He aquí uno de los textos favoritos del diablo. Él ha resaltado este pasaje con su marcador amarillo por mucho tiempo. Aparentemente, muchas personas han crecido en el camino cristiano como yo lo hice, con sus mentes encerradas bajo llave en la típica interpretación de Apocalipsis 3:5, es decir, la interpretación del comportamiento. De esa manera, prestemos atención a este texto y entremos en el corazón del asunto; tratemos de entender lo que está diciendo y lo que no está diciendo Apocalipsis 3:5.
He aquí el texto: «El vencedor será vestido de vestiduras blancas, y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles». En una primera lectura, suena como que debemos vencer nuestros pecados con el fin de ser vestidos con vestiduras blancas, no ver borrados nuestros nombres del libro de la vida, y para que Jesús confiese nuestro nombre delante de su Padre y delante de sus ángeles. Justamente aquí está la gran piedra en el camino. «No estoy venciendo mis pecados lo suficiente, Señor, de modo que probablemente no alcance a hacer tiempo para conseguir la vestidura blanca e impedirte que borres mi nombre».
Esto puede llevar a una persona al desánimo, porque cualquier condición que tengamos que enfrentar, que no podamos enfrentar, va en camino a llevarnos al desánimo.
De modo que, comencemos adecuadamente por la primera frase del Apocalipsis 3:5, y veamos si podemos entender este texto. «El vencedor… » ¿Qué venció? El texto no puede estar hablando acerca de vencer nuestros pecados. Eso es algo que el texto no dice. Porque si tenemos que vencer nuestros pecados para mantener nuestros nombres en el libro, somos semejantes a la persona cuya bocina del auto no funciona, y aproximándose a la puerta del taller mecánico, encuentra un cartelito que dice: «¡Toque bocina para que lo atendamos!» ¡Estaríamos sin esperanza y sin ayuda! Y sin embargo muchos de nosotros gastamos tiempo y esfuerzo tratando de vencer nuestros pecados.
Cuando recuerdo todos los esfuerzos para vencer que he practicado en el pasado, desde mis años de adolescente en adelante, me resulta fatigoso siquiera pensar en ello. Tenía siete pecados al mismo tiempo. Y estaba trabajando duramente con ellos, cuando alguien me envió una lista de cien más para vencer. Esto es lo que puede desanimarnos.
Por lo tanto, algo que no está diciendo el texto, es que tengamos que vencer los pecados de las siete iglesias a las cuales se refiere. Supongo que contextualmente, podríamos decir: «Bien, está hablando de todas esas manifestaciones del mal en las siete iglesias del Apocalipsis». No, nosotros no venceremos al mal. Nosotros nunca lograremos vencer al mal en cualesquiera de sus manifestaciones. Santiago 4:7 dice: «Resistid al diablo». Pero nos dice cómo. Resistimos al diablo por «acercarnos a Dios» y someternos a Dios. Pero nosotros, porque sí, nunca venceremos al mal en alguna de sus manifestaciones.
De modo que de lo que el texto está hablando es acerca de vencer el problema real del pecado: vivir separados de Dios. Y se refiere a la persona que puso a Jesús como prioridad máxima en su vida diaria. Por favor note en el texto, la diferencia entre una interpretación centrada en el comportamiento (vencer nuestros pecados o malos comportamientos), y una centrada en la relación (venciendo el problema de relación en vivir una vida aparte de Dios).
Ahora bien, si por la gracia de Dios respondo a su invitación para vencer el Pecado, singular (una vida vivida aparte de Dios), y comienzo a acercarme a Dios y a permanecer con Dios día tras día, entonces recibo una promesa. Este texto incluye algo por lo cual deberíamos estar verdaderamente agradecidos: «Será vestido de vestiduras blancas». De manera que aquí hay buenas nuevas: Si sé lo que significa dejar de vivir aparte de Jesús, día a día, estoy en camino de ser vestido con vestiduras blancas.
Lo cual nos conduce a la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que no dice el texto? En su interior descansa un problema, porque es sorprendente cuánta gente identifica esta vestidura blanca inmediatamente como la justicia de Cristo para nosotros, la justificación. Leí no hace mucho tiempo atrás, en un libro conocido, que la vestidura blanca es la justicia de Cristo para nosotros. La llamamos justicia imputada.
Pero esto no es lo que se menciona aquí. Esto no es lo que el texto está diciendo. Está hablando de la justicia de Cristo en nosotros, la justicia impartida de Cristo, la santificación. Permítame darle una evidencia escritural para esto: Apocalipsis 19:7 y 8. Hablando de la novia, la esposa del Cordero viniendo a las bodas, dice: «Gocémonos, alegrémonos y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente (pues el lino fino significa las acciones justas de los santos)». Esto en la versión Reina Valera. En otras versiones, como lo hemos visto en el capítulo anterior, también se enfatiza la idea de actos, hechos buenos. Obviamente, este texto se está refiriendo a la justicia de Cristo obrando en la vida, en hechos y acciones, lo cual llamamos justicia impartida. Esto es poderosamente bíblico.
El libro «Palabras de Vida del Gran Maestro» lo clarifica en el capítulo llamado «Ante el tribunal supremo». Notemos un puñado de líneas: «El vestido de boda de la parábola [se refiere a Mateo 22] representa el carácter puro y sin mancha que poseerán los verdaderos seguidores de Cristo» (página 252). No dice «tendrán que» o «deben» poseer. Dice: «El carácter puro y sin mancha que poseerán los verdaderos seguidores de Cristo». (Aquí hay una promesa). «Este manto, tejido en el telar del cielo, no tiene un solo hilo de invención humana» (página 311). Ninguna de nuestras obras están mezcladas en todo el tejido. Es totalmente un manto de Dios.
El pasaje pasa a describir, en detalle, lo que es el manto: «Cuando nos sometemos a Cristo, el corazón se une con su corazón, la voluntad se fusiona con su voluntad, la mente llega a ser una con su mente, los pensamientos se sujetan a él; vivimos su vida. Esto es lo que significa estar vestidos con el manto de su justicia» (página 253).
Así, poniendo Apocalipsis 3:5 junto con esto, podemos concluir que el asunto real es tratar de vivir una vida victoriosa separados de Dios, día tras día. Pero si vencemos sobre dicha tendencia humana, la promesa es que seremos vestidos con su justicia impartida, la cual obrará en la vida. Esto claramente se refiere a un cambio de carácter. Si la primera parte del texto se estuviera refiriendo a que nosotros vencemos nuestros pecados, entonces nunca conseguiríamos llegar a la segunda parte y al manto blanco. Porque ser vestido con vestiduras blancas es la manera como vencemos nuestros pecados.
Hay un interesante texto en Apocalipsis 16:15, el cual realiza una apelación muy personal. Jesús está hablando acerca de su segunda venida y dice: «Yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela y guarda sus vestiduras, no sea que ande desnudo y vean su vergüenza». De nuevo, en el Apocalipsis, las vestiduras son la justicia de Cristo obrando en la vida. A esto necesitamos prestar atención: qué estamos permitiendo que Dios haga para vencer nuestra tendencia a vivir separados de él, y para proveernos de este manto celestial de manera que no estemos desnudos y no seamos avergonzados.
Otro texto que incluye el mismo pensamiento se encuentra en 1 Juan 2:28: «Ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste, tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él, avergonzados» ¿Cuál es la clave? ¿Cuál es el secreto para no ser avergonzados en su venida? Habitar en él. ¿Qué significa esto? Mantenernos en relación con él, día tras día. y esto es lo que está involucrado en vencer, de modo que podamos ser vestidos de blanco. De esto habla Apocalipsis 3:5.
La siguiente parte de Apocalipsis 3:5 dice: «Y no borraré su nombre del libro de la vida». Lo cual indica que en algún momento fueron ingresados nuestros nombres en el libro de la vida. He oído decir que nuestros nombres están escritos en el libro de la vida desde el día en que nacimos. Pero no pienso así. La evidencia es que nuestros nombres son registrados en el libro de la vida cuando aceptamos a Cristo, o cuando profesamos aceptarlo. He aquí un par de líneas del libro «El Conflicto de los Siglos», las cuales indican cuándo se escriben nuestros nombres en el libro de la vida: «El libro de la vida contiene los nombres de todos los que entraron alguna vez en el servicio de Dios» (página 534). En las páginas 537 y 538 del mismo libro se clarifica que aquellos nombres que serán dejados o borrados del libro de la vida son los de quienes creyeron en Jesús. Y en la página 481 se hace referencia a la investigación de los casos «de los que en todos los siglos han profesado ser discípulos de Cristo». ¡Incluso los que meramente profesaron ser cristianos están registrados en el libro de la vida! Es muy interesante que Dios irá hasta las últimas consecuencias en su preocupación por conseguir que cada uno entre a su reino.
Que nuestros nombres estén escritos en el libro de la vida, involucra mucho más que el hecho de que nuestros nombres lo estén en los registros de la iglesia. Justamente aquí entramos en un territorio interesante. Recientemente nuestra congregación fue convocada a una reunión administrativa. Estábamos tratando de aceptar lo que algunos de los feligreses ya nos habían dicho: que ya no estaban más interesados. No nos habían mantenido informados de su dirección, su número telefónico, cómo ubicarlos o cualquier otro dato. Por lo general, tales personas suelen clasificarse como miembros extraviados, y finalmente, son borrados como miembros de iglesia. Bien, en el proceso de considerar estos nombres en la reunión, encontramos que quienes habían confeccionado la lista de miembros habían cometido algunos errores. Habían listado al menos a una mujer como extraviada cuando ella había sido la que nos dio la bienvenida a la iglesia, esa misma mañana. Estoy contento de que tuviéramos la reunión y la encontráramos. Algunas veces nos movemos demasiado apresuradamente para quitar los nombres de la gente de los registros de la iglesia. ¡Pero Dios no comete errores! ¡Y él no desea quitar nuestros nombres del libro de la vida!
En otros tiempos hemos sido demasiado apresurados para ingresar nombres en los registros de la iglesia. Leí un libro que alguien me alcanzó los otros días. En efecto, lo leí de un tirón. Y realmente tuve sentimientos encontrados, porque el libro es pertinente. Se llama «Ten Who Left» [Diez que apostataron] (escrito por Fred Comforth y Tim Lale [Boise, Pacific Press, 1995]), y presenta la historia de diez personas que abandonaron nuestra iglesia. Hacia el final, el libro dice: «Este libro podrá dejarlo enojado, triste, confundido o temblando». Me identifiqué con todo lo de arriba. Mientras leía el libro, me destrocé en pedazos. Tenía un prefacio escrito por el secretario de nuestro presidente de la División Norteamericana, y estaba casi totalmente centrado en la iglesia. El libro reconoce, por lo que los autores han dejado traslucir, que muchos ven a la iglesia sólo como más que un club social, y la dejan porque alguien no fue simpático con ellos. El libro señala que en esa línea puede haber tanto como dos millones de ex adventistas en Norteamérica. ¡Dos millones! Nuestra membresía actual es de 10 millones de miembros, y sólo el 50% de ellos asiste a la iglesia una vez al mes.
El libro ilustra que muchos adventistas miran su religión, como extremadamente centrada en el comportamiento. Este libro demuestra uno de nuestros problemas más grandes: simplemente tratar de conseguir que más personas entren en la iglesia. Algunas veces, en nuestro apresuramiento, llevamos gente a la iglesia por razones equivocadas. Para los diez interrogados estaba esta pregunta entre otras: «¿Qué piensa usted cuando oye la palabra ‘salvación’?»
Una persona respondió: «Ser salvado».
«¿Cómo consigue salvarse?»
«No lo sé» (23 años).
Mientras leía el libro, me dolía el corazón al darme cuenta de que por demasiado tiempo, nuestro énfasis primario ha estado en ridiculizar a los católicos, conseguir que todos guarden los diez mandamientos, vayan a la iglesia el sábado y luego bautizarlos. Sin embargo nos maravillamos de que haya dos millones de ex miembros, y de por qué muchos de los borrados sienten que fueron manipulados para unirse a la iglesia.
Estábamos examinando el problema de los miles de borrados de la iglesia en nuestras reuniones administrativas. Y voy a asumir una posición firme. No pienso que la mayoría de quienes dejaron la iglesia estuvieran adentro. No creo que alguna vez hayan estado adentro, porque pienso que una vez salvado, casi siempre salvado (verifique esto en su Biblia). Por favor, incluya la palabra casi. Creo que alguien que realmente viene a Cristo, alguien verdaderamente convertido y que entra en una relación con Jesús, encontrará muy, pero muy difícil dejarlo. Creo que una persona que no conoce esa experiencia encuentra muy fácil dejarlo, porque para él, la iglesia no es nada más que un club social.
Entonces la pregunta que debemos hacemos es: Estos borrados, ¿son la clase de gente que respondía a la religión centrada en el comportamiento, quienes gustan de ver a los católicos calcinados, y quienes piensan que deben guardar los mandamientos por su propia rígida disciplina? Después de un tiempo, esa clase de religión es desabrida. Si nuestro propósito primario es conseguir gente que guarde todos los mandamientos, sea autodisciplinada, la gente responderá con una voluntad de hierro. Pero ellos se cansarán después de algún tiempo. Debe haber algo más que eso. La gente débil tratará de responder, pero abandonarán rápidamente porque no pueden estar por mucho tiempo agregando hipocresía a las fallas.
Si usted lee este libro, «Ten Who Left», encontrará representada una sección de gente semejante a algunos que usted ha conocido. Ellos nunca estuvieron adentro. Sus parientes nunca lo estuvieron, y muchos de los educadores a donde ellos fueron a estudiar nunca lo estuvieron.
¿Qué significa vencer el Pecado de vivir la vida aparte de Cristo? Significa entrar en relación con Dios, con Jesús, lo cual es todo a lo que se refiere la experiencia cristiana. Si esta no es la verdad primaria del mensaje de nuestra iglesia, entonces no somos nada más que un club social. Y eso explica por qué hemos perdido más miembros de los que hemos conservado.
¿Que esto lo pone triste? Sí. ¿Que lo deja confundido? Sí. ¿Que lo hace temblar? Sí. ¿Que le da rabia? Sí. ¿Cuándo iremos al encuentro del llamado a despertar?
Y luego, hacia el final del libro, leí: «Tenemos un grupo especial al cual alcanzar: las personas que alguna vez conocieron el gran mensaje del adventismo, pero se alejaron del compañerismo». ¿Quién alguna vez conoció el gran mensaje del adventismo? ¿Qué es eso? Si eso no es Jesús y su justicia, en lugar de la nuestra, entonces todos estamos muertos. Y uno de los grandes misterios es por qué seguimos trayendo gente a la iglesia, de la misma forma año tras año, año tras año. Deberíamos haber salido del desierto y estado un poco más allá de la línea que eso. ¡Un poco más allá!
No debemos obsequiar el evangelio y el evangelismo, mientras pensamos que somos una súper organización de venta. No debemos usar las súper técnicas de venta, para manipular a la gente para que entre a la iglesia. Eso no los llevará a permanecer.
Pero lo interesante es que quienes pudieron haber sido manipulados, quienes nunca vinieron a Cristo, quienes vinieron a la iglesia sólo para hacer profesión de fe, también están escritos en el libro de la vida. Aparentemente, esos nombres están escritos en el cielo. Dios está tan ansioso por conseguir que todos entren, que incluso escribió el nombre de quienes sólo profesan creer en él. ¡Asombroso! ¡Realmente admirable!
Entonces, por supuesto, viene el juicio preadvenimiento. Durante ese juicio, Dios descubre quiénes realmente han aceptado a Cristo y han permanecido con él. Y sus nombres no son borrados.
La siguiente parte de Apocalipsis 3:5 dice: «Y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles». Jesús dice en Mateo 10:32: «A cualquiera, pues, que me confiese delante de los hombres, yo también lo confesaré delante de mi Padre que está en los cielos». ¿Usted quiere decir que él opera sobre el principio de «si me rascas la espalda, te rascaré»? Suena semejante a eso. «A cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también lo negaré delante de mi Padre que está en los cielos».
Así de simple. Lo que no significa que Dios tenga estropeados sus sentimientos. Es el principio de quien va a ser feliz en el cielo.
¿A qué se puede comparar el tener a Jesús de pie, y confesándome delante de su Padre y delante de todos los ángeles? ¡Esto es terrible! Cuando nuestros nombres vengan a juicio, y no estemos allí (porque el juicio preadvenimiento acontece antes de que entremos allí, y Jesús vaya a nuestro lugar y diga: «Yo les dije a ellos que no tendrán que estar aquí hoy, porque son mis amigos, y yo soy su amigo, y yo estoy aquí representándolos». ¡Qué pensamiento aterrador! Algún día chequearemos los «videos» de ese juicio en el reino, y observaremos esos videos para siempre.
Bien, volvamos al vencer. ¿Qué es lo que vencemos en Apocalipsis 3:5? Vencemos la autodependencia por responder a la amante atracción de Dios. Vencemos el tema real del Pecado: vivir una vida aparte de Jesús. (Juan 16:9 nos dice lo que es pecado: no confiar en Jesús. También lo dice Romanos 14:23.) ¿Cómo comenzamos? Comienza con la conversión (el gran tópico descuidado en todas las iglesias evangélicas, incluyendo la nuestra). Comienza con la conversión cuando estamos crucificados con Cristo (vea Gálatas 2:20). ¿Qué significa esto? Esto significa que estoy muerto. Vengo a darme cuenta de que cuando enfrento las cosas del tiempo y la eternidad, estoy muerto. Es demasiado grande para mí. He llegado al final de mis propios recursos. Esta es una obra difícil para gente terca, pujante, autodisciplinada. Pero todos tendremos que ir allí, ya sea que seamos débiles o fuertes: al punto donde nos damos cuenta de que no somos lo suficientemente grandes como para manejar el tiempo, mucho menos la eternidad. Y le pedimos a Jesús que sea nuestro Salvador, Señor y Amigo. Este es el momento cuando realmente comienza la vida cristiana.
¿Cómo se la mantiene? «Pues aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado» (Hebreos 12:4). Jesús es nuestro ejemplo aquí. Y Jesús nunca disputó contra los pecados. Por favor, subraye esto. Jesús no tuvo la tribulación de desear cometer pecados. Si usted investigara esto cuidadosamente, encontrará que esos pecados (nosotros usualmente lo llamamos pecado) eran del disgusto de Jesús. Él sentía repulsión por ellos. Él no batalló con pecados, pero sí con el Pecado, hasta la sangre. Y el diablo lo apremió todo el camino, tratando de conseguir que se separara de su Padre, el cual es el tema concreto con el Pecado. La esencia de las tentaciones de Satanás es: «Tú eres lo suficientemente grande como para vivir por ti mismo. Después de todo, también eres Dios. ¿Por qué no te separas y dependes de ti mismo?» A lo largo de toda su vida, el diablo trató de hacer entrar a Jesús en este tema, el asunto del Pecado. Pero nada separaría a Jesús de su Padre. No tenemos idea de la estrecha intimidad de Jesús y su Padre cuando él estuvo aquí en la Tierra. Y él resistió hasta la sangre para permanecer en esa relación. De esto es lo que se está hablando. ¿Ha resistido hasta la sangre? Más aún, ¿ha resistido hasta la sangre, esforzándose contra la tentación de vivir la vida apartado de Jesús día a día? ¿Lo ha hecho? ¿O está contento con leer un texto rápidamente por la mañana, con su mano sobre el picaporte de la puerta, listo para enfrentar la vida con su propia fortaleza?
En 1 Juan 2:28 se menciona este punto tan importante muy claramente: «Ahora, hijitos, permaneced en mí». Morar con él. Permanecer en una relación con él día a día. Y si usted lo hace, no será avergonzado cuando venga, porque tendrá puesta la vestimenta. Es una promesa. Si venzo sobre el vivir la vida aparte de Jesús, el vestido blanco estará allí. Es una promesa. Es la vestimenta que tendrá el pueblo de Dios. Usted dice: «Sin embargo, no la tengo». La tendrá. Es una promesa. Si supero la vida separada de Jesús, la vestidura blanca estará allí. Es una promesa. Es la vestidura que tendrá el pueblo de Dios. Dices: «Aún no lo tengo». Vas a tenerla. Es una promesa. Por eso estoy agradecido por Apocalipsis 3:5. Estábamos en lo alto del World Trade Center en la ciudad de Nueva York. Estaba mirando hacia abajo y mi estómago daba vueltas. Y descubrí lo que la Biblia quería decir con «lomos revueltos». Fue horrible. Pregunté a qué altura estábamos sobre la calle de abajo. Luego hice un poco de cálculo, y realmente me sentí mal del estómago. Porque comencé a pensar en mi hijo. Había escalado la roca llamada Middle Cathedral en el Parque Nacional Yosemite. ¡La Catedral del Medio es una aguja dos veces más alta que el edificio en el que estaba parado! Él y su compañero de escalada, un médico un poco mayor que mi hijo, se habían quedado toda la noche colgados de cuerdas desde la pared del acantilado. Ese día habían perdido sus cantimploras, por lo que no tenían agua, y les esperaba otro día de escalada. Cuando finalmente llegaron a la cima al día siguiente, el hombre mayor estaba completamente mareado. Cayó de bruces y dijo: «¡Tráeme agua! El dinero no es problema». Nuestro hijo tropezó hasta un arroyo a cierta distancia, enterró la cara en el agua y bebió. Y le devolvió agua a su amigo.
Estaba pensando en ello. «Dame agua.» Jesús es el agua de la vida. «Dame agua, para que nunca más tenga sed». ¿Tiene problemas para intentar superar los acantilados de la vida? ¿Se les han caído las cantimploras terrenales que no valen ni un centavo? ¿Estás boca abajo? ¿Estás listo para decir: «Señor, dame agua, el dinero no es problema?» Jesús dijo: «Si vienes a mí, y bebes, nunca más tendrás sed»… Eso es si sigues viniendo.
Ahí es donde me gustaría estar y ahí es donde los invito a estar.