¿POR QUÉ CAMINAR CON JESÚS COMO LO HIZO ENOC?
Si hubo un pueblo que necesitase andar ante Dios como Enoc, es el pueblo adventista del séptimo día ahora, que debe demostrar su sinceridad por sus palabras puras, limpias, y llenas de simpatía, ternura y amor. (MPu 105.3)
Enoc y Elías son los correctos representantes de lo que la raza podría ser, mediante la fe en Jesucristo, si eligiera serlo. (RH 3-03-1874)
La experiencia de Enoc y de Juan el Bautista representa lo que debiera ser la nuestra. Debemos estudiar mucho más de lo que lo hacemos, las vidas de estos hombres. (OE 52.1)
Si todos aquellos que están vinculados con nuestras instituciones, fuesen consagrados y de carácter espiritual, y dependiesen de Dios más que de ellos mismos, habría una prosperidad mucho mayor de la que hemos visto hasta ahora. Nuestra gran necesidad hoy, es de hombres que estén bautizados por el Espíritu Santo de Dios, de hombres que anden con Dios como lo hizo Enoc. No queremos hombres de pensamiento tan estrecho, que limiten la obra en vez de expandirla. (5TPI 523)
La iglesia necesita hoy hombres, que, como Enoc, caminen con Dios, y revelen a Cristo al mundo. Los miembros de iglesia necesitan alcanzar una norma más elevada… De tales hombres y mujeres debe estar compuesta la iglesia, antes que su luz pueda alumbrar al mundo con rayos claros y nítidos. (Maranata 114)
La humanidad caída debe regresar a la obediencia a Dios y a caminar en comunión con él, como lo hizo Enoc. El Señor ayudará a cada alma que extraiga sus lecciones de la Palabra… La obra de Satanás consiste en evitar que el mundo aprenda de Cristo. Ha planificado colmar la mente, al grado que ni siquiera tenga tiempo de considerar lo que debe hacer con el conocimiento que ha logrado, ni en la calidad de sus estudios, ni si ha incrementado su conocimiento de Dios, y de Jesucristo a quien ha enviado. Si su educación es según la norma del mundo, si buscan el conocimiento para alcanzar el favor y los honores mundanales, el Señor dice que son necios. (Manuscrito 67, 1898)
¿CON QUIÉN CAMINABA ENOC?
El Dios que anduvo con Enoc, era nuestro Dios y Salvador Jesucristo. (CPI 161.1)
¿CÓMO ERA LA VIDA ESPIRITUAL DE ENOC?
Afligido por la maldad creciente de los impíos, y temiendo que la infidelidad de esos hombres pudiera aminorar su veneración hacia Dios, Enoc eludía el asociarse continuamente con ellos, y pasaba mucho tiempo en la soledad, dedicándose a la meditación y a la oración. Así esperaba ante el Señor, buscando un conocimiento más claro de su voluntad a fin de cumplirla. Para él, la oración era el aliento del alma. Vivía en la misma atmósfera del cielo. (PP 64.4)
¿ENOC FUE CONOCIDO EN TODO EL MUNDO?
Enoc anduvo con Dios, y el mundo no lo reconoció. (DMJ 31.3)
¿CUÁNTO TIEMPO CAMINÓ ENOC CON JESÚS?
Enoc caminó con Dios 300 años. Esta es una lección para nosotros, para que caminemos con Dios cada día, sabiendo que no estamos seguros a menos que estemos esperando y velando. (Manuscrito 10, 1886)
¿CUÁNDO ALCANZÓ ENOC, UNA COMUNIÓN MÁS ÍNTIMA CON JESÚS?
En la primera parte de su vida, Enoc había amado y temido a Dios, y guardado sus mandamientos… Pero después del nacimiento de su primer hijo, Enoc alcanzó una experiencia más elevada, una relación más íntima con Dios. Comprendió completamente sus propias obligaciones y responsabilidades como hijo de Dios. Cuando conoció el amor de su hijo hacia él, y la sencilla confianza del niño en su protección, cuando sintió la profunda y anhelante ternura de su corazón hacia su primogénito, aprendió la preciosa lección del maravilloso amor de Dios hacia el hombre, manifestado en la dádiva de su Hijo, y la confianza que los hijos de Dios podían tener en el Padre celestial. El infinito e inescrutable amor de Dios, manifestado mediante Cristo, se convirtió en el tema de su meditación de día y de noche, y con todo el fervor de su alma, trató de manifestar este amor a la gente entre la cual vivía. (PP 63.4)
¿CÓMO ERA LA CONFIANZA DE ENOC EN JESÚS?
Cuando reciban auxilio y consuelo, canten alabanzas a Dios. Hablen con el Señor. Así llegarán a ser amigos del Altísimo. Confiarán en él. Tendrán una fe que confiará, ya sea que sientan que están confiando, o no. Recuerden que los sentimientos, no son una prueba de que ustedes son cristianos. La fe inconmovible en Dios pone de manifiesto que ustedes son sus hijos. Confíen en Dios… No vemos a Cristo en persona. Por fe lo contemplamos. Nuestra fe se aferra de sus promesas. Así caminó Enoc con Dios. (Manuscrito 27, 1901)
Cuando aprendamos a andar por fe, y no por sentimientos, recibiremos ayuda de Dios, precisamente cuando la necesitemos, y su paz entrará a nuestro corazón. Tal fue la vida sencilla de obediencia y confianza, que Enoc vivió. Si aprendemos esta lección de sencilla confianza, será nuestro el testimonio que él recibió, que agradó a Dios. (DNC 193.2)
¿CUÁNDO ORABA ENOC?
Oren en su dormitorio; mientras atienden a su trabajo cotidiano, levanten a menudo su corazón a Dios. Así fue como anduvo Enoc con Dios. Esas oraciones silenciosas, suben como precioso incienso ante el trono de la gracia. Satanás no puede vencer a aquel, cuyo corazón está así apoyado en Dios. (CC 99.1)
Mientras atendemos nuestros quehaceres diarios, deberíamos elevar el espíritu al cielo en oración. Estas peticiones silenciosas suben como incienso ante el trono de gracia, y los esfuerzos del enemigo quedan frustrados. El cristiano cuyo corazón se apoya así en Dios, no puede ser vencido. No hay malas artes que puedan destruir su paz. Todas las promesas de la Palabra de Dios, todo el poder de la gracia divina, todos los recursos de Jehová están empleados para asegurar su liberación. Así fue como anduvo Enoc con Dios. Y Dios estaba con él, sirviéndole de fuerte auxilio en todo momento de necesidad. (MJ 175.2)
Quisiera poder inculcar en cada obrero de la causa de Dios, la gran necesidad de orar continua y fervientemente. No pueden estar constantemente de rodillas, pero pueden elevar su corazón a Dios. Así es como Enoc andaba con Dios. Sean cuidadosos, no sea que la suficiencia propia los embargue, los separe de Jesús y obren por su propia fuerza, más bien que por el espíritu y la fuerza del Maestro. (2JT 237.1)
En medio de una vida de activa labor, Enoc mantenía fielmente su comunión con Dios. Cuanto más intensas y urgentes eran sus labores, más constantes y fervorosas eran sus oraciones. Seguía apartándose, durante ciertos lapsos, de todo trato humano. Después de permanecer algún tiempo entre la gente, trabajando para beneficiarla mediante la instrucción y el ejemplo, se retiraba con el fin de estar solo, para satisfacer su sed y hambre de aquella divina sabiduría, que únicamente Dios puede dar. Manteniéndose así en comunión con Dios, Enoc llegó a reflejar más y más, la imagen divina. Tenía el rostro radiante de una santa luz, semejante a la que resplandece del rostro de Jesús. Cuando regresaba de estar en comunión con Dios, hasta los impíos miraban con reverencia ese sello del cielo, en su semblante. (PP 66.2)
¿DE QUÉ HABLABA ENOC CON JESÚS?
El caso de Enoc está delante de nosotros. Por siglos caminó con Dios. Vivió en una época corrompida, cuando la contaminación moral bullía a su alrededor, pero educó su mente para la devoción, para amar la pureza. Su conversación se refería a las cosas celestiales. Entrenó su mente para que se deslizara por esos canales, y llevó el sello de lo divino. Su rostro resplandecía con la luz que emana de la faz de Jesús. (2TPI 111.1)
Podemos hablar con Jesús. Podemos hablar con Jesús como Enoc habló con Dios, y le contaba al Señor sus pruebas. (CT 44.5)
El alma que conversa con Dios por medio de las Escrituras, que ora por luz, y le abre el corazón al Salvador, no tendrá imaginaciones inicuas, planes mundanos, ni un deseo ambicioso de honor o distinción, en ningún ramo. El que busca la verdad como un tesoro escondido, la hallará en el medio que Dios usa para comunicarse con el hombre, su Palabra. David dice: “La exposición de tus palabras alumbra, hace entender a los simples”. Esto no se refiere a los que son débiles intelectualmente, sino a los que sea cual fuere su posición, tienen un verdadero sentir de su necesidad de conversar con Dios, como lo hizo Enoc. La Palabra de Dios ennoblecerá la mente, y santificará al agente humano, capacitándolo así, para convertirse en un cooperador con las agencias divinas. (MM 161.1)
Mientras caminamos por las calles con aquellos que no se preocupan por Dios, el cielo, o las cosas celestiales, podemos hablarles de Jesús. Tenemos algo más precioso que ellos para mirar, es Jesús. Él está con nosotros en la oscuridad moral de esta era. Podemos hablarle de las aflicciones de nuestra alma, y de la maldad en el mundo, y ninguna de estas cosas tiene por qué obstaculizarnos. Podemos hablar con Jesús. Podemos hablar con Jesús como Enoc habló con Dios. Podía contarle a su Señor, todo acerca de sus pruebas. Esta era la forma en que Enoc caminaba con Dios, y cuando la luz brilló sobre su camino, no esperaba decir: «¿Por qué? ¿Qué dirán mis amigos y parientes de mí, si tomo este curso?». No, hizo lo que era correcto, sin importar la consecuencia. (9MR 256.3)
¿A QUIÉN CONSULTABA ENOC, PARA TOMAR UNA DECISIÓN?
No hemos de colocar la responsabilidad de nuestro deber en otros, y esperar que ellos nos digan lo que debemos hacer. No podemos depender de la humanidad para obtener consejo. El señor nos enseñará nuestro deber, tan voluntariamente como a cualquier otra persona. Si acudimos a él con fe, nos dirá sus misterios a nosotros personalmente. Nuestro corazón arderá con frecuencia en nosotros mismos, cuando él se ponga en comunión con nosotros, como lo hizo con Enoc. Los que decidan no hacer, en ningún ramo, algo que desagrade a Dios, sabrán después de presentarle su caso, exactamente qué conducta seguir. Y recibirán no solamente sabiduría, sino fuerza. Se les impartirá poder para obedecer, para servir, según lo prometió Cristo. (DTG 622)
El conocimiento está al alcance de todos los que lo desean. Dios quiere que la mente llegue a ser fuerte, que piense en forma más profunda, plena y clara. Camina con Dios como lo hizo Enoc, haz de Dios tu consejero, y tu progreso será continuo. (Carta 26d, 1887)
Debemos aprender a desconfiar de nosotros mismos, y confiar totalmente en Dios, para obtener guía y apoyo, para el conocimiento de su voluntad, y para obtener fortaleza para llevarla a cabo. Debemos estar muy en comunión con Dios. La oración en secreto, la oración mientras las manos están ocupadas en el trabajo, la oración mientras caminas por el camino, la oración en la temporada nocturna, los deseos del corazón siempre ascendiendo a Dios, esta es nuestra única seguridad. De esta manera Enoc caminó con Dios. De esta manera, nuestro Ejemplar obtuvo fuerza para recorrer el camino espinoso de Nazaret al Calvario. (RH 8-11-1887)
Enoc caminaba con Dios, porque miraba por fe a Jesús, pidiendo su dirección, creyendo que se cumpliría cada palabra pronunciada. Se mantuvo cerca, al lado de Dios, obedeciendo cada una de sus palabras… La suya fue una vida maravillosa de unidad. Cristo era su compañero. Estaba en íntimo compañerismo con Dios. (CT 56.4)
Hay muchos que están llenos de planes que los tienen atareados, siempre activos, y no tienen tiempo ni lugar, para que el precioso Jesús sea su compañero amado e íntimo. No le refieren todo pensamiento y acción, preguntando: “¿Es ése el camino del Señor?”. Si lo hiciesen, andarían con Dios, como anduvo Enoc. (4TS 398)
¿CÓMO SE COMUNICABA JESÚS CON ENOC?
Si mantenemos al Señor constantemente delante de nosotros, permitiendo que nuestros corazones expresen el agradecimiento y la alabanza a él debidos, tendremos una frescura perdurable en nuestra vida religiosa. Nuestras oraciones tomarán la forma de una conversación con Dios, como si habláramos con un amigo. Él nos dirá personalmente sus misterios. A menudo, nos vendrá un dulce y gozoso sentimiento de la presencia de Jesús. A menudo, nuestros corazones arderán dentro de nosotros, mientras él se acerque para ponerse en comunión con nosotros, como lo hizo con Enoc. (PVGM 99)
No hemos de colocar la responsabilidad de nuestro deber en otros, y esperar que ellos nos digan lo que debemos hacer. No podemos depender de la humanidad para obtener consejo. El Señor nos enseñará nuestro deber tan voluntariamente, como a cualquier otra persona. Si acudimos a él con fe, nos dirá sus misterios a nosotros personalmente. Nuestro corazón arderá con frecuencia en nosotros mismos, cuando él se ponga en comunión con nosotros, como lo hizo con Enoc. Los que decidan no hacer, en ningún ramo, algo que desagrade a Dios, sabrán, después de presentarle su caso, exactamente qué conducta seguir. Y recibirán no solamente sabiduría, sino fuerza. Se les impartirá poder para obedecer, para servir, según lo prometió Cristo. (DTG 622)
¿EN QUÉ MEDITABA ENOC?
Si ustedes se acostumbran a pensar en Cristo, y en su obra y carácter, serán inducidos a cavar profundo en la veta de la verdad, y serán hechos aptos para poseer sus preciosas joyas. Mediante la apreciación del carácter de Cristo, y la comunión con Dios, el pecado llegará a serles odioso. A medida que mediten en las cosas celestiales, y caminen con Dios como lo hizo Enoc, se desprenderán de todo peso y del pecado que los asedia tan fácilmente, y correrán con paciencia la carrera que está delante de ustedes… Nuestro edificio debe estar cimentado sobre la roca de Cristo Jesús, o no pasará la prueba de la tempestad. (ST 1-12-1890)
Enoc “caminó con Dios”, pero ¿cómo obtuvo esta dulce comunión? Fue manteniendo continuamente pensamientos de Dios, delante de sí. Al salir y al entrar, sus meditaciones se concentraban en la bondad, la perfección, y la hermosura del carácter divino. Y al ocuparse de esto, fue transformado a la gloriosa imagen de su Señor, porque es mediante la contemplación como somos cambiados. (ST 18-08-1887)
Ha llegado el momento, en que necesitamos escondernos en la hendidura de la Roca, y ver el carácter de Dios. Enoc caminó con Dios 300 años. Reflexionó sobre Dios, contempló su carácter, y su vida fue agradable a los ojos de Dios. Y por parte de sus hijos, hoy debería haber tal meditación sobre la Palabra de Dios. No sólo debe ser leído, sino estudiado cuidadosamente, porque proporciona la única norma y guía seguras, en la formación del carácter moral, y el único camino seguro, hacia la cultura intelectual. (Manuscrito 29, 1896).
¿CÓMO CAMINÓ ENOC CON JESÚS?
Educó su mente y corazón, para creer que estaba en la presencia divina, y cuando lo asaltaba la duda, sus oraciones ascendían a Dios para que lo guardara. Rehusó participar en cualquier acto que pudiera ofender a su Dios. Continuamente, mantuvo al Señor delante de él. Él oraba: “Enséñame tu camino para que no pueda errar. ¿Qué deseas de mí? ¿Qué haré para honrarte, mi Dios?”. Así se mantuvo, en todo momento, siguiendo su senda y su trayectoria, en armonía con los mandamientos de Dios, en la perfecta seguridad y confianza, de que su Padre celestial lo ayudaría. No abrigaba un solo pensamiento egoísta. Todo estaba supeditado a la voluntad de su Padre. (SE1 39.3)
Tal como Enoc lo vio. Tenían el privilegio de andar y hablar con Dios. Enoc vivió por fe en la presencia de Dios, por trescientos años. Por fe, vio la fe de Jesús. Gozó de su favor especial. Los sacerdotes y dirigentes necesitaban, precisamente, una experiencia como la de Enoc. Necesitaban la permanente sensación de la presencia de Dios. (CDCD 273.4)
Permanecemos en Cristo por medio de una fe viva. Él mora en nuestro corazón, cuando nos apropiamos individualmente de la fe. Tenemos la compañía de la presencia divina, y al darnos cuenta de su presencia, nuestros pensamientos son llevados cautivos a Cristo Jesús. Nuestros ejercicios espirituales, están de acuerdo con la vivencia de nuestra percepción de esta compañía. Enoc caminó con Dios en esa forma, y Cristo vive en nuestro corazón por la fe, cuando consideramos lo que él es para nosotros, y la obra que ha realizado por nosotros en el plan de redención. Nos sentiremos muy felices, al cultivar un concepto de este gran don, que Dios dio a este mundo y nos dio a nosotros personalmente. (MJ 110.3)
Enoc anduvo con Dios, por medio de un conflicto constante y una fe sencilla. Todos pueden hacer lo mismo. Pueden convertirse, transformarse cabalmente, ser de verdad hijos de Dios, y disfrutar no sólo del conocimiento de su voluntad, sino conducir también por tu ejemplo, a otros por la misma senda de humilde obediencia y consagración. La verdadera piedad se difunde y comunica. (1JT 429.1)
Enoc anduvo con Dios. Pensaba como Dios. El profeta pregunta: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”. Si pensamos como Dios, nuestra voluntad se sumergirá en la de Dios, e iremos a cualquier parte donde Dios nos dirija. Así como un niño amante pone su mano en la de su padre, y camina junto a él con plena confianza, haya oscuridad o luz, así también los hijos de Dios deben andar con Jesús, en tiempo de gozo o de aflicción, a la luz o en las sombras, en el camino de la vida. (AFC 248.3)
El andar de Enoc con Dios no era en arrobamiento o en visión, sino en el cumplimiento de los deberes de su vida diaria. No se aisló de la gente convirtiéndose en ermitaño, ya que tenía una obra que hacer para Dios en el mundo. En el seno de la familia y en sus relaciones con los hombres, como esposo o padre, como amigo o ciudadano, fue firme y constante siervo de Dios. (PP 64.1)
¿QUÉ DESEABA ENOC?
Durante trescientos años, Enoc procuró la pureza de corazón, para poder estar en armonía con el cielo. Durante trescientos años, caminó con Dios. Día tras día, anhelaba una unión más íntima, la comunión se hizo cada vez más estrecha, hasta que Dios se lo llevó consigo. (8TPI 331)
Comprendamos la debilidad de la humanidad, y veamos dónde falla el hombre en su suficiencia propia. Entonces, nos llenaremos del deseo de ser exactamente lo que Dios quiere que seamos: puros, nobles, santificados. Tendremos hambre y sed de la justicia de Cristo. Ser semejantes a Dios será el deseo supremo del alma. Este fue el deseo que llenó el corazón de Enoc. Y leemos que caminó con Dios. Estudió el carácter de Dios con un propósito. No trazaba su propio camino, ni hacía su propia voluntad… Luchó para conformarse a la semejanza divina. (MGD 317.5)
Los hombres de aquel entonces se burlaron de la insensatez del que no procuraba acumular oro o plata, ni adquirir bienes terrenales. Pero el corazón de Enoc estaba puesto en los tesoros eternos. Había contemplado la ciudad celestial. Había visto al Rey en su gloria, en medio de Sion. Su mente, su corazón, y su conversación, se concentraban en el cielo. Cuanto mayor era la iniquidad, tanto más intenso era su deseo de morar en el hogar de Dios. Mientras permaneció en la tierra, vivió por la fe en el reino de luz. (PP 66.4)
Las Escrituras dicen que Enoc caminó con Dios trescientos años. Durante ese largo tiempo, estuvo en comunión con él… Él estuvo en comunión con Dios, porque le deleitaba… y amaba la compañía de Dios. (Manuscrito 16, 1887)
¿CÓMO FUE TRANSFORMADO ENOC?
El que es un ciudadano del reino celestial, contemplará constantemente las cosas invisibles. El poder de la tierra sobre la mente y el carácter es quebrantado. Tiene la presencia permanente del Huésped celestial, de acuerdo con esta promesa: “Yo le amaré, y me manifestaré a él”. (Juan 14:21). Él anda con Dios, tal como anduvo Enoc, en una constante comunión. (RH 10-11-1910)
Por medio de la contemplación, el hombre no podrá menos que admirar y ser más atraído hacia él, queda más encantado, y con más deseos de ser semejante a Jesús, hasta que se asimile a su imagen, y tenga la mente de Cristo. Anda con Dios como Enoc. Su mente queda llena de los pensamientos de Jesús. Él es su mejor amigo. (3MS 192.1)
Cuando se relacionan estrechamente con Jesús, ven cosas maravillosas en su ley, que ahora no alcanzan a apreciar. La influencia suavizadora y subyugadora del Espíritu de Dios, sobre los corazones y las mentes de los hombres, hará que los verdaderos hijos de Dios se sienten con Cristo en los lugares celestiales. El Espíritu Santo establecerá la cultura cristiana en cada corazón. Todos los que contemplan a Jesús, manifestarán un espíritu suave y humilde. El amor de Jesús siempre conduce a la cortesía cristiana, al lenguaje refinado, y a la pureza de expresión, los cuales testifican de la compañía que frecuentamos, que, como Enoc, estamos caminando con Dios. (AFC 198.4)
Enoc caminó con Dios. Honró al Señor en cada asunto de su vida. En el trabajo o en el hogar, siempre preguntaba: “¿Agradará esto al Señor?”. Al tener en mente a Dios, y al aceptar sus consejos, fue produciéndose la transformación del carácter, de tal manera que lo convirtió en un hombre piadoso, cuya vida agradó al Señor. (RP 97.4)
El Espíritu Santo, el Consolador, el que Jesús dijo que enviaría al mundo, es el que transforma nuestro carácter a la imagen de Cristo, y cuando esto se realiza reflejamos, como un espejo, la gloria del Señor. Es decir, que el carácter de quien así contempla a Cristo es tan semejante al de él, que quien lo observe, ve el carácter de Cristo brillando como en un espejo. Sin que lo notemos, somos cambiados, día tras día, de nuestros caminos y voluntad, a los caminos y voluntad de Cristo, en la hermosura de su carácter. Así crecemos en Cristo, e inconscientemente, reflejamos su imagen… Enoc tuvo al Señor siempre ante sí, y la Palabra inspirada dice que “caminó con Dios”. Hizo de Cristo su compañero permanente. Estaba en el mundo y realizó sus tareas en el mundo, pero estuvo siempre bajo la influencia de Jesús. Reflejó el carácter de Cristo, manifestando las mismas cualidades en la bondad, la misericordia, la tierna compasión, la simpatía, la paciencia, la humildad, la mansedumbre, y el amor. (ELC 339.3-4)
Enoc crecía en espiritualidad, a medida que se comunicaba con Dios. Su rostro irradiaba un fulgor santo, que perduraba mientras instruía a los que escuchaban sus palabras llenas de sabiduría. (HR 61)
¿CÓMO RESISTIÓ ENOC LAS TENTACIONES?
Enoc tuvo tentaciones, así como nosotros. Estuvo rodeado por una sociedad, que no fue más amiga de la justicia que la que nos rodea a nosotros. La atmósfera que respiraba estaba contaminada de pecado y corrupción, lo mismo que la nuestra, sin embargo, vivió una vida de santidad. No se dejó contaminar por los pecados prevalecientes de la época en que vivió. De la misma manera, podemos nosotros permanecer puros e incorruptos. (EUD 63.6)
Enoc caminó con el Dios invisible. En los lugares más atestados de la tierra, él era su compañero. Recuerden esto, todos los que guardan su verdad con sencillez y amor. Los hombres más ocupados tienen más necesidad aún de mantener a Dios delante de ellos. Cuando Satanás intente introducir sus insinuaciones en sus mentes, pueden entrar en el secreto pabellón del Altísimo, con sólo decir: “Así dice Jehová”. Sus promesas serán su salvaguardia. En medio de la confusión y las presiones de los negocios, encontrarán un lugar tranquilo para descansar. Si quieren confiar en Dios, él será su lugar de descanso. (CDCD 230.3)
¿CÓMO ENFRENTABA ENOC LAS PRUEBAS Y PROVOCACIONES?
Si decides desechar la influencia sagrada y refrenadora de la verdad, Satanás te conducirá cautivo a su voluntad. Estarás en peligro de caer víctima de tus apetitos y pasiones, y de dar rienda suelta a las concupiscencias, al mal, y a los deseos abominables. En vez de reflejar en tu rostro, una calma serena bajo la prueba y la aflicción, como el fiel Enoc, e irradiar la esperanza y la paz que sobrepujan el entendimiento, estamparás en tu rostro, la huella de los pensamientos carnales y los deseos concupiscentes. Llevarás la impresión de lo satánico, en vez de lo divino. (1JT 199.3)
Los hombres que andan a la luz de Cristo, como lo hizo Enoc, siempre ejercerán dominio propio, aun bajo la tentación y la provocación. Aunque probados por la perversidad y la obstinación de los demás, no permiten que el impulso los domine. Si andan en la luz, darán evidencia de un poder divino, combinado con el esfuerzo humano, y otros verán que son guiados y enseñados por Dios. Sentirás que el Atalaya divino está a tu lado, escuchando tus palabras. (MM 271.1)
¿DÓNDE VIVÍA Y TRABAJABA ENOC?
Tal como lo hizo Enoc, debemos trabajar en las ciudades, pero no vivir en ellas. (Ev 61)
Enoc caminó con Dios, y, sin embargo, no vivió en medio de alguna ciudad mancillada, con toda clase de violencia y maldad, como lo hizo Lot en Sodoma. (Ev 62)
[Enoc] no moraba con los impíos… Se ubicó junto con su familia, donde la atmósfera fuera lo más pura posible. De ese lugar, a veces iba a los habitantes del mundo, con su mensaje recibido de Dios… Después de proclamar su mensaje, siempre llevaba de vuelta consigo hasta su lugar de retiro, a los que habían recibido la amonestación. (Maranata 190)
Cada vez más, a medida que la maldad aumente en las grandes ciudades, tendremos que trabajarlas desde centros de avanzada. Esta es la forma en que trabajó Enoc, en los días previos al diluvio, cuando la maldad abundaba en todas las comunidades populosas, y cuando la violencia estaba en la tierra. (RH 27-09-1906)
¿CÓMO TESTIFICÓ ENOC?
Enoc fue un maestro público de la verdad, en la época en que vivió. Enseñó la verdad, vivió la verdad, y el carácter del instructor que caminó con Dios, estuvo en todo sentido, en armonía con la grandeza y la santidad de su misión. Enoc fue un profeta, que habló a medida que era impulsado por el Espíritu Santo. (ATO 226.3)
Enoc no solo meditó, oró, y se colocó la armadura de la vigilancia, sino que, de implorar a Dios, pasó a suplicar a sus semejantes. (ATO 226.5)
Enoc fue un obrero activo de Dios. Jamás buscó lo que fuese ventajoso o cómodo. Ni desperdició su tiempo en meditaciones ociosas, ni se afanó por lograr una felicidad personal. No participó de las fiestas y de los entretenimientos, que constantemente atrapaban la atención de los amantes del placer del mundo antediluviano. En sus días, las mentes de muchos quedaron encandiladas por los placeres mundanales, que los tentaban a desviarse. Pero Enoc era constante. No deambulaba ociosamente por las calles, ni se detenía en los lugares de diversión, como un mundano indiferente. Jamás se enredó en conversaciones comunes con los corruptos, como si fuera uno de ellos. Sólo se vinculó con los pecadores y obradores de iniquidad, como mensajero de Dios, a fin de advertirlos para que abandonaran sus malos caminos, se arrepintieran, y buscasen a Dios. (CT 50)
Enoc repitió fielmente al pueblo, todo lo que Dios le había revelado por medio del espíritu de profecía. Algunos creyeron sus palabras y se apartaron de su impiedad, para temer y adorar al Altísimo. (HR 61)
Enoc se convirtió en el predicador de la justicia, e hizo saber al pueblo lo que Dios le había revelado. Los que temían al Señor, buscaban a este hombre santo, para compartir su instrucción y sus oraciones. (PP 73)