Ellen G. White and the Gut-Brain Connection – Come And Reason Ministries
Recientemente, escuché una presentación grabada en la que el orador leyó la siguiente cita de Elena G. White, una de las fundadoras de la Iglesia Adventista del Séptimo Día:
«Si se le llama a asistir a una reunión de junta, pregúntese si sus facultades perceptivas están en condiciones adecuadas para sopesar la evidencia. Si no está en condiciones adecuadas, si su cerebro está confuso, no tiene derecho a participar en la reunión. ¿Es usted díscolo? ¿Es su temperamento dulce y fragante, o es tan perturbado y desagradable que se verá obligado a tomar decisiones apresuradas? ¿Siente como si quisiera pelear con alguien? Entonces no vaya a la reunión; porque si va, seguramente deshonrará a Dios. Tome un hacha y corte leña, o realice algún ejercicio físico hasta que su espíritu esté apacible y fácil de ser persuadido. Tan seguro como que su estómago está creando una perturbación en su cerebro, sus palabras crearán una perturbación en la asamblea. Los órganos digestivos perturbados causan más problemas de lo que muchos creen» (El Ministerio Médico , p. 295, escrito en 1900).
Mi primera reacción fue que era una sabiduría increíble. También reconocí que, en ocasiones anteriores, me habría beneficiado leer esto antes y aplicarlo, pues he asistido a reuniones en las que habría sido más prudente quedarme en casa. Afortunadamente, por la gracia de Dios, he aprendido a buscar un carácter dulce, tranquilo, y amable, al asistir a las reuniones; me he dado cuenta de que, cuando es probable que me enfrente a un desacuerdo serio en una reunión, más necesito preparar mi mente y mi corazón antes de ir.
Pero la idea de que el estómago y otros órganos digestivos pudieran estar afectando la función del cerebro realmente me impactó. Que una persona no médica en el año 1900 pudiera conectar la función digestiva con la función cerebral es algo increíble, ya que solo recientemente la ciencia médica descubrió la conexión intestino-cerebro, y el enorme impacto que tiene el microbioma del intestino en la función cerebral.
El sistema gastrointestinal (SGI) del adulto contiene una comunidad diversa de diversos microorganismos (de 1 a 2 kilogramos de bacterias), y los alimentos que consumimos influyen directamente en qué organismos prosperan y cuáles no. Los organismos que viven en nuestro intestino producen diversos subproductos de su metabolismo que repercuten en nuestra salud y pueden interactuar con nuestra fisiología, produciendo efectos positivos o negativos.
Las bacterias saludables mejoran el revestimiento intestinal, reduciendo la inflamación, mientras que las bacterias dañinas contribuyen al intestino permeable y al aumento de la inflamación, lo cual contribuye a diversos problemas de salud. Las bacterias saludables producen neurotransmisores cerebrales como el GABA (ácido gamma-aminobutírico), la serotonina, y otros compuestos psicoactivos que llegan al cerebro y mejoran nuestro estado de ánimo y resiliencia, mientras que las bacterias dañinas no lo hacen. Los voluntarios que recibieron Lactobacillus helveticus R0052 más B longum durante 30 días, reportaron niveles de estrés significativamente más bajos que quienes recibieron un placebo. Y 124 voluntarios (edad media: 61,8 años) que consumieron yogur con probióticos durante tres semanas, experimentaron una mejora significativa del estado de ánimo en comparación con quienes recibieron un placebo.
Cuatro estudios con 36,556 adultos revelaron que seguir una dieta mediterránea reducía el riesgo de depresión en un 33%, en comparación con quienes seguían una dieta estadounidense normal. Por otro lado, una dieta proinflamatoria rica en grasas, azúcares, y alimentos procesados, se relacionó con un mayor riesgo de depresión.
A medida que aumentamos de peso y nuestro IMC aumenta, las bacterias saludables Bacteroidetes disminuyen, y esto se asocia con mayores tasas de depresión.
El estrés mental activa la respuesta inmunitaria del cuerpo, aumentando las citocinas inflamatorias. Esto ocurre porque el cuerpo percibe, a partir del estrés mental, posibles amenazas externas, como ocurriría ante un ataque de oso, y activa el sistema inmunitario para proteger a la persona de invasores bacterianos o virales, de la misma manera que si fuera agredida físicamente y tuviera mordeduras o garras. El cuerpo no distingue entre amenazas emocionales/mentales y amenazas del mundo real, como un oso enfadado, y, por lo tanto, responde con la misma respuesta inmunitaria.
Los factores inflamatorios crecientes tienen como objetivo proteger si uno tiene bacterias o virus invasores, pero como el aumento se debe al estrés mental, estos factores inflamatorios en cambio causan problemas al cuerpo, como resistencia a la insulina, aumentando el riesgo de diabetes tipo II, obesidad, hipercolesterolemia y otros problemas metabólicos.
El estrés mental crónico, que envía la señal de amenaza al cuerpo, lo pone en modo de emergencia. Esto no solo activa el sistema inmunitario, aumentando los factores inflamatorios, sino que también aumenta la permeabilidad intestinal, lo que, en momentos de amenaza real y lesión, mejora la absorción de agua y sodio. Sin embargo, si esto no se soluciona reduciendo el estrés mental, y la señal de amenaza que llega al cuerpo, puede provocar un síndrome del intestino permeable, y un aumento de endotoxinas en el torrente sanguíneo, lo que aumenta aún más la inflamación, y esta inflamación se transmite al cerebro, lo que contribuye a otros problemas de salud mental, como la depresión y un mayor riesgo de demencia por Alzheimer.
Las bacterias intestinales saludables pueden ayudar a mejorar la barrera epitelial intestinal, y los estudios muestran que los prebióticos y probióticos ayudan a lograr esto, con la consiguiente disminución de la inflamación en el cuerpo, y una mejora del estado de ánimo en personas que sufren depresión.
Un estudio de 2023 que comparó diversas dietas y estados de ánimo reveló que una dieta basada en plantas se asociaba con un estado de ánimo positivo. Esto probablemente se deba a una combinación de factores que incluyen la reducción de la inflamación causada por los alimentos, la mejora de las bacterias intestinales, y los neurotransmisores que liberan, la mejora de la salud intestinal con un mejor revestimiento intestinal y la reducción del síndrome del intestino permeable, lo que a su vez disminuye la inflamación y, por consiguiente, la mejora de la salud metabólica y la reducción de la obesidad.
Aunque parezca increíble, el consejo dado hace más de 100 años no solo es sabio, sino también científicamente preciso. Los animo a elegir vivir en armonía con las leyes de la salud, y a elegir alimentos saludables; así mejorarán su salud general, y probablemente también su salud mental y emocional.
