Introducción

En el volumen 1 de esta serie, «Terreno Común», examinamos las creencias que los adventistas del séptimo día tienen en común con el resto del mundo cristiano evangélico. Estas incluyen la divinidad de Cristo, la naturaleza pecaminosa del hombre, la salvación por la fe en Jesucristo, el cielo y la segunda venida de Cristo.

En el segundo volumen, «Terreno Poco Común», analizamos seis pilares principales de la fe adventista del séptimo día que difieren de las creencias del resto del mundo cristiano, y nos brindan nuestra misión y mensaje distintivos. Vimos que estos están contenidos en los mensajes de los tres ángeles de Apocalipsis 14, e incluyen el santuario, el juicio previo al advenimiento, el sábado, la ley de Dios, la fe de Jesús, y la condición de la humanidad en la muerte.

En este volumen final, analizamos doctrinas adicionales, algunas de las cuales son compartidas y otras que son más distintivas. En el primer capítulo estudiaremos la forma de la venida de Cristo, seguido de una mirada al bautismo, luego el servicio de la Comunión o Cena del Señor, la mayordomía, la ética o normas de la iglesia, y los dones espirituales, y cerramos con una invitación a tomar una decisión. Ningún estudio de la verdad está jamás completo. Nunca podemos sentarnos y decir: «Eso es todo». Ahora tengo toda la verdad.» La invitación a un «Terreno Más Alto» continuará mientras dure el tiempo, y luego, durante toda la eternidad, seguiremos escuchando la voz de Jesús invitándonos a ascender más alto.

Esto es lo que hace que el tema central de estos volúmenes sea tan importante. A medida que entramos en comunión personal, diaria, y continua con Jesucristo, somos conducidos continuamente a un terreno más alto. Al final, ningún conjunto de doctrinas, por muy teológicamente correctas que sean, salvará el alma. Sólo seremos salvos cuando entremos en comunión personal con Cristo, aceptemos su gracia justificadora, y caminemos día a día en relación con Él. Y la elevación de Jesús, en doctrinas y creencias, sí; pero más que eso, la elevación de Jesús en nuestros corazones y vidas, también es el único camino hacia un terreno más alto.