2. El Labrador

«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el Labrador» (Juan 15:1)

¡A Dios le deben gustar los jardines! Cuando creó nuestro mundo, colocó a Adán y a Eva en un jardin. Aún después de la aparición del pecado y cuando la tierra empezó a producir espinas y cardos, el hombre debía trabajar en el jardín. Aparentemente, esta era la forma más eficaz, para que Dios alcanzara a la humanidad caída.

A través del Antiguo Testamento, se continúa haciendo énfasis en el huerto. A los justos se los llama «árboles de justicia, plantío de Jehová» (Isaías 61:3). La santidad se compara con «árboles plantados junto a arroyos de aguas… , que producen su fruto en su tiempo (Salmo 1:3). Como ya hemos notado, a Israel se lo comparó con una viña. Dios, como nuestro pastor, nos promete guiarnos a lugares de delicados pastos, junto a aguas de reposo (Salmo 23). Según la profecía, Cristo vino a este mundo para «subir cual renuevo» (lsaías 53:2). La promesa de la tierra nueva, como el hogar de los hijos de Dios, se nos presenta en Isaías como un lugar donde «plantarán viñas y comerán el fruto de ellas» (Isaías 65:21).

Cristo vino para revelarnos la identidad pasada, presente y futura del Padre. A menudo comparó a su Padre con un labrador. En la parábola de la higuera estéril, Él es quien plantó el árbol en su viña. (Véase Lucas 13.) En Mateo 21:33, el Padre es quien «plantó una viña, la cercó de vallado, y cavó en ella un lagar y edificó una torre, y la dio a renta a labradores, y se partió lejos». En Mateo 20, el Padre contrató los labradores por un denario al día, para trabajar en la viña.

Debe haber algo profundamente significativo que podemos aprender de nuestro Padre celestial, al compararlo con un labrador. El uso frecuente que hizo Jesús de la analogía del jardín, nos indica la importancia de conocer a Dios. ¿Cuál es la función de un labrador? ¿Cómo se relaciona con las plantas en su huerta? ¿Qué métodos emplea para obtener los mejores frutos? La paciencia, la perseverancia, el cuidado incansable, la esperanza de la cosecha, todo esto nos muestra cómo es Dios, y cómo se relaciona con sus hijos. Contemplémosle en la parábola de la viña del capítulo 15 de Juan, porque Dios es el labrador.