No lea este libro si desea una exégesis erudita acerca de las profecías de Daniel y el Apocalipsis. Si está buscando alguna clave para interpretar los aspectos intrincados de Hebreos, o algo que le sirva de ayuda en la traducción del texto griego, o ideas directrices para confeccionar su propia maqueta a escala del santuario, entonces será mejor que busque en otra parte.
En nuestra iglesia el diálogo concerniente al juicio investigador y tópicos relacionados parece más bien un intento por consolidar nuestras creencias concernientes al pecado, la justificación y la salvación. Porque en realidad, el juicio investigador, como un evento histórico y escatológico, no es amenazador. Lo que asusta a muchos adventistas es sin duda saber cómo relacionar el pecado y la justificación. No estamos seguros de que nuestra creencia en la salvación sólo por fe en Jesucristo, pueda sostenernos en un escenario judicial en pleno desarrollo, completado con libros de registros angelicales para cada pensamiento, palabra y hecho. La idea de que se esté investigando nuestra vida no es animadora, y nuestra seguridad de salvación empalidece, ante la posibilidad de que nuestros nombres sean borrados del libro de la vida.
Lo que nos provoca insomnio no es nuestra incomprensión de cómo Daniel 8 se relaciona con Levítico 16. Es nuestra falta de comprensión de cómo las aparentes malas nuevas del juicio se relacionan con las buenas nuevas del evangelio. En muchas mentes todavía se encuentra escondida, detrás de las cuestiones teológicas acerca de este hito de nuestra fe, la pregunta no respondida: «Suponiendo que los eruditos demostraran, más allá de toda sombra de dudas, que el juicio investigador es en realidad una verdad bíblica, ¿entonces qué?»
La premisa de este libro es que las verdades del santuario y el juicio son imposibles de entender correctamente, a menos que se comprenda correctamente el evangelio. Sin embargo, el evangelio se entiende claramente sólo cuando tenemos una correcta comprensión del santuario y del juicio. Las dos verdades van juntas. Quienes hoy estén abandonando su creencia acerca del juicio, al final descubrirán que también deberían abandonar la del evangelio. Las noticias acerca del juicio y del evangelio son, ambas, igualmente buenas y malas. Quizá, cuando entendamos las malas nuevas del evangelio, estaremos mejor equipados para comprender las buenas nuevas del juicio.
Si usted está interesado en la creencia y la experiencia de la salvación sólo por fe en Jesús, pero está igualmente interesado en seguir aceptando los pilares singulares de nuestra fe, entonces lo invito a un estudio cuidadoso de la relación entre estos temas. ¡Continúe leyendo, porque tengo algunas buenas nuevas para usted! Pero primero, las malas.