15. Esperanza para los Cambistas

Esperanza para los Desanimados

“Cuando ya se acercaba la Pascua de los judíos, Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los que cambiaban dinero sentados allí. Entonces hizo un látigo de cuerdas, y los echó a todos del templo, junto con sus ovejas y bueyes. Desparramó las monedas de los cambistas y volcó las mesas. A los que vendían palomas les dijo: ‘¡Saquen esto de aquí! ¡Cómo se atreven a convertir la casa de mi Padre en un mercado!’”
—Juan 2:13–17

Un mercado es un lugar donde recibes lo que te has ganado, y te has ganado lo que recibes. Un mercado es el lugar equivocado para una iglesia, porque una iglesia siempre debe ser una tienda de “regalos”, no del tipo donde se compran regalos, sino donde se reciben regalos.

A primera vista, podría parecer que Jesús limpió el templo principalmente para sacar a los ladrones. Pero la verdad es que Él limpió el templo para que pudieran entrar los pobres, los enfermos, los cojos, los ciegos y los desanimados. Eran personas que habían llegado a creer que uno se gana el cielo con esfuerzo —la idea de que compras ovejas y compras palomas, cuando el Cordero es gratis, y también la Paloma. La gente no sólo estaba robando dinero, también estaban robándole la gloria a Dios.

Pero nota que las multitudes se acercaron, en lugar de huir junto con los cambistas, los sacerdotes y los rabinos. La confusión del mercado fue reemplazada por sonidos de alabanza y adoración.

“Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó.”
—Mateo 21:14