16. El Texto que no Existe

¿Encontró que falta algo en nuestro estudio del proceso de la siembra y el crecimiento del fruto? ¿Piensa usted, amigo lector, que debiera haber un texto, un concepto o idea adicional? Hay un aspecto común de cómo el tema de la siembra se asemeja a la vida cristiana, y que por alguna extraña razón no está en esta parábola de Jesús acerca de la viña.

¿Puede adivinar cuál es? ¡Es acerca de cómo eliminar la cizaña! ¿Qué pasa si la arrancamos? ¿No se requiere de nosotros que cooperemos en ese proyecto? ¿Ha tratado usted de realizar la tarea de arrancar la cizaña en su huerta espiritual? Quizás una mirada más cercana a la razón por la cual falta ese texto, nos ayude a comprender la tarea de los pámpanos y la tarea del labrador.

No olvidemos que al comienzo de este libro destacamos a Dios como el Labrador. La Escritura con frecuencia usa esa analogía para referirse a Dios. ¿Quién es el encargado de arrancar la cizaña de la huerta? Debo decir que el Señor es el que lo ha hecho en cada huerta que he conocido. No fueron las mismas plantas, ya que es imposible para ellas arrancar la cizaña que las ahoga.

Es una verdad tan sencilla y evidente en la naturaleza, que resulta hasta bochornoso mencionarlo, pero es el Labrador el que arranca la cizaña. Podríamos haber incluido esta verdad en el estudio del proceso de limpieza de Juan 15:2. Quizás las tijeras de podar se aproximen a lo que podría ser un arrancador de cizaña en la parábola de la viña. Observemos quién es el encargado de podar: ¿Son los pámpanos o el Labrador? La respuesta es simple.

No obstante, cuántas veces hemos perdido de vista esta lección en el mundo espiritual. Es una verdad sencilla, pero que no hemos comprendido en nuestra propia vida espiritual. Cuán fácil es que al encontrar las cizañas, espinas y cardos comencemos a tirar de ellos, encargándonos de nuestro propio proceso de poda. Tratamos continuamente de hacer lo imposible.

La próxima vez que notemos la cizaña en nuestra viña, recordemos el texto de Juan 15 que no existe. Nuestra tarea no consiste en atacar el mal hábito, el pecado o el mal carácter, sino en mantenernos conectados con la Vid y someternos por lo tanto, a la poda del Labrador, quien se encargará de las cizañas, mientras permanecemos en Él.