«Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que habita en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto» (Juan 15:5)
El fruto es uno de los fenómenos más naturales y espontáneos que observamos en una vid y sus pámpanos. Si queremos cosechar uvas, no necesitamos trabajar en la producción de ellas. Muchos lo han tratado, y han producido uvas de plástico. Una vez mordí una de esas
uvas por equivocación, y me sentí chasqueado. Exteriormente se ven atractivas, pero eso es todo. Nadie puede producir uvas legítimas aparte de la vid.
¿Qué representan las uvas? «Llenos de frutos de justicia, que son por Jesucristo, a gloria y loor de Dios» (Filipenses 1:11). Notemos que antes que todo, los frutos son frutos de justicia, y en segundo lugar, los frutos son para la honra de Dios. Y por supuesto, Gálatas 5:22-23 habla de los frutos del Espíritu: amor, gozo, paz, tolerancia, etc.
De modo que las uvas son los frutos de justicia, y la justicia es natural en el pámpano que está unido a la Vid verdadera. Este razonamiento nos lleva a la premisa básica de la parábola. Una vid produce uvas porque es una vid, no para llegar a ser una vid. «El Salvador no invita a los discípulos a trabajar para llevar fruto. Les dice que permanezcan en él» (DTG 631). De ahí que el esfuerzo en la vida cristiana es en el área de la conexión, nunca en la del fruto. Se dirige hacia la comunión con Cristo, hacia la permanencia en la Vid, nunca hacia el acto de generar justicia. Enfatiza la comunión con Cristo, jamás el acto de esforzarnos por ser buenos. Según la declaración de Jesús mismo, la parábola de la vidd y los pámpanos es una de esas verdades sencillas, que nunca envejece.
Muchos temen que al concentramos en el esfuerzo diario encaminado a mantener la relación con Cristo, negamos el valor del fruto o nos oponemos a él. Consideran que al no batallar para llevar fruto no lo producirán. Sin embargo, no es así. ¿Cuál será el resultado
según lo manifestó Jesús? Llevará mucho fruto.
¿Desea usted, amigo lector, llevar mucho fruto? Entonces desvíe su atención del fruto y concéntrese en permanecer en la Vid. Ese es el único método para producir fruto verdadero, justicia genuina, correcta obediencia para la honra y gloria de Dios. ¿Uvas plásticas? Las tales no glorifican a Dios. Por el contrario, exaltan al individuo. Una iglesia laodicense es rica en uvas de plástico, pero está en quiebra absoluta de justicia. Las uvas de plástico son las peores que se puedan hallar. Entonces, ¿que no haya uvas? Según Apocalipsis 3:15, esto sería preferible. ¿No es eso lo que dice? «Ojalá fueses frío o caliente». Aparentemente el Señor abriga mayores esperanzas de salvarnos cuando no hay uvas, que cuando las hay, pero de plástico (la justificación propia).
Pero en nuestra conexión con la Vid, por medio de la comunión con el Señor, en el proceso de permanencia en Él, recibimos la capacidad para lograr el objetivo. Entonces descubrimos el secreto de llevar fruto genuino, en abundancia. Puesto que esto sólo es posible por la acción divina en nosotros, »tanto el querer como el hacer por su buena voluntad» (Filipenses 2:13), sólo el Señor recibirá el crédito. Toda la gloria y la alabanza serán para Él.