diligentemente las Escrituras, asistan fielmente a la iglesia y paguen el diezmo, pero que no lleguen a conocer a Jesús ni Su Palabra?
Jesús dijo que sería así:
“No todo el que me dice: ‘Señor, Señor’, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios y en tu nombre hicimos muchos milagros?’ Entonces les declararé: ‘Jamás los conocí; ¡apártense de mí, hacedores de maldad!’” (Mateo 7:21–23, NVI, énfasis añadido).
¿Cómo es posible esto? ¿Cómo es posible que personas sean estudiantes fieles de la Biblia, afirmen que Jesús es su Salvador, trabajen activamente en el ministerio… y aun así sean hacedores de maldad?
Porque su fe, su creencia, su compromiso y su lectura de la Biblia están procesados a través de mentiras; han rechazado la verdad de quién es Jesús y han preferido un Cristo falso en su lugar. Rechazan la verdad de Dios como Creador y prefieren un dios que se parece a ellos en carácter, un dios que crea reglas y usa el poder para castigar a quienes las infringen. Así, adoran a una criatura en lugar del Creador, mientras usan las palabras de Jesús pero practican los métodos de Satanás.
Estos hacedores de maldad, que afirman ser seguidores de Jesús, en realidad no entienden, abrazan ni aplican los métodos de Dios, la Palabra de Dios, a pesar de estudiar la Biblia. ¿Por qué? Porque no entienden lo que es la Palabra de Dios.
El significado de la Palabra
¿Es la “Palabra de Dios” simplemente un conjunto de palabras?
¿Está el poder en las palabras?
¿Necesitamos tener las palabras correctas para experimentar el poder de Dios o conocerlo?
¿Debemos orar con las palabras adecuadas, en el nombre de Jesús (¿o quizá incluso “Josué” o “Yeshúa”)?
Si creemos que el poder está en las palabras, ¿no entramos entonces en superstición, brujería o hechicería, buscando la fórmula verbal correcta en lugar del espíritu correcto?
¿Está el poder de Dios en las palabras habladas, o en el significado de esas palabras?
El apóstol Pablo escribió:
“No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para la salvación de todo aquel que cree” (Romanos 1:16, NVI).
¿Se refería a la palabra “evangelio” —que hay poder en la palabra misma— o al concepto, la verdad, el significado que esa palabra intenta transmitir?
¿Y si usamos la palabra “evangelio” pero entendemos algo diferente de lo que Pablo quería decir—sigue teniendo poder nuestro evangelio?
Cuando consideramos la Biblia, entendiendo que es la Palabra de Dios inspirada, ¿está el poder en las palabras que contiene, o en las verdades y significados que provienen de Dios y nos reconectan con Él, quien es la fuente de toda verdad y poder?
Satanás sabe que si somos reconciliados con Dios, si abrimos nuestros corazones a la verdad de Dios, sus mentiras son desplazadas y somos ganados de vuelta a la confianza y a experimentar el poder del Espíritu Santo. Por lo tanto, Satanás, el padre de la mentira, el maestro de la desinformación, el director del engaño, busca usar las mismas palabras de Dios pero cambiar su significado, e introducir así mentiras en nuestra mente que nos corten de Dios.
De eso se trata la hechicería. Los hechiceros son personas que buscan tener poder sobre la mente de otros por diversos medios, pero el objetivo es el mismo: separar corazones y mentes de Dios y obtener control sobre las personas. En tiempos antiguos, los hechiceros usaban alucinógenos, las famosas pócimas de bruja, para volver a la gente más susceptible al control mental. Hoy, además de químicos, se usa la propaganda, que incluye el cambio del significado de las palabras para crear confusión y evitar que las personas distingan la realidad de la fantasía, impidiéndoles discernir la verdad de la mentira, el bien del mal. (Para más información, ver nuestro blog: El ataque a tu mente por los hechiceros modernos).
La Biblia es nuestra fuente de verdad dada por Dios, tanto para guiarnos a la verdad como para protegernos del engaño. Por eso es importante saber cómo beneficiarnos de ella, para no ser como esos estudiantes de la Biblia que Jesús llamó hacedores de maldad.
¿Son las palabras de la Biblia inspiradas? ¿O fueron inspirados los profetas con la verdad y luego ellos eligieron las palabras para transmitir esa verdad? Si es lo segundo, entonces el poder no está en las palabras, sino en las ideas, el significado, la verdad contenida en la Biblia.
¿Reconocemos que las palabras no son la realidad en sí? Son símbolos usados para comunicar conceptos, y esos conceptos pueden ser verdaderos o falsos. Así, nuevamente, el poder no está en las palabras, sino en la verdad que transmiten.
Por ejemplo, al ver las letras Á-R-B-O-L formando la palabra “árbol”, no estás viendo una planta, sino una representación simbólica. No podés obtener nutrición leyendo las palabras “manzanas”, “nueces” o “paltas”. Las palabras no son la realidad ni brindan poder vital. Para beneficiarte del alimento, tenés que comerlo.
De la misma forma, las palabras “verdad”, “amor”, “justicia”, “Dios” y “Jesús” no contienen poder vital. Son símbolos de realidades. Para beneficiarse, uno debe participar de la realidad que representan.
Imaginá el hambre, sufrimiento y muerte que podrías causar si haces creer a la gente que la salud proviene de reunirse a leer sobre comida y cantar canciones sobre comida… pero nunca comen. O si comen, reemplazan frutas reales por frutas de cera.
¡Este era el problema con los judíos en tiempos de Cristo! Leían las palabras de las Escrituras pero no comprendían su significado. Reemplazaron el verdadero significado con falsedades, y así interiorizaron las palabras sin su poder, porque asimilaron mentiras; las palabras tenían un significado distorsionado.
Esto ha ocurrido en el cristianismo cada vez que se reemplaza la verdad de que la ley de Dios es ley de diseño por la mentira de que funciona como las leyes humanas. Leemos las Escrituras pero fallamos en comprender la verdad que deben transmitir, terminando con una forma de piedad, pero sin poder. Solo al regresar a la verdad, internalizando el verdadero significado de las palabras, podemos experimentar el poder de Dios. La verdad realmente nos hace libres (Juan 8:32).
Poder y Verdad Reales
Comprendiendo todo esto, vemos que no hay poder en las sílabas ni en las palabras, sino en la verdad, en el significado que esas palabras transmiten. Por eso, no solo está bien, sino que es necesario traducir palabras del griego, arameo y hebreo a idiomas como el inglés, español, alemán, etc., si queremos llevar la Palabra de Dios a todos—siempre que se transmita el significado correcto en la traducción. Es la verdad lo que está inspirado por Dios y contiene el poder, no las palabras.
Entonces, ¿qué es la Palabra de Dios? Ante todo, es Jesús—Jesús es la Palabra hecha carne (Juan 1:1, 14)—es la verdad que proviene de Dios. Y la Biblia contiene verdad divina. Estas verdades fueron reveladas por Dios a los escritores, quienes luego eligieron palabras para transmitirlas. Si queremos conocer la Palabra de Dios, debemos ir más allá de las sílabas y buscar las verdades divinas, el verdadero significado contenido en los relatos y eventos.
Y para eso, debemos incorporar e integrar toda la verdad que Dios nos revela. Lo que Come and Reason llama el Enfoque Integrado Basado en Evidencias, que busca armonizar todos los hilos de evidencia que Dios nos ha dado. Dios revela verdad en la Escritura, así que siempre debemos incluir la Biblia (2 Timoteo 3:16).
Pero la Escritura también enseña que Dios revela verdad en otros dos hilos de evidencia, también basados en la realidad, que nos ayudan a comprender la verdad detrás de las palabras:
La ciencia y la naturaleza son el segundo hilo. Como escribió Pablo:
“Desde la creación del mundo, las cualidades invisibles de Dios —su eterno poder y su naturaleza divina— se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa” (Romanos 1:20, NVI).
Dios, el Creador, escribió Sus leyes de diseño en el cosmos. Este planeta y toda la vida se basan en esas leyes de diseño. Como escribió el salmista: “Los cielos cuentan la gloria de Dios” (Salmo 19:1, NVI).
Si queremos conocer la verdad basada en la realidad, nuestra comprensión de la Escritura debe armonizar con las leyes sobre las que se basa la vida.
Y el tercer hilo de evidencia que Dios nos dio es la experiencia. Dios nos invita: “Prueben y vean que el Señor es bueno” (Salmo 34:8, NVI).
No se trata solo de escuchar las palabras de la Escritura o comprender las leyes naturales; debemos experimentar la verdad, participar de ella y experimentar las bendiciones, la presencia de Dios, la paz, la salud y la felicidad que siempre resultan de estar en armonía con Dios y Su ley de amor viviente.
Nuestra comprensión de la realidad debe armonizar la verdad de las Escrituras con la verdad de las leyes que sustentan el cosmos, y debemos experimentar en nuestra vida cómo funciona realmente la realidad.
El problema de los “hacedores de maldad” es que abrazan la Escritura pero no la verdad. Separan la Escritura de la realidad objetiva, de las leyes de diseño de Dios y de cómo funciona la vida, y así leen la Biblia desde una perspectiva fantástica, bajo el lente del derecho romano, la ley humana, la imposición, el imperialismo y doctrinas que enseñan un dios castigador que en realidad se parece a Satanás.
Nuestro mensaje es un llamado a dejar los sistemas de creencia del dios imperial/dictador y regresar a adorar a nuestro Creador, el Dios que diseñó y sostiene la realidad, cuyas leyes son los protocolos sobre los que opera el universo, y a conocer esa verdad por experiencia: conocer a Jesús, la Palabra viva, la realidad de quién es Él, Sus métodos, diseños y Su ley viviente. ¡Nuestro Dios es real, y Su Palabra es la realidad misma!
