PAPÁ Y YO JUNTOS
A menudo pienso en los días pasados, cuando era niño.
De cómo a menudo me encantaba estar de ronda con papá.
Papá me enseñó con el ejemplo cosas que el tiempo y el espacio no pueden separar.
Y hemos pasado muchos momentos felices, papá y yo juntos.
Recuerdo una vez, hace mucho tiempo, mientras caminaba por el sendero, los pájaros cantaban aquí y allá, cada uno su propio estribillo.
Papá me enseñó ese viejo dicho sobre la verdad, pájaros del mismo plumaje, y seguí pensando mientras íbamos, Sí, papá y yo juntos.
Pasaron los años y llegaron los cambios. Una familia propia.
Pero muchas veces volvimos a esa antigua casa de campo.
Los pasos de papá eran lentos y más cortos ahora, pero aún así, parecía que prefería, y pronto estaríamos caminando, papá y yo juntos.
Papá ya no está; nos ha dejado aquí solos, tristes de corazón.
Siempre supimos que llegaría el momento, algún día tendríamos que separarnos.
Pero si yo, como papá, puedo navegar en el mar de la vida a través del clima agitado y tormentoso, llegará un momento en que siempre seremos papá y yo juntos.
CUANDO MAMÁ ME ARROPÓ
Cómo los años cambiantes, me han encontrado lejos de los pensamientos sobre el hogar. Ahora ninguna madre se inclina ante mí, cuando llega la hora de dormir.
Pero a mi pobre corazón le trae consuelo, y me da paz interior sólo pensar que soy pequeño, y que mi madre me arropa.
Mientras me arrodillo allí con mi hermano, junto a la cama sobre las escaleras, oigo a nuestra dulce madre decir: «Muchachos, recuerden las oraciones».
Entonces ella viene, y se arrodilla a nuestro lado: «Padre, líbralos de todo pecado».
Oh, su beso es tierno y gentil, cuando mi madre me arropa.
Cuando por fin la tarde me encuentre, y el día de la vida haya terminado, todas las cosas de la tierra que me atan se romperán una por una.
Entonces, oh Señor, sé Tú mi consuelo, calma mi alma, y conquista Tu paz.
Déjame quedarme dormido, tan suavemente como cuando mamá me arropó.