Adicción: la participación compulsiva en una conducta que produce una recompensa a corto plazo pero destrucción a largo plazo”.
No importa la adicción que te brinde placer a corto plazo —ya sea alcohol, drogas, sexo, juegos de azar, compras, etc.—, si no la superas, te atrapará, y te destruirá por completo. ¡La buena noticia es que Dios puede guiarte a una libertad verdadera y duradera!
Aunque los programas de rehabilitación de 12 pasos suelen presentarse de forma genérica, en realidad se basan en el camino cristiano. No están diseñados simplemente para acabar con tu adicción, sino para sanar tu corazón de las heridas emocionales que te llevaron a automedicarte en primer lugar.
Entonces, ya sea que ya estés en tratamiento o recién estés comenzando un viaje hacia la libertad, aquí hay 12 pasos que puedes seguir para ser libre…
Paso 1: Admite que eres impotente ante tu adicción
Todos debemos reconocer nuestra incapacidad para sanarnos, que nuestras vidas se han vuelto ingobernables, y que necesitamos un Salvador. «No son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Marcos 2:17).
Paso 2: Cree que Dios puede devolverte la cordura
Dios se dedica a salvar, no a condenar, ¡y puede sanarte! «Dios no envió a su Hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo por medio de él» (Juan 3:17).
Paso 3: Toma la decisión de entregar tu vida al cuidado de Dios
Elige abrir tu corazón a Dios, y deja que su poder te transforme y sane desde dentro. «Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les haré descansar. Aprendan de mí… y hallarán descanso para sus almas» (Mateo 11:28-30).
Paso 4: Haz un inventario moral profundo y sin miedo de ti mismo
Deja de huir de la verdad de que estás quebrantado. Es la única manera de experimentar sanidad. «Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame, y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno» (Salmo 139:23, 24).
Paso 5: Admite ante Dios, ante ti mismo y ante los demás la naturaleza exacta de tus errores
Al confesar tus errores, y experimentar el amor y la aceptación de Dios y de los demás, la vergüenza se reemplaza con un amor que te empodera para sanar. «Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados» (Santiago 5:16).
Paso 6: Esté preparado para que Dios elimine todos sus defectos de carácter
Si de verdad quieres libertad, deja tu adicción con sinceridad. Dios no puede eliminar aquello a lo que nos aferramos. «Esparciré sobre ustedes agua limpia, y quedarán limpios; los limpiaré de todas sus impurezas. […] Les daré un corazón nuevo, y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes» (Ezequiel 36:25-27).
Paso 7: Pídele humildemente a Dios que elimine tus defectos
Reconoce a diario que eres incapaz de cambiar tu corazón, y acude a Dios en busca de su presencia transformadora. «Lávame de mi iniquidad, y límpiame de mi pecado» (Salmo 51:2).
Paso 8: Haz una lista de aquellos a quienes has dañado y estés dispuesto a enmendar el daño.
Un verdadero cambio de corazón te ayudará a reemplazar el miedo y el egocentrismo con amor hacia los demás, y a reemplazar el autoengaño con veracidad.
Paso 9: Repara directamente el daño causado a dichas personas siempre que sea posible, excepto cuando hacerlo pudiera perjudicarlas a ellas o a otros.
Los pasos ocho y nueve te ayudarán a aplicar nuevos métodos y principios en tu vida: pensar en el bienestar de los demás en lugar de en el tuyo propio. Al hacerlo, avanzarás en el plan sanador de Dios. «Si presentas una ofrenda al altar… [primero] ve y reconcíliate con tu hermano; luego ven y presenta tu ofrenda» (Mateo 5:23, 24).
Paso 10: Continúa haciendo tu inventario personal y admite rápidamente las faltas
Haz todo lo posible por evitar que los nuevos errores se conviertan en hábitos. Examínate a la luz del diseño de Dios para la salud y aplícalo a diario. «No se limiten a escuchar la palabra, sino que la practiquen. … El que mira atentamente en la ley perfecta que da la libertad, no olvidando lo que ha oído, sino poniéndolo por obra, será bienaventurado» (Santiago 1:22, 25).
Paso 11: Busca a través de la oración mejorar el contacto consciente con Dios, pidiendo únicamente el conocimiento de Su voluntad para ti, y el poder para llevarla a cabo.
Cultiva tu relación con Dios practicando hábitos saludables a diario. «Pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo, puedan mantenerse firmes. … Manténganse firmes, ceñidos con el cinturón de la verdad, con la coraza de justicia, y con los pies calzados con el apresto que proviene del evangelio de la paz. Además, tomen el escudo de la fe, el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. Oren en el Espíritu en toda ocasión con toda clase de oraciones y súplicas» (Efesios 6:13-18).
Paso 12: Habiendo obtenido un despertar espiritual como resultado de estos pasos, lleva este mensaje a los adictos, y practica estos principios en todos tus asuntos.
Permite que el amor de Dios fluya a través de ti hacia los demás: ¡cuanto más das, más recibes! «¡Paz a ustedes! Como me envió el Padre, así también yo los envío» (Juan 20:21). La Biblia dice que «llevemos cautivo todo pensamiento a Jesucristo» (2 Corintios 10:5). La ciencia ha revelado que, aunque evites comportamientos dañinos, si los realizas en tu imaginación, se activan los mismos circuitos neuronales que cuando los llevas a cabo. Esto significa que si continúas practicando la adicción en tu mente, tu cerebro no se reconfigurará, tu carácter no cambiará, y nunca experimentarás la liberación de la adicción.
Sin embargo, cuando cambias no solo tu comportamiento, sino también tu manera de pensar, con el tiempo tu cerebro se reconfigurará, y lo que antes te resultaba placentero, con el tiempo, se volverá repulsivo. ¡Esta es la libertad que trae la unidad con Cristo!
