Imagínese por un momento que acaba de estar en el consultorio del médico, quien le ha diagnosticado una enfermedad incurable y le ha anunciado que le quedan solamente seis meses de vida. Usted regresa a casa, y trata de encontrar la mejor manera de darle a su familia la desagradable noticia. Y no puede evitar preguntarse cómo será la muerte en realidad. Por supuesto, comienza a preocuparse por las finanzas y la subsistenc1a de su familia cuando usted les falte. De hecho, usted está asustado. Mientras la angustia lo consume, sentado en un sillón de la sala, sus ojos se posan en un anuncio que viene en el periódico del día. Habrá una reunión en el pueblo esta misma semana. Uno de esos predicadores que prometen curar instantáneamente a la gente, por medio de la fe, incluso de la misma enfermedad que usted padece, está de visita. Ahí está también la fotografía de alguien que fue sanado y la declaración de un médico que afirma que fue «un milagro».
Sin embargo, por lo que usted sabe acerca de este predicador, especialmente a juzgar por sus métodos y creencias religiosas, está segurísimo de que existe por lo menos un cincuenta por ciento de probabilidades de que el poder de Satanás esté detrás de sus curaciones milagrosas. A estas alturas, ¿está listo para decidir sobre este asunto? ¿Irá a la reunión y correrá el riesgo? ¿O se quedará en casa y se preparará para morir dentro de seis meses? Dicho de otro modo, ¿preferiría morir, antes que ser sanado por Satanás?
Se nos ha advertido que en los últimos días el enemigo hará un tremendo esfuerzo para engañar, si fuera posible, aun a los escogidos (Mateo 24:23-24): «Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos».
Es evidente que el enemigo tendrá aparejados algunos engaños para la última generación que viva antes de que Jesús venga por segunda vez. Y éstos serán ejecutados tan hábilmente, que casi lograrán su objetivo. Satanás tratará de captar la atención del pueblo de Dios mediante milagros y prodigios. ¡Qué método tan efectivo para llamar la atención de cualquiera! La humanidad siempre fue impresionada especialmente por lo sensacional. Cuando ocurre algo fuera de lo normal, en materia de acontecimientos, todos nos detenemos para escuchar. Hollywood explota esta premisa. Circos, ferias y carnavales han funcionado sobre esta base, durante muchos años. Parece ser parte de la naturaleza humana el dejarse fascinar por lo insólito y espectacular. El enemigo hará uso de ese recurso para engañar, si es posible, aun a los escogidos.
La Biblia registra muchos ejemplos de quienes se dejaron impresionar por el sensacionalismo. Los discípulos de Jesús no fueron la excepción. Lucas 10:17-20 habla de eso. Ellos, tras haber sido enviados por Jesús a un viaje misionero, regresaron entusiasmados. «Volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre». Jesús, prudentemente trató de desviar su atención de lo espectacular, y la enfocó sobre el verdadero milagro: «Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos».
Satanás había sido arrojado del cielo hacía mucho tiempo. No era raro, pues, que todavía estuviera sujeto al poder de Jesucristo. ¡En cambio, que el duro corazón humano se entregara al control de Dios, y fuera restaurado a la comunión con él, he ahí algo verdaderamente extraordinario por lo cual asombrarse!
No obstante, todavía no hemos aprendido mucho de esta lección que Jesús dio a sus discípulos. Si supiéramos que alguien resucitó de los muertos, o que sanó de una enfermedad incurable, lo pondríamos en los titulares de los periódicos. Sin embargo, la historia del pecador convertido, que es el mayor milagro, no aparece ni en la última página del diario más ordinario.
Consideremos Lucas 16:20-31, que contiene el relato de Jesús, del rico y Lázaro. Al rico se lo presenta bajo un estado de tormento. En la parábola suplica que Lázaro sea enviado a hablar a sus cinco hermanos. «Porque, según él, si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán». La respuesta de Abrahán es que no creerían aunque alguno se levantase de los muertos.
Puede ser que seamos impresionados momentáneamente por algo fulgurante y sensacional. Pero, ¿cambia en realidad el corazón? Poco tiempo después de que Jesús relató esta parábola, resucitó a otro Lázaro. ¡Lázaro, imagínese! ¿Cómo es posible que no aprendieran la lección? Pero ellos no creyeron. Y cuando Jesús mismo resucitó de entre los muertos, ellos todavía se opusieron, se rebelaron, y se negaron a creer.
Hechos 8 refiere la historia de Simón el mago. Simón había sido considerado como un personaje estelar dentro de su reducido círculo, pero cuando los discípulos aparecieron, reconoció que ellos hacían cosas aún más espectaculares que él. Aprovechándose de las circunstancias quiso hacer el negocio de su vida, y aunque aparentemente se convirtió, por poco tiempo, vemos que el cambio de su corazón fue temporal.
Es posible, que de un modo u otro todos hayamos pasado por la experiencia de Elías, de buscar a Dios en el viento y el fuego, casi pasando por alto la suave vocecita. ¡Qué fácil resulta a los seres humanos hacer esto! Siempre ha sido así.
Somos bombardeados por el sensacionalismo cada día de nuestra vida. El programa televisivo de «La pregunta de los 64 mil dólares» salió del aire hace mucho tiempo, porque se descubrió que era un fraude. No obstante, cautivó al gran país del norte por un tiempo. Mi esposa y yo solíamos discutir con algunos parientes que pensaban que este programa era todo un acontecimiento, algo nunca visto. Discutíamos el hecho de que los patrocinadores del programa no salían al aire para descubrir genios, sino para anunciar un producto. Los promotores introducían a los participantes en una cabina a prueba de sonido, y los ametrallaban con preguntas que sólo podían ser contestadas por alguien que tuviera mil años de experiencia y una memoria fotográfica. La música iba creciendo, el suspenso también crecía, y la gente, sentada frente a su televisor, parecía que iba a sufrir un colapso nervioso. Pero todo era una farsa.
Otro hecho espectacular, con el cual somos confrontados en la actualidad, es la oferta de obtener algo por nada. Se presenta en diversas formas, y sirve de base para todos los concursos, competencias, y sorteos tan populares en el mundo de la publicidad de nuestra época. La lotería es un negocio legal en muchos países, y es muy común ver a personas que compran billetes de lotería, en vez de comida, para alimentar a sus familias.
Recuerdo que cuando era niño, oí que Henry Ford regalaría un Ford nuevo a cambio de cierto tipo de moneda, un centavo acuñado en cierto año, y en cierta casa de moneda. Mi padre estaba dando un ciclo de conferencias, y solicitaba una ofrenda voluntaria cada noche. ¡Qué oportunidad de oro, ante semejante oferta! ¡Como desaprovecharla! ¡Adivine quién estaba en el cuarto de atrás, revisando las monedas una vez recogida la ofrenda!, Y ¡adivine quién encontró la tan preciada moneda de un centavo!
Envié la moneda a Henry Ford por vía aérea. Y allí estaba yo, despierto toda la noche, soñando con mi nuevo Ford. Ya había elegido el color y las llantas, serían de cara blanca. Iba a ser un convertible. Ya había planeado los viajes que haría para gozarme con mis amigos, y prácticamente no resistía las ansias de que llegara el gran día.
Entonces recibí una carta de respuesta de Henry Ford. Fue todo lo que obtuve de él… una carta pidiéndome disculpas.
Nos es duro admitir, que según las Escrituras, las maravillas y los milagros no son pruebas del amor de Dios. Apocalipsis 16:14 habla de los espíritus de demonios obradores de milagros. No dice que pretenden obrar milagros. Hay mucho de falso en los anuncios sobre hechos espectaculares, pero no toda la publicidad es falsa. Nunca olvidemos que el diablo es capaz de obrar milagros. La Escritura es clara al respecto. Conocemos la historia de Faraón y las varas de sus magos en la corte del antiguo Egipto. Ellos repitieron los milagros que Moisés realizó, al menos hasta cierto punto.
También estamos familiarizados con la historia de Job y la sarna maligna que lo atacó. ¿Recuerda usted quién fue el responsable de esa enfermedad? Si el enemigo puede producir sarna, quizá también pueda sanarla, quitando la causa que la produjo. Por semejantes medios es fácil hacer creer que un milagro ha ocurrido.
A veces elogiamos al médico después de una operación exitosa. Pero, realmente ¿es capaz el médico de sanar al paciente? Los médicos pueden cooperar con la naturaleza, quitando la causa de la enfermedad, pero eso es todo lo que pueden hacer. Los médicos pueden suturar una incisión, pero el milagro se produce luego, a medida que sana la herida.
No olvidemos que antes del retorno de Jesús ocurrirán cosas asombrosas y espectaculares, producidas por el poder del Espíritu Santo. No se trata de suprimir todas las manifestaciones sobrenaturales, suponiendo automáticamente que son de origen satánico. Se nos ha prometido el derramamiento del Espíritu de Dios, y la restauración plena de todos los dones del Espíritu en la iglesia. Pero el punto que queremos dejar bien claro aquí, es éste: Nunca juzgue la verdad por lo espectacular. Nunca será seguro determinar si una cosa es de Dios o de Satanás, sobre la base de lo espectacular.
Hemos hecho uso de una serie de racionalizaciones, para explicar por qué no tenemos la manifestación plena del Espíritu Santo en la iglesia actualmente. Por ejemplo, alguien va a Japón, aprende el idioma, y pasa sus exámenes para ejercer su profesión de médico en un año. Y nosotros decimos, ése es el don de lenguas. Pero no es así. Señalamos a nuestros hospitales y a nuestros médicos cristianos con sus logros, sus habilidades y talentos, y decimos, ahí está el don de sanidad. Pero no es así. No vendamos el poder de Dios a bajo precio, sólo porque no experimentamos su plenitud.
En la actualidad existe una gran preocupación en el seno del pueblo cristiano en general, por experimentar las bendiciones y los dones del Espíritu Santo, y todo lo que ello implica. ¿No es éste un deseo legítimo? ¿Hay algo malo en desear todos los dones que Dios quiere darnos? Por supuesto que no. Pero mientras la búsqueda de lo espectacular continúe, la pregunta seguirá: ¿Cómo saber, finalmente, si ese poder viene de Dios o no? Y es una pregunta de suprema importancia.
Siendo que en muchos lugares se llevan a cabo reuniones donde se producen manifestaciones de carácter sobrenatural, la tentación es ir en pos de lo espectacular. Hay quienes buscarán más del poder de Dios, de lo que han visto jamás. Lo buscarán por razones mucho menos dramáticas que las del hombre descritas al principio de este capítulo, que sólo tenía seis meses de vida.
Si usted asiste a alguna de esas reuniones, puede ser que encuentre algo de las siguientes cosas:
1. Estará consciente de un poder o la presencia de algo que sus sentidos no podrán negar.
2. Se verá ante lo milagroso. Verá y experimentará algo inexplicable por la razón.
3. Encontrará un gran énfasis en Jesús y la Biblia.
4. Descubrirá un gran énfasis sobre nuestra necesidad de amor, y sobre la felicidad y el gozo resultantes de amarnos unos a otros.
5. Se verá frente a un sistema religioso que aparentará ser más elevado, una experiencia de fe al parecer más profunda, o un discernimiento de las verdades espirituales que pretenderá ser más profundo.
6. Finalmente, conocerá a personas cuyas vidas habrán sido cambiadas.
¿Encuentra usted algo objetable en todo esto? Al verse frente a todas estas evidencias, ¿serán prueba suficiente de que la obra es de Dios, que el espíritu que se manifiesta es el Espíritu Santo y que lo que se predica es la verdad y no un engaño?
Quiero mostrarle algo que ha sido una especie de don especial para la iglesia. Debemos estar agradecidos por el conocimiento detallado acerca de los sucesos finales del gran conflicto entre Cristo y Satanás. Note las siguientes descripciones del espiritismo, y compárela con la lista anterior.
1. Con relación al hecho de encontrar un poder y una presencia evidente, que sus sentidos no podrán negar: Satanás «presentará sus tentaciones a los hombres, pervertirá los sentidos de todos los que no estén protegidos por el poder divino» (El conflicto de los siglos, página 610)
2. En cuanto a milagros: «Han de cumplirse milagros, los enfermos sanarán y se realizarán muchos prodigios innegables» (El conflicto de los siglos, página 645)
3. Relativo al énfasis sobre Jesús y la Biblia: Y como los espíritus profesarán creer en la Biblia; su obra será aceptada como manifestación del poder divino. Mientras años atrás atacaba a Cristo y la Biblia, declara ahora que acepta a ambos» (El conflicto de los siglos, páginas 645-646, 614)
4. Gran énfasis sobre el amor: «Los espiritistas hacen hincapié en el amor como si fuera atributo principal de Dios». El enemigo «apela a la razón por la presentación de temas elevados, deleita los sentidos con escenas que cautivan y conquistan los afectos, por medio de imágenes elocuentes de amor y caridad» (El conflicto de los siglos, págs. 614, 610).
5. Un sistema religioso más exaltado: Satanás «profesa presentar un sistema religioso nuevo y más elevado» (El conflicto de los siglos, páginas 646)
6. ¿Y qué acerca de las vidas transformadas?: «El enemigo de las almas desea impedir esta obra, y antes que llegue el tiempo para que se produzca tal movimiento, tratará de evitarlo introduciendo una falsa imitación. Hará aparecer como que la bendición especial de Dios es derramada sobre las iglesias que pueda colocar bajo su poder seductor; allí se manifestará lo que será considerado como un gran interés por lo religioso. Multitudes se alegrarán de que Dios estará obrando maravillosamente en su favor, cuando, en realidad, la obra provendrá de otro espíritu. Bajo un disfraz religioso, Satanás tratará de extender su influencia sobre el mundo cristiano» (El conflicto de los siglos, página 517).
He aquí otra declaración sobre el mismo tema: «El tentador obra a menudo con el mayor éxito, por intermedio de los menos sospechosos de estar bajo su influencia … muchas personas cultas y de modales afables, que no cederían a lo que suele llamarse actos inmorales, son brillantes instrumentos de Satanás» (El conflicto de los siglos, página 563)
El diablo no coloca a todos en el mismo nivel. Hará uso de algunas personas cuyas vidas parecerán haber sido cambiadas: personas buenas, morales, éticas, bondadosas y llenas de amor. Permítame hacerle otra pregunta. Si Satanás conduce a una persona hacia las drogas, ¿no es razonable suponer que también puede quitar las tentaciones, y permitir al adicto lograr la victoria sobre ellas? ¿Es posible esto o no? Así que ni siquiera una vida cambiada prueba necesariamente la acción del poder de Dios.
Cuando usted compara todos estos puntos, se enfrenta a la pregunta inevitable: Si no podemos saber cuál es la verdad en base a cualquiera de las condiciones arriba mencionadas, entonces ¿qué hacer?
Pues bien, una prueba importante es la de las Sagradas Escrituras. Note lo siguiente: «El anticristo realizará sus maravillosas obras ante nuestra vista. Tan perfectamente semejará el engaño a la verdad, que será imposible hacer una distinción entre ellos, excepto por las Sagradas Escrituras. Por su testimonio ha de probarse toda declaración y todo milagro» (4SP 411).
Considere esta otra prueba que se menciona en el libro de «El Evangelismo», página 43: «Por la falta de fe, muchos que procuran obedecer los mandamientos de Dios tienen poca paz y gozo; no representan correctamente el sacrificio que debe realizarse mediante la obediencia a la verdad. No están anclados en Cristo. Muchos sienten que a su experiencia le falta algo; desean algo que no poseen, y en esa forma, algunos son inducidos a asistir a las reuniones de los que enseñan la doctrina de la santidad, y quedan encantados por las opiniones de los que quebrantan la ley de Dios».
Así que si no tengo una experiencia íntima con Jesús, tratar de obedecer los mandamientos de Dios no me producirá gozo ni paz. Por lo mismo, seguiré buscando algo que siento que falta en mi vida.
De modo que aquí, hay dos pruebas mediante las cuales podemos determinar lo que es falso y verdadero. La primera es de tipo intelectual: compare las enseñanzas con la Palabra y la Ley de Dios. La segunda es de carácter experimental: tenga una relación tan estrecha con Dios, que él pueda enviarle sus señales personalmente, para advertirle y alejarle del error y del engaño.
Lo anterior no pretende, en ningún sentido, juzgar a las personas que están involucradas en los falsos reavivamientos religiosos. Más bien, consideremos dos posibilidades. Primero, una persona puede conocer todo lo relacionado con la Ley de Dios y los mandamientos, pero carece de una profunda experiencia espiritual con Jesús. Segundo, otro puede ser que todavía no haya aceptado toda la verdad con respecto a la Ley de Dios, pero parece tener una profunda experiencia con Jesús. Ahora, ¿cuál de estas dos personas estaría preparada para el derramamiento del Espíritu Santo? ¿Cuál de ellas podría esperar tener la última dotación del Espíritu Santo, y la manifestación de los dones espirituales?
La respuesta es: Ninguna de las dos. No esperaríamos encontrar las últimas manifestaciones del Espíritu Santo, en un grupo de personas que no guardan todos los mandamientos de Dios, ni tampoco esperaríamos verlo en un grupo que no tiene la experiencia personal de haber aceptado la Justicia de Cristo. El Espíritu será derramado únicamente sobre los que hayan tenido ambas experiencias; es decir, que hayan aceptado y experimentado la justicia de Cristo, y estén guardando todos los mandamientos de Dios.
«Hay una obra que debe hacerse en este tiempo, para preparar un pueblo que se sostenga en el tiempo de angustia, y todos deben desempeñar su parte en esta tarea. Deben estar vestidos con la justicia de Cristo, y estar tan fortalecidos por la verdad, que los engaños de Satanás no serán aceptados por ellos como manifestaciones genuinas del poder de Dios» (Review and Herald, 24 de diciembre de 1889).
Para quienes desean conocer a Dios y su verdad, hay una promesa de protección contra el engaño del enemigo. Podemos alegrarnos cuando leemos párrafos como el de «El Conflicto de los siglos», página 617: «Los que busquen sinceramente el conocimiento de la verdad, y se esfuercen en purificar sus almas mediante la obediencia, haciendo así lo que pueden en preparación para el conflicto, encontrarán seguro refugio en el Dios de verdad. ‘Por cuanto has guardado la Palabra de mi paciencia, yo también te guardaré’ (Apocalipsis 3:10), es la promesa del Salvador. Él enviaría a todos los ángeles del cielo para proteger a su pueblo, antes que permitir que una sola alma que confía en él sea vencida por Satanás».
El futuro inmediato será emocionante. Tan ciertamente como habrá falsas imitaciones, habrá manifestaciones genuinas. De otra manera, la falsificación no tendría razón de ser. Mientras vemos los últimos desesperados esfuerzos del enemigo por engañar y destruir, podemos mirar hacia arriba y levantar nuestras cabezas, porque nuestra redención está cerca. Todo aquello que hemos esperado por tanto tiempo; el poder espectacular de Dios, los milagros realizados, una mayor relación con la Biblia y Jesús, en amor, gozo, felicidad, y discernimiento espiritual profundo, todo lo que podemos esperar y más aún, será dado por el Espíritu Santo mientras sigamos caminando con él.