Fue sólo después de mucha oración y meditación que decidí escribir este libro. Durante varias semanas, las palabras del apóstol Pablo a los Colosenses se repetían en mi mente: «Nadie os engañe [os prive] de vuestro premio, sometiéndoos a la humildad y al culto de los ángeles» (Col. 2:18).
Sí, los enemigos de Jesús, Satanás y sus ángeles caídos, están de nuevo en acción en estos tiempos, engañando y poniendo bajo su control a un buen número de personas que guardan los mandamientos de Dios. De hecho, dos hermanas, adventistas de cuarta generación, están actualmente encarceladas en una prisión de mujeres en Óregon como resultado de ángeles que supuestamente vinieron del trono de la gracia de Dios y las llevaron a matar a dos personas con un revólver calibre 38. Además de esto, algunos amigos me han llamado la atención sobre apariciones similares de ángeles en otras partes del mundo, junto con la urgente sugerencia de que debería escribir un libro para alertar al pueblo de Dios sobre el gran peligro que enfrenta. Pero un factor abrumador hizo que me fuera imposible negarme.
Al pensar en ese gran día en el que Dios traerá la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén, a la tierra, y en cómo después de que haya tenido lugar la segunda resurrección, los redimidos estarán de pie sobre los muros de la ciudad mirando hacia los perdidos, ¡qué sorpresa sería para mí oír a alguien gritar: «Roger Morneau, cobarde, mírame. Estoy en esta situación desesperada porque mantuviste la boca cerrada, y te negaste a escribir un libro que me hubiera alertado a mí y a otros sobre el hecho de que Satanás estaba decidido a privarnos de nuestra recompensa eterna mediante el engaño. Deberías estar aquí con nosotros, Roger».
Por la gracia de Dios dispensada tan preciosamente por Su Espíritu Santo, este libro tan necesario está aquí para que lo lea. Dios los bendiga.